Había pasado una hora y aún no podía reconciliar el sueño, cogí nuevamente mi celular, y no había ningún mensaje. ¿Realmente lo inventé todo? No estaba segura de que había oído desde el otro lado del teléfono, pero ninguna de las voces, era de él. Cuando no podía dormir, solía llamarlo para que me contara alguna pequeña historia o una experiencia graciosa que haya tenido, hasta que me quedara dormida; su voz era mi canción de cuna y sin haberme dado cuenta, no lo veía solo como un amigo, lo veía como mi protector, la persona con la que nunca me gustaría tener peleas.
—Hola, Isabel —dijo mi mamá al entrar a mi cuarto. Su sexto sentido de madre sabía que algo me ocurría.—Hola.—Sentí que mi hija aún no podía reconciliar el sueño, ¿estoy en lo correcto?—No te equivocas.—¿Quieres hablarlo? Puedo dejar de ser tu mamá y ser tu amiga.—Te agradezco, pero son cosas de adolescentes.—¿Tiene que ver con Aarón?—¿Cómo…?—Los he visto —me interrumpió. Estupendo, mi mamá conocía más de mí que yo de mí misma—, pero más lo he visto a él, como te mira, y como está para ti siempre.—¿Viste nuestro beso?—Claro que sí, los vidrios eran transparentes.—Que bochornoso —tapé mi cara con la colcha.—No, fue lo más tierno que ha pasado entre ustedes dos —me quitó la colcha de la cabeza. —Herí sus sentimientos.—¿Cómo?—Él me preguntó si me fijaría en él si perdiera peso y fuera delgado como yo, le dije que sí, mientras no dejara de ser él mismo, pero no sonó así.—Y en verdad, ¿te importa su físico?—No, y eso era lo que quise decir, pero lo vi tan ensimismado en cambiar su aspecto que respondí eso como forma de apoyo.—Pero crees que no lo tomó así.—No, es que me sorprendió con su pregunta, siempre fuimos amigos, los mejores, y nunca lo había visto tan inseguro de su físico.—De seguro hay algo más.—Lo hay, él cree que por su culpa no puedo tener amigos.—¿Cómo por culpa de él?—Mamá, nadie quiere ser nuestro amigo porque él es gordo.—¿Les hacen bullying? Debería ir a hablar con el director.—No, mamá. Estoy segura de que encontraremos la forma de cómo arreglarlo entre los dos. Pero eso es lo que cree él.—Si en verdad te importa mucho tu amigo, probablemente tengas que recordarle todos los días, que lo quieres por tal como es él.—Pero él lo sabe.—No, hija. Nunca demos todo por sentado, y en estos momentos él necesita a su mejor amiga. —Lo sé, le mandé una carta junto a mis apuntes.—Entonces, ¿solo eso te molesta? —preguntó mirándome fijamente como si buscaba que dijera lo contrario.—Sí, era solo eso, ¿tú hablaste con su mamá?—Sí, el doctor les dijo que era algo viral.—¿Nada más?—No quiso decirme nada más, tú hablaste con él, ¿te dijo algo?—Nada en especial, solo lo que un enfermo diría —me reí y ella también.—Espero haberte ayudado, hija. Debes descansar o no te podrás levantar mañana.Se despidió de un beso en la frente y me dejó nuevamente sola en el cuarto. Di varias vueltas antes de que pudiera reconciliar el sueño. Nunca pensé, que, no poder dormir bien una noche, me provocaría una pesadilla entre los dos.—Hola, Isabel —dijo Aarón, quien me abrazaba por detrás.—¿Aarón? —su voz era más grave y la fuerza de su tacto era aún mayor.—¿Te asusté?—Sí —me di la vuelta, pero no estaba. ¿A quién le estaba hablando?—Estoy acá.A lo lejos, lo vi detrás de un árbol haciéndome señas. Me acerqué con recelo, y cuando estábamos a poca distancia, su aspecto era otro, no lo reconocí, se veía demacrado y tenía una mirada que denotaba desconfianza y habilidad para atacar en cualquier momento de inseguridad. —¿Qué te pasó? —pregunté muy preocupado mientras recorría su rostro con mis dedos fríos.—Tu tacto… —quitó mis dedos con delicadeza.—Lo siento, hace mucho frío y sabes cómo se ponen mis manos.—En cambio mis manos son cálidas.—Pero no lo están… —toqué su frente y también estaba a la misma temperatura—. ¿Te sientes bien?—Sí, no te preocupes —me rodeó con sus brazos y fue el abrazo más incómodo que he recibido—. Es el precio para lucir perfecto frente a tus ojos.—¿Qué? —pregunté confundida mientras me alejaba—. ¿De qué estás hablando?—Dijiste que te fijarías en mí si fuera más delgado, y encontré una forma más rápido de conseguirlo, porque no quiero perder más tiempo si no es contigo.—Aarón, no quise decir eso, ya eres perfecto para mí como estás ahora.—¿Incluso gordo?—Sí.—¿Por qué no lo dijiste antes?Su semblante cambió, estaba dispuesto a atacarme sin importar que. Tomé distancia y coloqué mis brazos sobre mi pecho para protegerme. Él solo rio y se tornó todo negro.Levanté sudando y con escalofríos. Miraba de un lado a otro para estar segura de que solo fue una pesadilla, ¿cómo era posible que todo esto me estuviera carcomiendo? Cogí mi celular y con lo que me quedaba de batería, llamé nuevamente a Aarón, no esperaba que lo hiciera, ya que eran las tres de la mañana, pero lo hizo.—¿Isa? —preguntó para estar seguro de que no era un sueño.—Lo siento, Aarón, no quería levantarte, yo… —dije, pero mi voz temblaba y no podía articular bien las palabras. —Isabela, ¿qué ocurre?, ¿por qué estás temblando?—Tuve una pesadilla.—¿Qué más sientes?—Desperté sudando y con escalofríos.—Tócate la frente, ¿tienes fiebre?—No.—Levanta a tus padres, por favor.—No quiero alarmarlos.—Tienes que hacerlo, Isa.—No, solo dime que tengo que hacer, tú eres el inteligente entre nosotros.—Tú también lo eres —nos reímos—. ¿Te puedes levantar?—Sí, creo que sí.—Necesitas bañarte en agua tibia, luego te arropas de la cabeza hasta los pies con tu colcha de chanchitos.—¡Oye, no me sonrojes!, pero ¿funcionará?—Sí, si funcionó conmigo, también lo hará contigo. Vuélveme a llamar cuando te hayas arropado.Cerré la llamada y seguí cada paso que me dijo. Me quedé unos minutos en la bañera. Salí, me sequé por completo, cogí la pijama más abrigada con una chompa y me acosté en la cama con el celular en la mano y la colcha encima.—Hola.—Hola, guapa, ¿te sientes mejor?—Sí, un poco.—¿Quieres hablar de tu pesadilla?—No por ahora.—Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad?—Sí, pero es una pesadilla tan mala que te haría reír —mentí.—No creo que me haga reír porque te asustó bastante.—Solo no quiero que te avergüences de tu mejor amiga.—Nunca lo haría —esperó unos minutos y continuó—. ¿Quieres que te haga compañía?—Sí, solo hasta quedarme dormida.—¿Quieres que te cuente una historia?—No, solo quédate en la llamada hasta que mi celular se descargue. Solo quiero oírte respirar y roncar.—Oye, yo no ronco.—Claro que sí.Nos reímos y ambos dejamos el celular a un lado de nuestra almohada, oírlo respirar realmente me calmaba. Caí en un sueño profundo.—Me encantaría estar durmiendo a tu lado, como lo solíamos hacer cuando tus padres nos dejaban a solas. Así te podría proteger siempre —susurró a través del teléfono.Eran las cinco y quince de la mañana y el cielo apenas se iba aclareciendo. Me levanté por un vaso de agua y no me había percatado que ahora me sentía mucho mejor. Ya no temblaba ni tampoco sudaba. Todo gracias a él. Corrí hasta la cama y cogí mi celular. Estaba descargado, así que era probable que la llamada se haya terminado antes de que uno de los dos hubiese querido. Lo conecté al cargador y esperé unos minutos para volverlo a prender. Mi mamá tocó la puerta.—Hija, tendrás que prepararte el desayuno, tu padre se siente muy enfermo y voy a llevarlo al doctor. Te dejo sus llaves sobre la mesita de la sala.—Está bien, mamá. —Te mandaré un mensaje apenas salgamos del doctor, no tienes que responder si estás en clases.—Igual lo haré.—Cuídate y ten cuidado al salir.Ambos nos despedimos a través de la puerta. Comencé a arreglarme y a guardar mis cosas en la maleta. La cerré y me dirigí a la cocina para prepararme un sándwich y comerlo rápido en la pequeña mesa. Me lavé los dientes
Ingresamos a la oficina del director. Andrew estaba sentado en la silla, molesto y con los brazos cruzados. Aarón, por su parte, estaba tranquilo y no apartaba la mirada de mí, quería asegurarse de que estuviera bien.—¿Cómo se siente, señorita Niño? —preguntó el director preocupado.—Estaré mejor —dije en voz baja.—Andrew tiene algo que decirle —lo miró directamente esperando hasta que él se levantara.—Te pido disculpas, Isabel —dijo Andrew, con el tono más hipócrita que jamás había oído.—¿Puedes dejar de ser tan hipócrita? —dijo Aarón con tono burlón.—Y a ti, ¿qué te pasa gordito? —dijo Andrew desafiante.—No fue una disculpa sincera.—Por favor, compórtense, o ambos serán sancionados —dijo el director molesto. Se dirigió a mí—. Podría señorita Isabel, explicarnos cómo pasó.Andrew comenzó a ver a todas partes cuando comencé a relatar la historia, mientras que Aarón mantenía su mirada sobre mí. Quería transmitirme apoyo y seguridad. Apenas terminé de contar la historia, el direc
Pese a que intenté detenerlo con todas mis fuerzas, mis manos no respondían, se sentía tan bien, que no quería que parara. Cogí de su pierna a través de la tela de su pantalón e incliné mi cabeza en tal forma que pudiera recorrer más de lo que ya había hecho.—¿Estás segura, Isabel? Tu mamá está abajo.—Pensé que se había ido con mi padre.—No, ella se quedó.—Es que yo…Colocó sus dedos casi sobre mis labios dejando un espacio invisible para callarme. Lo miré directamente a los ojos y luego a su boca. Él hizo lo mismo y comenzó a besar mi cuello sin detenerse. Me tenía ganas y yo también a él, pero ¿eso está bien?—No hagas ningún ruido, no queremos que tu mamá nos rete.—Espera —ahogué mi gemido y me separé de él—. Esto no está bien, no podemos.—Pero queremos.—¿Qué ocurre contigo?—¿Qué tiene de malo? Nos gustamos, lo aceptamos y ahora solo actuamos como una pareja…—Ahí está —lo interrumpí—. No somos una pareja, pero actuamos como tal.—¿No quieres ser mi pareja?¿Me estaba pidie
Intenté dormir, pero los murmullos del otro lado de la llamada no me dejaban. Cogí mi celular, y pude ver que la llamada aún estaba activa. De seguro mis padres me matarán por llamar tanto en menos de un mes. Los sonidos eran irreconocibles y por un momento creí que podrían ser sus padres conversando en el pasillo. A Aarón le encantaba cerrar su cuarto, ya que era amante de la privacidad, y que no lo hiciera me preocupaba aún más. Preferí ignorar e irme al baño. Cuando salí de él, regresé a la cama y noté que mi celular se había apagado. Necesito uno nuevo, a este casi no le dura la batería. Lo conecté al cargador y al enchufe de mi pared y me dormí de nuevo.—Hija, es hora de levantarte —dijo mi madre al tocar mi puerta.—Ya me levanto, mamá.—Tienes menos de media hora para estar lista antes de que el expreso te recoja.—No me demoro.Como nunca me bañé y me vestí en tan poco tiempo. Salí de la casa con mi papá y nos dirigimos a “mi estación”. El expreso pasó a los cinco minutos y m
Sus ojos se volvieron dorados, ¿era posible?, ¿o estaba delirando? De seguro que era la luz del centro comercial. Tragué saliva y busqué las palabras más adecuadas para su temperamento.—Andrew.—Ese hijo…—¡Aaron!, ¿qué ocurre contigo?Todas las miradas se giraron hacia nosotros. Podía sentir el calor subiendo a mis mejillas por la vergüenza. Aarón respiró fuerte y se me acercó con cautela. Sabía que estaba enojada con él por su comportamiento. Me regresó la maleta y me pidió con señas que lo esperara mientras se dirigía al baño. Me senté cerca y miré como las miradas se esparcían hacia otro lado. Fuimos el boom del momento. Aarón demoró más de media hora en salir, por lo que me estaba preocupando. Le escribí un mensaje, esperando que me pudiera responder, pero no lo hizo.Cuando salió, estaba más calmado y sus ojos regresaron a azules. Los que tanto me gustaba. Pero me seguía preguntando ¿acaso vi mal?—¿Te sientes mejor? —pregunté preocupada.—Sí, lo siento, sé que me precipité…—P
No recuerdo en qué momento me quedé dormida mientras lo abrazaba; pero ahí estaba, inconsciente y bajo su protección. Mi celular sonó. Aarón cogió mi celular al ver que no me levantaba y respondió en mi lugar.—Hola —respondió Aarón.—Hola, Aarón, ¿está Isabel contigo?—-Sí, se quedó dormida.—No la levantes, tus padres la llevarán a tu casa, porque no podemos ir a verla en este momento. Tuvimos que salir de emergencia y nos demoraremos.—Le diré apenas se levante.—Gracias, Aarón.Cerraron la llamada y Aarón esperó hasta que me levantara. Al hacerlo, sobó mi cabeza con delicadeza.—Lo siento, no me di cuenta en que momento me quedé dormida —me asusté y cogí rápidamente mi celular. No tenía llamada de mamá.—Hablé con tu mamá, vendrás a mi casa hasta que te puedan recoger.—¿Pasó algo?—No estoy seguro, solo me dijeron que tuvieron que salir por una emergencia y que demorarían, de todas formas, mis padres están enterados.—¿Y ellos te han llamado?—No, pero ya mismo lo han de hacer.—
Mis padres llegaron más rápido de lo que pensaba. Me despedí de la familia de Aarón. Subí al carro y miré a mis padres, quienes estaban callados.—¿Pasó algo? —pregunté preocupada.—La abuela tuvo una caída y se pegó la cabeza. La llevamos a emergencias, pero dicen que puede ser tumor —respondió mamá.—¿Ahora dónde está? —no pude evitar comenzar a llorar.—Está en cuidados intensivos. Tu abuela es fuerte, saldrá de ahí.—¿Qué pasará con su enfermedad?—La van a chequear si pueden operarla.—¿Y pueden?—Es probable que no, tu abuela ya es muy mayor, sería un riesgo completo.—Lo siento, hija —dijo mi padre.Llegamos a casa, tomé una ducha rápido y llamé a mi mejor amigo. No contestó. Boté mi celular al piso y abracé con todas mis fuerzas mi almohada hasta quedarme dormida.La luz del sol me golpeaba en la cara, ¿ya era de mañana?, ¿qué tanto dormí? Me di la vuelta y al hacerlo sentí un bulto alado mío. Me restregué los ojos y miré. No podía creerlo.—¿Aarón? —pregunté somnolienta—. ¿En
Salimos tarde del hospital. Íbamos a dejar a Aarón a su casa, pero sus padres llamaron pidiéndonos de favor si podía quedarse hasta el día siguiente en nuestra casa. Tuvieron que salir y no regresarían hasta el día siguiente.—¿Entonces tendremos pijamada? —bromeó Aarón.—Sí —respondí un poco emocionada—. ¿Tienes algo en mente que podamos hacer?—¿Aún tienes el Monopolio?—Sí —lo saqué de mi armario y lo coloqué en la cama.—¿Quieres apostar?—No soy fan de apostar.—No tiene que ser dinero, podemos jugar a verdad.—El que pierde responderá cualquier pregunta del otro…—No —me interrumpió, mientras me miraba con sonrisa pícara—. Cada vez que alguien caiga en la propiedad del otro, responderá.—Yo…—Si no quieres podemos solo jugar.—Sí, será mejor que sea así —Aunque soy mejor que él jugando, aún no estaba preparada para abrir mi corazón por completo y estoy segura de que él tampoco, aunque demostrara lo contrario—. Lamento que tengas una amiga tan aburrida.—No lo eres, eres la perso