Nunca dejo de buscarla

La puerta de esa oficina se abrió, haciendo que el pequeño rechinar que siempre hacía, alertase a la persona que se mantenía tras el escritorio, pulcramente ordenado.

Los ojos fríamente azules que habían dejado de ver la pantalla de su portátil, vieron a la madura mujer castaña que lo veía casi con súplica, Caleb volvió sin interés su vista al ordenador.

—Diablos— soltó Adelaide cuando perdió su atención, entró a la oficina y cerró la puerta tras ella — Sigues decidido a ello –

Caleb se recargó mejor en el asiento de piel donde había estado sentado, su atención seguía cayendo a la imagen que la pantalla le mostraba.

—Vamos, Caleb, no tenemos por qué regresar, lo hemos hecho muy bien aquí— dijo ella que comenzó a vagar por la elegante oficina tapizada en madera, viendo como en las paredes se exhibían varias fotos, donde aparecían ella y él, junto a las personas que les habían abierto las puertas en ese mercado, volteó a ver a Caleb, pero éste mantenía su completa atención, ya no en lo
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