El vestido

Sus ojos se volvieron dorados, ¿era posible?, ¿o estaba delirando? De seguro que era la luz del centro comercial. Tragué saliva y busqué las palabras más adecuadas para su temperamento.

—Andrew.

—Ese hijo…

—¡Aaron!, ¿qué ocurre contigo?

Todas las miradas se giraron hacia nosotros. Podía sentir el calor subiendo a mis mejillas por la vergüenza. Aarón respiró fuerte y se me acercó con cautela. Sabía que estaba enojada con él por su comportamiento. Me regresó la maleta y me pidió con señas que lo esperara mientras se dirigía al baño. Me senté cerca y miré como las miradas se esparcían hacia otro lado. Fuimos el boom del momento. Aarón demoró más de media hora en salir, por lo que me estaba preocupando. Le escribí un mensaje, esperando que me pudiera responder, pero no lo hizo.

Cuando salió, estaba más calmado y sus ojos regresaron a azules. Los que tanto me gustaba. Pero me seguía preguntando ¿acaso vi mal?

—¿Te sientes mejor? —pregunté preocupada.

—Sí, lo siento, sé que me precipité…

—P
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