Narra David De María RamírezIba en mi auto a toda velocidad, por las avenidas casi desiertas de la ciudad. La mayoría de la gente debía estar dormida y trasnochada, desvelada y demás por la noche del año nuevo. En mi caso, estaba todo lo demás, sumándole un inmenso dolor, que se sentía como millones de cuchillos apuñalándome, mientras recorría las calles cómo un loco a toda velocidad, recordaba esos besos y esas caricias de ella, de Alondra, de mi consentida y uno de esos recuerdos, más la desvelada y la cruda me hicieron cerrar los ojos y en una fracción de segundo sentí como impacté con algo que voló por los aires y cayó desplomado en el pavimento a unos metros de mí.Por unos momentos, perdí el control de mi auto y como pude, me orillé sobre la avenida, para darme cuenta de una dolorosa verdad, había atropellado a alguien que yacía inmóvil en medio de la avenida y no quise, ni acercarme al lugar, justo en ese momento entró a mi móvil, la llamada de mi madre, ella seguramente me es
Narra David De María RamírezPues le teníamos que dar la información que, de seguro, iban a necesitar para poder llevarse al herido e ingresarlo a un hospital.–Buen día, supongo que usted ha sido quién llamó joven – Dijo dirigiéndose a mí – La persona está muy grave. Nos podría decir, lo que recuerde del accidente o si vio quién lo ocasionó.Yo iba a afrontar mi responsabilidad, pero no quería ir a la cárcel, me había regresado el alma al cuerpo, cuando el paramédico confirmó que todavía estaba vivo el señor, aunque muy grave. Estaba rezando para que el señor llegara bien al hospital a donde lo iban a llevar, tenía que vivir, esperaba que Dios le diera una oportunidad de recuperarse.–Buenos días – Respondí – Así es, he sido yo quién llamé y también quién ocasionó el accidente. Sobra decir, que me haré cargo de todo.El paramédico me miraba desaprobándome y era lógico, yo mismo me desaprobaba después de lo que acababa de hacer. Él comenzó a tomar los datos que le dábamos de mí, despu
Narra Alondra Ferreyra PérezMi tío, Axel y mi hermana, que fue la última en entrar al taller, me miraban con una cara de desaprobación y me atrevería a decir, que no solo era de eso, también era de horror. Yo no me había visto en dos días, pero debía parecer un guiñapo y una piltrafa humana, pues así me sentía totalmente. Me dolía mucho la cabeza y veía incluso algo borroso.–Alondra, ¿Desde cuándo estabas aquí? – Preguntó mi tío – Me has dado un susto de muerte, pensé que algún ratero se había metido al taller.No tenía ni la menor idea de lo que había pasado conmigo, ni me acordaba muy bien a qué hora había llegado al taller, solo que era el único sitio donde podía tomar a gusto, sin que nadie me molestara.–No lo sé tío – Admití desanimada – Solo sé que vine a ahogarme en el alcohol, aquí.Era lo único que me importaba, ahogar mis penas en el licor, entumecer tanto mi mente, que no pudiera recordar nada de lo que me había pasado y de lo que me estaba pasando.–Esto es el colmo – D
Narra Alondra Ferreyra Pérez–Pues créelo, hemos terminado y no quiero hablar del tema – Seguí devastada – No quiero vivir. No quiero sentir nada, quiero algo que anestesie el dolor y se quede ahí recluido en mi interior, para siempre. Por culpa de la imbécil de Lola, David me ha dejado, Axel vio cómo se puso el día de mi santo, en mi festejo.Como si esa mujer hubiera sido mejor que yo, por eso la defendió, yo no valí nada para él, ahí me di cuenta de que de nada valía decir que me amaba, si al final iba a preferir a una muerta que a mí.–Sí, me pude dar cuenta de eso, pero Alondra todos somos personas diferentes – Axel, quería calmarme – Tu chico, piensa las cosas de una forma que no las pensamos nosotros y está en su derecho, pero a mi forma de ver, eso no era razón contundente para terminar.Pero eso no era lo que David, pensaba, yo era la inhumana, la que se había burlado de una persona muerta, la que no tenía sentimientos y por eso había tomado la decisión de terminar, de dejarm
Narra David De María RamírezPasaron varios días después de la tragedia que ocasioné, en los cuales no me levantaba ni para bañarme. Me había descuidado totalmente, porque ya no me importaba verme guapo para nadie, ya nadie me estaría diciendo “mi güero hermoso” eso, ya había quedado atrás y lo cierto era, que cada día que pasaba a mí, me dolía más todo aquello. Me sentía muy mal y con el alma hecha pedazos, no quería sentir, no quería pensar, no quería ni comer y uno de esos días que lloré sin parar y que el tiempo que no lloraba, la pasaba durmiendo y tomando vino sin poder calmarme, mi madre entró a mi recámara para hablar conmigo.–David, no quiero que sigas sufriendo por Alondra – Dijo mi madre – Sé que la amas y sé también, que eres muy necio. Estoy segura que ustedes, son el uno para el otro, pero, como no quiero que eches a perder tu vida, ni que otra persona inocente pague por tu depresión, quiero que hablemos, de ti y de tu futuro.Todo mi mundo se había detenido, se había a
Narra David De María Ramírez–Lo siento mucho madre – Seguí llorando – Yo tampoco quisiera dejarte, pero sabes que es necesario. Al menos un tiempo, en lo que asimilo, que ella ahora ya no es mía. Además, aunque pierda el año, es lo de menos, si lo que se me está yendo es la vida.Sentía que se me iba esfumando de entre los dedos, por lo menos en Madrid, iba a evitar ver a mi consentida con otro, era lo que me iba a mantener, con menos dolor, pero al fin de cuentas, muerto en vida. –Hijo, cálmate por favor. No me gusta verte así. Debes retomar la vida que tenías antes de Alondra, debes salir con tus amigos en lo que vemos lo de Madrid. Casi todas las vacaciones, las has pasado aquí, sin comer, solo durmiendo y llorando y eso no es vida.Pero era lo que tenía ahora, de nada me servía salir con mis amigos, si iba a estar así, como me sentía, no quería estar dando lastima por donde fuera, mejor quedarme aquí, hasta que me pudiera ir a Madrid, no le veía el caso salir para no hacer nada.
Narra Alondra Ferreyra PérezAsí pasaron todas mis amargas vacaciones, en las que no hacía más que llorar a todas horas, no quería comer, no quería nada. La vida me daba igual, sin David, todos mis días eran iguales, tristes y vacíos, solo el alcohol anestesiaba en momentos mi dolor, pero para colmo esos días que tuve de vacaciones, apenas si me podía tomar una botella de vino al día, porque mi hermana se ponía en su plan y como estaba en su casa de arrimada, me tenía que aguantar. Las pobres de mis sobrinas, eran las que sufrían más con mi estado de ánimo, pues me escuchaban llorar todas las noches, cómo me dormía con ellas. Por eso un día antes de volver al Tec, mi hermana, entró a la recámara que compartía con sus hijas, para hablar conmigo.–Alondra, tenemos que hablar, no puedes seguir así – Me reprendió mi hermana – Sí es que quieres seguir viviendo aquí conmigo, necesitaré más ayuda tuya y de paso, se te va saliendo un poco ese estado depresivo que tienes.Como si fuera fácil,
Narra Alondra Ferreyra Pérez–No, eso no es cierto – Lloré histérica – Lo dices, porque a ti nunca nadie te amó, como David me ama a mí y porque a ti no te gusta como Tavo, te demuestra el amor. Pero lo de David y yo, es más que amar.Éramos el uno para el otro y no se pudo haber ido así nada más. Él tenía que regresar a mí, teníamos que empezar de nuevo, me iba a morir si mi güero se ha ido a Madrid, no le creía nada a mi hermana, estaba celosa del amor que nos teníamos David y yo.–Alondra, por favor despierta – Mi hermana me jalaba de los brazos – Si te digo que él se fue de México, es porque es la verdad. Es más, mañana Carmen, piensa ir a buscarte al taller de mi tío para invitarte a cenar y contártelo ella misma. Él se fue y tú, estás aquí. Tienes que dejar ir lo que sea, que sientas por él.No entendía como mi hermana me podía estar pidiendo eso, yo amaba a David con cada fibra de mi cuerpo, no lo iba a poder olvidar nunca, estaba enamorada de él desde el momento que lo vi por