James
No sé qué me impulsó a golpear a ese sujeto, de pronto sentí una ira al ver cómo la empujaba, a pesar de que yo mismo la había maltratado hacía poco. Sin embargo, sus ojos llorosos y su cara compungida hicieron que me ablandara por un segundo.
Estoy realmente molesto por toda esta situación, pero su llanto y su relato ya no me parecen tan descabellados. Es evidente que ese chico era su novio.
Escuché parte de la conversación que tenían por error, aunque yo no lo llamaría “conversación”.
Si esta chica en verdad es virgen como clama, le he robado sin querer algo muy preciado y especial para ella.
La tomo del brazo para sacarla de ahí a tomar un poco de aire fresco.
—Acompáñame a la cubierta —ordeno.
Veo en su rostro el miedo que siente. Si no fuese porque nada de esto la favorece, estaría cien por ciento seguro de que es una trepadora que orquestó todo esto para extorsionarme y así evitar que construya el complejo vacacional.
—¿A dónde me lleva? —cuestiona con la respiración agitada, mas, no pone resistencia cuando la jalo.
—Solo vamos a tomar un poco de aire fresco —le aclaro para que se calme.
Mi semblante sigue serio, no voy a ser más condescendiente con ella.
Lo que en verdad me preocupa es mi novia. No la volví a ver desde que dijo que iría a la habitación a prepararse, y me preocupa que esos dos sujetos le hayan hecho algo malo.
Cuando llegamos a la cubierta, no hay nadie en el lugar. Ya es bastante tarde y lo más seguro es que todos se hayan ido a descansar. Estoy a punto de encararla para preguntarle qué le ha hecho a Gabriela, y justo en ese momento, me llega un mensaje al celular.
Me detengo en el borde de la barandilla de seguridad que da a la proa del barco. El paisaje nocturno es frío, pero por completo hermoso. Desvío mi mirada al mensaje. Es ella.
Suspiro un poco aliviado y abro el chat de mensajería con la esperanza de que me diga dónde está. Lo último que deseo es que se entere de lo que me sucedió. Si supiera que me acosté con otra mujer pensando que era ella, seguramente no me lo perdonaría nunca.
“Amor, perdóname. La compañía de baile me llamó esta tarde cuando me fui del bar. Me darán el papel del cisne negro para el lago de los cisnes, ¡¿puedes creerlo?! En fin, tuve que exigir que me dejaran bajar del barco en un bote de emergencia, porque me pidieron ir a la compañía ya mismo. Lamento no avisártelo antes, pero sabía lo que me ibas a decir.
Sé que preparaste todo esto para pedir mi mano una vez más. Lamento hacerte esto por mensaje, pero no tengo la cara para decírtelo mirándote a los ojos. Perdóname.
¿Podrías esperarme un tiempo más? Dos años quizás.
Sabes que esto es muy importante para mí, ¡es mi carrera! ¡mi sueño! Partiré mañana en la mañana con el grupo de baile, haremos una gira por Europa.
Te amo”.
El mensaje me deja algo aturdido. No es posible, no puede ser que ella otra vez me haga esto. Intento esconder muy adentro de mi pecho la punzada de dolor que me provocan aquellas palabras. Gabriela se ha ido otra vez, priorizando su carrera antes que lo que siente por mí.
Dije que mi corazón no aguantaría otro desplante más, no obstante, no sé cómo sentirme al respecto. Gabriela me confunde tanto, y ya no sé que más hacer. Me dice que me ama, pero se sigue alejando de mí una y otra vez.
Levanto la mirada y veo a la chica del otro lado de la barandilla, y me parece que está dispuesta a saltar al otro lado.
—¡Oiga espere! No lo haga —La tomo por la cintura y la jalo hacia atrás. La inercia provoca que forzosamente ella caiga sobre mí.
Como si fuese un gato, se gira en medio de la caída y terminamos en el suelo, mirándonos frente a frente.
Puedo sentir su respiración acelerada en mis labios, tiene los ojos muy abiertos y dilatados, parece que el llanto y los gemidos van a desbordarse otra vez. Se echa a chillar en mi pecho sin demostrar ya ningún atisbo de pudor.
Estoy molesto, decepcionado y dolido, pero tampoco deseo que se suicide por mi culpa. Empiezo a sentir algo de pena por esta pobre chica. ¿Será verdad todo lo que me dijo?
—Lo… he… perdido todo… —musita entre sus quejidos.
—¿De qué habla? —La chica se pone de pie como puede y me extiende la mano para ayudarme a hacer lo mismo, no obstante, la rechazo y me levanto solo.
Me señala el celular que se ha caído por el espacio entre dos maderas del suelo. Hago un gesto de asentimiento y comprendo que en realidad no buscaba quitarse la vida, sino recoger el teléfono que se le ha caído ahí.
—Ese idiota… ¿cómo pudo hacerme esto, ah? ¿Yo me lo merezco? —empieza a decir, como si yo supiera de lo que está hablando.
»Se gastó todo mi dinero, ¡todo mi dinero de la tarjeta de crédito! No le importo nada, nunca le importé realmente. Perdí mi virginidad, mi novio, mi dinero y mi dignidad —se lamenta con las manos en el rostro.
—¿Lo dice en serio? —cuestiono.
Me cuesta trabajo creer que todo eso le pase a una sola persona en una noche.
—¿De verdad cree que jugaría con algo tan serio? Yo no tuve nada que ver con lo que planearon esos dos —se defiende, en referencia a su supuesto tío y cuñado.
—Es difícil creer en su historia cuando todo parece fríamente orquestado.
—No me importa si me cree o no. Mi vida se ha arruinado. Gustosa saltaría por la borda sin pensarlo demasiado —admite.
Entonces mis ideas no parecen tan descabelladas ahora.
—¿Cuál es su nombre?
—Daphne. Daphne Foster —responde con un hipeo.
—No sabes quien soy, ¿verdad?
Ella niega con la cabeza, intentando contener las lágrimas de nuevo.
—Soy James King —le digo con solemnidad, esperando ver alguna reacción en ella.
Al principio no parece darse cuenta de la magnitud del nombre que le acabo de decir, pero al cabo de un par de segundos termina por comprender mi nombre y abre los ojos como platos.
—¿Acaso eres el CEO del grupo Kingdom? —pregunta subiendo el tono de voz. Abre la boca con sorpresa y empieza a caminar de un lado a otro llena de ansiedad.
—Sí, lo soy —afirmo.
—No puede ser, no puede ser. ¡Dios! —murmura llena de preocupación, o eso es lo que me parece.
Giro los ojos y salto con mucha agilidad la barandilla del barco para agarrar su celular. Ella me mira asombrada y corre a sostenerme la mano; como si eso fuese a evitar que me cayera. Me río con disimulo y vuelvo a saltar al otro lado con el teléfono.
—Tenga más cuidado.
—Lo siento, no veo nada sin mis lentes —se rasca los ojos en un intento por aclarar la vista, pero es obvio que eso no funcionará.
—¿Ese hombre de verdad era su novio? —pregunto sin poder contener mi curiosidad mucho más. Me intriga su historia más de lo que admitiré frente a ella. Daphne asiente y se enjuga las lágrimas.
—Desde hace dos años. Lo invité al crucero y se aparece con otra mujer. —Su voz se pierde en un hilo otra vez, pero se contiene y no suelta las lágrimas.
Me quedo en silencio y escondo mis manos en los bolsillos del pantalón. Todo lo que está pasando es demasiado extraño para mí. Me he acostado con esta mujer que no conozco, mi novia me ha dejado plantado otra vez, y ahora estoy aquí sin saber qué decir o hacer.
¿Condeno a esta chica por lo que podría ser una confusión?
Evito pensar en lo que hicimos hace un par de horas, porque la verdad es que no quiero admitir que me gustó.
La miro de reojo y ella está allí de pie a mi lado, mirando al infinito mientras sostiene el celular con ambas manos y lo aprisiona contra su pecho, como si ese fuese su bien más preciado en ese momento. Suspira y cierra los ojos, sintiendo el viento en su rostro.
¿Debería darle el beneficio de la duda?
—A veces las personas que más amamos son las que más daño nos hacen —dice de pronto.
—¿Qué?
—Tal vez fui yo quien hizo algo mal. Ni siquiera me di cuenta de qué fue lo que hice, pero estoy segura de que es mi culpa.
Pero ¿qué sarta de tonterías está diciendo esta chica? No deseo darle ningún consejo, ¿por qué debería ser bueno con alguien que ha intentado arruinar mi reputación y mi noviazgo solo por un par de metros cuadrados?
No le digo nada y me doy la vuelta para irme, pero entonces veo de nuevo al sujeto que acabo de golpear de la mano con la mujer que estaba en su habitación.
Daphne lo mira y su cara se descompone en una mueca de pánico y vergüenza.
La chica que va colgada del brazo del supuesto novio de Daphne nos observa y se echa a reír a carcajadas al verla desaliñada y destrozada.
Frunzo el ceño y aprieto los puños en respuesta. Estoy tan cansado de la gente que engaña y traiciona a los demás. Es lo que menos soporto en este mundo.
Mi cerebro me habla muy al fondo en mi cabeza, y me dice que yo también he sido así. ¿No es eso lo que le acabo de hacer a Gabriela al acostarme con esta mujer?
«Eso es diferente. Fuiste engañado, te confundiste de persona. Nunca engañarías a Gabriela estando consciente».
El chico también se ríe al ver a Daphne, ¿es que acaso no tienen ni un poco de decencia?
Por instinto, me pongo delante de ella y la protejo con mi cuerpo. El novio parece reaccionar a mi movimiento y me pone muy mala cara. Me giro para darle la espalda y mirar directamente a Daphne, le tomo la mano y se queda atónita y con los ojos muy abiertos y dilatados. Brillan por las lágrimas que ha estado botando. Tiene los bordes hinchados y muy rojos.
—¿Qué está haciendo? —susurra.
—Sígame el juego —demando con voz fría.
Daphne Todavía no puedo creer que tengo frente a mí al mismísimo James King. Es uno de los hombres más famosos de Nueva York, el soltero más codiciado del momento. Por supuesto, tiene novia, pero por alguna razón desconocida, todavía no se han casado.Y yo me acabo de acostar con él.Mi estúpida ceguera me había impedido reconocerlo desde un principio, pero ahora sería imposible que me lo sacara de la cabeza.Se ha puesto frente a mí y con su cuerpo me protege del odioso de mi ex novio y su amante. Siento el corazón hecho pedacitos solo de verlo ahí. Se está burlando de mí sin ningún reparo. No puedo comprender cómo es que cambió tanto de pronto. Lo único que entiendo es que es un completo patán, un idiota total que se aprovechó de mí hasta el hartazgo.Incluso ahora mismo se sigue aprovechando de mí, usando la habitación del crucero que yo compré, con mí dinero.—¿Qué está haciendo? —le pregunto. Lo veo a la cara, sé que debo verme horrible, con los ojos hinchados y las mejillas más
James—Pon la frente en alto, y no dejes que te intimiden por nada del mundo.Daphne me sonríe con timidez y asiente sin decir nada más. Me doy cuenta de como tiembla colgada de mi brazo. Es evidente que es una chica muy tímida y con baja autoestima; y no puedo entender por qué.Si supiera lo hermosa que se ve en ese vestido, no tendría tanto miedo de enfrentar al idiota de su ex novio.La conduzco a una mesa y ordeno una botella del mejor champan. El sujeto no nos quita la vista de encima y a mí me parece muy divertido, sin embargo, ella no tiene la misma expresión que yo. Pareciese que sus ojos están a punto de llenarse de lágrimas de nuevo y arruinar el maquillaje.El sujeto está jugando en la mesa del póker Texas hold’em. Lo miro con atención mientras el hombre de la mesa reparte las cartas. La cara del ex novio es tan fácil de descifrar que tengo que hacer un sobre esfuerzo por no reírme.—Deja de mirarlo. —Me da una patada por debajo de la mesa. La miro con una ceja enarcada.—¿
DaphneAcompaño al hombre hasta la caseta donde desembolsan el dinero de las apuestas. Miro hacia atrás esperando ver a Josh perseguirlo y reclamarle el premio. Estaba tan furioso cuando salimos del casino que no dudo que sea capaz de hacerlo.—¿Lo deposito a su cuenta? —pregunta el hombre de lentes y calva que está del otro lado del vidrio.—No. Lo quiero en efectivo.¿Efectivo? Se nota que le gusta fanfarronear, Seguramente irá a bailarle los billetes en el rostro a mi ex novio.El tipo de la caseta suspira y se va para la parte de atrás a buscar el dinero. Me sorprende que tenga tanto efectivo en el barco, no obstante, el mismo James me había dicho que es capaz de conseguir lo que quiera.Es posible que el pobre hombre calvo tenga que sacar cada centavo de la tripulación si es necesario, para darle al señor King todo lo que desea.Se demora varios minutos, una larga espera para lo incómoda que me siento ahí. El vestido, la cartera, los accesorios, hasta los zapatos, nada de eso soy
JamesEl momento mágico que había preparado para Gabriela lo está disfrutando ahora otra mujer. La misma con la que me acosté hace poco por error. Si la vida es un stand up de comedia, esta debe ser la parte donde todos se ríen a carcajadas de mí.Le puse el anillo en el dedo a esta muchacha solamente porque quería imaginar que era a mi novia a quien se lo estaba entregando. Por un ínfimo segundo quise pretender que por fin aceptaba mi propuesta. No esperaba que el inepto del camarero la confundiera con Gabriela.Yo había dado la orden de que trajeran a los fotógrafos y encendieran los fuegos artificiales y los drones, para hacer de la pedida de mano un recuerdo inolvidable. Ahora le entregaron el ramo de flores, y nos ciegan con los flashes de las cámaras.No me conviene que salga en los tabloides mi falso compromiso con esta mujer, así que le cubro el rostro con el ramo para evitar que la vean. Tal vez los inútiles del barco no ven la diferencia, pero mi familia y la de ella seguro
James He pasado un mes entero evitando a mi abuela y al resto de mi familia. No he querido confrontarlos para que terminen reclamándome una vez más que no pude proponerle matrimonio a Gabriela, así que he avocado todo mi tiempo en la empresa. Casi no salgo del edificio, mucho menos de mi oficina. El grupo Kingdom es un lugar bastante ameno para estar. Frank cumple a cabalidad todas las órdenes que le doy, me trae la comida a la oficina, y en cuanto al baño; en mi oficina cuento incluso con una ducha para poder bañarme con tranquilidad. Por el momento, todo parece cubierto, y me libro de mi fastidiosa abuela un rato; aunque sé que eso no me durará demasiado, pronto vendrá a buscarme y no tendré más remedio que decirle la verdad. Escucho que llaman a la puerta y le digo que pase sin siquiera levantar la vista. —¿Qué sucede Frank? —Señor, tiene esa reunión a las dos con la señora Violet Martin —avisa. Levanto la mirada lo suficiente como para notar que parece algo nervioso. —¿Y ell
DaphneTodavía no puedo asimilar que haya pasado un mes desde mi loco viaje en ese crucero. El chisme en mi lugar de trabajo se corrió bastante rápido. Cometí el error de contarle a una de mis compañeras de trabajo que Josh me había engañado con otra mujer, y ella se encargó de decirlo a todos, aunque me juró una y otra vez que no lo había hecho.—Daphne, te llegó esto —avisa Clara; otra compañera; arrojando el recibo en mi escritorio.Lo agarro con fastidio, debe ser otra maldita notificación del banco. Cuando lo abro, la cuenta asciende a mucho más de lo que puedo pagar. Ni siquiera con lo que me dio James King alcanzo a cubrirlo, porque ya usé parte del dinero para los gastos de mi madre.Me quito los lentes nuevos que conseguí y entierro mi cara entre los papeles del escritorio. Las ganas de morirme de nuevo vuelven a mí. ¿Cómo se supone que voy a pagar todo eso? Josh no solo me dejó con el corazón roto, también rompió mi bolsillo sin piedad alguna.La única medida que conseguí fu
JamesNo sé qué es lo que pasa por mi mente cuando se me ocurre pedirle salir de ahí conmigo. Verla tan indefensa e inocente me provoca una gran necesidad de protegerla de todo y de todos. Odié ver cómo la trataron sus compañeros de trabajo. Ella me mira con los ojos muy abiertos, sorprendida por mi repentina proposición.—¿Salir? ¿A dónde? —pregunta con un tono de voz suave.—No lo sé, a donde tú quieras.—Pero no puedo abandonar mi puesto de trabajo —se apresura a decir.—No te preocupes, yo me puedo asegurar de que Field te deje el día libre.Saco mi celular y envío un mensaje al abogado pidiendo a la asistente el resto de la tarde. Field jamás se arriesgaría a decirme que no a mí. De inmediato me contesta con un “sí” y yo sonrío triunfante ante ello.»Listo.Su expresión de sorpresa me divierte mucho, pero lo disimulo bastante bien.—Ah, bueno, iba a ir hasta después, pero si quieres puedes acompañarme a la iglesia. Soy voluntaria allí cada vez que puedo, ayudo a los niños abandon
Daphne Me quedo como una tonta ahí con su tarjeta en la mano y sin poder responderle nada más. James sale casi corriendo al otro lado de la calle, se sube en su auto y me deja sola. Es increíble lo rápido que se acobardó tan solo de creer que pudiera estar embarazada. Fue eso, o le di demasiado asco al verme vomitar.Me guardo su tarjeta en el bolsillo y pego la carrera adentro de la iglesia para buscar un trapeador y un balde con agua para limpiar el desastre que dejé en la entrada. Me avergüenza mucho lo que hice; no puedo creer que haya vomitado en plena puerta de la casa del señor. «Dios, si estás viendo esto, lo siento, no era mi intención».—Daphne, ¿qué haces? ¿a dónde se fue ese guapetón que te acompañaba? —me pregunta Dalilah.—Oh, tuvo que irse, pero me dejó el dinero para los helados. —Saco el rollo de billetes y se lo entrego en las manos. Dalilah no disimula su sorpresa al ver tantos billetes verdes juntos.—¿Voy a comprarles helados a los niños o la heladería completa?