Melissa caminó hasta afuera soltando un suspiro largo mientras sentía que estaba llena de Bruno, cuando sus piernas se rozaban debajo del vestido. Estaba temblorosa con el corazón, latiéndole en la garganta y una mezcla absurda de culpa y placer recorriéndole el cuerpo.No sabía si quería reír, llorar o volver a buscarlo, pero se acomodó como pudo al salir, aunque si el vestido disimulaba, sus ojos debían hablar a kilómetros.Se sentó rápidamente al ver que Daniela y Víctor bailaban y sonrió al ver a los mellizos.La piel en su cuello todavía ardía. Su ropa interior estaba en algún rincón de aquella habitación, y Bruno… Bruno no había aparecido por el momento.El sol caía con suavidad sobre la arena, los invitados reían, las copas tintineaban, y ella… solo buscaba una mirada.Y la encontró.Bruno salió con un par de servilletas en la mano y las echó a la basura cuando se acercó donde estaba a ella. No disimulaba. No quería hacerlo. Su sonrisa era tan descarada como lo que acababan de
—¡¿Qué demonios es esto, Melissa?! —La voz de Javier tronó, apenas cruzaron la verja que daba al costado de la casa.—¿Por qué tienes que gritarme? —respondió ella, girándose con los ojos brillantes de frustración.—¡Porque eres mi hermana! ¡Y estás…! ¿Estás saliendo con Bruno Machiatti?—Sí… y estoy a unos metros de ti, Javier…Melissa sintió la mirada de Javier clavarse en ella, lo supo desde un principio, él debía saber quién era Bruno, y aunque no estaba preparada para algo así, no se dejó intimidar por su hermano.—¿Cómo es posible, Meli? ¡Mierda! ¿Tú sabes quién es él? ¿Sabes con quién te estás metiendo?Javier caminó en círculos, con las manos en la cabeza.—Sé quién es… —Melissa estaba agitada—. Sé perfectamente quién es…—Escúchame —Javier se acercó peligrosamente—. No solo es dinero lo que tiene… ¡Es lo que representa! ¡Es lo que puede costarte!Melissa lo miró fijo, con los ojos fríos y negó en silencio, entonces Javier la miró con una mezcla de rabia y dolor. Después suspi
El cielo de Lisboa los recibió con un azul radiante y un aire cálido que se sentía como una bienvenida. Cuando el avión tocó tierra, Melissa cerró los ojos por un segundo. No solo por el cansancio, sino por la sensación de estar entrando a una etapa distinta de su vida y lo que le esperaba.Bruno tomó su mano y la besó y ella forzó una sonrisa. No quería estar triste para él.—Llegamos —asintió en silencio y luego se bajaron para subir a un auto que los esperaba.Le encantaba Lisboa, y también estaba ansiosa por ver a Luca, y saber cómo reaccionaría cuando los viera.Cuando llegaron a la mansión, lo primero que escucharon, fue un grito, y a Luca corriendo hacia Bruno.—¡Llegaste! —Melissa sonrió cuando Luca se colgó de Bruno y lo abrazó con fuerza.Literalmente, Bruno era otro con Luca y eso no tenía discusión.—Lamento dejarte por tanto tiempo. ¿Cómo está mi campeón?—Te extrañé, pero esta casa es fabulosa… ¿Es tuya?—Es nuestra —los ojos de Luca se agrandaron. Por lo que Melissa hab
Después de salir de su escuela, Daniela inmediatamente corrió al trabajo y ya estaba sin aliento cuando llegó. Pero, aun así, ella se puso a trabajar sin descanso porque necesitaba el dinero para juntarlo con su madre, y sobrevivir de alguna manera.Porque eso es lo que estaban haciendo desde que tenían existencia.Desde lejos podía ver a su madre, que también trabajaba en el mismo lugar, pero a diferencia de lo habitual, hoy se veía llena de energía y con una sonrisa en la boca. Algo que le hizo fruncir el ceño y pensar.Finalmente, al terminar la jornada laboral, la madre llamó a Daniela para comenzar a irse del lugar, tomando sus abrigos y le dijo durante el camino:—Mi Dani, hoy será el último día de nuestra pobre vida. A partir de mañana nuestras vidas cambiarán drásticamente, y te gustará —le afirmó con una sonrisa en el rostro y con mucha seguridad en su voz.—¿Qué? —Los ojos de Daniela se abrieron.—Ya lo verás, tengo un novio rico y nos vamos de España mañana mismo.—¿Qué? Ma
Daniela seguía mirando al alto y enorme techo de una habitación, que ahora dijeron era suya. Sin embargo, ella sabía que nada de aquí le pertenecía.Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y gimió un poco tomando la sábana para ponérsela en sus brazos. Ni siquiera conocía a la mujer que tenía por madre, ni sabía lo que estaba pensando para meterse en una familia tan extraña.Ya estaba claro que ese hombre tenía varias mujeres, como un harén al estilo americano. Era polígamo, algo que ni siquiera sabía era legal en este país o no. Ni que iba a ocurrir mañana o pasado, entonces, cuando quiso sollozar, recordó las palabras del hombre.“Piscina, internet, todo lo que quieras… está a alcance a partir de ahora”Daniela se quitó la sábana de encima y buscó su celular, para conectar el internet revisando sus mensajes rápidamente.Javier: Dani, ¿qué ha pasado?Las lágrimas corrieron aún más, cuando siguieron llegando los mensajes.Javier: ¿Cómo que se irán? ¿Dónde estás? ¿Daniela?El
—¿Estás tan desesperada por salir de aquí que pides ayuda al primero que encuentras? —preguntó el hombre con una dureza que la hizo estremecer.—No es desesperación… —respondió ella, con un tono tembloroso pero decidido—. Prefiero irme con el hombre que me defendió, que quedarme aquí.Él la observó en silencio, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto.—Bien, pequeña turista —dijo con sarcasmo.Sin darle tiempo a procesar lo que acababa de decir, el hombre se giró y comenzó a caminar hacia un auto que parecía preparado para él, abriéndole la puerta trasera, dejando una estela de su aroma amaderado y fuerte.Después de cerrarle la puerta, rodeó el auto para sentarse al volante.—¿Cuál es tu nombre? —preguntó ella mientras él arrancaba el motor.—Eso no importa —todo su cuerpo se estremeció. Sus piernas y muslos estaban expuestos con el vestido corto, mientras el brazo del hombre la rozaba algunas veces—. ¿Sabes siquiera a dónde puedo llevarte?Daniela negó lentamente.—No —
Había un pitido en sus oídos, un tintineo en su cabeza por algunas copas que tomó, y un ceño fruncido cuando intentó abrir los ojos.Daniela se removió en la cama, una cama que estaba frente a un enorme balcón, con una impresionante vista, y luego hizo un gesto lastimero, llevando la mano a su centro.Por un momento todo vino a su cabeza de golpe, y se sentó rápidamente, tomando las sábanas en sus manos y mirando a todas partes.Toda su ropa estaba en el suelo y sus sandalias, pero no había rastros de aquel hombre, ni ninguna de sus prendas.—Oh Dios… —Daniela se levantó, girándose a todos lados y comenzó a colocarse la ropa. Se hizo una coleta en el cabello y caminó por toda aquella planta hasta detenerse bruscamente frente a aquel piano.Miró con horror la sangre seca en las teclas, y allí mismo una nota.“Extranjera, sé que no tienes dinero, así que te dejé un poco”Daniela arrugó la nota en su mano pasando un trago y vio sobre el piano un fajo de dinero. Uno muy grueso con billete
El aire en la mansión Vanderbilt estaba cargado de tensión. Daniela sintió cómo sus piernas temblaban, y sus pies se congelaron al instante en el suelo, incapaces de moverse hacia su madre o siquiera mirar al hombre que, en un giro inesperado del destino, ahora era su hermanastro.El hombre oscuro se quedó allí de pie mirándola, imponente y perfectamente a la altura de las expectativas de cualquier ojo. Su mirada ahora era tan fría como el hielo, pero con un sutil destello de diversión que le heló la sangre.—Daniela, saluda —Marcela tuvo que entrar en escena ante su congelamiento, y cuando ella abrió sus labios, Víctor sonrió diciendo:—Mi nueva hermana… —Titus le sonrió a su hijo y trató de alcanzar su hombro.—Mi hijo es maravilloso, Daniela, seremos una gran familia, y créeme que él podrá enseñarte todo lo que necesitas saber para entender este mundo.Daniela no entendió si era una advertencia en este punto. Lo único que podía pensar y sentir, era un nudo que se le había formado e