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LA MEJOR/PEOR NOCHE DE MI VIDA

Daphne

Mi novio me había estado evitando todo el día desde que abordamos al crucero. Ya me había empezado a preocupar porque no podía encontrarlo por ningún lado, como si estuviese jugando al juego del escondite conmigo, pero cuando me dijo por mensaje de texto que lo esperara sin ropa en la habitación, mi corazón se aceleró al punto que creí que se saldría de mi pecho.

Preparé todo para que el momento fuese mágico y perfecto. Entré en la habitación 906 que había reservado y encendí velas eléctricas para evitar accidentes, apagué las demás luces y me quité la ropa. No veía nada sin mis lentes, pero no iba a dejar que eso me lo arruinara.

Y fue maravilloso. Me hizo el amor como nunca, y para ser mi primera vez, fue divino.

Así que mi shock al descubrir que me he acostado con un perfecto desconocido está por volverme loca.

Abro los ojos como platos al divisar bien al sujeto que tengo frente a mí. Mis lágrimas salen sin control, no puede ser posible nada de esto, no puede ser.

De pronto siento que no puedo respirar, mi desnudez ya no me hace sentir cómoda, casi me siento abusada allí mismo. Tomo la colcha blanca para cubrirme mientras él me mira desconcertado y con la rabia en su semblante. Está como Dios lo trajo al mundo frente a mí, pero eso no parece molestarle.

—¿Quién demonios eres tú? —exige saber.

—¿Yo? ¿Qué hace usted en mi habitación? —replico con el corazón a mil por hora. En definitiva, quien tengo al frente no es mi novio. Lo observo con detenimiento, ahora que está más alejado puedo verle bien el rostro, y ¡oh mi dios!, nunca había visto a un hombre tan guapo.

Trato de no mirar hacia abajo, pero no puedo evitarlo. Su cuerpo parece tallado por los dioses del olimpo. Su rostro recto y su mandíbula cuadrada; que está contraída en una mueca por la rabia; enmarcan una cara angelical y fiera al mismo tiempo. Unas cejas gruesas y pobladas cubren la parte de arriba de esos hermosos ojos azules y pestañas frondosas.

El cabello le cae enmarañado en la cara por lo que acabamos de hacer. Mi respiración se acelera al recordarlo, y al entender que acabo de perder mi virtud con un tipo que parece un dios bajado del cielo, pero que no conozco de nada.

En ese mismo momento la puerta se abre de un azote y dos personas entran. Termino de cubrirme con la colcha porque estoy que me muero de vergüenza. Mis mejillas están tan enrojecidas que arden y se sienten calientes. ¡Dios! No puede ser que esto me esté pasando a mí.

Veo a través de la colcha que los dos sujetos que entraron toman fotografías con flash al hombre y a mí. No conforme con esta humillación y pérdida de la dignidad, ¿también alguien piensa inmortalizarlo para que jamás lo olvide?

No puedo entender cómo todo terminó tan mal. ¿Dónde está Josh? ¿Y por qué este hombre vino en su lugar a hacerme el amor?

—¡Ja! ¡Los tenemos! Si no desistes de la construcción en la isla, publicaremos estas fotos. Vamos a ver si tu novia bailarina aún te acepta cuando las vea.

Escucho pasos acercarse a la cama, mi corazón late acelerado y no puedo dejar de llorar. De pronto siento que jalan la colcha que me tapa y descubren mi rostro. El cabello se me viene adelante e intento cubrir mi cara del flash incesante, hasta que por fin puedo ver a los dos tipos que no me dejan en paz.

¡Dios mío! ¡¿Por qué a mí?!

Los dos hombres frente a mí son nada más y nada menos que mi propia familia. ¿Cómo rayos han llegado hasta aquí? ¿Me habrán seguido o qué? De otra forma no me explico esta confabulación del universo para destruir mi vida y la poca dignidad que podría haberme quedado.

—¡Daphne! Pero ¿Qué diablos estás haciendo aquí? —exclama mi tío.

—¿Los conoces? —encara el hombre con furia. Ya se ha puesto el pantalón, pero sigue sin camisa. Incluso sin los lentes puedo percibir el cuerpo tonificado que tiene. Sus músculos se marcan muy bien definidos.

—Son mi cuñado y mi tío —admito con un hilo de voz.

Quiero morir en ese mismo instante. Esta es la vergüenza más grande que he pasado en mi vida.

—¿Dónde está la mujer fácil que contratamos? —le cuestiona mi cuñado a mi tío.

El hombre que está en la esquina opuesta de la habitación se harta y se acerca a mis familiares con un aire imponente. Los sujeta por las orejas como si fuesen de trapo. Mi tío y mi cuñado comienzan a quejarse de dolor, entonces les arranca la cámara de la mano y los expulsa afuera de la habitación. Veo desde donde estoy que arroja la cámara por la borda. Luego vuelve a entrar y cierra la puerta, dejando a los dos hombres afuera.

—Vístase —me ordena arrojándome la ropa. Él termina de vestirse y cuando ya tengo la ropa puesta me sujeta fuertemente del brazo.

—Me estás lastimando —digo entre sollozos.

—Tú, eres la misma chica con quien tropecé al abordar.

¿Este es un maldito show de coincidencias? ¿Cómo es posible que sea el mismo hombre?

—Le juro que todo fue un accidente, no era a usted a quien yo esperaba.

—¡No me mientas! —brama y me da una bofetada. Me sujeto la mejilla ardiente y ahora sí es verdad que me quiero morir.

—Se lo juro. —Lloro desconsolada, este se convirtió en el peor día de mi vida.

—Lo hiciste a propósito, estás confabulada con esos dos. No eres más que una ramera. —Sus insultos me duelen, aunque no lo conozca, ni siquiera sé su nombre.

—Por favor, por favor, se lo suplico. Le estoy diciendo la verdad. Yo esperaba a mi novio aquí. No a usted. Esto fue solo un terrible malentendido —aseguro.

—Qué sínica es usted, ni siquiera tendrá el valor de admitir la horrible treta que me ha hecho.

—No es ninguna treta, yo ya estaba aquí, ha sido usted quien ha entrado y me ha puesto un anillo en la mano —refuto.

El hombre me vuelve tomar del brazo y me arranca el anillo de la mano con brusquedad.

—Esto no era para ti, ¿acaso no sabes quién soy yo? —su tono de voz sigue subiendo, está furioso pensando que lo he engañado para alguna trampa que han planeado mi tío y mi cuñado, y de la cual no tengo ni la más mínima idea de lo que se trata.

—La verdad no —respondo intentando limpiar mis lágrimas.

—No te quiero volver a ver en lo que me queda de vida. ¡Lárgate! —brama. Me empuja hacia la puerta y me saca del lugar, cerrando la puerta en mi cara.

Me giro y veo el número de la habitación. No me he equivocado, esa es mi habitación.

Mi familia no se encuentra por ningún lado, se les habrá caído la cara de vergüenza al encontrarme con ese hombre en la cama, desnuda y desvirgada. Corro por el pasillo de la cubierta y llego a la popa del barco. Allí en la oscura y fría noche, considero seriamente arrojarme por la borda. De nuevo las lágrimas salen de mis ojos sin que pueda contenerlas.

Me abrazo a mí misma, intentando borrar de mi mente las sensaciones tan placenteras que ese desconocido me ha hecho sentir hace poco. Me paro en el borde de la baranda de seguridad y miro hacia abajo. El agua está realmente oscura, pero el brillo de las luces de la ciudad le da un toque especial y hermoso al río.

Quiero saltar, pero no lo hago, solo dejo que las lágrimas se desborden sin detenerlas.

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