La lluvia comenzó a caer suave sobre las ventanas, en algún momento de la madrugada, y Melissa abrió los ojos. No estaba el calor con el que se quedó dormida, solo su cuerpo desnudo entre las sábanas, y su respiración se agitó.No quería que lo que había pasado fuese un sueño, pero cuando se sentó, estaba esa misma cama amplia, y se encontraba en la cabaña a donde Bruno la había traído. Miró las grandes ventanas empañadas por la lluvia y la lámpara encendida a medias, pero por más que buscó con la mirada por la habitación, no encontró a Bruno.Ella hizo un gesto lastimero en el rostro cuando se movió y se dio cuenta de que entre las sábanas estaba la mancha que comprobaba lo que había hecho. Se puso de puntillas y caminó por el lugar, y su ceño se frunció cuando no lo vio, pero cuando estaba a punto de abrir la puerta, se dio cuenta de que Bruno estaba afuera de la terraza, de pie, en medio de la lluvia, que no lo mojaba, pero que prácticamente debería estar helándolo.Caminó rápidam
Melissa despertó con los primeros rayos del sol, colándose por las cortinas de lino claro. Parpadeó lentamente, como si su cuerpo aún no quisiera soltarse del sueño. Tardó unos segundos en ubicarse, pero el calor que sentía en su espalda, la respiración pausada contra su cuello, y los brazos grandes que la envolvían como si fuesen parte de ella misma, se lo recordaron todo.Bruno.Una sonrisa suave se le formó en los labios mientras se giraba lentamente para verlo. Dormía profundo, con el ceño relajado y una expresión tan tranquila que la desarmaba por completo. Melissa llevó su mano a su mejilla, acariciándolo con la punta de los dedos, y sintió cómo él respondía con un leve movimiento, como si su cuerpo la buscara incluso dormido.Ella no entendía cómo era posible que todo lo que había vivido con él en tan poco tiempo se sintiera tan… eterno.Lo miró largo rato, memorizando su rostro en calma, como si lo hubiese amado desde siempre. Pensó en lo que habían sido estas semanas: una mez
—Estoy feliz por ella, y Daniela lo sabe —Melissa asintió cuando observaba a su hermano hacer la maleta. Por la tarde saldrían en un vuelo, y como lo predijo, se irían juntos a Los Ángeles, y luego, después de unos días, irían a la isla junto con Daniela y los invitados para la boda—. Imagino que no dejan de hablar ustedes dos.Melissa se puso tensa y abrió la boca.—Como estoy en intensivo, y ella en otro mundo, hemos hablado poco.Javier arrugó el ceño y se detuvo en lo que estaba haciendo.—Qué extraño. Ustedes son inseparables.Melissa apretó la boca y negó.—Ella está con su familia, Javier, nos iba a pasar en algún punto.Javier se cruzó de brazos y se sentó sin dejar de mirarla.—¿Y por qué siento que estás diferente?Melissa alzó los hombros.—Porque lo soy. La vida ha cambiado para todos. Para ti, para Dani… para mí.—¿Estás bien? —Javier insistió y ella asintió de inmediato.No sabía cómo explicarle que estaba viviendo la mejor etapa de toda su vida.—Javi… yo realmente esto
Melissa no sabía qué sentir exactamente cuándo lo vio llegar al otro día. Ya todos estaban preparándose para salir, y ella estaba acomodando el velo de Daniela, cuando se asomó por la ventana y lo vio hablando con Víctor.Su garganta se secó enseguida, pero solo faltaban minutos para la ceremonia, y no podía saludarlo como quería en este momento.—¿Estás lista? —ella le preguntó a Daniela, y ambas caminaron rumbo a la salida.Los mellizos encabezaron la caminata, mientras ella se puso de gancho con Dani porque así lo había planeado, pero cuando Bruno se giró para mirarla, y escanearla de pies a cabeza, Melissa no supo si estaba más nerviosa que la misma Daniela.Luchó con sus fuerzas para mantenerse serena y forjar una sonrisa, caminó con Daniela entregándosela a Víctor, y luego se arrimó con los niños, para sentarse junto a su hermano.Detalló a Bruno, su traje playero, y la sonrisa que tenía al ver a su amigo en la boda. Entonces se concentró en la ceremonia, aunque siempre Bruno le
Melissa caminó hasta afuera soltando un suspiro largo mientras sentía que estaba llena de Bruno, cuando sus piernas se rozaban debajo del vestido. Estaba temblorosa con el corazón, latiéndole en la garganta y una mezcla absurda de culpa y placer recorriéndole el cuerpo.No sabía si quería reír, llorar o volver a buscarlo, pero se acomodó como pudo al salir, aunque si el vestido disimulaba, sus ojos debían hablar a kilómetros.Se sentó rápidamente al ver que Daniela y Víctor bailaban y sonrió al ver a los mellizos.La piel en su cuello todavía ardía. Su ropa interior estaba en algún rincón de aquella habitación, y Bruno… Bruno no había aparecido por el momento.El sol caía con suavidad sobre la arena, los invitados reían, las copas tintineaban, y ella… solo buscaba una mirada.Y la encontró.Bruno salió con un par de servilletas en la mano y las echó a la basura cuando se acercó donde estaba a ella. No disimulaba. No quería hacerlo. Su sonrisa era tan descarada como lo que acababan de
—¡¿Qué demonios es esto, Melissa?! —La voz de Javier tronó, apenas cruzaron la verja que daba al costado de la casa.—¿Por qué tienes que gritarme? —respondió ella, girándose con los ojos brillantes de frustración.—¡Porque eres mi hermana! ¡Y estás…! ¿Estás saliendo con Bruno Machiatti?—Sí… y estoy a unos metros de ti, Javier…Melissa sintió la mirada de Javier clavarse en ella, lo supo desde un principio, él debía saber quién era Bruno, y aunque no estaba preparada para algo así, no se dejó intimidar por su hermano.—¿Cómo es posible, Meli? ¡Mierda! ¿Tú sabes quién es él? ¿Sabes con quién te estás metiendo?Javier caminó en círculos, con las manos en la cabeza.—Sé quién es… —Melissa estaba agitada—. Sé perfectamente quién es…—Escúchame —Javier se acercó peligrosamente—. No solo es dinero lo que tiene… ¡Es lo que representa! ¡Es lo que puede costarte!Melissa lo miró fijo, con los ojos fríos y negó en silencio, entonces Javier la miró con una mezcla de rabia y dolor. Después suspi
El cielo de Lisboa los recibió con un azul radiante y un aire cálido que se sentía como una bienvenida. Cuando el avión tocó tierra, Melissa cerró los ojos por un segundo. No solo por el cansancio, sino por la sensación de estar entrando a una etapa distinta de su vida y lo que le esperaba.Bruno tomó su mano y la besó y ella forzó una sonrisa. No quería estar triste para él.—Llegamos —asintió en silencio y luego se bajaron para subir a un auto que los esperaba.Le encantaba Lisboa, y también estaba ansiosa por ver a Luca, y saber cómo reaccionaría cuando los viera.Cuando llegaron a la mansión, lo primero que escucharon, fue un grito, y a Luca corriendo hacia Bruno.—¡Llegaste! —Melissa sonrió cuando Luca se colgó de Bruno y lo abrazó con fuerza.Literalmente, Bruno era otro con Luca y eso no tenía discusión.—Lamento dejarte por tanto tiempo. ¿Cómo está mi campeón?—Te extrañé, pero esta casa es fabulosa… ¿Es tuya?—Es nuestra —los ojos de Luca se agrandaron. Por lo que Melissa hab
Después de salir de su escuela, Daniela inmediatamente corrió al trabajo y ya estaba sin aliento cuando llegó. Pero, aun así, ella se puso a trabajar sin descanso porque necesitaba el dinero para juntarlo con su madre, y sobrevivir de alguna manera.Porque eso es lo que estaban haciendo desde que tenían existencia.Desde lejos podía ver a su madre, que también trabajaba en el mismo lugar, pero a diferencia de lo habitual, hoy se veía llena de energía y con una sonrisa en la boca. Algo que le hizo fruncir el ceño y pensar.Finalmente, al terminar la jornada laboral, la madre llamó a Daniela para comenzar a irse del lugar, tomando sus abrigos y le dijo durante el camino:—Mi Dani, hoy será el último día de nuestra pobre vida. A partir de mañana nuestras vidas cambiarán drásticamente, y te gustará —le afirmó con una sonrisa en el rostro y con mucha seguridad en su voz.—¿Qué? —Los ojos de Daniela se abrieron.—Ya lo verás, tengo un novio rico y nos vamos de España mañana mismo.—¿Qué? Ma