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Capítulo 1: La Foto (Parte 2)

La semana transcurrió normal, lo único fue la nota de la revista. La foto del beso está en mi estudio colgada en un cuadro. La veo siempre, es perfecta. Mis amigos se han sorprendido por ese detalle. Esa chica es especial, es la adrenalina que me falta probar. Estoy terminando los detalles del juego de guerra creado por mí y Oscar lo está probando. Mi amigo es el más experto en videojuegos de la pandilla. Se encuentra peleando con el juego y moviéndose agitado. El juego tiene dificultad, adrenalina y guerra.

—¡Demonios! —aplaudió Oscar—. Es criminal, adictivo, este juego hará tu inicio en este mundo —me abraza y nos damos palmadas. 

—Mi primer bebé, ¡wao!

En eso entra a mi estudio mi padre, lo llamé para que llevara el demo al mercado y le hagan las pruebas. Mis padres siempre me han apoyado en todo, tanto en mis locuras como en los negocios y siempre toman en cuenta mi palabra. 

—¿Qué tal Oscar?—Se saludaron.

Le entregué el demo a papá.

—Estoy bien, pero este juego es criminal. Tiene todo para competir. 

Estoy nervioso, pero sé que Oscar y mi padre son expertos. Me ayudan con sus críticas constructivas y sinceras. Falta sacarlo al mercado. 

—¡Hijo, te felicito, estoy orgulloso de ti!

Me abraza, al soltarnos vuelve a ver la foto en el cuadro y me mira como halcón. 

—¡Es hermosa! —mis ojos se desvían a la pared—. Es real y única —dije sonriendo y toqué mis labios porque aún siento su beso.

—Lo perdimos esta vez —comentó Oscar y continuó jugando. 

Mi padre se marchó, pasó el tiempo y Oscar se fue a trabajar. Me quedé solo viendo la foto, nunca me canso de mirarla. Se me ocurre llamar a Fabian. 

—¡Necesito verla, hermano, ayúdame! —Voy directo al grano.

Te tardaste una semana y ahora me llamas. Ni un hola, ¿cómo estás? Solamente quieres saber de mi prima hermana, Tiara.

—Sabes que estaba con el juego bien ocupado, pero nunca dejé de pensar en ella. Lo sabes, has visto su foto en el estudio.

Es tu día de suerte, está caminando en el parque Lineal. Está estresada, siempre que llega de las citas del médico necesita aire fresco.

Escucho música de reggaetón de fondo, me preocupa las citas de médico y estrés. 

—¿Está enferma? ¿Algún catarro o solo cita de rutina?

Tiene problemas con la tiroide, la descubrieron desde doce o trece años. Es su vida de siempre, pero su madre la protege tanto y mi prima se ahoga. No cuentes nada, solo hazte el loco. Créeme si la tratas débil, nunca pasarás de amigo. Nunca serás algo más que ese beso —colgó sin esperar, me dejó colgado en la línea y me levanté de golpe. 

Tengo unos pantalones de chándal, listo para caminar. Voy a mi cuarto, me pongo un abrigo gris y gafas para los fotógrafos. No quiero que nos dañen el resto de la tarde, aunque no me molesta que me vean con ella. Al salir del cuarto me tropiezo con mi padre, me saluda. Rápido se me ocurre algo. 

—Hijo, todo fue bien en la reunión —se ve emocionado—. Falta que nos llamen.

—Hablamos de eso, luego papá —es importante el juego, pero quiero ver a la Sirena—. Te necesito, sal en mi jeep y yo en tu Audi negro.

Me mira curioso, nunca me he escondido de la prensa y es raro en mí. 

—Te metiste en un lío, pero algo gordo esta vez, Kendrick. —No pregunta lo da por sentado y negué.

—No, papá, quiero ver a la chica de la foto, pero quiero que sea tranquilo. 

—Mi loco hijo, te ha tocado fuerte esta vez —me golpeó y me echó el brazo en mis hombros.

—No quiero abrumar con mi vida, sin apenas tenerla en ella.

—Siempre sé tú, pero entiendo son insoportables esos fotógrafos. Esperando que caigamos para reírse de nuestra desgracia. 

Caminamos hacia la cochera, tenemos varios carros, motoras y four track. Intercambiamos las llaves, me abraza y sale primero. Espero su llamada, han pasado cinco minutos y suena mi celular. 

Están detrás de mí, sal y toma la calle de atrás. 

—¡Gracias, papá! Te debo una.

Al salir nadie me seguía y miré por el retrovisor por si acaso. Qué suerte que los cristales son polarizados, nos han multado, pero es privacidad en estos momentos. Voy en dirección hacia el parque. Estoy extasiado como si me fuera a tirar de un paracaídas. La deseo ver y sentir su nerviosismo. Al llegar me estaciono, recorrí con la mirada el parque. Se ve tranquilo y no está lleno. Hay dos familias, como tres niños jugando en los columpios y dos hombres caminando. Excelente la divisé caminando, va suave. Lleva una cola de caballo y con cada movimiento revolotea su cabello. La ropa es un pantalón lycra largo negro, ceñido a su pequeña cintura, camisa de tirantes blanca. Me bajé la capucha, necesito ser discreto. Empiezo a trotar para alcanzarla. Me gusta hacer ejercicio, por eso me he tonificado. No soy muy saludable, pero hago mi luchita. Estoy detrás de ella, por el ruido se voltea asustada y me quité las gafas para que me reconozca. Me detengo, guardé las gafas en el bolsillo del abrigo y tomé aire. Ella se sorprende al verme.

—Kendrick, ¡¿qué haces aquí?! 

—Trotar y ahora caminar contigo —realicé la acción y me alcanzó.

—En esto está metido mi primo, por supuesto que sí. 

—Bueno, quería verte, lo llamé y lo soborné. 

Ella se empieza a reír, su risa es agradable. Su nerviosismo hace que esconda sus manos en los bolsillos del pantalón. Su sonrojo está presente, pero es natural en ella y es parte de su rostro. 

—Mi primo no es fácil de vender. Lo conozco muy bien, él sabe que estoy segura contigo y te envió. 

—Conmigo siempre estarás segura, Tiara, te cuidaré.

—No puedes, además, si nos ven los fotógrafos se pondrán a especular. Dirán volvió a repetir con la hija de la fotógrafa, ¿será que vende la exclusiva?—su voz la cambia a locutora y me empiezo a reír.

—Que digan lo que quieran, nunca me ha importado. Lo único que necesito es que la gente que está alrededor mío conozca la verdad. 

—Me gusta tu manera de pensar. Vamos a correr, una carrera hasta el árbol —se voltea caminando para atrás y luego se gira corriendo. 

No me espera, empiezo a correr detrás de ella y me grita. 

—¡Vamos Ken, corre, alcánzame si puedes!

Me gusta que me llame Ken, se escucha tan íntimo en su voz. Es la segunda vez que me llama de esa manera. La alcanzo, llego hasta el árbol y me acuesto debajo. Ella jadea, se inclina sobre sus rodillas y me observa. Estamos respirando poco a poco y me encantó correr con ella.

—Estás loco en el suelo, te ensuciaras —logra formular y tomar aire.

—¿Nunca te has ensuciado? Te vas a poner tiquismiquis. Vamos, ven acuéstate. Es reconfortante descansar bajo un árbol y más después de una carrera perdida.

Se acuesta de mala gana, me lanza unas hojas encima y atrapé una. 

—¡Ya contento! Me he dado cuenta de que haces todo lo que te plazca y sin importar las consecuencias.

Me coloco de lado, veo su hermoso rostro y sus mejillas rosadas.

—Me gusta vivir al máximo, sin muchas vueltas y siempre ser yo. No te cohíbas, como quiera la gente verá lo malo y de qué sirve negar los placeres de la vida.

—Tienes tanta razón —su voz está agotada.

Nos quedamos callados, ella empieza a jugar con el cordón del pantalón. Su cuerpo pequeño es como la hoja que sostengo. Ella es suave, delicada, natural y liviana.

—¿Nerviosa?—Sostengo su mano y me miró con sus ojos grandes marrones.

—Así soy, no te burles.

—¿Con todos o solo conmigo?

Se queda callada, mirando mi mano encima de la suya. 

—Contigo —su respuesta es tímida.

Mi orgullo crece, solo conmigo son sus nervios. 

—Cuéntame de ti. ¿Cuál es tu sueño? ¿Trabajas? ¿Estudias? ¿Tienes novio o amigo?

Espero sus respuestas, es importante saber si tengo rival. 

—Mmm, trabajo con mi hermano en su lavandería. —Me señala con su dedo índice y continúa contestando. 

—Estudio diseño de moda, me gusta crear y ese mundo —pone dos dedos y me los enseña. 

Está contando mis preguntas y aún sostengo su mano derecha.

—No tengo novio, ni mucho menos amigos. ¡Oh! —exclamó bromeando—, ahora recuerdo que tengo un amigo, se llama Kendrick —pone tres dedos y los mueve.

—Es muy bueno saber que no tienes novio, me quitas un peso de encima. Por lo de amigo con todo el placer lo soy, pero deseo ser más. 

—Detente, eres un “Playboy”, sales cada mes en una revista con una chica nueva. Fui una más para tu colección Ken, no creo en el amor —se sienta y me acuesto de nuevo.

Lo he pasado de maravilla con su compañía. Además, el cielo oscureciendo, escuchando el ruido de los carros y los murmullos de las familias compartiendo. 

—No me conoces porque me veas en esas estúpidas revistas. Tampoco significa que sea novio de cada una de ellas y mucho menos que me las tire a todas. Ellas se me acercan, soy soltero y pasamos ratos en fiestas, pero no pasa de ahí. No conocen mi ser, es más, muchas ni siquiera hablan, solo van al ataque —respiro profundo y continúo—. Quiero que comprendas que siempre inventan noticias falsas, lo único que importa es que me conozcas tú. No soy lo que ves en las revistas, el amor no lo conozco y espero encontrarlo pronto.

—Perdón por ser tan desconfiada, es que tu fama no es la mejor. Por otro lado, hay algo en ti que me llama y me hace confiar. Me agrada tu forma de vivir. Seremos amigos, es un gran paso —se volteó y me sonrió. 

Estoy de acuerdo, seré su mejor amigo y su más. 

—Me amarás como amigo —aseguré—. Me debes una pregunta. 

Se gira escondiendo su rostro, veo su espalda y suspira.

—Pregúntame de nuevo.

—¿Cuál es tu sueño, Tiara? 

—Mi mayor sueño es ser libre como tú. Poder ser independiente, ser libre —su voz suena tan suave.

Sin embargo, comprendí todo y siento su anhelo. La vida de ella es como un animal atrapado en una jaula y la ayudaré a ser libre.

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