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Capítulo 2 ¿Que hace en mi casa jefe?

Hoy me tocaba trabajar pero no me presente, no se si fue miedo o el odio que sentía por mi jefe, al insinuar que era una puta barata que se acostaba con cualquiera, sentía deseos de matarlo, destrozarlo con mis propias manos, pero cuando la imagen y el recuerdo de aquel ardiente beso llegaba a mis pensamientos sentía como mi cara ardía, sentía el calor recorrer mi cuerpo y aquello me avergonzaba, no sé qué pasaba conmigo, jamás he sido así.

He tenido un solo novio desde que tenía 16 años y hace solo dos años rompimos, Andrew ha sido el único alfa con el que he estado, pero aquella actitud autoritaria de mi jefe me ponía mal y no puedo negarlo.

—Aaaaaah—grité frustrada— ¿Qué sucede contigo Luar?—me preguntaba.

Decidí llamar a una pizzería para poder comer algo porque no creía poder cocinar nada en el estado en que me encontraba, tome el teléfono y así lo hice, a los pocos minutos sentí el timbre de mi departamento sonar, era extraño que la pizza llegara tan rápido pero no le di importancia y abrí la puerta sin mirar antes y allí estaba, aquel endemoniado hombre de apellido Collins.

—¿Qué hace en mi casa jefe?—dije, no supe de dónde saqué la valentía para hablarle así.

—¿Por qué no fue a trabajar Luar? Acaso no le dije que la quería temprano en la empresa?— en su voz se podía notar la molestia.

—No me sentía bien, estaba indispuesta, pero mañana iré sin falta—respondí agachando la mirada y jugando con mis manos era lo que me tranquilizaba cuando me sentía ansiosa y en estos momentos sentía que mis nervios no me ayudaban.

—Puede ser que ya mañana no haga falta en la empresa y cuando llegue ya su puesto de asistente fue ocupado.

Levanté la mirada, abrí tan grande mis ojos que estoy segura de que mi jefe pensó que se me saldrían, acaso el muy hijo de puta me despediría solo por ponerlo en su lugar?

En estos momentos no podía quedarme sin trabajo, tenía que pagar demasiadas cuentas, este hombre es lo peor que existe.

—Pero señor yo...

— ¿Con que se va a justificar? Usted faltó hoy al trabajo sin razón alguna.

— Señor le digo la verdad, no me..

— Llevas tiempo trabajando para mí y no le conocía por mentirosa— comenzó acercarse a mí peligrosamente, su rostro una vez más se encontraba demasiado cerca de mí, sentía que comenzaría a hiperventilar en cualquier momento, realmente mi jefe me ponía nerviosa.

—¿Es usted la señorita Luar? Traigo su pizza— escuché que decían desde atrás de Kim.

—Sssí, soy yo— dije apartandome de mi jefe para atender al chico, le daba gracias a la madre luna de que aquel beta llegará a tiempo, he comenzado a pensar que no podré negarme a los deseos de Kim, ese hombre es malditamente sexy, además mi lobo no colabora, cada vez que lo tengo cerca el muy tonto comienza a mover su cola y se pone feliz.

Le pagué al chico, solo me gire unos segundos para tomar el dinero y sin saber cuándo mi jefe ya se encontraba sentado en el sofá de mi casa con sus largas piernas cruzadas y una de sus manos encima del respaldo, su cuerpo estaba ligeramente girado hacia mi dirección y me miraba con aquellos ojos tan negros como la noche, parecía un depredador esperando pacientemente para devorar a su presa, un escalofrío recorrió mi columna vertebral, pero no le dije nada, solo cerré la puerta y me dirigí a la cocina para dejar mi pizza en la meseta.

—¿Quiere un trozo señor Collins?—me gire para encontrar a mi jefe delante de mí.

—No—dijo con voz ronca—Te quiero comer a ti.

No sé cómo, ni cuando paso, pero ahora me encontraba sentada en la meseta de mi cocina y a mi jefe comiéndome la boca con desesperación, esperen yo lo estaba permitiendo! le seguía el beso!

Me separé de él y lo miré.

— ¿Qué?—me dijo

—Esto no está bien señor, yo...— me interrumpió.

— ¿Qué es lo que no está bien Luar?— dijo apretando un poco el puente de su nariz.

Traté de bajar de dónde me encontraba sentada, pero no me lo permitió, con una de sus manos agarró mi cintura.

—Usted es mi jefe y yo solo su asistente, además se cree que caeré así como así por sus encantos, por verse tan...— lo vi reír, creo que era la primera vez que lo veía hacerlo—Bueno eso, que no soy como todas las demás omegas que se dejan arrastrar por su instinto animal y son unos sumisos de los alfas, le explicó señor que no soy para nada así, yo....

—Luar—me quedé en silencio— Solo somos dos adultos que se desean y cuando es así pues tienen sexo y no pasa nada con eso, si, sé que soy tu jefe y aunque no lo creas jamás me he acostado con nadie que trabaje para mí.

—Entonces porque insiste tanto conmigo?

— No lo entiendes, me gustas y te deseo, no sé porqué, eso no me lo pregunte, pero no me gustó escuchar ayer como Kai se te acerco y te invito a salir— decía frunciendo el ceño.

—¿Usted es celoso? el gran señor Collins—reí un poco burlón—Por favor señor es solo capricho, curiosidad, que se yo, lo mejor sería dejarlo así y nada más, no nos compliquemos.

— Entonces quiero satisfacer mi curiosidad—se acercó más a mi cuerpo, unos de sus dedos acariciaba por encima de mi blusa mis caderas, haciendo pequeños círculos, una sonrisa ladina se asomaba en sus finos labios, los mismo que me estaban haciendo perder la razón, mi jefe era tan malditamente sexy.

— Y si yo no quiero?—pregunté.

—Vamos Luar tú también lo deseas.

—¿Quién dijo…?

—No seas mentirosa pequeña.

—Yooo, aaaah.

Me había quedado en blanco cuando sentí su lengua recorrer desde mi mandíbula por todo el cuello hasta mis clavículas dejando una pequeña mordida allí.

—Entonces, ¿qué decía?—susurrándome al oído para después morder el lóbulo de mi oreja, solo deje escapar un gemido.

— Pues entonces le quitaré la curiosidad.

Terminé de decir aquello para atrapar sus labios y morderlos ligeramente, pase mis manos por su cuello y enrede mis piernas en su cintura, al carajo, dejaría que mis instintos hicieran lo que tanto deseaba, ya mañana me arrepentiría de lo que voy hacer, pero ahora me disfrutare a mi jefe.

Caminó conmigo encima hasta el sofá y me depositó en él, quedando encima de mí, sus traviesas manos exploraban por debajo de mi blusa cada centímetro de mi piel, que me hacían perder la razón, quería más, mucho más e iba por ello, me gire para quedar encima de él, quite mi blusa y lo ayude a quitar su saco y toda aquella tela que nos molestaba dejando ver su formado abdomen.

Comencé a dejar húmedos besos por todo su pecho bajando de a poco hasta llegar a sus pantalones, alze la vista y lo vi con una ceja arqueada y su característica sonrisa maliciosa, me encantaba.

Retiré sus pantalones y los boxes dejando ver todo lo que hasta ahora estaba oculto bajo su ropa.

En un astuto y rápido movimiento por parte de mi jefe quedé debajo de su maldito y exquisito cuerpo tan bien formado que me traía loca desde hace tiempo. 

Estaba tumbada de espaldas en el sofá con las manos de mi jefe apoyadas a ambos lados de mi cuerpo.

De repente me fijé en su dedo anular, una alianza que destacaba a la luz.

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