Inicio / Romántica / Mi Hijo con el CEO / UNA NOCHE DE CONFUSIÓN
UNA NOCHE DE CONFUSIÓN

James

La noche del crucero…

Llevo esperando este día desde hace un tiempo. El día en que le pediré matrimonio a la mujer de mis sueños, mi perfecta novia. Es por eso que la he invitado a un crucero de lujo por el río Hudson en celebración de ello.

Voy caminando por el pasillo de cubierta del barco cuando de pronto una insufrible chica se tropieza contra mí. La sostengo de la cintura para que no se caiga por pura cortesía, pero me desagrada el hecho de tener que sujetarla. Sin querer piso sus lentes y los hago añicos. La empujo a un lado un poco molesto.

—Tenga más cuidado. Y recoja sus lentes del suelo, podría hacer caer a alguien —le digo con el semblante serio y una voz helada.

—Lo siento —tartamudea la chica. La ignoro y me abro paso hacia dónde voy.

Mi novia me había dicho que llegaría tarde, así que me quedo en la entrada del crucero para esperarla.

—Señor, ya vamos a zarpar, debe volver a donde están los demás pasajeros.

Observo de arriba abajo al sujeto que parece pretender hablarme a mí. Volteo e ignoro por completo lo que me dice. Es claro que no tiene idea de quién soy yo.

—Señor… —vuelve a decir. Entonces me giro y lo encaro de frente. Acomodo mi costoso traje, arremangando los puños de la camisa con los gemelos de plata pura con una figura de corona.

—¿Cuál es tu nombre? —le pregunto.

—Ah… soy Brad…

—Brad, es obvio que eres nuevo aquí —le sonrío mientras acomodo las solapas de su chaqueta—. ¿Acaso no sabes quién soy?

—Ah… Yo…

—¡Brad! ¿Qué estás haciendo? —reprende otro de los empleados, que corre apresurado hacia nosotros.

—El señor no…

—Cállate y ven acá —le dice, y escucho que le susurra: “¿acaso no sabes quién es? Es James King, un importantísimo hombre de negocios en Nueva York”.

Sonrío complacido al ver que al menos uno de los empleados me reconoce.

—Una disculpa señor King. —Hace una reverencia leve y obliga al otro muchacho a hacerla también—. Es nuevo y no conoce el funcionamiento del crucero.

No es la primera vez que abordo uno de estos, suelo venir cuando quiero hacer negocios importantes, o como modo de ocio de vez en cuando; eso cuando mi yate personal no está disponible.

Los dos se alejan y en ese momento veo correr a mi novia por el muelle desde lejos. Su visión me alegra el día. Logra llegar antes de la última llamada del barco. Sube como puede hasta que llega a mi lado.

—Te estaba esperando —saludo con un suave beso en sus labios rosados—. Te ves bellísima. —La hago dar una vuelta y su delicado vestido rosa se abre como un capullo.

—Perdón por la tardanza. ¿Vamos? —Se cuelga de mi brazo y desliza su mano hasta abajo.

Tomo su mano y entrelazamos nuestros dedos. Esta noche le pediré matrimonio y nuestra nueva etapa de vida juntos comenzará. Cuando llegamos a donde están reunidos los demás pasajeros ya ha terminado el discurso del capitán. La gente se dispersa dependiendo de su tipo de pasaje. Por supuesto, mi novia y yo tenemos el pase VIP, así que nos alejamos hacia las zonas reservadas y exclusivas.

Ella se pone su traje de baño y verla me provoca miles de sensaciones que debo disimular frente a la gente. Mi novia es una talentosa bailarina de ballet, así que tiene un cuerpo de diosa. No es la primera vez que voy a proponerle matrimonio. Varias veces se ha rehusado a contestar mi pregunta porque prefiere poner primero sus metas con el baile, y yo lo entiendo, pero mi corazón la ama tanto que ya no podría soportar otra negativa.

Luego de un par de horas juntos en la zona del bar, y de tomar varios vasos de bebidas, decidimos ir a ver el atardecer. Rodeo con mis brazos el delicado y menudo cuerpo de mi novia y aspiro el dulce aroma de su cabello. Ella sonríe y suspira.

—Esto es perfecto —dice.

—Lo será aún más, tengo una gran sorpresa para ti esta noche.

Sus ojos brillan y me da un gran beso apasionado.

—Debo ir al baño entonces, te esperaré en la habitación, pero no vengas todavía, dame tiempo. —Me guiña un ojo y sale corriendo en dirección a la habitación matrimonial que reservé exclusivamente para los dos. El sol termina de ocultarse y cae la noche. Me quedo contemplando el hermoso paisaje del río Hudson y las luces de la ciudad que dan un paisaje espectacular. Termino de tomar mi bebida y cuando me dispongo a dar la vuelta para irme, un par de hombres extraños me miran con insistencia.

Trato de no ponerle atención, pero sus miradas se vuelven más incidentes hacia mí.

—¿Algún problema? —pregunto directamente.

—¿Es usted James King?

—¿Qué es lo que quieren?

El hombre más mayor se acerca a mí y me mira a los ojos. Soy mucho más alto que él; en realidad, que los dos; pero eso no impide que el viejo me encare con el ceño fruncido y las manos empuñadas.

—Desista de comprar las propiedades en la isla Randall —dice de pronto.

Me río con ironía. He debido de saber que esa gente no se quedaría tranquila. Soy dueño de muchas empresas y consorcios. Manejo bastantes negocios, y ahora he puesto la mira en la construcción de un hotel de lujo para vacacionar en la isla Randall. Ya ofrecí una buena cantidad por esas tierras, y la gente del gobierno está de acuerdo con trasladar a las familias que viven allí para que yo pueda invertir. Sin embargo, algunos se rehúsan a irse.

—Salga de mi vista —espeto.

—Se lo advertimos, si no lo hace… lo pagará caro —amenaza el hombre. El otro se acerca también para darle apoyo.

—No me haga reír. La construcción ya fue aprobada por el ente correspondiente. Usted no tiene nada que hacer.

Me abro paso entre los dos, que se quedan petrificados y con la palabra en la boca. Me llevo de la barra del bar la última bebida que me quedaba por tomar y me largo de allí. Esos dos sujetos han arruinado mi estadía; solo necesito ver a mi dulce novia y retomar las mini vacaciones románticas con ella.

Me bebo el vaso de un solo trago, estoy nervioso por tener que proponerle matrimonio, necesito un poco del valor que me da la botella. Mientras camino por los pasillos del crucero comienzo a sentirme mareado, empiezo a pensar que el ir y venir del navío me lo ha provocado, pero no creo que sea eso del todo porque nunca me había mareado tanto.

Intento estar sobrio para lo que voy a hacer, no puedo proponerle que se case conmigo si piensa que estoy totalmente borracho. Mis ojos se nublan, pero como puedo logro ver el número de la habitación que reservé.

La habitación 609 está allí ante mí. Abro la puerta y para mi sorpresa todo está un poco oscuro, solo hay unas velas eléctricas encendidas en algunas partes para hacer ambientación. ¿Mi novia ha preparado todo esto en tan poco tiempo? ¡Vaya! Sonrío complacido, esta noche va a ser memorable.

Veo su pequeña silueta sentada de espaldas en la cama. Hay música suave de fondo para completar lo romántico del ambiente. No digo una palabra y me desvisto rápido; parece que ella ya está sin ropa para mí.

Acaricio sus hombros y la escucho suspirar suavemente. Su cuerpo tiembla nervioso al contacto de mis manos sobre su piel. Acerco mi rostro a su cuello y esparzo suaves besos que provocan que ella se erice. Entonces se gira y busca mis labios con un apremio agónico. La envuelvo en mis brazos y nos fundimos en un beso apasionado. Puedo sentir la suavidad de su piel rozar mi pecho y eso provoca que mi masculinidad despierte, dispuesto a poseerla por completo.

Recuesto delicadamente su cuerpo sobre la sábana. Está demasiado oscuro como para poder contemplar bien su rostro, además, aún me siento algo mareado, pero no quiero parecer un mal novio, que no puede cumplir con los deseos de su chica.

Ella acaricia mi espalda de manera un poco torpe, como si no supiera qué hacer. Escucho su respiración acelerada y agitada. Beso su mejilla y vuelvo a dedicarme a su cuello, ella deja escapar un suspiro aún más fuerte esta vez. Con una mano acaricio su vientre y sus caderas hasta llegar a su feminidad. Mi corazón palpita como un loco dentro de mi pecho, ver que mis caricias y toques provocan que se arquee su espalda me hace sentir vivo y feliz, sonrío en sus labios mientras la envuelvo en mis brazos.

Sus suspiros en mi oído son como el canto de los ángeles, me encanta verla disfrutar del tacto delicado que esparzo sobre ella. Siento que ya está lista para mí, así que busco el medio de su cuerpo y me introduzco en su interior. Su calor y estrechez me producen una oleada de éxtasis que me hace jadear. ¡Dios! Es tan apretada que creo que me voy a correr allí mismo.

Empiezo a moverme en un vaivén repetitivo, hasta que sus suspiros comienzan a aumentar, acelero el ritmo de mis movimientos y entonces mi novia larga un jadeo fuerte en mi oído cuando alcanza el clímax.

Ambos terminamos agitados. Me acuesto a su lado y ella suspira de felicidad. Me abraza y acaricia mi pecho haciendo círculos con su dedo índice.

Estoy completamente seguro de que ella es la mujer con la que quiero pasar el resto de mis días. Algo tan glorioso como lo que hemos hecho solo se puede sentir con alguien a quien amas. Me levanto de la cama y saco el anillo que tengo guardado en el bolsillo del pantalón.

Vuelvo a sentarme en la cama y tomo su mano para colocar el anillo en su dedo.

—¿Te casarías conmigo? —La escucho sollozar, se sienta en la cama y me entrega su dedo.

—Por supuesto que sí, sí y mil veces sí —dice en un susurro y lágrimas.

Su voz suena diferente, pero no le presto atención a ese detalle, estoy tan feliz de que haya aceptado que no puedo creerlo. ¡Por fin me ha dicho que sí!

—Nunca pensé que podría ser tan importante para ti —me dice entre lágrimas.

—Lo eres todo para mí. Te amo…

—Te amo…

Ambos decimos nuestros nombres al mismo tiempo, pero mi sonrisa se borra del rostro cuando ella dice “Josh” en lugar de James, y yo la llamo Gabriela.

La chica frente a mí pega un grito que me hace saltar. Brinca hacia atrás de la cama y enciende las luces del camarote. Cuál es mi sorpresa al descubrir que a quien acabo de hacerle el amor apasionadamente, no es mi novia.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo