Narra David De María Ramírez
Pues le teníamos que dar la información que, de seguro, iban a necesitar para poder llevarse al herido e ingresarlo a un hospital.
–Buen día, supongo que usted ha sido quién llamó joven – Dijo dirigiéndose a mí – La persona está muy grave. Nos podría decir, lo que recuerde del accidente o si vio quién lo ocasionó.
Yo iba a afrontar mi responsabilidad, pero no quería ir a la cárcel, me había regresado el alma al cuerpo, cuando el paramédico confirmó que todavía estaba vivo el señor, aunque muy grave. Estaba rezando para que el señor llegara bien al hospital a donde lo iban a llevar, tenía que vivir, esperaba que Dios le diera una oportunidad de recuperarse.
–Buenos días – Respondí – Así es, he sido yo quién llamé y también quién ocasionó el accidente. Sobra decir, que me haré cargo de todo.
El paramédico me miraba desaprobándome y era lógico, yo mismo me desaprobaba después de lo que acababa de hacer. Él comenzó a tomar los datos que le dábamos de mí, después llegó una patrulla y empezaron a interrogarme y cosas de rutina, que se hacen en esos casos y entonces, ocurrió una tragedia, el corazón de esa persona cayó en paro y mi madre y yo fuimos testigos, de cómo lo volvieron a la vida en ese momento con la ayuda de un desfibrilador.
Me sentía, como el peor hombre del mundo, me sentía miserable, me sentía culpable y sentía una carga inmensa, con nada iba a pagar por la vida de esa persona, si es que no lograba salvarse, pedía con todas mis fuerzas, que el señor se pudiera salvar.
Afortunadamente, el señor estaba reaccionando a los estímulos que le habían inducido y se salvó, pero estaba en estado de gravedad, la ambulancia cerró la puerta, porque se iban a llevar al atropellado al hospital, nosotros seguimos a la ambulancia y también fue la patrulla, teníamos que esperar a que dieran con los familiares del lesionado.
Mi madre y yo nos la pasamos todo el día en el hospital, pues se necesitaba mucha atención para el malherido, estuvimos ocupados todo el día, mi madre estuvo pagando a todos, para que yo no fuera a la cárcel, cuando se pudo localizar a los familiares del accidentado, se tuvo que sacar otra fuerte cantidad de dinero y mucho esfuerzo, para que no me demandaran por haber atropellado al señor y estaban en todo su derecho. Pero mi madre les prometió cielo y tierra y así fue que nos pudimos ir a la casa.
–Señores, nosotros nos retiramos, cualquier cosa que surja, me pueden llamar por favor, nosotros vamos a estar pendientes, de todo lo que se les ofrezca.
Mi madre y yo estábamos en toda la disposición, yo era el responsable de todo eso, y ella era mi fortaleza y no me iba a dejar solo y la ayuda, para la familia del señor estaba en nuestras manos.
–Muchas gracias, señora, nosotros le avisamos si llega a pasar algo, no se preocupen, esperemos que todo se solucione, con los cuidados que está recibiendo mi papá.
La señora, estaba muy calmada, pues la verdad yo esperaba que se me fueran encima, pero como yo me había quedado en la escena del accidente fue lo que me ayudó, que me quedara a responsabilizarme del accidente.
–Muchas gracias, señora – Le dije a la hija del señor.
Nos despedimos y nos fuimos a casa, cada uno en su auto, yo iba pensando en todo lo que había ocasionado en un segundo, de descuido, y sentí que me había caído todo encima, todo estaba jugando en contra mía, pensaba que pude haber provocado la muerte a otra persona.
– ¿Qué pasó? Estaba muy preocupado por ustedes, apenas me dijo Carmen, quise ir al hospital, para apoyarlos.
Andrés, nos estaba esperando en la casa, no tenía caso que hubiera ido al hospital, me hubiera puesto más histérico con tanta gente a mi alrededor, que me miraba con lástima, pues me hubiera convertido en un asesino, me iban a considerar una mala persona.
–Eso no hubiera servido de nada, Andrés, estuve a punto de matar a una persona, ahora estaría en la cárcel, por asesino y todo por ser tan estúpido.
Me había entrado un ataque de nervios, que se asustaron mi madre y mi amigo, pues empecé a dar vueltas por la sala, muy alterado, no me iba a poder calmar con nada, era un desastre, era una vil escoria.
–Pero hijo, afortunadamente, no pasó a mayores y tuviste la amabilidad de permanecer en el lugar.
Pero pude haber hecho mucho daño a una familia, porque el señor era padre y esposo, yo le hubiera arrancado la vida por imbécil, por no saber afrontar mi realidad, si yo había sido quien tomó la decisión de dejarla, tenía que actuar como un hombre y no estar provocado accidentes, poniendo en riesgo la vida de mucha gente.
–Pero, soy un estúpido, me hubiera gustado mejor haber chocado contra un árbol y quedarme ahí, mejor me hubiera muerto, porque yo le provoqué todos esos golpes al señor, que no se merece estar tendido luchado por su vida, en esa cama de hospital.
Mis gritos se escuchaban en toda la casa, me quería desahogar, creo que esto había sido el detonante que necesitaba, para poder poner los pies sobre la tierra, verme en esa situación era lo que me tenía que hacer reaccionar, Andrés, me miraba con cara de no creérselo, pues era la primera vez que él me miraba de esa manera, y no me importaba lo que pensara, yo era un asco de persona y me hubiera merecido ir a la cárcel, aunque no quisiera.
Andrés prefirió irse de la casa, pues yo me estaba volviendo un poco irracional. Yo me subí a la recámara y de ahí no quise salir lo que restaba del día. Así pasaron unos días, y nada me podía levantar de esa cama, estaba muerto en vida, no quería seguir viviendo, no quería ir ni siquiera a recibir clases, para no encontrarme con Alondra.
–Yo creo que es mejor madre, regresarme a Madrid, sé que no quieres que me vaya, pero aquí puedo ocasionarle a cualquier otra persona un daño irreparable.
Ya lo había pensado muy bien, esa sería la mejor opción, regresarme a Madrid, por un largo tiempo, aunque no me iba a engañar diciendo que iba a olvidar a la mujer de mi vida, eso no me lo iba a creer nunca.
–Pero hijo, tienes que recuperarte antes de querer irte a otro lado – Me dijo mi madre preocupada.
–No hago nada bueno estando así de deprimido.
No había estado nunca antes en este grado de depresión, todo se había complicado y ya no me hallaba en México, tenía que salir de esto, y no tenía paz sabiendo que la tenía tan cerca y tan lejos, ese era el peor de los sufrimientos, de verla y no poder tocarla, porque ya no era mía.
Narra Alondra Ferreyra PérezMi tío, Axel y mi hermana, que fue la última en entrar al taller, me miraban con una cara de desaprobación y me atrevería a decir, que no solo era de eso, también era de horror. Yo no me había visto en dos días, pero debía parecer un guiñapo y una piltrafa humana, pues así me sentía totalmente. Me dolía mucho la cabeza y veía incluso algo borroso.–Alondra, ¿Desde cuándo estabas aquí? – Preguntó mi tío – Me has dado un susto de muerte, pensé que algún ratero se había metido al taller.No tenía ni la menor idea de lo que había pasado conmigo, ni me acordaba muy bien a qué hora había llegado al taller, solo que era el único sitio donde podía tomar a gusto, sin que nadie me molestara.–No lo sé tío – Admití desanimada – Solo sé que vine a ahogarme en el alcohol, aquí.Era lo único que me importaba, ahogar mis penas en el licor, entumecer tanto mi mente, que no pudiera recordar nada de lo que me había pasado y de lo que me estaba pasando.–Esto es el colmo – D
Narra Alondra Ferreyra Pérez–Pues créelo, hemos terminado y no quiero hablar del tema – Seguí devastada – No quiero vivir. No quiero sentir nada, quiero algo que anestesie el dolor y se quede ahí recluido en mi interior, para siempre. Por culpa de la imbécil de Lola, David me ha dejado, Axel vio cómo se puso el día de mi santo, en mi festejo.Como si esa mujer hubiera sido mejor que yo, por eso la defendió, yo no valí nada para él, ahí me di cuenta de que de nada valía decir que me amaba, si al final iba a preferir a una muerta que a mí.–Sí, me pude dar cuenta de eso, pero Alondra todos somos personas diferentes – Axel, quería calmarme – Tu chico, piensa las cosas de una forma que no las pensamos nosotros y está en su derecho, pero a mi forma de ver, eso no era razón contundente para terminar.Pero eso no era lo que David, pensaba, yo era la inhumana, la que se había burlado de una persona muerta, la que no tenía sentimientos y por eso había tomado la decisión de terminar, de dejarm
Narra David De María RamírezPasaron varios días después de la tragedia que ocasioné, en los cuales no me levantaba ni para bañarme. Me había descuidado totalmente, porque ya no me importaba verme guapo para nadie, ya nadie me estaría diciendo “mi güero hermoso” eso, ya había quedado atrás y lo cierto era, que cada día que pasaba a mí, me dolía más todo aquello. Me sentía muy mal y con el alma hecha pedazos, no quería sentir, no quería pensar, no quería ni comer y uno de esos días que lloré sin parar y que el tiempo que no lloraba, la pasaba durmiendo y tomando vino sin poder calmarme, mi madre entró a mi recámara para hablar conmigo.–David, no quiero que sigas sufriendo por Alondra – Dijo mi madre – Sé que la amas y sé también, que eres muy necio. Estoy segura que ustedes, son el uno para el otro, pero, como no quiero que eches a perder tu vida, ni que otra persona inocente pague por tu depresión, quiero que hablemos, de ti y de tu futuro.Todo mi mundo se había detenido, se había a
Narra David De María Ramírez–Lo siento mucho madre – Seguí llorando – Yo tampoco quisiera dejarte, pero sabes que es necesario. Al menos un tiempo, en lo que asimilo, que ella ahora ya no es mía. Además, aunque pierda el año, es lo de menos, si lo que se me está yendo es la vida.Sentía que se me iba esfumando de entre los dedos, por lo menos en Madrid, iba a evitar ver a mi consentida con otro, era lo que me iba a mantener, con menos dolor, pero al fin de cuentas, muerto en vida. –Hijo, cálmate por favor. No me gusta verte así. Debes retomar la vida que tenías antes de Alondra, debes salir con tus amigos en lo que vemos lo de Madrid. Casi todas las vacaciones, las has pasado aquí, sin comer, solo durmiendo y llorando y eso no es vida.Pero era lo que tenía ahora, de nada me servía salir con mis amigos, si iba a estar así, como me sentía, no quería estar dando lastima por donde fuera, mejor quedarme aquí, hasta que me pudiera ir a Madrid, no le veía el caso salir para no hacer nada.
Narra Alondra Ferreyra PérezAsí pasaron todas mis amargas vacaciones, en las que no hacía más que llorar a todas horas, no quería comer, no quería nada. La vida me daba igual, sin David, todos mis días eran iguales, tristes y vacíos, solo el alcohol anestesiaba en momentos mi dolor, pero para colmo esos días que tuve de vacaciones, apenas si me podía tomar una botella de vino al día, porque mi hermana se ponía en su plan y como estaba en su casa de arrimada, me tenía que aguantar. Las pobres de mis sobrinas, eran las que sufrían más con mi estado de ánimo, pues me escuchaban llorar todas las noches, cómo me dormía con ellas. Por eso un día antes de volver al Tec, mi hermana, entró a la recámara que compartía con sus hijas, para hablar conmigo.–Alondra, tenemos que hablar, no puedes seguir así – Me reprendió mi hermana – Sí es que quieres seguir viviendo aquí conmigo, necesitaré más ayuda tuya y de paso, se te va saliendo un poco ese estado depresivo que tienes.Como si fuera fácil,
Narra Alondra Ferreyra Pérez–No, eso no es cierto – Lloré histérica – Lo dices, porque a ti nunca nadie te amó, como David me ama a mí y porque a ti no te gusta como Tavo, te demuestra el amor. Pero lo de David y yo, es más que amar.Éramos el uno para el otro y no se pudo haber ido así nada más. Él tenía que regresar a mí, teníamos que empezar de nuevo, me iba a morir si mi güero se ha ido a Madrid, no le creía nada a mi hermana, estaba celosa del amor que nos teníamos David y yo.–Alondra, por favor despierta – Mi hermana me jalaba de los brazos – Si te digo que él se fue de México, es porque es la verdad. Es más, mañana Carmen, piensa ir a buscarte al taller de mi tío para invitarte a cenar y contártelo ella misma. Él se fue y tú, estás aquí. Tienes que dejar ir lo que sea, que sientas por él.No entendía como mi hermana me podía estar pidiendo eso, yo amaba a David con cada fibra de mi cuerpo, no lo iba a poder olvidar nunca, estaba enamorada de él desde el momento que lo vi por
Narra David De María RamírezIrme de México, me había dolido demasiado. Había sido un gran dolor en el alma, nunca antes me había costado tanto dejar atrás México, solo que esta vez, la había dejado atrás a ella, a mi consentida, a la única mujer a la que amaba de verdad y me dolía demasiado no estar aquí con ella, cuando soñaba que estuviéramos aquí juntos, como las dos veces anteriores que había venido a Madrid. Estaba en el piso de mi amigo Sabadelle, era uno de esos días que él estaba en una llamada y yo, no sé por qué sentí que me latía más rápido el corazón, pues algo me decía que quién lo llamaba, era ella, mi consentida. Lo vi colgar su móvil y mirarme cabizbajo, entonces un inmenso escalofrío sacudió todo mi ser.–David, era ella, colega – Me confirmó él – Está muy mal, está muy triste y me atrevo a pensar, que así ha estado, desde que ustedes ya no están juntos.Por supuesto que ella la estaba pasando mal, y yo había dejado que se tirara al suelo pidiendo mi perdón y no se l
Narra David De María RamírezMejor que no me dijera nada, si con todo esto que estaba sufriendo ya era suficiente, no se lo deseaba a nadie.–No hijo, por favor tienes que calmarte. David, no llores así, no es sano para nadie y ahora, si estás tan mal y te arrepientes de no estar con ella, entonces regresa y lucha por ella, pero no te destruyas así – Me aconsejó mi madre – Yo no quiero, saber que sigues en ese estado depresivo, te vas a enfermar.Ya nada me importaba, si me enfermaba o si me moría, porque no la tenía conmigo, y si eso me estaba destruyendo, que lo hiciera de una buena vez, la amaba más que a mí mismo, no podía ver un futuro sin ella, ni siquiera el día de mañana lo veía seguro, esto iba a acabar conmigo.–Quiero morirme madre – Grité destrozado – La amo, la necesito en mi vida. Cada mujer que veo, la comparo con ella, Alondra es mi amor, es mi vida, es mi princesa, mi todo, mi consentida.Necesitaba que la fuera a ayudar, si ella estaba peor que yo, algo le podía pasa