Horas más tarde, la fogata que Leia le preparó a su hijo para azar los malvaviscos que había comprado, estaba agotándose en medio del jardín trasero, Kristel y la cobriza seguían sentadas en los pequeños cojines a un costado de ésta.Kristel todavía jugaba a tostar uno de sus bombones mientras se aclaraba la garganta para abordar un tema más serio.Arriba, en la habitación, Edrick ya dormía acompañando a su abuela.—Y entonces, ¿piensas decirme ya? – cuestiono la castaña.Los ojos entre azulinos y verdosos de Leia brillaron al estar observando la fogata que poco a poco disminuía su tamaño, era más de media noche y luego de que Edrick se fuese a duchar y dormir, ellas permanecieron ahí.—No hay mucho qué decir, sólo lo que ya hice— respondió Leia con voz baja, pensativa.—¿Cómo qué no? Que Caleb venga desatará un pequeño infierno, puedes perder a tu hijo— le recordó.—Por supuesto que no— respondió Leia de inmediato y decidida — Ninguna ley le quitará un hijo a su madre –Kristel lo to
La segunda noche de ese fin de semana cayó sobre la ciudad, Caleb suspiró y echó su cabeza hacia atrás, recargándola en la pared del balcón ubicado en el departamento, que desde el día anterior ocupaba, su mano derecha pendía de su cuerpo sujetando un grueso vaso semivacío con whisky de malta.Sus ojos azules y fríos se clavaron en la enorme ciudad que se extendía bajo el negro cielo, sus pensamientos no salían, manteniéndose presos tras la casi rabia en sus ojos, una suave brisa ondeó su largo y suelto cabello, haciendo pasar un mechón por encima de su hombro desnudo y él no se inmutó.Mañana tenía asuntos qué atender. Su estómago ardió en molestia.Dio un último sorbo a su escocés y tragó pesadamente el líquido quemante, abandonó el vaso en una mesita colocada a un par de pasos de él y dio un último vistazo a la ciudad, ingresó a la habitación portando todavía únicamente su pantalón de dormir y terminó por secarse el cabello, sus brazos se alzaron para alcanzarlo, estirando su torso
Durante la mañana Leia se había despedido de su hijo y le había explicado que durante un tiempo se quedaría con su abuelita, sólo que esta vez no sería sólo el fin de semana o vacaciones, esta vez podría ser un poco más, Scarlett lo llevaría y recogería de la escuela porque ella, Leia, su mamá, saldría de la ciudad por trabajo.Otra mentira a la lista, pensó Leia, pero si así lo mantenía a salvo, estaba bien.El día siguiente extrañó a su hijo en casa, pero supuso que no se había equivocado en su decisión, cuando un par de veces se había encontrado con Adelaide al salir de su trabajo. Esa mujer no le daba buena espina y supuso que también de ella debía cuidarse.Sus compañeros de trabajo solían mantenerse al margen de su vida privada y salvo Vicenzo y Carla de los presentes, nadie más sabía de la existencia de su hijo, así que como un favor especial les pidió mantener aquello en secreto, la chica aceptó de inmediato sospechando que algo ocurría con Leia y ese hombre de ojos azules, pu
El miércoles temprano, al apenas entrar a su despacho, Leia se encontró con un Vicenzo de semblante serio, esperándola.—Hola— saludó la joven que otra vez mantenía su cabello recogido.El varón la notó y regresó su atención a ella, al haberse mantenido viendo los distintos diplomas de la joven abogada.—¿Necesitas algo? — preguntó al dejar su bolso y portafolios sobre el respaldo de la silla y escritorio respectivamente.Él asintió apretándose el puente de la nariz.Ella pensó que había hecho algo mal con su trabajo y trató de hacer memoria qué pudo haber sido, pero él interrumpió sus pensamientos.—Verás, tenemos un problema – dijo el hombre que se veía bastante estresado.—¿Qué es? Seguro lo arreglaremos— dijo recargándose a un costado de su escritorio.—El nuevo cliente, pide que seas tú quien se haga cargo de su cuenta— soltó secamente y la vio con seriedad.¿El nuevo cliente? Se pregunto mentalmente.Palideció. Ese era Caleb.—Pero yo estoy trabajando contigo— le recordó sin ent
Los días siguientes Leia lidió con el sinsabor del trato distante que se dio entre ella y Caleb. Al final, no había el dichoso equipo que pensaba formar; pues cada abogado o pasante, tenía una carga bastante grande de trabajo, Leia tuvo que dividir sus días entre el trabajo de Caleb y sus noches en el caso de Vicenzo.Con tan solo unas horas Leia pudo notar que la ensambladora había estado trabajando en números rojos y, que, al momento de absorberla, contraería desde ese momento deudas que no necesitaba, era un trato que traía más desventajas que ventajas, porque, además, según inventarios, el porcentaje de la maquinaria con vida útil, no era alto; aunque bueno, eso no era un problema para alguien como Caleb.Dejó de pensar en ayudarlo a obtener un trato justo para él, y se enfocó en darle únicamente lo que pedía: un
Con la luz de la luna llena entrando por la ventana de su habitación, Leia cerró los ojos y casi vibró, tocó sus labios y rememoró la sensación de los labios de Caleb fundidos en los suyos.Era tan estúpida, abrió los ojos y se acomodó con su espalda pegada al colchón, luego de abandonar la posición fetal, Caleb era el amor de su vida, había intentado olvidarlo e incluso se acostó con Connor creyendo que lo haría, pero no había salido muy bien y casi echa a perder todo.Connor era tan atractivo, tan elegante, tenía una forma de hacerle el amor que por momentos la hacía olvidar todo su pasado, era fuerte y pasional.Pero él era frío y no era él.No era Caleb, no tenía ese atrevimiento, ni ese descaro para hacerla avergonzarse y vibrar cuando la tocaba, ni e
—Sólo esta vez— presionó él al apoyar su mano en el escritorio, dispuesto a no dejarla pasar.Leia frunció el ceño al verlo.—¿Por qué? — preguntó seria. Que él se interesara en ese tipo de cosas, era muy peligroso para ella… y Edrick.—¿Estás o no con él? — presionó viéndola a los ojos. Los ojos azulinos atravesaron los azulinos buscando una verdad. Leia tensó su mandíbula.—Sí— dijo luego de un momento, viéndolo a los ojos.Él sonrió soberbio. Mentirosa.Apoyó la otra mano y ella se tensó y desvió su rostro, pues los labios de Caleb quedaron casi sobre los suyos.La proximidad de sus cuerpos comenzó a hacerles mal.
Caleb la penetró con la lengua y ella no pudo callar un gemido. Gracias al cielo que el lugar estaba vacío, o eso creía. El rubio bebió de su sabor y recorrió su lengua entre su sexo, entreteniéndose ventajosamente en su clítoris. Leia tembló. Él presionó ese punto sensible con su lengua y succionó con fuerza el mismo, mientras que su dedo medio frotaba el interior caliente de Leia. Ella sólo pudo seguir temblando.Caleb era su muerte.Sabía exactamente qué y dónde tocar, para hacerla sudar, gemir y hasta llorar.Comenzó a faltarle el aire.—Mierda— él gruñó cuando no pudo esperar por su orgasmo ahí abajo. Se puso de pie y comenzó a besarle los labios. Los brazos de Leia le rodearon el cuello cuando casi pierde el equilibrio. La mano izquierda