Era de mañana y estaba sola en la habitación, quise levantarme, pero el suero no me lo permitía, me sentía muy incómoda y me lastimaba el brazo. Grité el nombre de Aarón y él apareció enseguida.—Isabel ¿estás bien? —preguntó Aarón.—No me dejes sola —dije con mis ojos llorosos.—¿Qué ocurre? —limpió mis lágrimas con las yemas de sus dedos.—Me siento muy incómoda con este suero en mi brazo, no puedo moverme, y no quiero seguir acostada, quiero salir —intenté salir de la cama, pero él me detuvo.—No es buena idea, si te esfuerzas, será peor.—Entonces, ¿qué pretendes que haga en todo el día?—Ya que insistes, intenta levantarte.—Eso fue más fácil de lo que esperaba.Intenté levantarme y caminar por mi cuenta, pero perdí el equilibrio y Aarón me sostuvo con un brazo.—Odio decirlo, pero tienes razón, no puedo sostenerme de pie —me quedé abrazada a él.—¿Me dejarás cuidarte?—Solo porque no tengo alternativa.Se rio y me volvió a colocar sobre la cama. Al acomodar mi cabeza sobre la al
Era la primera vez que los escuchaba referirse a algo como criatura, y no creo que se hayan referido a un bebé. Las bestias y personajes ficticios de los libros no existen en la vida real. ¿A quién se referían? Daniel permanecía impasible a los gritos y golpes que se escuchaban desde el fondo del pasillo. Intenté interpretar sus pensamientos, pero no fue posible. Cuando los golpes se intensificaron comencé a sentir respingos agudos en algunas zonas de mi cuerpo como los brazos y la cabeza que me desconcertaban. Empecé a refunfuñar como si me hubiese olvidado por completo como hablar.—Luis, regresa —dijo Daniel como si hubiese descifrado un enigma.—¿Funcionó jefe?—Eso parece, solo mírala, lo que no comprendo es porque ahora y no antes.—La conexión no es tan fuerte.—Imposible, tú mismo oíste las notas de voz del doctor, sus escritos, todo.—Señor, todas las pruebas tienen más de quince años, tuvimos suerte de atraparlos. Sin olvidarnos que son el epicentro de todo lo que ocurre afu
No estaba segura en qué momento me quedé dormida, pero ahí estaba, sobre el pavimento frío, ¿cómo mi cabeza no sintió el golpe? Me levanté frenéticamente y recordé lo que había oído minutos atrás…mi nombre. ¿Estaba alucinando? Me volví a apoyar sobre la pared y detuve por unos segundos mi respiración con el fin de oír algo más que el absoluto silencio.—Si solo me dejaran salir, mataría a todos, ella no merece todo este sufrimiento —dijo la voz.—¿Puedes oírme? —susurré, quería que supiera, quien fuera, que no estaba solo o sola—. No creo que nos dejen salir.—¿Quién es?—No puedo decir mi nombre —respondí con temor.—No te haré daño, también estoy atrapado.—No soy la única…—Carraspea, no puedo oírte con facilidad.—Que no soy la única —elevé mi tono de voz y enseguida me aparté de la pared.Si de algo estaba segura, es que la criatura a la que ellos se referían era un hombre y su voz sonaba igual a la de alguien de menos de treinta años. ¿Por qué nos tenían en cautiverio? La otra v
Aarón se encerró en su cuarto y se dirigió directamente al baño, sintió un sudor que lo bañaba por completo, se miró al espejo y notó unos pequeños puntos rojos en los ojos. Se separó bruscamente del lavamanos y regresó a la cama, las sábanas habían aumentado de temperatura en segundos, se escondió debajo de ellas y colocó sus dedos sobre sus ojos, no estaban hinchados por lo que soltó un inmenso suspiro de alivio.—Hijo —escuchó la voz de su papá desde el otro lado de la puerta.—Me siento muy cansado, papá.—Isa quiere verte antes de irse.—¿Se siente mejor?—Sí, y ella te quiere ver —insistió.—No me siento bien, hay algo en mis ojos que no quiero que ella lo vea…—Sal, ella no lo va a notar.Aarón desganado se levantó de la cama, pasó sus manos sobre los ojos y salió del cuarto. Cuando lo vi, sentí una fuerte punzada en mi corazón, su semblante cambió, por alguna extraña razón, lucía más atractivo, sus ojos azules penetraban hasta el mínimo centímetro de mi alma…¿era posible? Mi m
Aarón preparó su uniforme y lo colocó en la cama, tomó una ducha rápido y se roció un poco de perfume que le regaló su mamá y Adam lo acompañó hasta que subiera al expreso escolar.—Gracias, Adam, por todo —le sonrió en forma de agradecimiento.—Joven Aarón, creo que sus padres si notaron que se escapó.—¿Estoy en problemas?—Esperemos que no.—Si le preguntan algo, ¿me va a defender?—Lo que esté a mi alcance, joven Aarón.Él veía en Adam lo que la ausencia de su padre le daba. Se sentía a gusto con él y lo consideraba como un amigo, el más íntimo y genial que había conocido. Aprendió algunas cosas de él por las experiencias que le compartía. Se subió al carro y se sentó junto a Jaime para conversar, se sentía a gusto rodeado de adultos.El día en el colegio transcurrió rápido, nadie lo había molestado, lo que le daba una paz interna que le permitió sobrellevar mi ausencia, solo Clara le preguntó cómo seguía. Respondió lo necesario y esperó hasta que lo recogieran del colegio para t
Los días pasaron y nos habían abandonado por completo. Mis tripas comenzaban a reclamar por comida y no podía evitar quejarme, cómo dos personas podrían sobrevivir sin comida por más tiempo. Abracé mis piernas y reposé mi cabeza sobre el pavimento. Comenzaba a alucinar, podía ver luces tenues que parpadeaban al ritmo de un reloj de pared, hasta que no soporté y grité con dolor.—Tranquila —me dijo mi misterioso amigo con una voz tierna y arrulladora—. Pronto vendrán.—¿Cómo lo sabes?—Conmigo se han desaparecido hasta tres días, y siempre regresan, saben que no les conviene dejarme morir.—Ese es tu caso no el mío —refunfuñé —. No creo que funcione conmigo.—Sí, si te secuestraron y te tienen atrapada como a mí es por algo.—Quieren sacarme información sobre una persona querida, pero no estoy segura hasta cuando podré aguantarlo.—¿Es muy querida para ti?—Lo es.—Entiendo, piensas que le debes tu lealtad.—Sí.—Entonces fue tu pareja…—Sí, pero todo fue un caos después. No supe más d
Hace tres meses y dieciséis días, mis padres tuvieron la brillante idea de que cambiarnos de nuestra antigua casa sería la solución a todos nuestros problemas —el despido nefasto de mi padre en el trabajo—, sin embargo, estábamos en la misma miseria que en aquellos días. Tuvieron que cambiarme de colegio para que mis estudios no culminaran antes de siquiera poder graduarme. Al principio me rehusaba a perder a todos mis amigos, pero un nuevo año lectivo estaba por empezar y no había mejor excusa que esa para eliminar todas mis redes sociales, empezar desde cero y quedarme en el anonimato.El primer día fue la peor de todas mis experiencias. Había llegado tarde a clases porque se pinchó un neumático, y tuvimos suerte de que me dejaran entrar. Luego, no podía encontrar el salón, y tuve que preguntarle a un chico, que, así como yo, había llegado tarde.—Hola, disculpa… —dije con mi voz aturullada. —¿Hola? —preguntó confundido.—No lo encuentro —le enseñé el papel con el número de salón y
5 meses despuésHan pasado cinco meses desde la primera clase y aún no consigo ser rápida como mis demás compañeros. Por suerte, tenía a Aarón de mi lado, el chico más listo del aula, pero el menos popular. Nadie quería pasar tiempo con nosotros, porque eran gordofóbicos —era nuestra broma personal— y en los trabajos grupales nadie se enardecía por trabajar con nosotros.Por varias jornadas matutinas veía como mi mejor amigo prefería apartarme y quedarse solo, inventaba cualquier excusa y Dios, todas eran buenas. —Me dirás qué te ocurre —pregunté al sentarme junto a él en la hora de salida. —¿De qué hablas? —me miró fijamente a los ojos.—Vamos, sé que algo te ocurre, soy tu mejor amiga y lo puedo notar en tu mirada.—No quisiera hablar del tema —susurró.—Tenemos bastante tiempo hasta que nuestros padres nos recojan.—No insistas por favor, Isabel.—¿Isabel? —golpeé levemente su brazo—. Sabes que está prohibido llamarnos por nuestros nombres.—¿Quién lo dice? —fingió una sonrisa.—