Narra Alondra Ferreyra Pérez
Mi tío, Axel y mi hermana, que fue la última en entrar al taller, me miraban con una cara de desaprobación y me atrevería a decir, que no solo era de eso, también era de horror. Yo no me había visto en dos días, pero debía parecer un guiñapo y una piltrafa humana, pues así me sentía totalmente. Me dolía mucho la cabeza y veía incluso algo borroso.
–Alondra, ¿Desde cuándo estabas aquí? – Preguntó mi tío – Me has dado un susto de muerte, pensé que algún ratero se había metido al taller.
No tenía ni la menor idea de lo que había pasado conmigo, ni me acordaba muy bien a qué hora había llegado al taller, solo que era el único sitio donde podía tomar a gusto, sin que nadie me molestara.
–No lo sé tío – Admití desanimada – Solo sé que vine a ahogarme en el alcohol, aquí.
Era lo único que me importaba, ahogar mis penas en el licor, entumecer tanto mi mente, que no pudiera recordar nada de lo que me había pasado y de lo que me estaba pasando.
–Esto es el colmo – Dijo mi hermana Anastasia – Me preocupé mucho, cuando Carmen, me ha llamado buscándote. Por cierto, siento mucho lo de David y tú.
Cada vez que lo nombraban, era como si una daga atravesara mi pecho, ese dolor nunca iba a dejar de doler, pero era mejor adormecer ese dolor, el alcohol me iba a ayudar a lograrlo, solo así puedo cerrar los ojos y no sentir.
–Cariño, debes tener frío – Axel se quitó el saco y me lo puso a mí – Tranquila Alondra, vas a estar bien. Te lo prometo.
–Gracias, pero a partir de ahora, no tengo a dónde ir. No tengo sueños, no tengo ilusiones y no tengo ganas de vivir, que es lo peor de todo.
Los tres me miraban con compasión y se podría decir, que hasta con lástima. Yo era una estúpida, por haber perdido el amor de David, el único hombre al que amaba y el que me había amado a mí, tanto que prefirió dejarme, que seguir conmigo para no hacernos más daño, por nuestras diferentes maneras de pensar. Me sentía mal, sin fuerzas, muy desilusionada, resentida, dolida, herida y lastimada. No sabía qué hacer con mi vida, yo no podía, ni quería vivir sin David. Así, nada tenía sentido, no quería saber de nada, ni de mí misma. Axel me tomó en sus brazos y me desahogué llorando desconsolada.
–Cariño, todo tiene solución. Ya no llores por favor – Axel, me consolaba – Vamos, para que te des un baño, comas algo y descanses cómo es debido.
No entendían que nada me iba a consolar, era lo peor que me había pasado, por primera vez me enamoraba de alguien, lo ponía por encima de todo y al final yo era la que había acabado en el piso, arrastrándome, pidiendo un poco de amor.
–Sí, Alondra, ve con Axel y con Anastasia – Me animó mi tío – Además, te he dado vacaciones, aquí en el taller.
–Gracias tío, pero da igual que tenga vacaciones si no tengo con quién pasarlas – Dije desconsolada – Mi novio, mi güero me ha dejado.
–Lo siento mucho – Mi tío se solidarizó conmigo – Pero, date tiempo tienes apenas 19 años y a esa edad todo parece una tragedia, tienes mucho por vivir y más chicos por conocer.
–Tío muchas gracias, por avisarnos que aquí estaba Alondra – Dijo Anastasia – Nos la vamos a llevar y te avisaré como sigue. Saludos a mi tía.
–Gracias Anastasia, vayan con cuidado.
–Hasta luego y gracias – Dijo Axel.
Salimos caminando los tres y yo, sentí que el piso se movía, tuve un mareo muy fuerte y Axel se dio cuenta de eso, él me llevó en sus brazos y me subió a su auto en la parte de atrás y después él y mi hermana Anastasia, se subieron en la parte de adelante. Axel encendió el auto y no me molesté, ni en preguntar a dónde íbamos, lo lógico era que iríamos a casa de Anastasia y así ocurrió. No supe ni cuánto tiempo hicimos, no vi nada en la calle, para mí todo era oscuridad. Axel me bajó en brazos nuevamente, en casa de mi hermana y me sentó en la sala.
–Alondra, yo creo que desayunamos y vamos al doctor – Dijo mi hermana – Te ves fatal y no quiero que te vayas a enfermar.
¿Para qué ir al doctor?, si él no me iba a curar el corazón, no iba a unir los millones de pedazos en que estaba roto, era una muñeca rota sin compostura, nada ni nadie podía curarme solo David y él ya no me quería ver en su vida, yo ya no era su consentida, yo estaba más muerta que la propia Lola, porque ella ya no podía sentir, pero yo sí y eso era morir en vida.
–Háganme un favor – Les dije a ambos – Déjenme morir en paz. No quiero desayunar, no quiero bañarme, no quiero ir al doctor, solo quiero una cosa y es a David, solo a él y si no lo puedo tener, que me cargue lo que me tenga que cargar.
Lloré desconsolada, hecha una furia, quería hacer pedazos todo lo que encontrara a mi paso, quería que apareciera alguien de la familia de esa estúpida, para desquitarme y para decirle, que, gracias a la imbécil de la muerta de Lola, mi vida se había ido al fondo de un pozo, pero no podía. Mi hermana quiso regañarme, lo pude leer en su mirada, pero Axel impidió que lo hiciera y se sentó a mi lado, para abrazarme nuevamente.
–Alondra, de amor no te vas a morir, cariño – Me dijo Axel – Sé que ahora mismo, te sientes demasiado mal y no te impediré que te desahogues. Por favor, saca todo ese dolor que llevas dentro, sabes que somos amigos y estoy para escucharte.
Pero él no era, el que estaba sintiendo este dolor, nadie sabía lo que me estaba pasando en realidad, mi vida se había acabado desde el momento mismo que David, se fue de mi lado, para que seguir viviendo si no lo iba a tener a él, para muchos era fácil decir, que esto se me iba a pasar, o que me desahogara, pero yo era la que llevaba este sufrir.
–Alondra, yo no he sabido ser tu hermana del todo – Dijo Anastasia – Pero, no me gusta verte así, ¿Quieres contarnos a Axel y a mí lo que pasó? Cuando Carmen me dijo, que David y tú, ya habían terminado, yo no lo podía creer.
Algo que ya no tiene solución, algo de lo que ya no quería hablar, porque me regresaba a ese día, el primer día que lo vi partir, y del que ya no hubo retorno, solo para decirme que era un final definitivo, para terminar de arrancarme el corazón y partirlo en millones de pedazos.
Narra Alondra Ferreyra Pérez–Pues créelo, hemos terminado y no quiero hablar del tema – Seguí devastada – No quiero vivir. No quiero sentir nada, quiero algo que anestesie el dolor y se quede ahí recluido en mi interior, para siempre. Por culpa de la imbécil de Lola, David me ha dejado, Axel vio cómo se puso el día de mi santo, en mi festejo.Como si esa mujer hubiera sido mejor que yo, por eso la defendió, yo no valí nada para él, ahí me di cuenta de que de nada valía decir que me amaba, si al final iba a preferir a una muerta que a mí.–Sí, me pude dar cuenta de eso, pero Alondra todos somos personas diferentes – Axel, quería calmarme – Tu chico, piensa las cosas de una forma que no las pensamos nosotros y está en su derecho, pero a mi forma de ver, eso no era razón contundente para terminar.Pero eso no era lo que David, pensaba, yo era la inhumana, la que se había burlado de una persona muerta, la que no tenía sentimientos y por eso había tomado la decisión de terminar, de dejarm
Narra David De María RamírezPasaron varios días después de la tragedia que ocasioné, en los cuales no me levantaba ni para bañarme. Me había descuidado totalmente, porque ya no me importaba verme guapo para nadie, ya nadie me estaría diciendo “mi güero hermoso” eso, ya había quedado atrás y lo cierto era, que cada día que pasaba a mí, me dolía más todo aquello. Me sentía muy mal y con el alma hecha pedazos, no quería sentir, no quería pensar, no quería ni comer y uno de esos días que lloré sin parar y que el tiempo que no lloraba, la pasaba durmiendo y tomando vino sin poder calmarme, mi madre entró a mi recámara para hablar conmigo.–David, no quiero que sigas sufriendo por Alondra – Dijo mi madre – Sé que la amas y sé también, que eres muy necio. Estoy segura que ustedes, son el uno para el otro, pero, como no quiero que eches a perder tu vida, ni que otra persona inocente pague por tu depresión, quiero que hablemos, de ti y de tu futuro.Todo mi mundo se había detenido, se había a
Narra David De María Ramírez–Lo siento mucho madre – Seguí llorando – Yo tampoco quisiera dejarte, pero sabes que es necesario. Al menos un tiempo, en lo que asimilo, que ella ahora ya no es mía. Además, aunque pierda el año, es lo de menos, si lo que se me está yendo es la vida.Sentía que se me iba esfumando de entre los dedos, por lo menos en Madrid, iba a evitar ver a mi consentida con otro, era lo que me iba a mantener, con menos dolor, pero al fin de cuentas, muerto en vida. –Hijo, cálmate por favor. No me gusta verte así. Debes retomar la vida que tenías antes de Alondra, debes salir con tus amigos en lo que vemos lo de Madrid. Casi todas las vacaciones, las has pasado aquí, sin comer, solo durmiendo y llorando y eso no es vida.Pero era lo que tenía ahora, de nada me servía salir con mis amigos, si iba a estar así, como me sentía, no quería estar dando lastima por donde fuera, mejor quedarme aquí, hasta que me pudiera ir a Madrid, no le veía el caso salir para no hacer nada.
Narra Alondra Ferreyra PérezAsí pasaron todas mis amargas vacaciones, en las que no hacía más que llorar a todas horas, no quería comer, no quería nada. La vida me daba igual, sin David, todos mis días eran iguales, tristes y vacíos, solo el alcohol anestesiaba en momentos mi dolor, pero para colmo esos días que tuve de vacaciones, apenas si me podía tomar una botella de vino al día, porque mi hermana se ponía en su plan y como estaba en su casa de arrimada, me tenía que aguantar. Las pobres de mis sobrinas, eran las que sufrían más con mi estado de ánimo, pues me escuchaban llorar todas las noches, cómo me dormía con ellas. Por eso un día antes de volver al Tec, mi hermana, entró a la recámara que compartía con sus hijas, para hablar conmigo.–Alondra, tenemos que hablar, no puedes seguir así – Me reprendió mi hermana – Sí es que quieres seguir viviendo aquí conmigo, necesitaré más ayuda tuya y de paso, se te va saliendo un poco ese estado depresivo que tienes.Como si fuera fácil,
Narra Alondra Ferreyra Pérez–No, eso no es cierto – Lloré histérica – Lo dices, porque a ti nunca nadie te amó, como David me ama a mí y porque a ti no te gusta como Tavo, te demuestra el amor. Pero lo de David y yo, es más que amar.Éramos el uno para el otro y no se pudo haber ido así nada más. Él tenía que regresar a mí, teníamos que empezar de nuevo, me iba a morir si mi güero se ha ido a Madrid, no le creía nada a mi hermana, estaba celosa del amor que nos teníamos David y yo.–Alondra, por favor despierta – Mi hermana me jalaba de los brazos – Si te digo que él se fue de México, es porque es la verdad. Es más, mañana Carmen, piensa ir a buscarte al taller de mi tío para invitarte a cenar y contártelo ella misma. Él se fue y tú, estás aquí. Tienes que dejar ir lo que sea, que sientas por él.No entendía como mi hermana me podía estar pidiendo eso, yo amaba a David con cada fibra de mi cuerpo, no lo iba a poder olvidar nunca, estaba enamorada de él desde el momento que lo vi por
Narra David De María RamírezIrme de México, me había dolido demasiado. Había sido un gran dolor en el alma, nunca antes me había costado tanto dejar atrás México, solo que esta vez, la había dejado atrás a ella, a mi consentida, a la única mujer a la que amaba de verdad y me dolía demasiado no estar aquí con ella, cuando soñaba que estuviéramos aquí juntos, como las dos veces anteriores que había venido a Madrid. Estaba en el piso de mi amigo Sabadelle, era uno de esos días que él estaba en una llamada y yo, no sé por qué sentí que me latía más rápido el corazón, pues algo me decía que quién lo llamaba, era ella, mi consentida. Lo vi colgar su móvil y mirarme cabizbajo, entonces un inmenso escalofrío sacudió todo mi ser.–David, era ella, colega – Me confirmó él – Está muy mal, está muy triste y me atrevo a pensar, que así ha estado, desde que ustedes ya no están juntos.Por supuesto que ella la estaba pasando mal, y yo había dejado que se tirara al suelo pidiendo mi perdón y no se l
Narra David De María RamírezMejor que no me dijera nada, si con todo esto que estaba sufriendo ya era suficiente, no se lo deseaba a nadie.–No hijo, por favor tienes que calmarte. David, no llores así, no es sano para nadie y ahora, si estás tan mal y te arrepientes de no estar con ella, entonces regresa y lucha por ella, pero no te destruyas así – Me aconsejó mi madre – Yo no quiero, saber que sigues en ese estado depresivo, te vas a enfermar.Ya nada me importaba, si me enfermaba o si me moría, porque no la tenía conmigo, y si eso me estaba destruyendo, que lo hiciera de una buena vez, la amaba más que a mí mismo, no podía ver un futuro sin ella, ni siquiera el día de mañana lo veía seguro, esto iba a acabar conmigo.–Quiero morirme madre – Grité destrozado – La amo, la necesito en mi vida. Cada mujer que veo, la comparo con ella, Alondra es mi amor, es mi vida, es mi princesa, mi todo, mi consentida.Necesitaba que la fuera a ayudar, si ella estaba peor que yo, algo le podía pasa
Capítulo 11. Un gran amor no se olvidaNarra Alondra Ferreyra PérezDesperté en un lugar desconocido para mí y me asusté demasiado, y al no ver a nadie conocido, hasta que me levanté un poco y vi a mi hermana Anastasia ahí sentada. Ella me miraba moviendo la cabeza negativamente hacia ambos lados, en señal de desaprobación y también de molestia.–Alondra, nos has dado a todos un susto de muerte – Me dijo mi hermana – Por eso te trajo una ambulancia al hospital.Al escuchar la palabra hospital, me asusté más, por más que pasara el tiempo no me gustaba estar en ese tipo de lugares,– ¿Qué? No, Anastasia, yo no quiero estar aquí, no quiero, solo quiero que nos vayamos a casa – Le supliqué – Sabes, que odio estar en estos lugares.–Te tuvieron que poner un suero vitaminado, te has desmayado y llevas un buen rato inconsciente – Me explicaba – No puedo creer, que te la estés pasando dañando de la peor manera posible tu vida, es el colmo Alondra. Una ruptura no es para que dejes todo y te hu