5 meses después
Han pasado cinco meses desde la primera clase y aún no consigo ser rápida como mis demás compañeros. Por suerte, tenía a Aarón de mi lado, el chico más listo del aula, pero el menos popular. Nadie quería pasar tiempo con nosotros, porque eran gordofóbicos —era nuestra broma personal— y en los trabajos grupales nadie se enardecía por trabajar con nosotros.Por varias jornadas matutinas veía como mi mejor amigo prefería apartarme y quedarse solo, inventaba cualquier excusa y Dios, todas eran buenas. —Me dirás qué te ocurre —pregunté al sentarme junto a él en la hora de salida. —¿De qué hablas? —me miró fijamente a los ojos.—Vamos, sé que algo te ocurre, soy tu mejor amiga y lo puedo notar en tu mirada.—No quisiera hablar del tema —susurró.—Tenemos bastante tiempo hasta que nuestros padres nos recojan.—No insistas por favor, Isabel.—¿Isabel? —golpeé levemente su brazo—. Sabes que está prohibido llamarnos por nuestros nombres.—¿Quién lo dice? —fingió una sonrisa.—Lo dice el artículo dos del estatuto de los mejores amigos.—¿Cuál es el primero? —No hay secretos entre nosotros.Se rio. Me miró nuevamente y sacó el celular de su bolsillo, lo revisó y vio la llamada perdida. Me sonrió y se despidió de un beso en la frente sin decirme nada. Esperé, hasta que mis padres me recogieran. Durante todo el camino a casa miraba por la ventana, estaba realmente preocupada por él y me frustraba que no me dijera lo que le estaba pasando.—¿Todo bien en clases? —volvió a preguntar mi madre.—Disculpa, ¿qué me preguntabas? —¿Te fue bien en el colegio?—Sí, claro.—Te notamos algo rara mija, ¿está todo bien?—Todo bien.Mis padres se miraron nuevamente como si supieran lo que ocurría y se detuvieron en una gasolinera. No me fijé que dentro de ella estaba Aarón con la mirada perdida mientras esperaba a sus padres que estaban en el mostrador.—Mija —tosió mi padre para llamar mi atención.—¿Qué pasa?, ¿por qué nos detuvimos?—Isa… —mi mamá miró por última vez a mi padre antes de dirigirse a mí—. Los padres de Aarón también están preocupados por él, y creímos que a lo mejor tú podrías hablar con él.—No entiendo a donde va todo esto...—Necesitamos que intentes hablar con él, sabes que sus padres pasan muy ocupados, y no quiere hablar con ellos.—Lo sé muy bien.—¿Irás con él?—Bien, solo porque es mi mejor amigo.Salí del auto de mala gana, odiaba que me presionaran de esa forma, solo yo lo conocía y sabía cuando él quería hablar, y ese momento no era este. Entré por la puerta principal mientras que sus padres salían; intercambiamos miradas y noté que estaban muy preocupados. Me senté frente a él, no fue difícil encontrarlo, le encantaba sentarse en las mesas donde caía el reflejo del atardecer.—Isa… —dijo consternado ante mi presencia.—Hola, no creas que te estoy siguiendo…—De hecho, vine con mis padres y ellos… —miró al mostrador, pero ya no estaban—. Se fueron.—¿Podemos hablar?—No creo que sea necesario…—Lo es —cogí de su mano sin quitarle la mirada de encima y entrelacé nuestros dedos—. Habla conmigo, por favor, todos estamos preocupados.—Lamento que… —me miró, suspiró y continuó—, mi amistad te aleje de otras personas.—¿De qué estás hablando? —pregunté confundida.—Que nadie quiere ser nuestro amigo porque soy gordo…—Eso no es verdad —lo interrumpí y apreté con más fuerzas su mano—. No vuelvas a decir algo así, ellos son los perdedores, no nosotros.—Pero míranos, solo somos tú y yo.—¿Y qué? —Acaso ¿no quieres tener una mejor amiga?Su pregunta me mató, desde hace un mes quería tener una mejor amiga, y solo por el hecho de ser mujer. Lo miré nuevamente y chocamos mirada, él estaba esperando que dijera algo.—Mira, seré honesta contigo —dije segura de mí misma—. Es obvio que quiero tener una amiga, pero me siento bien estando contigo.—¿Solo bien?—¿A qué te refieres?—¿No quisieras sentirte feliz o mejor que bien?—Aarón, por favor, no está siendo racional.—¿Quién lo sería a la edad de trece años?—Tú eres la persona más inteligente y madura que conozco.—Solo me conoces a mí.—Te equivocas.—Los amigos de la escuela no cuentan.—Yo vengo de otro colegio, tuvimos suerte de que este me aceptara.Sorprendido por mi respuesta, prefirió mirar hacia afuera del lugar.—¿Por qué nunca me lo dijiste?—Porque quise empezar desde cero y no me puedes culpar por eso.—Al menos tuviste la oportunidad de empezar desde cero otra vez, yo no.—Aarón…—Solo te haré una pregunta.—Lánzala.—¿Te fijarías en mí si luciera diferente?—¿Cómo? —Si fuera…flaco.—¿Por que me lo estás preguntando? —Solo respóndela.—Sí.—¿Qué? —preguntó anonadado por mi respuesta. Él esperaba que dijera que no.—Mientras no dejes de ser tú mismo…Me detuve en seco, no estaba consciente de que herí sus sentimientos, y no lo había notado hasta que se tornó un silencio incómodo que no creía que pasaría; siempre fuimos honestos el uno con el otro, y ahora mi honestidad lo lastimaba. Todos los días, lo vi confiado de sí mismo y ahora desconfiaba de todo.—Gracias por ser honesta conmigo —fingió sonreír.—Lo siento, no quise decirlo de verdad.—No tienes porque disculparte, no te puedo culpar por ser honesta.—Aarón, no quise decir eso.El silencio incómodo que había entre nosotros volvió; no tuve otra salida que levantarme, pero él no se inmutó. Su mirada se tornó oscura y triste; acorté nuestra distancia, y lo cogí de las manos. Se dejó llevar lo suficiente para que nuestros cuerpos estuvieran muy de cerca. Me había olvidado por completo lo alto que era, por lo que tuve que empinarme para estar casi a su misma altura.—Aarón —acaricié sus mejillas con mis dedos—, tienes que poner de tu parte para sentirte mejor…—Estoy enamorado de ti, Isabel.—¿Qué? —me separé de él bruscamente—. ¿Es por eso que has estado actuando así?—Sí.—¿Por qué?—No tengo una respuesta, m*****a sea —notó el miedo en mis ojos por su repentina actitud y tomó aire para aliviar la tensión de sus hombros.No recuerdo el momento exacto en el que él acortó aún más la distancia y nuestros labios prácticamente estaban a unos centímetros.—Me convertiré en otra persona hasta que me gane tu corazón —susurró.—¿De qué estás hablando?—Es una sorpresa.Él esperó que lo hiciera a un lado, pero al no hacerlo lo tomó como un permiso irrevocable de que podía besar mis labios. No estoy segura de cuánto tiempo transcurrió, pero me desconecté por completo del mundo. Para ser su nuestra primera vez, lo hizo más que bien. No sabía que me podía enamorar de mi mejor amigo con solo compartir un beso. El murmullo de la gente nos separó.—Lo siento, Isa… —dijo apenado con un brillo en sus ojos.—No sé qué decir, Aarón, se supone que somos amigos…—Los mejores.—¿Por qué lo hiciste?—Ya te lo dije.—Después de lo que dije.—No lo he olvidado.—Sabes que esa no era mi intención.—Lo sé, pero muy en el fondo sabes que esos son tus intereses, y no te puedo presionar, solo sé que haré lo imposible.—¿Imposible?, ¿de qué estás hablando?—De convertirme en ese chico que tú dices.—Aarón ya te quiero así, y sabes que me expresé mal.—Déjame sorprenderte.—¿Comenzarás a hacer ejercicios? —bromeé.—Algo mejor —me guiñó el ojo haciendo que una electricidad recorriera cada vena de mi cuerpo.—¿Me dirás qué es?—Es una sorpresa.Me besó nuevamente y me llevó hasta el carro de mis padres, se despidió y se dirigió al carro de sus padres. En cambio, mis padres compartieron los que dirían algunos una sonrisa pícara, mientras que yo intentaba ordenar mis pensamientos. Mi mejor amigo me besó, y se sintió tan bien que no estaba segura si eso afectaría nuestra amistad.—Y, ¿no notó nada más raro en él ese día? —preguntó Daniel.—No, ese día no, todo pasó como normalmente pasaría en un día normal en el colegio, con mucho drama de por medio.—¿Tenía sentimientos hacia él?—Siempre los tuve, pero no lo supe hasta ese día.—¿Lo ama?—Irrevocablemente.Al día siguiente no sabía qué hacer, ¿cambiaría las cosas entre los dos?, ¿o ambos nos haríamos los locos y seguiríamos con nuestras vidas? Respiré hondo y dejé que las cosas tomaran su rumbo. Eran las cinco de la mañana y aún estaba sentada en el borde de la cama, desorientada. A diferencia de Aarón, me costaba madrugar y estar consciente de mis cincos sentidos, desde muy temprano. Bostecé y comencé a arreglarme, mientras mi mamá me consentía preparándome el desayuno. Bajé las escaleras y saludé a mis padres.—Buenos días, hijita —dijo mi padre al sentarme cercar de él. —Hola, padre —lo saludé con una sonrisa.—Notamos que ayer te fue bien en la conversación que tuviste con Aarón, ¿está todo bien? —preguntó para confirmar lo que ya sabía.—Sí.—¿No hubo nada raro? —preguntó mamá al servirnos la comida.—Nada fuera de lo común entre adolescentes.—Es una buena noticia, hija, llamaré después a su mamá —dijo mamá contentaEl resto del desayuno lo disfrutamos en silencio. Me lavé los di
Había pasado una hora y aún no podía reconciliar el sueño, cogí nuevamente mi celular, y no había ningún mensaje. ¿Realmente lo inventé todo? No estaba segura de que había oído desde el otro lado del teléfono, pero ninguna de las voces, era de él. Cuando no podía dormir, solía llamarlo para que me contara alguna pequeña historia o una experiencia graciosa que haya tenido, hasta que me quedara dormida; su voz era mi canción de cuna y sin haberme dado cuenta, no lo veía solo como un amigo, lo veía como mi protector, la persona con la que nunca me gustaría tener peleas.—Hola, Isabel —dijo mi mamá al entrar a mi cuarto. Su sexto sentido de madre sabía que algo me ocurría.—Hola.—Sentí que mi hija aún no podía reconciliar el sueño, ¿estoy en lo correcto?—No te equivocas.—¿Quieres hablarlo? Puedo dejar de ser tu mamá y ser tu amiga.—Te agradezco, pero son cosas de adolescentes.—¿Tiene que ver con Aarón?—¿Cómo…?—Los he visto —me interrumpió. Estupendo, mi mamá conocía más de mí que y
Eran las cinco y quince de la mañana y el cielo apenas se iba aclareciendo. Me levanté por un vaso de agua y no me había percatado que ahora me sentía mucho mejor. Ya no temblaba ni tampoco sudaba. Todo gracias a él. Corrí hasta la cama y cogí mi celular. Estaba descargado, así que era probable que la llamada se haya terminado antes de que uno de los dos hubiese querido. Lo conecté al cargador y esperé unos minutos para volverlo a prender. Mi mamá tocó la puerta.—Hija, tendrás que prepararte el desayuno, tu padre se siente muy enfermo y voy a llevarlo al doctor. Te dejo sus llaves sobre la mesita de la sala.—Está bien, mamá. —Te mandaré un mensaje apenas salgamos del doctor, no tienes que responder si estás en clases.—Igual lo haré.—Cuídate y ten cuidado al salir.Ambos nos despedimos a través de la puerta. Comencé a arreglarme y a guardar mis cosas en la maleta. La cerré y me dirigí a la cocina para prepararme un sándwich y comerlo rápido en la pequeña mesa. Me lavé los dientes
Ingresamos a la oficina del director. Andrew estaba sentado en la silla, molesto y con los brazos cruzados. Aarón, por su parte, estaba tranquilo y no apartaba la mirada de mí, quería asegurarse de que estuviera bien.—¿Cómo se siente, señorita Niño? —preguntó el director preocupado.—Estaré mejor —dije en voz baja.—Andrew tiene algo que decirle —lo miró directamente esperando hasta que él se levantara.—Te pido disculpas, Isabel —dijo Andrew, con el tono más hipócrita que jamás había oído.—¿Puedes dejar de ser tan hipócrita? —dijo Aarón con tono burlón.—Y a ti, ¿qué te pasa gordito? —dijo Andrew desafiante.—No fue una disculpa sincera.—Por favor, compórtense, o ambos serán sancionados —dijo el director molesto. Se dirigió a mí—. Podría señorita Isabel, explicarnos cómo pasó.Andrew comenzó a ver a todas partes cuando comencé a relatar la historia, mientras que Aarón mantenía su mirada sobre mí. Quería transmitirme apoyo y seguridad. Apenas terminé de contar la historia, el direc
Pese a que intenté detenerlo con todas mis fuerzas, mis manos no respondían, se sentía tan bien, que no quería que parara. Cogí de su pierna a través de la tela de su pantalón e incliné mi cabeza en tal forma que pudiera recorrer más de lo que ya había hecho.—¿Estás segura, Isabel? Tu mamá está abajo.—Pensé que se había ido con mi padre.—No, ella se quedó.—Es que yo…Colocó sus dedos casi sobre mis labios dejando un espacio invisible para callarme. Lo miré directamente a los ojos y luego a su boca. Él hizo lo mismo y comenzó a besar mi cuello sin detenerse. Me tenía ganas y yo también a él, pero ¿eso está bien?—No hagas ningún ruido, no queremos que tu mamá nos rete.—Espera —ahogué mi gemido y me separé de él—. Esto no está bien, no podemos.—Pero queremos.—¿Qué ocurre contigo?—¿Qué tiene de malo? Nos gustamos, lo aceptamos y ahora solo actuamos como una pareja…—Ahí está —lo interrumpí—. No somos una pareja, pero actuamos como tal.—¿No quieres ser mi pareja?¿Me estaba pidie
Intenté dormir, pero los murmullos del otro lado de la llamada no me dejaban. Cogí mi celular, y pude ver que la llamada aún estaba activa. De seguro mis padres me matarán por llamar tanto en menos de un mes. Los sonidos eran irreconocibles y por un momento creí que podrían ser sus padres conversando en el pasillo. A Aarón le encantaba cerrar su cuarto, ya que era amante de la privacidad, y que no lo hiciera me preocupaba aún más. Preferí ignorar e irme al baño. Cuando salí de él, regresé a la cama y noté que mi celular se había apagado. Necesito uno nuevo, a este casi no le dura la batería. Lo conecté al cargador y al enchufe de mi pared y me dormí de nuevo.—Hija, es hora de levantarte —dijo mi madre al tocar mi puerta.—Ya me levanto, mamá.—Tienes menos de media hora para estar lista antes de que el expreso te recoja.—No me demoro.Como nunca me bañé y me vestí en tan poco tiempo. Salí de la casa con mi papá y nos dirigimos a “mi estación”. El expreso pasó a los cinco minutos y m
Sus ojos se volvieron dorados, ¿era posible?, ¿o estaba delirando? De seguro que era la luz del centro comercial. Tragué saliva y busqué las palabras más adecuadas para su temperamento.—Andrew.—Ese hijo…—¡Aaron!, ¿qué ocurre contigo?Todas las miradas se giraron hacia nosotros. Podía sentir el calor subiendo a mis mejillas por la vergüenza. Aarón respiró fuerte y se me acercó con cautela. Sabía que estaba enojada con él por su comportamiento. Me regresó la maleta y me pidió con señas que lo esperara mientras se dirigía al baño. Me senté cerca y miré como las miradas se esparcían hacia otro lado. Fuimos el boom del momento. Aarón demoró más de media hora en salir, por lo que me estaba preocupando. Le escribí un mensaje, esperando que me pudiera responder, pero no lo hizo.Cuando salió, estaba más calmado y sus ojos regresaron a azules. Los que tanto me gustaba. Pero me seguía preguntando ¿acaso vi mal?—¿Te sientes mejor? —pregunté preocupada.—Sí, lo siento, sé que me precipité…—P
No recuerdo en qué momento me quedé dormida mientras lo abrazaba; pero ahí estaba, inconsciente y bajo su protección. Mi celular sonó. Aarón cogió mi celular al ver que no me levantaba y respondió en mi lugar.—Hola —respondió Aarón.—Hola, Aarón, ¿está Isabel contigo?—-Sí, se quedó dormida.—No la levantes, tus padres la llevarán a tu casa, porque no podemos ir a verla en este momento. Tuvimos que salir de emergencia y nos demoraremos.—Le diré apenas se levante.—Gracias, Aarón.Cerraron la llamada y Aarón esperó hasta que me levantara. Al hacerlo, sobó mi cabeza con delicadeza.—Lo siento, no me di cuenta en que momento me quedé dormida —me asusté y cogí rápidamente mi celular. No tenía llamada de mamá.—Hablé con tu mamá, vendrás a mi casa hasta que te puedan recoger.—¿Pasó algo?—No estoy seguro, solo me dijeron que tuvieron que salir por una emergencia y que demorarían, de todas formas, mis padres están enterados.—¿Y ellos te han llamado?—No, pero ya mismo lo han de hacer.—