Ingresamos a la oficina del director. Andrew estaba sentado en la silla, molesto y con los brazos cruzados. Aarón, por su parte, estaba tranquilo y no apartaba la mirada de mí, quería asegurarse de que estuviera bien.
—¿Cómo se siente, señorita Niño? —preguntó el director preocupado.—Estaré mejor —dije en voz baja.—Andrew tiene algo que decirle —lo miró directamente esperando hasta que él se levantara.—Te pido disculpas, Isabel —dijo Andrew, con el tono más hipócrita que jamás había oído.—¿Puedes dejar de ser tan hipócrita? —dijo Aarón con tono burlón.—Y a ti, ¿qué te pasa gordito? —dijo Andrew desafiante.—No fue una disculpa sincera.—Por favor, compórtense, o ambos serán sancionados —dijo el director molesto. Se dirigió a mí—. Podría señorita Isabel, explicarnos cómo pasó.Andrew comenzó a ver a todas partes cuando comencé a relatar la historia, mientras que Aarón mantenía su mirada sobre mí. Quería transmitirme apoyo y seguridad. Apenas terminé de contar la historia, el director nos preguntó a todos si realmente eso fue lo que pasó, y todos afirmamos, excepto por Andrew.—Señor Andrew, ¿fue así como pasó? —preguntó con una voz calmada, pero acusatoria. Él creyó mi historia.—Sí.—Esto está más que claro —se dirigió a nosotros—. Lamento lo sucedido, estoy seguro de que la conversación que tendrá Andrew con sus padres en mi oficina será de gran ayuda, y señorita Isabel le pedimos disculpas nuevamente. Hablaré con sus padres.—No, no lo haga, yo le haré saber si necesitamos algo.—No, estamos en la obligación de notificar a los padres.Asentí. Andrew intentó salir con nosotros, pero el director lo detuvo. Salimos de la oficina y Aarón me llevó hasta debajo de las escaleras. Se lo veía molesto y jamás lo había visto así. Esperé hasta que él dijera algo, pero al no hacerlo tuve que acercarme.—Aarón —intenté tocarlo por la espalda, pero mi tacto lo hizo brincar—. Háblame.—Ahora no, Isa. Puedes regresar a clases, yo voy después.—No hay nadie por los pasillos, estamos solos y todos creen que seguimos en la oficina del director —con delicadeza toqué sus hombros y lo hice girar para que me mirara. Su nariz sangraba—. ¡Por Dios!, ¿estás bien?—Sí, solo debo tranquilizarme…—Déjame acompañarte a enfermería.—Creerán que algo te pasó otra vez, no tienes de que preocuparte.—Por favor, déjame…—¡No, Isabel! ¿Elevó su tono conmigo? Jamás lo había hecho. Lo miré por unos segundos asustada, no sabía que podía ocurrir después.—Solo ve a enfermería —dije y subí las escaleras para dirigirme al salón.Lo que quedaba de horas de clases transcurrieron sin problema, el hecho de que fui golpeada redujo las miradas y murmullos sobre mí. Creo que estaban preocupados, excepto por el grupo de Andrew. Inmaduros. A Aarón no lo vi hasta la hora de salida. Intentó acercarse, pero lo evitaba a toda costa. Para mi desgracia mis padres y los de él aún no llegaban, como si todo hubiese sido planeado.—Isa… —dijo con voz baja intentando no asustarme.—Hola, Aarón, ¿la enfermera te revisó?—No, no era nada grave.—Si tú lo dices.—Lo siento por lo de hace unas horas, no estuvo bien de mi parte levantarte la voz.—Me tienes sin cuidado.—Isa, por favor.Mi celular nos interrumpió, era mensaje de mi mamá, me estaba esperando fuera de colegio. Lo miré, le sonreí y me fui sin despedirme. Ingresé al auto y vi como mis padres me acosaban con sus miradas preocupadas. La herida en mi labio aún se notaba.—Es increíble como permitieron esto, ese muchacho debe recibir más que una sanción —dijo mi padre molesto.—Estoy bien, solo fue una riña entre adolescentes. ¿Por eso demoraron?, ¿estaban con el director?—Sí, y sabemos bien como empezó. No tenías que haberte involucrado.—Era mi amigo, no iba a permitir que se siguieran lastimando.—Lo sabemos, pero era una pelea entre hombres, eso a veces puede insultar su hombría.—Lo siento, papá, pero solo quiero llegar a casa y descansar.Preocupados, aceptaron. Llegamos a casa, mi mamá me sirvió la comida que había preparado antes de irme a ver y comimos en silencio. Mi mamá me revisó el labio y al ver que se veía mejor me dejó ir a mi cuarto. Cerré la puerta de mi cuarto y me lancé sobre la cama, no me importaba quedarme con mi uniforme. Lo que había sucedido, me había aturdido por completo, y no solo por la herida en los labios, sino por la actitud de Aarón también. ¿Por qué se comportaba así? No recuerdo en que momento me quedé dormida sobre la almohada, mis lágrimas me habían cansado.—Buenas noches, señora Laura —dijo Aarón al ingresar a mi casa.—Deja los formalismos, niño, y llámame Laura.—Está bien, Laura. ¿El señor Ricardo salió?—Sí, pero estoy segura de que no nos viene a ver a nosotros para ofrecernos ese litro de helado de vainilla, que sé que es el favorito de Isabela. —No, lo siento —dijo apenado.—No te preocupes, ella está en su cuarto, la voy a llamar.—No es necesario.—¿Quieres ir a verla a su cuarto?—Sí, si me lo permite.—Ve.Aarón subió las escaleras y entró a mi cuarto sigilosamente. Se sentó en el filo de mi cama y esperó hasta que me levantara.—¿Qué haces aquí? —casi grito al verlo sentado en mi cama—. ¡Dios que vergüenza! —Sé que amas nuestro colegio, pero no sabía que tanto.—Déjame, no me sentía bien —me senté mejor en la cama—. ¿Ese helado es para mí?—Sí, eres la única que conozco que sé que le gusta el helado de vainilla.—¿Por qué lo haces?—Quiero pedirte disculpas por mi comportamiento, perdí el control y creo que la sangre en mi nariz fue la causa.—Solo quería saber si estabas bien.—Lo sé, y te pido disculpas.—Solo las aceptaré porque me compraste helado —Abrí la tarrina y cogí la cuchara que me entregó—. Si quieres podemos compartir la misma cuchara.—¿Estás segura?—Sí, Terminamos el helado en menos de dos horas, mientras reíamos sobre lo que nos había pasado, fue totalmente una novela. —Tengo que tomar una ducha.—Había olvidado que todavía estás con el uniforme —se rio—. Es mi señal para irme.—No, quédate, no me tomará mucho tiempo.—¿Estás segura?—Sí, además llevaré toda mi ropa conmigo, no quiero asustarte.—Te puedo asegurar que no me voy a asustar y que lo voy a disfrutar.—No te creo.—Pruébame.Sonreí y preferí ignorarlo. Ingresé a la ducha y me bañé como si me sintiera sucia por tres días. No me tomó más de una hora. Me sequé el cabello con la toalla, me vestí con mi pijama favorita y salí al cuarto. —Eso fue rápido —dijo bromeando.—Oye, si me tomé mi tiempo.—No lo creo —me cogió del brazo y me hizo sentar junto a él. Tocó mis labios y podía sentir una electricidad recorriéndome—. Tu labio se ve mejor.—Sí, ya no arde tampoco.—Es un alivio —me sobó las mejillas y respiró tan fuerte que me confundió por un momento—. No te vuelves a meter en medio de una riña de dos hombres.—Te estaba lastimando.—Sé cómo cuidarme solo —dijo con voz dulce.—Yo lo sé, pero…—No lo hagas otra vez, por favor. Soy yo quien debe protegerte, no tú a mí —besó mi frente y me abrazó fuertemente.—Lo siento, yo…Me separó de su cuerpo y me miró fijamente. Nunca había visto esa luz en los ojos de alguien más, y él en este momento la tenía. ¿Me iba a besar con mi labio roto?—No puedo besarte a los labios, pero puedo hacer esto... —besó suavemente por todo mi cuello.—Aarón —dije jadeando, me había dejado sin respiración.Pese a que intenté detenerlo con todas mis fuerzas, mis manos no respondían, se sentía tan bien, que no quería que parara. Cogí de su pierna a través de la tela de su pantalón e incliné mi cabeza en tal forma que pudiera recorrer más de lo que ya había hecho.—¿Estás segura, Isabel? Tu mamá está abajo.—Pensé que se había ido con mi padre.—No, ella se quedó.—Es que yo…Colocó sus dedos casi sobre mis labios dejando un espacio invisible para callarme. Lo miré directamente a los ojos y luego a su boca. Él hizo lo mismo y comenzó a besar mi cuello sin detenerse. Me tenía ganas y yo también a él, pero ¿eso está bien?—No hagas ningún ruido, no queremos que tu mamá nos rete.—Espera —ahogué mi gemido y me separé de él—. Esto no está bien, no podemos.—Pero queremos.—¿Qué ocurre contigo?—¿Qué tiene de malo? Nos gustamos, lo aceptamos y ahora solo actuamos como una pareja…—Ahí está —lo interrumpí—. No somos una pareja, pero actuamos como tal.—¿No quieres ser mi pareja?¿Me estaba pidie
Intenté dormir, pero los murmullos del otro lado de la llamada no me dejaban. Cogí mi celular, y pude ver que la llamada aún estaba activa. De seguro mis padres me matarán por llamar tanto en menos de un mes. Los sonidos eran irreconocibles y por un momento creí que podrían ser sus padres conversando en el pasillo. A Aarón le encantaba cerrar su cuarto, ya que era amante de la privacidad, y que no lo hiciera me preocupaba aún más. Preferí ignorar e irme al baño. Cuando salí de él, regresé a la cama y noté que mi celular se había apagado. Necesito uno nuevo, a este casi no le dura la batería. Lo conecté al cargador y al enchufe de mi pared y me dormí de nuevo.—Hija, es hora de levantarte —dijo mi madre al tocar mi puerta.—Ya me levanto, mamá.—Tienes menos de media hora para estar lista antes de que el expreso te recoja.—No me demoro.Como nunca me bañé y me vestí en tan poco tiempo. Salí de la casa con mi papá y nos dirigimos a “mi estación”. El expreso pasó a los cinco minutos y m
Sus ojos se volvieron dorados, ¿era posible?, ¿o estaba delirando? De seguro que era la luz del centro comercial. Tragué saliva y busqué las palabras más adecuadas para su temperamento.—Andrew.—Ese hijo…—¡Aaron!, ¿qué ocurre contigo?Todas las miradas se giraron hacia nosotros. Podía sentir el calor subiendo a mis mejillas por la vergüenza. Aarón respiró fuerte y se me acercó con cautela. Sabía que estaba enojada con él por su comportamiento. Me regresó la maleta y me pidió con señas que lo esperara mientras se dirigía al baño. Me senté cerca y miré como las miradas se esparcían hacia otro lado. Fuimos el boom del momento. Aarón demoró más de media hora en salir, por lo que me estaba preocupando. Le escribí un mensaje, esperando que me pudiera responder, pero no lo hizo.Cuando salió, estaba más calmado y sus ojos regresaron a azules. Los que tanto me gustaba. Pero me seguía preguntando ¿acaso vi mal?—¿Te sientes mejor? —pregunté preocupada.—Sí, lo siento, sé que me precipité…—P
No recuerdo en qué momento me quedé dormida mientras lo abrazaba; pero ahí estaba, inconsciente y bajo su protección. Mi celular sonó. Aarón cogió mi celular al ver que no me levantaba y respondió en mi lugar.—Hola —respondió Aarón.—Hola, Aarón, ¿está Isabel contigo?—-Sí, se quedó dormida.—No la levantes, tus padres la llevarán a tu casa, porque no podemos ir a verla en este momento. Tuvimos que salir de emergencia y nos demoraremos.—Le diré apenas se levante.—Gracias, Aarón.Cerraron la llamada y Aarón esperó hasta que me levantara. Al hacerlo, sobó mi cabeza con delicadeza.—Lo siento, no me di cuenta en que momento me quedé dormida —me asusté y cogí rápidamente mi celular. No tenía llamada de mamá.—Hablé con tu mamá, vendrás a mi casa hasta que te puedan recoger.—¿Pasó algo?—No estoy seguro, solo me dijeron que tuvieron que salir por una emergencia y que demorarían, de todas formas, mis padres están enterados.—¿Y ellos te han llamado?—No, pero ya mismo lo han de hacer.—
Mis padres llegaron más rápido de lo que pensaba. Me despedí de la familia de Aarón. Subí al carro y miré a mis padres, quienes estaban callados.—¿Pasó algo? —pregunté preocupada.—La abuela tuvo una caída y se pegó la cabeza. La llevamos a emergencias, pero dicen que puede ser tumor —respondió mamá.—¿Ahora dónde está? —no pude evitar comenzar a llorar.—Está en cuidados intensivos. Tu abuela es fuerte, saldrá de ahí.—¿Qué pasará con su enfermedad?—La van a chequear si pueden operarla.—¿Y pueden?—Es probable que no, tu abuela ya es muy mayor, sería un riesgo completo.—Lo siento, hija —dijo mi padre.Llegamos a casa, tomé una ducha rápido y llamé a mi mejor amigo. No contestó. Boté mi celular al piso y abracé con todas mis fuerzas mi almohada hasta quedarme dormida.La luz del sol me golpeaba en la cara, ¿ya era de mañana?, ¿qué tanto dormí? Me di la vuelta y al hacerlo sentí un bulto alado mío. Me restregué los ojos y miré. No podía creerlo.—¿Aarón? —pregunté somnolienta—. ¿En
Salimos tarde del hospital. Íbamos a dejar a Aarón a su casa, pero sus padres llamaron pidiéndonos de favor si podía quedarse hasta el día siguiente en nuestra casa. Tuvieron que salir y no regresarían hasta el día siguiente.—¿Entonces tendremos pijamada? —bromeó Aarón.—Sí —respondí un poco emocionada—. ¿Tienes algo en mente que podamos hacer?—¿Aún tienes el Monopolio?—Sí —lo saqué de mi armario y lo coloqué en la cama.—¿Quieres apostar?—No soy fan de apostar.—No tiene que ser dinero, podemos jugar a verdad.—El que pierde responderá cualquier pregunta del otro…—No —me interrumpió, mientras me miraba con sonrisa pícara—. Cada vez que alguien caiga en la propiedad del otro, responderá.—Yo…—Si no quieres podemos solo jugar.—Sí, será mejor que sea así —Aunque soy mejor que él jugando, aún no estaba preparada para abrir mi corazón por completo y estoy segura de que él tampoco, aunque demostrara lo contrario—. Lamento que tengas una amiga tan aburrida.—No lo eres, eres la perso
Era domingo por la mañana y aún sus padres no lo venían a recoger. Teníamos que terminar las tareas y estudiar para las lecciones, y que él siguiera en mi casa me distraía por completo. Nos sentamos en mi cama y mirábamos la televisión. No había buenos programas los domingos.—No entiendo —dijo Aarón.—¿A qué te refieres?—Solo porque es domingo ¿la programación tiene que ser tan mala?—Si fueras el dueño de los canales de televisión, ¿qué programación pondrías? —me reí ante su divertida postura.—¿Has visto la programación de los días viernes? Es la mejor.—Si me he dado cuenta, y bueno, la mayoría de los canales pasan películas de terror.—Eso es lo divertido.—No estoy de acuerdo.—Porque eres miedosa, siempre quieres que te abrace o te tapas los ojos con mi brazo.—Es que…—Es que nada —se rio y me golpeó el brazo—. Entre los dos yo soy el más valiente.—Excepto cuando ves una araña.—No soy el único hombre que les tiene miedo, créeme mujer.—Te creo, pero aún así gritas y huyes c
Me levanté por la mañana con los ojos pesados, no había podido dormir al igual que Aarón, pero aún así teníamos que ir al colegio. El recorrido hasta la institución estuvo bien, nadie del salón compartía expreso con nosotros, lo cual nos daba un poco de descanso.—¿Pudiste dormir? —preguntó Aarón.—No, la verdad es que creo que solo pude dormir dos horas, no más, ¿y tú?—Estoy igual que tú, aún así nos irá bien en la lección, ya lo verás.—Nos sentamos juntos así que si lo creo.Llegamos y nos dirigimos al salón. La lección era en la primera hora, lo cual para mí era mucho mejor porque no tendría que estar preocupada por el resto del día. Llegó la hora del recreo y nos fuimos a sentar a lo lejos de la vista de los demás. Queríamos revisar nuestros deberes antes de entregarlos y estar a metros de distancia de los demás nos ayudaría.—Iré al baño rápido, si me demoro y suena el timbre, ¿me ayudas llevando mis cosas? —pregunté.—Claro.Me levanté y fui al baño más cercano. Mientras me la