Narra David De María Ramírez
Pasaron varios días después de la tragedia que ocasioné, en los cuales no me levantaba ni para bañarme. Me había descuidado totalmente, porque ya no me importaba verme guapo para nadie, ya nadie me estaría diciendo “mi güero hermoso” eso, ya había quedado atrás y lo cierto era, que cada día que pasaba a mí, me dolía más todo aquello. Me sentía muy mal y con el alma hecha pedazos, no quería sentir, no quería pensar, no quería ni comer y uno de esos días que lloré sin parar y que el tiempo que no lloraba, la pasaba durmiendo y tomando vino sin poder calmarme, mi madre entró a mi recámara para hablar conmigo.
–David, no quiero que sigas sufriendo por Alondra – Dijo mi madre – Sé que la amas y sé también, que eres muy necio. Estoy segura que ustedes, son el uno para el otro, pero, como no quiero que eches a perder tu vida, ni que otra persona inocente pague por tu depresión, quiero que hablemos, de ti y de tu futuro.
Todo mi mundo se había detenido, se había acabado y por lo consiguiente no deslumbraba ningún futuro, no valía la pena seguir mintiéndome, ya no quería hacer nada, si ella no estaba junto a mí, me hacía tanta falta mi consentida, tenerla aquí a mi lado, para sentir de nuevo el latir de mi corazón, estaba respirando de puro milagro, pues me hacía falta mi otra mitad.
–Mi futuro, ya no existe madre. Si a duras penas, existo yo – Le comenté – Siento que, sin ella, me extingo, me muero y me evaporo. La amo, me falta esa mujer, para sentirme especial, me faltan sus besos, sus caricias, sus te amo, me falta ella.
Mi madre me abrazó y en sus brazos, lloré como un niño desvalido y en cierta forma lo era, tan así que mi amigo Andrés, al ver lo destruido que estaba, mejor se fue de mi casa, para no verme convertido en una piltrafa. No podía más con esta depresión tan devastadora que estaba llevando a cuestas. Necesitaba irme de esta ciudad, de este país que solo me recordaría todos y cada uno de los sitios que recorrí con ella, dándonos muestras de amor en cada rincón que recorríamos juntos. Nos separamos poco a poco del abrazo mi madre y yo, para seguir platicando.
–David, sé lo que piensas hijo, pero no dejaré que pierdas un año escolar por esto que ha pasado – Mi madre, externaba su sentir – Te amo David. Eres lo que yo más quiero en la vida y si ya estás decidido a no volver más con Alondra, entonces dime ¿Qué necesitas, para levantarte?
Muchas cosas, entre esas, poder cerrar los ojos, y que ya no me doliera el alma, que se me quitara este profundo dolor, su recuerdo, olvidar todo, y que Alondra, ya no corriera por mis venas, pero sabía muy en el fondo que eso no iba a ser posible, que todo seguiría igual, porque todo estaba tatuado a fuego en mi piel como una barra de hierro ardiente.
–Necesito dormir y nunca despertar, necesito olvidarla, madre – Confesé desconsolado – Su recuerdo duele, en mi mente, en mi cuerpo y en mi corazón que todavía late por ella y sufre por no estar a su lado. Ella siempre será mi consentida.
Sé, que yo fui el que tomó esa decisión, de que lo nuestro acabara para siempre, pero me estaba doliendo tanto, que no había palabras para describirlo, porque duele, quema, lacera, todo al mismo tiempo, no hay descanso, todo lo va arrasando a su paso, es una tortura eterna y nada la puede pausar, ni detener, seguirá así, hasta el final de mis días.
–Lo sé, pero ya decidiste dejarla y por más que yo los quiera juntos, tampoco puedo obligarte a nada, hijo – Declaró con pesar – Es por eso y porque no quiero que sigas así, que, aunque yo quiera que sigas aquí en México conmigo, dejaré que te vayas por un tiempo a Madrid.
Era lo que debía haber hecho, desde antes de que esto ya no se hubiera podido arreglar, ese mismo día debí partir, porque lo que siguió, es lo que me está destruyendo, cada milímetro de su piel, lo recuerdo como si hubiera pasado ayer, y el dolor más grande es que solo va a quedar en mi recuerdo, porque no la voy a poder tocar de nuevo.
–Gracias, madre – La abracé de nuevo – No esperaba menos de ti. Te amo y te agradezco, que, aunque estés en contra de mi ida a Madrid, que me dejes hacerlo. Yo no puedo seguir aquí, pensando en Alondra y viéndola en el Tec, no puedo, me mataría verla amar a otro hombre.
No sabría que hacer o cómo reaccionar al verla la lado de otro que no fuera yo y que lo besara y que lo abrazara y que le demostrara su amor delante de todos y yo ser un espectador más, de todo eso, sería el peor martirio de toda mi existencia, aguantar sin poder decir nada, sin poder reclamar, porque ya no tenía ningún derecho sobre ella.
–Y a ella, la mataría también verte con otra mujer, pero es la ley de la vida hijo. Ambos, tienen derecho de poder andar con otra persona, siendo que ya no están juntos.
Lo que decía mi madre era verdad, no íbamos a permanecer, ni ella, ni yo, viviendo del recuerdo de nuestro gran amor. No era sano para nadie y en estos casos, aunque dicen que el tiempo todo lo acomoda, le tenía que ayudar, poniendo tierra de por medio, para no saber más de la mujer que amaba con todas las fuerzas de mi corazón.
–Madre, te amo y gracias a ti soy lo que soy – Le agradecí – Tu me irás a ver a Madrid ¿Cierto?
Yo siempre iba a querer estar cerca de mi madre, la amaba demasiado para dejarla de ver, ella me tendría que ir a visitar, aunque ella no le guste que yo esté tan alejado, era lo que se debía hacer en estos momentos y la recibiría con los brazos abiertos.
–También te amo hijo y claro que te iré a ver a Madrid, eres mi hijo, lo único que puedo decir que es mío, porque naciste de mí y sé que, aunque no te quiero lejos, aquí solo te vas a estar lastimando hijo, así que, ya que regreses de las vacaciones del Tec, iremos a ver si te puedes ir a Madrid, para que continúes allá tus estudios. No quiero que pierdas el año.
Era la única solución, yo tampoco quisiera dejarla sola, me hace mucha falta a donde vaya, es la que me puede sostener cuando estoy sufriendo, ella es la única que puede aguantar mis estados de ánimo, y comprendía por todo lo que estaba pasando, mi madre era única, la mejor del mundo.
Narra David De María Ramírez–Lo siento mucho madre – Seguí llorando – Yo tampoco quisiera dejarte, pero sabes que es necesario. Al menos un tiempo, en lo que asimilo, que ella ahora ya no es mía. Además, aunque pierda el año, es lo de menos, si lo que se me está yendo es la vida.Sentía que se me iba esfumando de entre los dedos, por lo menos en Madrid, iba a evitar ver a mi consentida con otro, era lo que me iba a mantener, con menos dolor, pero al fin de cuentas, muerto en vida. –Hijo, cálmate por favor. No me gusta verte así. Debes retomar la vida que tenías antes de Alondra, debes salir con tus amigos en lo que vemos lo de Madrid. Casi todas las vacaciones, las has pasado aquí, sin comer, solo durmiendo y llorando y eso no es vida.Pero era lo que tenía ahora, de nada me servía salir con mis amigos, si iba a estar así, como me sentía, no quería estar dando lastima por donde fuera, mejor quedarme aquí, hasta que me pudiera ir a Madrid, no le veía el caso salir para no hacer nada.
Narra Alondra Ferreyra PérezAsí pasaron todas mis amargas vacaciones, en las que no hacía más que llorar a todas horas, no quería comer, no quería nada. La vida me daba igual, sin David, todos mis días eran iguales, tristes y vacíos, solo el alcohol anestesiaba en momentos mi dolor, pero para colmo esos días que tuve de vacaciones, apenas si me podía tomar una botella de vino al día, porque mi hermana se ponía en su plan y como estaba en su casa de arrimada, me tenía que aguantar. Las pobres de mis sobrinas, eran las que sufrían más con mi estado de ánimo, pues me escuchaban llorar todas las noches, cómo me dormía con ellas. Por eso un día antes de volver al Tec, mi hermana, entró a la recámara que compartía con sus hijas, para hablar conmigo.–Alondra, tenemos que hablar, no puedes seguir así – Me reprendió mi hermana – Sí es que quieres seguir viviendo aquí conmigo, necesitaré más ayuda tuya y de paso, se te va saliendo un poco ese estado depresivo que tienes.Como si fuera fácil,
Narra Alondra Ferreyra Pérez–No, eso no es cierto – Lloré histérica – Lo dices, porque a ti nunca nadie te amó, como David me ama a mí y porque a ti no te gusta como Tavo, te demuestra el amor. Pero lo de David y yo, es más que amar.Éramos el uno para el otro y no se pudo haber ido así nada más. Él tenía que regresar a mí, teníamos que empezar de nuevo, me iba a morir si mi güero se ha ido a Madrid, no le creía nada a mi hermana, estaba celosa del amor que nos teníamos David y yo.–Alondra, por favor despierta – Mi hermana me jalaba de los brazos – Si te digo que él se fue de México, es porque es la verdad. Es más, mañana Carmen, piensa ir a buscarte al taller de mi tío para invitarte a cenar y contártelo ella misma. Él se fue y tú, estás aquí. Tienes que dejar ir lo que sea, que sientas por él.No entendía como mi hermana me podía estar pidiendo eso, yo amaba a David con cada fibra de mi cuerpo, no lo iba a poder olvidar nunca, estaba enamorada de él desde el momento que lo vi por
Narra David De María RamírezIrme de México, me había dolido demasiado. Había sido un gran dolor en el alma, nunca antes me había costado tanto dejar atrás México, solo que esta vez, la había dejado atrás a ella, a mi consentida, a la única mujer a la que amaba de verdad y me dolía demasiado no estar aquí con ella, cuando soñaba que estuviéramos aquí juntos, como las dos veces anteriores que había venido a Madrid. Estaba en el piso de mi amigo Sabadelle, era uno de esos días que él estaba en una llamada y yo, no sé por qué sentí que me latía más rápido el corazón, pues algo me decía que quién lo llamaba, era ella, mi consentida. Lo vi colgar su móvil y mirarme cabizbajo, entonces un inmenso escalofrío sacudió todo mi ser.–David, era ella, colega – Me confirmó él – Está muy mal, está muy triste y me atrevo a pensar, que así ha estado, desde que ustedes ya no están juntos.Por supuesto que ella la estaba pasando mal, y yo había dejado que se tirara al suelo pidiendo mi perdón y no se l
Narra David De María RamírezMejor que no me dijera nada, si con todo esto que estaba sufriendo ya era suficiente, no se lo deseaba a nadie.–No hijo, por favor tienes que calmarte. David, no llores así, no es sano para nadie y ahora, si estás tan mal y te arrepientes de no estar con ella, entonces regresa y lucha por ella, pero no te destruyas así – Me aconsejó mi madre – Yo no quiero, saber que sigues en ese estado depresivo, te vas a enfermar.Ya nada me importaba, si me enfermaba o si me moría, porque no la tenía conmigo, y si eso me estaba destruyendo, que lo hiciera de una buena vez, la amaba más que a mí mismo, no podía ver un futuro sin ella, ni siquiera el día de mañana lo veía seguro, esto iba a acabar conmigo.–Quiero morirme madre – Grité destrozado – La amo, la necesito en mi vida. Cada mujer que veo, la comparo con ella, Alondra es mi amor, es mi vida, es mi princesa, mi todo, mi consentida.Necesitaba que la fuera a ayudar, si ella estaba peor que yo, algo le podía pasa
Capítulo 11. Un gran amor no se olvidaNarra Alondra Ferreyra PérezDesperté en un lugar desconocido para mí y me asusté demasiado, y al no ver a nadie conocido, hasta que me levanté un poco y vi a mi hermana Anastasia ahí sentada. Ella me miraba moviendo la cabeza negativamente hacia ambos lados, en señal de desaprobación y también de molestia.–Alondra, nos has dado a todos un susto de muerte – Me dijo mi hermana – Por eso te trajo una ambulancia al hospital.Al escuchar la palabra hospital, me asusté más, por más que pasara el tiempo no me gustaba estar en ese tipo de lugares,– ¿Qué? No, Anastasia, yo no quiero estar aquí, no quiero, solo quiero que nos vayamos a casa – Le supliqué – Sabes, que odio estar en estos lugares.–Te tuvieron que poner un suero vitaminado, te has desmayado y llevas un buen rato inconsciente – Me explicaba – No puedo creer, que te la estés pasando dañando de la peor manera posible tu vida, es el colmo Alondra. Una ruptura no es para que dejes todo y te hu
Capítulo 12 Una nueva amistadNarra Alondra Ferreyra PérezEn lo que ella había estado conmigo en el hospital, ellos la habían ayudado, se veía que yo iba a ser una carga para ellos, era una buena para nada, no sabía hacer nada, ni siquiera me sabía defender en eso.–Gracias.Me fui a lavar las manos como pude y después, me senté a la mesa con mis sobrinas que ya estaban sentadas ahí para cenar. Mi hermana y mi cuñado nos sirvieron la cena y yo, me comí lo que me dieron casi pasándomelo entero, la comida no me sabía a nada y parecía estar viviendo fuera de mi cuerpo, nada se sentía ni parecía real, yo en verdad, me sentía de lo más mal. Después de cenar, mis sobrinas y yo, lavamos los trastes y recogimos la cocina y después, nos fuimos a dormir a la recámara que ocupábamos las tres, desde que yo llegué a esta casa.–Buenas noches, chicas – Les dije a las dos – Por favor, ¿Me despiertan? Mañana, cuando se levanten. No puedo faltar a clases.Era la única forma que me podía levantar, y e
Capítulo 13. Buscando una salidaNarra David De María RamírezDespués de la borrachera terrible que me puse con Romina y con Sabadelle, ella, horas más tarde, se estaba arreglando para irse al bar. Yo ya no sabía, si era de día, de noche o de tarde, todo me estaba dando igual y la cabeza la sentía a punto de reventarme. Tenía mareos y náuseas, me arrastré al baño para expulsar todo el alcohol que tenía en el cuerpo y quién sabe qué más. Cerré un poco mis ojos y recordaba a Alondra, esto me iba a consumir por completo.–Colega, no puedes seguir así – Dijo Sabadelle – Necesitas, reponerte y levantarte de esto, sabemos que amas a Alondra, lo sabemos de sobra Romina y yo, pero tú has decidido dejarla. Ya para por favor y ya no te hagas más daño, que no tiene caso.Por supuesto que yo había sido el que había terminado con nuestra relación, pero no tenía otra opción, no podía aceptar que ella era así, que no podía sentir el dolor ajeno, que no tenía corazón, podía haber todas las personas d