El miércoles temprano, al apenas entrar a su despacho, Leia se encontró con un Vicenzo de semblante serio, esperándola.—Hola— saludó la joven que otra vez mantenía su cabello recogido.El varón la notó y regresó su atención a ella, al haberse mantenido viendo los distintos diplomas de la joven abogada.—¿Necesitas algo? — preguntó al dejar su bolso y portafolios sobre el respaldo de la silla y escritorio respectivamente.Él asintió apretándose el puente de la nariz.Ella pensó que había hecho algo mal con su trabajo y trató de hacer memoria qué pudo haber sido, pero él interrumpió sus pensamientos.—Verás, tenemos un problema – dijo el hombre que se veía bastante estresado.—¿Qué es? Seguro lo arreglaremos— dijo recargándose a un costado de su escritorio.—El nuevo cliente, pide que seas tú quien se haga cargo de su cuenta— soltó secamente y la vio con seriedad.¿El nuevo cliente? Se pregunto mentalmente.Palideció. Ese era Caleb.—Pero yo estoy trabajando contigo— le recordó sin ent
Los días siguientes Leia lidió con el sinsabor del trato distante que se dio entre ella y Caleb. Al final, no había el dichoso equipo que pensaba formar; pues cada abogado o pasante, tenía una carga bastante grande de trabajo, Leia tuvo que dividir sus días entre el trabajo de Caleb y sus noches en el caso de Vicenzo.Con tan solo unas horas Leia pudo notar que la ensambladora había estado trabajando en números rojos y, que, al momento de absorberla, contraería desde ese momento deudas que no necesitaba, era un trato que traía más desventajas que ventajas, porque, además, según inventarios, el porcentaje de la maquinaria con vida útil, no era alto; aunque bueno, eso no era un problema para alguien como Caleb.Dejó de pensar en ayudarlo a obtener un trato justo para él, y se enfocó en darle únicamente lo que pedía: un
Con la luz de la luna llena entrando por la ventana de su habitación, Leia cerró los ojos y casi vibró, tocó sus labios y rememoró la sensación de los labios de Caleb fundidos en los suyos.Era tan estúpida, abrió los ojos y se acomodó con su espalda pegada al colchón, luego de abandonar la posición fetal, Caleb era el amor de su vida, había intentado olvidarlo e incluso se acostó con Connor creyendo que lo haría, pero no había salido muy bien y casi echa a perder todo.Connor era tan atractivo, tan elegante, tenía una forma de hacerle el amor que por momentos la hacía olvidar todo su pasado, era fuerte y pasional.Pero él era frío y no era él.No era Caleb, no tenía ese atrevimiento, ni ese descaro para hacerla avergonzarse y vibrar cuando la tocaba, ni e
—Sólo esta vez— presionó él al apoyar su mano en el escritorio, dispuesto a no dejarla pasar.Leia frunció el ceño al verlo.—¿Por qué? — preguntó seria. Que él se interesara en ese tipo de cosas, era muy peligroso para ella… y Edrick.—¿Estás o no con él? — presionó viéndola a los ojos. Los ojos azulinos atravesaron los azulinos buscando una verdad. Leia tensó su mandíbula.—Sí— dijo luego de un momento, viéndolo a los ojos.Él sonrió soberbio. Mentirosa.Apoyó la otra mano y ella se tensó y desvió su rostro, pues los labios de Caleb quedaron casi sobre los suyos.La proximidad de sus cuerpos comenzó a hacerles mal.
Caleb la penetró con la lengua y ella no pudo callar un gemido. Gracias al cielo que el lugar estaba vacío, o eso creía. El rubio bebió de su sabor y recorrió su lengua entre su sexo, entreteniéndose ventajosamente en su clítoris. Leia tembló. Él presionó ese punto sensible con su lengua y succionó con fuerza el mismo, mientras que su dedo medio frotaba el interior caliente de Leia. Ella sólo pudo seguir temblando.Caleb era su muerte.Sabía exactamente qué y dónde tocar, para hacerla sudar, gemir y hasta llorar.Comenzó a faltarle el aire.—Mierda— él gruñó cuando no pudo esperar por su orgasmo ahí abajo. Se puso de pie y comenzó a besarle los labios. Los brazos de Leia le rodearon el cuello cuando casi pierde el equilibrio. La mano izquierda
Una vez en su casa vacía, Leia se duchó y buscó no pensar hasta no tener la cabeza fría. Encendió el televisor mientras se cambiaba y aun así su cabeza la traicionó.¿Qué estaría haciendo Caleb en ese momento? ¿Qué pensaría de ella?¡Dios!... él sí la buscó.Exhaló y cerró sus ojos preocupada.«Que te buscara no cambia nada» le recordó su parte sensata. «Desde un principio no quería dejarte ir, ¿recuerdas?»La cobriza se sentó en su cama mientras terminaba de secar su cabello.Era cierto.Que Caleb la buscara no cambiaba el hecho de lo que le dijo, no cambiaba sus pensamientos ni tampoco borraba sus palabras respecto a un hijo.«&i
—Caleb… ¿qué, qué ocurre? — preguntó con cierta desconfianza, pues sus asuntos laborales ya no eran de urgencia.—Necesito verte— fue cortante.Leia asintió —¿Ocurre algo malo? –—Dímelo tú – le respondió.—¿Perdón? –—¿Vienes o voy? –Leia frunció el ceño —¿A la ensambladora? –—Justo aquí –Ella tuvo una sensación de angustia formándose en su garganta. Exhaló despacio —Dame treinta minutos— pidió.Ella esperó en la línea a que él dijera algo más, pero Caleb colgó. Leia dejó escapar el aliento y luego de
—¡No tienes idea de las malditas noches que pasé pensando en todo lo que pude haber dicho para que te quedaras! Para que me eligieras a mí. No sabes cuánto te busqué – lloro Caleb sufriendo.Leia tembló.—Y cuando te encontré, preferiste alejar a nuestro hijo, dejándolo con mi madre— dijo, dejando para otro momento ese otro punto que Leia, traidoramente, había ocultado — todo para que yo no lo conociera, ¿Qué querías? ¿Qué me largara y nunca la viera? –Ella negó.—¿Por qué demonios me dejaste follarte y no dijiste algo tan importante como eso? ¡¿Por qué?!— alzó la voz y ella casi respingó — Te dije todo lo que te había extrañado y también buscado, ¿por qué no lo