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Capítulo 4 ¿Me puedo retirar?

Aparté a mi jefe con todas mis fuerzas, ahora era como un lobo peligroso, respiré hondo y levanté la cabeza.

—Estoy segura jefe, además, aquí menciona que usted está comprometido y se va a casar, que vendría siendo yo, solo una puta?—cruzando mis brazos— Pues sabe que le digo, que no, además señor aunque yo aceptará venderme—deje escapar un suspiro, estaba a punto de perder los estribos por tan descabellada idea—Nunca me atrevería a acercarme a su Omega, yo se cual es mi lugar y no creo tener la autoestima tan baja, por eso mismo no acepto esta desfachatez—dije sonando lo más segura posible.

—Mi compromiso es algo aparte, son solo negocios, nos conocemos hace tiempo y quién mejor para unir mi vida que a la persona que te conoce bien, pero ese no es el tema aquí, solo lealo mejor, tendrá bastantes ventajas ser mi Puta como usted dijo, que no lo trataría así—en sus labios se reflejaba claramente una sonrisa ladina.

—Yo no quiero nada de usted.

—¿Segura Luar? Todos tienen un precio—sus palabras me enfurecieron pero traté de controlarme.

—Yo no soy como los demás, no soy un objeto para venderme de esa manera, aunque usted no lo crea soy una persona y tengo principios.

—Solo quiero que lo piense bien, puedo darle todo lo que desea, sus problemas se arreglaran, mientras no se meta en mi vida privada y se mantenga al margen de todo—se acercó y me depósito un beso en mis belfos, atrapando mi labio inferior, dejando una pequeña mordida en estos—Le dejó el contrato, por si cambia de idea—sin decir ni una palabra más, giró sobre sus talones y lo vi salir con la misma tranquilidad que mantuvo todo el tiempo.

Había quedado impactada con lo que mi jefe acababa de proponerme, se de sobra que es un idiota, pero jamás pensé que tanto, o sea quería que fuera la OTRA, SU AMANTE, SU PUTA, además desde cuando el señor Collins estaba comprometido?

Nunca escuché nada sobre eso, ya no quería saber nada más de todo aquello, no quiero involucrarme en esta locura que me propone, mi jefe me gusta pero no me rebajare al nivel que quiere.

—Aaaaaaah, ¿ahora que hago? Debo haberme quedado sin trabajo por rechazar este absurdo contrato.

Pasaron varios días en los que no me atreví a pasar por la oficina, pero mi jefe tampoco me molesto, toda aquella locura daba vueltas en mi cabeza y después de todo este tiempo ya no debo tener trabajo, así que tendría que ponerme a buscar algo pronto.

Llevo más de quince días buscando trabajo y nada, es como si existiera algo que conspira en contra mía y pronto tenía que depositar el dinero de la escuela de mi hermano, ya no sabía que hacer, una vez más llego a mi cabeza lo que me propuso mi jefe y mire el folder que aún se encontraba encima de la mesita, sacudí mi cabeza y me fui a la cocina a prepararme un café, tenía que pensar.

El timbre de mi departamento sonó y fui a ver quién era, al hacerlo me encontré con el encargado del pequeño edificio en el que vivo.

—Hola señor ¿que le trae por aquí? Ya pagué el alquiler de este mes—dije sonriéndole, mi casero es un beta de unos cuarenta y tantos años, es muy gentil y siempre nos hemos llevado muy bien.

—Tranquila señorita Scott, yo sé que usted pagó, es una de los pocos que no se retrasa con el pago—regalándome una sonrisa amable.

—¿Entonces pasó algo?

—Señorita, el jefe me acaba de informar que vendió el edificio, pasó a otro dueño y por lo tanto el alquiler subirá.

—¿Pero cómo va hacer eso? Ni que esta pocilga estuviera en el centro o una zona residencial—le decía molesta, se que el pobre hombre no tenía la culpa de nada, pero ahora no me podía dar el lujo de pagar más, además donde conseguiría algo más barato, me volvería loca, todas las desgracias caen juntas, ni trabajo tengo y ya me he atrasado en pagar la matrícula de mi hermano.

—Yo sé señorita pero solo soy un empleado que da la información, ahora este lugar tiene otro dueño y es el que manda—me decía con pena.

—No se preocupe ya veré que hago, muchas gracias por informarme.

—Entonces me retiro, que tenga buena noche señorita—me dio otra sonrisa, la cual le devolví, entonces se marchó.

Ahora más que nunca necesito un trabajo, arrastre mis pies hasta el sofá y me deje caer en el, tengo que pagar mis cuentas, el alquiler, ayudar a mis padres, mi hermanito, aaaaaah, es frustrante, fue cuando lo volví a ver, aquel maldito contrato, como que no me estaban quedando muchas opciones, lo menos que quiero es venderme, porque eso estaría haciendo si acepto todo lo que dice aquel papel.

—Que carajos, mi jefe me gusta, ya me acosté con él o sea que no es un sacrificio, podría disfrutar y sacar provecho, sería un dos por uno—ya comenzaba a avergonzarme de mi manera de pensar, mi cabeza parecía que explotaría en cualquier momento, me dolía horrible, lo pensaré mejor, ahora descansaría un poco, es demasiado por hoy.

El día siguiente, llegué a la oficina y saludé a mis compañeros, todos me preguntaban que pasaba que no venía a trabajar, solo me justifique diciendo que me encontraba enferma pero que ya estaba mejor, dejé mis cosas encima de mi mesa y me diriji a la oficina del señor Kim.

Todo mi cuerpo temblaba, tomé aire y toque la puerta, fue un toque suave, rezaba porque estuviera de buen humor.

—Pase—escuche su gruesa voz, sin pensar, abrí y entré.

—Buenos días señor Collins— dije en un tono bajo.

—Buenos días señorita Scott—en su rostro se había dibujado una sonrisa maliciosa, que solo hizo que me pusiera aún más nerviosa—Sientese.

—Solo vengo a decirle que acepto —me acerque a él y deposite el folder encima de su escritorio—Pero antes necesito aclarar algunas cosas.

—Ok y ¿cuáles serían?—preguntó—Aunque primero acomodese, me parece que esto tomará un rato— me dijo con voz burlona, yo solo rodé los ojos y me decidí por hacerle caso y me senté.

—¿Puedo preguntarle algo primero?—me dijo.

—Sí.

—¿Qué le hizo cambiar de opinión?—lo vi sonreír, su actitud hizo que frunciera el ceño, pero aún así mantuve la calma.

—Será que no soy tan diferente a los demás como creía, al parecer si tengo un precio, pero me parece que el punto aquí no es ese, lo que a usted le debe importar es que acepto su absurdo contrato—dije tajante.

—Ok, entonces dígame que quiere.

—Mantener mi trabajo.

—Bien.

—Y mientras el contrato se cumpla quisiera que se pagara la universidad de mi hermano.

—Está hecho, me encargaré de pagar la matrícula, no quiere nada más, me puede pedir lo que quiera...

—No quiero nada más señor, esto solo la acepto por mantener mi puesto y por mi hermano, ya de mis otros gastos me encargo yo con mi salario—suspire.

—Ya veo, solo deme unos minutos para redactar otro contrato donde incluya lo que me pide—sonrió.

Cuando hubo terminado los dos firmamos aquella hoja, ya estaba hecho y no había vuelta atrás, me he vendido a mi jefe, me dio una copia del contrato y lo vi abrir una de las gavetas para darme un pequeño sobre.

—¿Esto qué es?—pregunte alzando una de mis cejas.

—Es solo una tarjeta, puede comprar lo que desee con ella, me encargaré de depositar una gran cantidad de dinero todos los meses para usted—dijo, aquello me molestó, es verdad que me estaba cambiando por dinero, pero si acepto la tarjeta me sentiría aún peor.

—Ya le dije que...—me dio su característica mirada fría.

—Tomela y no quiero un no como respuesta—dijo en un tono severo.

Entonces solo la guarde en mi bolsillo, no tocaría ni un solo centavo de ella y en cuanto se cansara de mi y diera por terminado el contrato, se la devolvería, porque se de sobra que solo soy un capricho para él, un juego, pero mientras tanto sacaría provecho de ello, lo único que tengo que hacer es no enamorarme, es simple, no?

—¿Me puedo retirar?—pregunté.

—Ok, si la necesito la llamaré—dijo para seguir revisando los papeles que tenía frente a él.

Antes de salir de la oficina me giré, tenía una pregunta que hacerle, así que tomé una bocanada de aire.

—Señor desde cuándo carajos usted está comprometido? En el tiempo que llevo aquí jamás oí que tuviera novia, nadie nunca lo ha venido a ver a no ser por trabajo—comenzó a reírse fuerte tirando su cabeza hacia atrás.

—Hace solo una semana, es la hija del mejor amigo de mi padre, nos conocemos desde pequeños y somos amigos—menos mal que estaba de buen humor y le dio risa de la manera en la que le pregunté porque en realidad me excedi de la forma en que lo hice, pero es que no pude aguantarme.

—Pero... Si la ama porque la engañaba conmigo?

—Si la amo—decía mientras se acercaba a mi—Pero como amiga, nuestro matrimonio es solo por conveniencia, como lo que tenemos usted y yo ahora—sus palabras me hicieron sentir mal—Es solo para que el negocio quede entre familia, por lo que Alice y yo aceptamos la decisión de nuestros padres.

—¿Y por qué? Deben haber muchos Omegas y betas tras de usted, dispuestos a lo que sea.

—Si tiene razón en eso, hay muchos, pero a quien quiero es a usted.

Ya se encontraba demasiado cerca de mí, sus largos dedos subían y bajaban acariciando mi espalda suavemente, haciendo que mi piel se erizara, mordía su labio inferior mientras miraba los míos.

—Señor...—ya me encontraba perdida en sus caricias.

—Entonces Luar podemos comenzar hacer válido nuestro contrato o tiene algo más que preguntar?—dejando besos húmedos por todo mi cuello, mi cuerpo reaccionaba a cada uno de ellos hasta que deje escapar un gemido, este hombre es capaz de volverme loca en segundos.

—No, no sé...Señor, nada más—ya había caído una vez más, Kim me hace perder la cordura.

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