Andrew tomó aire en repetidas ocasiones antes de mirarnos a los dos a los ojos. Sudaba del nerviosismo. El hecho de que solo fuéramos los tres en el balcón le daba un poco de seguridad.—Sé que me odian, yo me odio a mí mismo, lo que hice estuvo muy mal y ustedes no se lo merecía —dijo Andrew con la voz quebrada. Nos miró esperando que dijéramos algo—. No espero que me perdonen, solo quería que me escucharan,—Yo te…—El daño ya está, todos en el colegio recordarán la pelea que tuvimos por algo que tú mismo lo provocaste. Así que, yo no podría perdonarte.—Pero yo sí.Ambos se me quedaron mirando atónitos, hasta yo misma me pregunté, ¿estás segura de lo que estás diciendo? Aarón apretó más mi cintura, ¿no estaba de acuerdo?—¿Tú, Isabela? —preguntó nuevamente Andrew, como si se hubiese equivocado al oírme—. Debo admitir que no me lo esperaba.—Ni yo tampoco, pero no sirve de nada guardarte rencor y además, ya no estás en nuestro colegio.—Lo que hice y que me rechazaran en algunos col
Nos sentamos en una esquina donde no nos pudieran ver. Todos estaban concentrados en sus cosas mientras disfrutaban en la piscina. Nos sentamos frente a frente y esperé que él dijera algo, pero no lo hacía.—¿Atacaste a Andrew? —pregunté en susurro para que nadie nos pudiera oír.—¿Cómo puedes decir eso? —Se puso a la defensiva y sus ojos regresaron a la normalidad.—Entonces, ¿qué pasó? Recuerdo que dijiste que él no se iría hasta que tú lo decidieras.—No lo dije literal…—Lo dijiste literal, luego de eso no recuerdo nada.—Es verdad, lo dije, pero no lo ataqué, no sería capaz.—Si lo eres, te he visto pelear con él y perder el control. Solo quiero que me digas la verdad.—Solo le dije eso porque quería que él supiera que no tenía que acercarse a ti, nunca más —miró a otro lado y luego regresó su mirada hacia mí, molesto y a la vez confundido—. ¿Estás defendiéndolo?—No, demonios, Aarón. Solo quiero saber la verdad. ¿Estabas amenazándolo?, ¿por qué te sangraba el labio? ¿lo atacaste
Llegamos a la playa y mis padres alquilaron sillas y sombrillas, tres en total; unas usarían mis padres, la otra los padres de él y la última la compartiría con Aarón. No recordaba lo mucho que me gustaba pisar la arena con mis pies descalzos y lo caliente que se sentía entre mis dedos. Me coloqué un poco de bloqueador y eché mi cabeza para atrás. Se sentía tan bien, que había ignorado a Aarón por unos minutos hasta que se sentó en frente de mí.—¿Me puedes oír? —preguntó Aarón mirándome fijamente.—Lo lamento, había olvidado por completo lo bien que se sentía estar en la playa.—Deberíamos venir más seguido.—No, eso sería mucho pedir a tus padres, y no queremos molestar.—Siempre tan modestos.—¿Querías decirme algo?—Vamos a nadar un rato a la playa.—No me digas que tienes tabla de surfear.—No, no tengo una —se rio—, si la tuviera la hubiese traído.—¿Qué hay de la marea?—Estaremos bien, yo cuidaré de ti.—Eso es un alivio.Le dijimos a nuestros padres donde estaríamos y entramo
Lo miré a los ojos y noté que era sincero con su preocupación. Me ayudó a sacudir la arena de mi ropa y de mi cabello. Me había despeinado en menos de un minuto y él estaba ahí intentando arreglarme lo que podía. Le sonreí.—Gracias —dije al acortar nuestra distancia—. No vuelvas a dejarme sola.—Lo siento, fue imprudente de mi parte, no tenía que hacerlo, pero confié mucho en el guardia.—Ese guardia nunca notó mi presencia ni tampoco oyó los gritos.—¿Gritos? —disimuló sorpresa.—Sí, ¿no los oíste? Por eso me preocupé por ti, pensé que algo te había pasado.—No —me sonrió como si tramara una broma de por medio—. ¿Estabas preocupada por mí?—No seas presumido.—¿Estabas a punto de poner en riesgo tu vida por mí?—No sigas —ambos nos reímos—. ¿Podemos regresar a casa?—Seguro.Cuando regresamos eran las doce de la noche. Nuestros padres seguían dormidos. Estaban todas las luces apagadas, y apenas se oía a los vecinos festejar un cumpleaños.—¿Podemos quedarnos en la sala?—¿Qué ocurre
El sol apenas entraba por la ventana de la sala. Me di la vuelta y Aarón estaba a mi lado. ¿Por qué no se levantó? Me encantaba verlo dormir, se veía tan tranquilo, acaricié su cabello y apenas se movió. Me acerqué más y nuestros labios estaban a unos centímetros.—Si sigues así no podré resistirme a un beso —dijo con los ojos cerrados.—Detente, pensé que no te ibas a quedar dormido.—Debió ser el cansancio que me consumió.—¡Qué te consumió!, ¿por qué de repente hablas de esta forma?—No sé de qué hablas.Lo miré otra vez, y tenía los ojos cerrados. ¿Era sonámbulo? ¿y desde cuándo? Me lo quedé mirando y no se levantó en ningún momento. Me levanté y me fui al otro sofá, no nos podíamos arriesgar, aunque fuéramos mejores amigos, sería muy raro.—¿Isabel? —dijo mi nombre aún dormido.—Aquí estoy —coloqué un cojín a su lado para que pudiera abrazarlo y creyera que era yo. Funcionó—. Sigue durmiendo.—Nuestros padres…—No te preocupes, no nos descubrirán.—¿Cómo puedes estar segura?—Sol
La madrugada llegó y mi estómago rugía, no fue buena idea no merendar. Sobé mi estómago varias veces, como si eso pudiera ayudar en algo, pero no funcionó, no podía pelear contra el hambre. Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina, sin hacer mucha bulla.—Llegaron como hace media hora, les dije que estabas durmiendo para que no te despertaran —dijo Aarón sentado desde el comedor.—¡Dios! Que susto me diste, Aarón.—Me quedé preocupado por lo que no comiste.—No tenías de qué preocuparte.—Lo sé, aún así te dejé un sándwich en la refrigeradora.—¿Lo preparaste para mí?—Sí, siempre te protegeré y estaré pendiente de ti.—Es muy amable de tu parte, ¿crees que me haga daño?—Más daño te hará no comer.Tenía razón y me senté junto a él después de calentar mi sándwich. Él permaneció en silencio y sabía que era porque algo le molestaba. Terminé mi merienda pequeña de la madrugada y lo miré. Él tenía la mirada perdida evitaba hacer contacto conmigo.—Si estás así por lo de hace una hora
“Dulces sueños” lo oí varias veces en mi cabeza, pero no estaba segura de que fuera real o si era parte de mi sueño. Intenté levantarme, pero se sentía tan bien, muchos creerán que perdí la cabeza, ya que no había imágenes, solo una pantalla negra sin movimiento. ¿Qué me ocurría?, ¿era algún efecto de la pastilla?—¿Le diste de tu mismo sándwich, hijo? —preguntó Aldo, el padre de Aarón.—No, papá; yo le preparé aparte, sé que debo tener cuidado con la comida que comparto.—Debe mantenerse de esa forma, no sabemos de qué forma reaccionará el resto.—¿Crees que se sentirá mejor?—Sí, su organismo es fuerte, me sorprende que no pasara a mayores…—¿Mayores? Papá… —esperó unos segundos y continuó—, ha pasado vomitando toda la mañana.—Lo sé, hijo, debes tranquilizarte, no le pasará nada.—Lo que dice tu papá es verdad —dijo Lorena, madre de Aarón—. Llegaremos a casa, la llevaremos al cuarto de huéspedes y rmonitorearemos su estado.—¿Harán lo mismo que hacen conmigo?—No nos podemos arries
Era de mañana y estaba sola en la habitación, quise levantarme, pero el suero no me lo permitía, me sentía muy incómoda y me lastimaba el brazo. Grité el nombre de Aarón y él apareció enseguida.—Isabel ¿estás bien? —preguntó Aarón.—No me dejes sola —dije con mis ojos llorosos.—¿Qué ocurre? —limpió mis lágrimas con las yemas de sus dedos.—Me siento muy incómoda con este suero en mi brazo, no puedo moverme, y no quiero seguir acostada, quiero salir —intenté salir de la cama, pero él me detuvo.—No es buena idea, si te esfuerzas, será peor.—Entonces, ¿qué pretendes que haga en todo el día?—Ya que insistes, intenta levantarte.—Eso fue más fácil de lo que esperaba.Intenté levantarme y caminar por mi cuenta, pero perdí el equilibrio y Aarón me sostuvo con un brazo.—Odio decirlo, pero tienes razón, no puedo sostenerme de pie —me quedé abrazada a él.—¿Me dejarás cuidarte?—Solo porque no tengo alternativa.Se rio y me volvió a colocar sobre la cama. Al acomodar mi cabeza sobre la al