Regina—Tráeme una píldora para este dolor de cabeza —le pido a mi asistente.—Como ordene señora Mars.La chica sale corriendo de mi oficina y cierra la puerta de un azote. Vuelvo a presionar los dedos contra mis sienes, siento que la cabeza me va a explotar. Ese muchachito de James King va a acabar con mi paciencia.No entiendo por qué le cuesta tanto darme el nieto que le pido. Estoy segura de que se debe a la odiosa de su noviecita, la bailarina, Gabriela.Ya me he enterado que se fue, siempre termina haciéndole lo mismo a mi nieto, no sé cuándo es que él se va a dar cuenta de la realidad, a esa muchachita no le interesa él para nada, solo está detrás del estatus que él puede darle, y diría que hasta su dinero.Me pongo de pie para recoger un par de papeles que se han caído cuando de pronto entran a mi oficina de improvisto.Me levanto para ver quién ha sido la insolente. Una mujer como de la edad de mi hijo entra con un sobre en las manos. A su lado, un muchacho joven, poco menos
JamesPiso el acelerador al máximo sin siquiera darme cuenta de la velocidad a la que estoy conduciendo. Tengo que frenar en seco cuando noto que estoy a punto de chocar contra el tránsito. Las llantas del carro friccionan contra el suelo y hacen un chirrido agudo que asusta a más de uno, sin embargo, logro frenar a tiempo, antes de que cause un terrible accidente.Daphne no sale de mi cabeza.«No es lo que crees, no estoy embarazada». Sus palabras se repiten en un bucle sin fin en mi mente. ¿Por qué tenía que decir algo así de la nada? Se me acelera el corazón tan solo de pensar que ella podría tener un hijo mío en su vientre. Ya tengo suficientes problemas en mi vida como para que esto me pase ahora.Vuelvo a arrancar el auto; esta vez, a la velocidad establecida. Ya ha entrado la noche y las luces artificiales de Nueva York iluminan los bellos caminos. No hace tanto frío como en otras épocas del año; sin embargo, mantengo mis vidrios arriba para no dejar entrar el aire del exterio
DaphneEstoy demasiado distraída desde que compré la prueba de embarazo. No me aguanté la curiosidad de saberlo y me la hice en el baño del metro antes de tomar la ruta habitual para llegar a la isla Randall. El pequeño aparato marcaba una cruz positiva según la caja de instrucciones.Así que creo que estoy como en shock. Ni siquiera me di cuenta cuando pisé a ese pobre señor en el barco. Fui a ver a mi tío después de un mes para entregarle un recado que me había encomendado mi madre por teléfono; y ahora camino como un zombie hasta su casa.¿Cómo se supone que le diga que estoy embarazada? Ella sabe que he terminado con Josh; además, no puedo decirle así nada más que el hijo que se está formando en mi vientre es de un completo extraño con el que me acosté por error en ese maldito crucero.Ni siquiera hay lágrimas que derramar, simplemente no sé cómo actuar ante esto.Entro a la casa y lo primero que veo es que mi madre me recibe con un cucharón de palo en la mano y el ceño fruncido.
JamesCamino en dirección al puerto en modo automático. Ni siquiera sé en qué pensar realmente, ella está embarazada. Mi peor temor se ha vuelto realidad; y no conforme con eso, en un momento de arrebato y estupidez, le había dicho que yo me haría cargo. ¡Pero qué estúpido!¿Cómo voy a hacerme cargo de un hijo que no pedí y que no quiero? Por alguna razón cada vez que ella me lleva la contraria yo tengo que replicarle lo opuesto.Daphne ni siquiera quería que yo me enterase, y me ha ofrecido la salida de olvidarme de todo esto y no tener que cargar a cuestas con esa responsabilidad. Entonces, ¿por qué me siento tan mal al respecto?Cuando llego al puerto mirando mis propios pies, levanto la mirada y me doy cuenta de que ya no hay barcos en el agua.—¿Qué es esto? ¿A dónde se fue todo el mundo?Un hombre sentado en una caseta es la única señal de vida que veo en kilómetros. Me acerco y toco la ventanilla. El sujeto está medio dormido, recostado con las piernas arriba y la silla inclina
DaphneEs la segunda vez que escucho esas terribles palabras: “tenemos que hablar”.No es que no sea consciente de que en realidad teníamos que hacerlo, sino que todavía no soy capaz de procesar el hecho de que realmente estoy embarazada. Me vuelvo a sentar en el sillón y suspiro pesadamente. Me duele el corazón de tan solo imaginar qué es lo que dirá, porque ya puedo imaginarlo.—Daphne, sabes bien quién soy —comienza su discurso—, por tema económico, yo no tengo ningún problema para permitirme el lujo de criar a un hijo.—¿Lujo? —Me molesta la forma en la que lo considera, como si fuera un mero objeto más.—Es un lujo, ¿acaso sabes cuánto cuesta tener un hijo? Vale muchísimo, solo piensa en los pañales, la leche, las visitas al médico, su vestimenta. Y ni siquiera hemos hablado de su educación por los próximos veinte años.Sé que tiene razón en lo que dice, pero no puedo evitar sentir un nudo en la garganta. No me gusta hacia dónde va esta conversación.—Lo sé —susurro. Es todo lo q
James Despertarme sin ella a mi lado se sintió muy extraño. Al principio no me di cuenta de lo que estaba pasando, ni siquiera recordaba que me había quedado a dormir en ese odioso almacén. Cuando me puse de pie, la nota de papel que ella me dejó me hizo pegar un brinco. Me dolía todo el cuerpo, pero no podía detenerme a estirar, tenía que correr a la clínica. Arrugo el papel en mi bolsillo recordando ese horrible momento. En retrospectiva, no fue mi mejor momento irrumpir en la clínica y luego abrir las puertas de par en par en el consultorio. No era precisamente la posición en la que quería ver a Daphne otra vez. Camino de lado a lado del pasillo como una fiera enjaulada, me desespera no poder entrar para detenerla. Sé que le dije cosas anoche que tal vez pudieron prestarse a malinterpretaciones, pero no quiero que se precipite a tomar una decisión sin siquiera hablarlo conmigo primero. —Señor, si no se calma, me veré obligada a sacarlo de aquí —me dice la recepcionista. —Usted
James—¡Eres un maldito asesino! ¡asesino! —me grita mi abuela.Me agarra a carterazos y patadas, asestando golpes por todo mi cuerpo como una desquiciada.—¡Abuela basta! —suplico, pero la mujer está irascible y se niega a escucharme.—¡¿Cómo te atreviste a hacerla abortar?! ¡Maldito, malnacido! ¡Yo no te críe de esta manera! —insulta.Daphne retrocede unos cuantos pasos, asustada por la reacción de la vieja, y con justa razón, está a punto de tirarme en el piso y terminar de molerme a golpes.—¡Regina, basta ya! —bramo con furia.Muy pocas veces me he referido a ella por su nombre de pila, dice que es una falta de respeto que yo la nombre, para mí, siempre debe ser “abuela”.—¡Muchachito insolente! —dice levantando una vez más la cartera.—¡Señora, alto! —interviene Daphne ante la mirada perpleja de su madre, que ha estado detrás de mi abuela todo el rato, disfrutando el show.Varias personas que pasan por ahí se nos quedan mirando, incluso la gente de la clínica se asoma a ver.Reg
DaphneLo único que quiero en este momento es echarme a llorar en la cama y no volverme a levantar nunca más, o al menos hasta que nazca el bebé que llevo en mi vientre. La abuela de James es una mujer aterradora y tierna al mismo tiempo. Siento que me mira con condescendencia, quizá un poco de lastima.Jamás creí que quisiera que su nieto y yo llevemos a cabo este embarazo. De hecho, estaba muy segura de que vendría a exigirme que abortara. La sorpresa es grande cuando anuncia que quiere que nos casemos.Sé muy bien que él no quiere casarse conmigo, ya me lo dejó muy claro cuando lo hablamos anoche, y lo ha vuelto a recalcar ahora, al decir que no me ama. No sé por qué me duele el corazón al escucharlo, ¿acaso puedo esperar otra respuesta de su parte?«Deja de ser tan tonta Daphne, sabes que su corazón no te pertenece», pienso para mí misma. Debo recordarlo constantemente, debo convertir esa frase en mi mantra personal, porque si dejo que mi volátil imaginación cree ideas absurdas, n