Al terminar la película, me despido y veo la hora, son las 9:00 de la noche. Estoy en el carro, pongo seguro y verifico mi celular. No quise interrumpir mi momento en familia, tengo diez llamadas perdidas de mi madre. Dos de mi hermano, una de Fabi y un mensaje de voz. Le doy a escuchar el mensaje y dice:
Así quieres que confié en ti, no contestas las llamadas y menos avisas. ¿Dónde estás?
Mi madre histérica, no estoy para ti y peleas. Abrí los mensajes de texto, uno de mi hermano y otro de Fabi.
Te llamé, comunícate con mamá. Me ha llamado tres veces. No me importa si estás de fiesta, pero llámala. ¡Besos, Rodri!
Prima, le contesté a la loca de titi. Le dije que estás en casa y habló pestes. Pero nada raro en ella. ¡Tqm! Tu primo, salva tu culito.
Me empiezo a reír, le envié un texto a Fabi.
¿Dónde te encuentras? Salí ahora de tu casa.
En vez de enviar texto, me llamó y rápido contesté.
—Fabi, tan mal estás que no puedes escribir.
—No soy Fabi, pero es mejor escuchar tu voz que escribir.
Mi corazón se emociona, su voz es más ronca que en persona.
—Ahora eres secretario de Fabi, no conocía ese trabajo.
Su sonrisa suave me enamora más, nunca imaginé que fuera posible, pero estoy emboba.
—Estoy loco por verte, por ti hago cualquier oficio. Ven a casa, me imagino que sabes cuál es mi casa.
—Sí, sé tu dirección, pero no estoy de ánimo de fiesta. Mi día fue agotador, emocionalmente no soy la chica que necesitas y sería aguafiestas.
—Nunca serías aguafiestas, contigo me perdería fiestas y todo por verte. Ven, tengo de invitado la luna, tranquilos bajo su firmamento y apartados. ¡Acepta, por favor!
—Con semejante propuesta, es imposible negarse. Nos vemos luego.
—Te llamaré desde mi celular, para que me llames cuando llegues.
—Sale y vale.
—Te esperamos la luna y yo.
Me marcho, estoy emocionada por verlo y nerviosa. Suena el celular, número extraño y coloqué el altavoz.
—Ya tienes mi celular, te veo pronto.
—Tengo una duda, ¿los periodistas molestarán? Porque no tengo un carro lujoso con tintes.
—Créeme, te puedo regalar uno.
—De ninguna manera aceptaría un regalo así.
—Fue relajando, sé que no aceptarías. Por otro lado, si me diera la gana de hacerlo es porque puedo y deseo.
—Hablemos de la entrada y de los periodistas.
—Cuando veas la entrada principal, pasas el redondel y verás una verja. Ahora mismo mi padre espantó a los periodistas. Así que no creo que tengas problemas.
—Cuando esté ahí, te llamo.
Él vive por el salón la Rosa, unas casas gigantes y con terrenos. Una vez estaba con mi madre y me enseñó su casa. El viaje es relativamente cerca, en veinte minutos estoy pasando por casas hermosas, con fachadas elegantes y marco a Ken.
—¿Llegaste? Estoy saliendo hacia el patio.
—Pase ahora mismo la entrada principal. Paso el redondel y estoy frente a la muralla del castillo.
—Ya abro, mi doncella.
Al abrir el portón eléctrico, entré a su casa y es literalmente un castillo. Me quedo anonadada viendo a Ken, con una camisa roja “Volcom”, pantalón de traje de baño negro y tenis. Él camina hacia el carro, va por el lado del pasajero y trata de abrir, pero está cerrado. Suelta el celular Tiara, me percaté de que aún tengo el celular en la oreja y lo suelto en el posavasos. Me suelto el cinturón, me estiré por encima del asiento y quité el seguro. Él rápido entra con su mirada de pícaro, trágame tierra y me sonrojo.
—Pensé que nunca me abrirías. Cuánto te extrañé. —Se me acerca y me besa al lado de los labios.
Me pongo a mil, creo que se escucha el tambor de mi corazón y suspiro. Roza mi mejilla, me quita un mechón que tapa mi ojo y acaricia mi lóbulo. Todo es tan íntimo, tan increíble y se aparta de un cantazo.
—¡Hola, Ken, también te extrañé! —Formular palabras fue difícil y me dio su sonrisa.
—Es bueno saberlo. Continúa directo, pasa la casa y llegaremos a nuestro sitio.
Al fijarme bien, la casa es hermosa y su fachada imponente. Es de dos pisos, su color gris y azul claro le dan un toque elegante. Hay varios carros al frente, su jardín de película y es inmenso el terreno. Me señala una pequeña loma, me deleito con tanta belleza y al final veo el bohío de madera. Está oscuro, se ven las estrellas tintineando y la luna redonda de testigo. Es maravilloso vivir aquí, estoy impresionada.
—Llegamos, es mi lugar favorito.
Sin esperar me bajo del carro, subo la cabeza y respiro libre. Escucho la puerta cerrarse del auto. No lo esperé, entré al bohío y se encendió un foco. Al voltearme veo a Ken recostado en mi carro con sus brazos cruzados, se ve acorde al paisaje y hace ver lindo a mi carcacha “Mirage”. Nunca creí posible que alguien fuera tan hermoso y lo tengo a pasos de mí.
—Sin palabras estoy.
Se acerca callado, mis nervios aumentan y me volteo. Me acerqué al barandal para ver el paisaje, el aire dándome en mi rostro y siento su brazo rozando con el mío.
—No hacen falta palabras cuando tu rostro habla por sí solo. Me encanta que disfrutes esta maravilla al igual que yo. Nada de los lujos que tengo se compara con este paisaje.
—Es increíble, lo ocupado que vivimos y nos perdemos los detalles simples. Olvidamos respirar.
—La noche es nuestra hoy.
—Debo admitir que me asustaste hoy. No puedes andar dando esos sustos. ¿Estás bien?
—¿Te preocupaste por mí?
—¡Claro, que sí! —lo admití.
—No fue más que un resbalón por así decirlo. Estábamos probando la motora, perdí el control y me barrí en el cemento. Solo fueron rasguños insignificantes.
—Muéstrame lo pequeño que fue.
Se mueve más hacia el foco, me muestra su brazo todo raspado, señala su pierna, ambos lado derecho y se voltea alzando la camisa. Se me escapa un gemido, me tapo la boca y él se giró. Es mucho para decir insignificante, están pelados y en carne viva. Qué ardor debe sentir y molestia.
—No te hagas, te debe arder. Es un tajo pequeño y duele como loco.
Se acerca a mi lado, me siento cómoda con él y me agrada su cercanía.
—Son consecuencias de la adrenalina, así que las acepto con orgullo y arden, pero pasará. Así es mi vida, son cantazos de experiencias y unos duelen más que otros.
—¡Me alegro de que estés bien!
—¡Gracias! Me alegro de estar aquí contigo. Vamos a sentarnos fuera del bohío.
Nos sentamos, se ve mejor la vista y la brisa mueve nuestros cabellos.
—Vamos, valiente, ¿por qué no te acuestas? ¿Estás tiquismiquis? —dije bromeando.
—No seas cruel, otro día me acuesto a contarte las estrellas.
Nos reímos, me sostiene la mano y me sonrojo. Porque mi cuerpo es tan delator, pero así soy, ni modo.
—Después de un día tan emocional, esto es lo mejor para terminarlo —comenté en paz.
—¿Cómo te fue con tu tía?
Me sorprendo, él ve mi confusión y aclara.
—Nos contó hoy Fabian. Fue muy duro para él, pero lo apoyaremos. Hasta llamé al médico de cabecera de mi familia, pero se comunicó con el médico de tu tía. Está muy regado el cáncer, va más allá del dinero y duele tanto ver a mi mejor amigo sufriendo.
Mi primo habló, estoy muy orgullosa de él. Lo mejor es que sus amigos lo apoyan. Saber que Ken intentó ayudar con su dinero, es valioso.
—¡Gracias por todo! —Sollocé como si no hubiera derramado lágrimas en el día de hoy.
Me abraza, me dejé consolar y me recuesto de su pecho. El que un día toque sin nada de por medio, el que anhelaba volver a tocar y ahora estoy llorando a moco tendido.
—Llora, saca tu dolor y te sostendré.
—Verla, tan demacrada fue… un impacto. Siempre estaba retrasando… la visita y al encontrarla en ese estado, me partió el alma… —me ahogué en llanto y tomé aire—. No dejaré que el miedo me impida visitarla. Ella es mi madre y saber… que se está apagando duele. La vida es injusta. Fui una inmadura.
Me limpié molesta mis lágrimas, Kendrick subió mi mentón y quedamos mirándonos.
—No te eches la culpa.
—Es que aún no sabes por qué lo digo.
—Pues cuéntame y yo decido.
—Tengo hipotiroidismo, todos tenemos la glándula tiroidea, pero la mía no produce bien por explicar sencillo. Desde los trece años me la descubrieron, mi madre se obsesionó y me volví rebelde. Le hice la vida imposible en los análisis, las pastillas tengo que tomar una diaria, no me la bebía, en fin, jugué con mi salud. Cuando te sientes bien… —sorbí por la nariz— aunque digan que estás mal te crees la mujer intocable. Quería llevar la contraria a todos. No quería aceptar mi enfermedad, quería ser normal, sin pastillas y sin mi madre encima. Todo por querer molestar. Ahora veo que hay gente que anhela más tiempo para vivir. Me hace ver lo insensata que fui.
Bajé la mirada, pero me hizo enfrentar sus ojos hipnotizadores.
—Todos nos equivocamos en la vida, tú aceptaste tu error y es lo que vale. Debe ser difícil tener a tu leona madre encima todo el tiempo.
Me empiezo a reír al escuchar su apodo de sus labios.
—Siempre me sacas una sonrisa con el apodo. —Sus dedos limpiando mi rostro y ese gesto me cautiva.
—Es una leona. En fin, lo importante aquí, ya no jugarás con tu salud. Además, tengo una idea para que la molestes sin afectar tu salud.
—¿Se puede saber cuál es esa súper idea?
—La súper idea es que te dejes ver conmigo en público —con su dedo índice me toca la nariz.
—Debo admitir que es una buena idea, pero sería perjudicial.
—Si es perjudicial para mí lo acepto, pero si es para ti, me niego a que sufra mi Sirena.
—¡¿Sirena?! —interrogué curiosa.
—¿Lo dije en voz alta? —Se me acerca más al rostro y respiramos el mismo aire.
Sus ojos miran mi boca y los míos observan sus perlas marrones con toques de verde.
—Escuché sirena —dije y me muerdo el labio por nerviosismo.
—Pues debiste escuchar esto también.
Antes de que pudiera preguntar, me besó y me rendí a su boca. Loca por sentir sus labios y su posesión. Mis petardos explotando dentro de mi estómago. Estoy viviendo el momento, nuestras lenguas acoplándose y al despegarnos me relamí los labios.
—¿Qué dijiste? —pregunté en un hilo de voz.
—Sirena.
—Después. —Mi corazón al ritmo del tambor.
—Muero por probar tus labios —su voz se puso ronca y tragó duro.
—Definitivamente, no escucho bien —dije decidida a vivir.
Lo abrazo por el cuello, me lanzo por sus labios y nos besamos. Estoy probando, degustando y perdiéndome en él. Si esto que siento por Kendrick (lo que está creciendo dentro de mí) se llegara a acabar, lo acepto. Me hago responsable del dolor porque nunca olvidaré estos petardos dentro de mí. Vale la pena arriesgarse.
—¡Sirena!
—¿Qué nos depara Kendrick?
—Lo averiguaremos juntos de la mano, paso a paso buscaremos juntos la libertad.
Quería contestarle que seremos novios y te ayudaré en el camino. No obstante, sé que tan solo al oír la palabra novios se asustaría y alejaría de mí. Así que poco a poco le enseñaré a ser libre y que mi amor por ella es real. Esto que siento por Tiara es valioso, le enseñaré cómo protejo lo que es mío y ella es mía.
Kendrick Estoy acostado de lado debido a las heridas en el sofá cama del estudio. Viendo la foto de nuestro primer beso, en donde comenzó todo. Los chicos están dormidos entre el sofá cama y el futón. Obligué a Fabi que se fuera con Tiara. La idea era que todos dormiríamos en el estudio, disfrutando la noche. Sin embargo, no quería que Tiara enfrentará sola a la Leona. Al estar Fabi con ella, será mejor su tortura. Además, era tarde para irse sola. Aceptó sin pelear, ellos son muy unidos y eso me alegra. Estoy releyendo el mensaje de texto que envió Tiara. Llegamos ahora mismo. ¡Gracias por la bonita noche! Te dejo que vamos a enfrentar a la Leona y no será nada fácil. Le respondí enseguida: De nada. Descansa, te aconsejo que pongas de escudo a Fabi. Él puede manejar mejor a la Leona y sobrevivir al ataque. Esta noche fue especial para mí, nunca lo olvides. Esperé, pero no recibí mensaje de vuelta. Asumí que están bregando con la Leona y nada fácil es la felina. Suelto mi celular
Me marcho, iré a darme una ducha y llamaré a mi Sirena. Si les quedaba alguna duda sobre mis sentimientos a los chicos y en especial a Fabi, lo aclaré. Al llegar a mi cuarto voy hacia la mesita de noche y conecto mi celular. Lo enciendo, vuelve a la vida y entran las notificaciones. Me voy hacia el baño, necesito espabilarme por completo y tener cuidado con mis heridas. Mi sirena estuvo feliz, bloqueó toda la mierda y aun así pensó en mí. Me lavo la cabeza, el chorro me masajea y terminé de asearme. Me salí de la ducha y me seco con cuidado. Al salir con la toalla, busco en el armario mi traje de baño azul cielo, saqué calzoncillos y una camisa sin mangas. Dejé caer la toalla, me visto a las millas y rápido fui hacia el celular. Tengo un mensaje de Tiara, enseguida lo abro. ¡Buenos días! Es temprano, las 7:25 de la mañana, pero la Leona rugió y despertó a todos. Fabian pagó todos los platos rotos, pero nada quitó mi sonrisa. Mi sonrisa es enorme, mi Sirena me dio los buenos días y s
—Por último prima, el que está pegado al culo de Ken. Es Oscar, así todo intimidante, con piercing y tatuajes es muy llorón. Por otro lado, su carácter es cañón, así que huye de él. Es experto en videojuegos, el mejor después de Ken, por supuesto. Oscar serio como siempre, asesina con la mirada a Fabi y le saca el dedo malo. Se despega de mí, camina hacia Tiara y ella juega con su pelo. —¡Bienvenida a la pandilla! Si soportas a Fabi, créeme que me amarás a mí y mi jodido carácter. Porque tu primo es un asno, lo aguantamos, porque en la familia no hay excepción.Tiara lo mira con miedo, asiente y lo saluda con la mano. Oscar me sonríe con sarcasmo y se marcha al jeep. Me sorprende, se sienta atrás, siempre va de copiloto conmigo, no cede el asiento a nadie. Está dejando el asiento para mi chica, me acerco hacia ella y estamos frente a frente.—Ya conoce a todos. No hace falta presentarme Fabian, ya nos saltamos la presentación y el destino fue la ayuda.—No pensaba presentarte, si co
En eso sale Pito, va hacia el baúl y lo acompañé. Agarré dos tablas de surfear y él la otra junto con el bolso de Tiara. —Ella es perfecta para la pandilla y para ti. Se acoplará pronto. Los observé, el amor entre ustedes es real. No te preocupes por Fabi, los apoya. Solo tienes que recordar que de todos has sido el más que liga y continúas como si nada. ¿Quién asegura que no harás lo mismo a Tiara? Ellos son como hermanos y se preocupa por ella. Sé comprensible Ken, él sabe que hay historia de amor, pero la duda está sembrada —me palmeó el hombro.Se marcha dejándome sorprendido, el bebé de la pandilla, el callado vio más allá que yo. Nunca se negó a nada Fabi, siempre me ha ayudado de una forma u otra para acercarme a su prima. Cuando tenga oportunidad me disculparé con él. «Vamos a relajarme», me animé. Caminé con las tablas, cierro el baúl y entré al apartamento. Escucho música de Daddy Yankee puesta, “Shaky Shaky”. Se acerca Oscar y me quita las tablas. Huele demasiado de rico,
Nos acercamos a la terraza, los olores me reciben y estamos en el paraíso. Suelto mis cosas encima de la tabla junto a las demás. Tiara le da un plato con una hamburguesa gigante a Fabi. Me dirigí hacia la mesa dónde está toda la comida, agarré pan y empecé a poner la carne. Se acerca Tiara, me da en el hombro y me quitó la apenas hamburguesa. La miré sorprendido, tendrá mucha hambre.—Tranquila es toda tuya —alcé las manos en rendición—. Por poco me arrancas la mano, si estás hambrienta, adelante —la insté con la mano y señalé los ingredientes para que nos sirvamos a nuestro gusto—, por ti aguanto hambruna. —No seas baboso —me regañó tiernamente, esa cara no muestra enojo—. Ya comí dos hamburguesas en lo que estaban en el agua —acomodó la carne que había puesto yo—. Tenía la de Fabian porque conozco sus gustos —sus ojos curiosos ha puesto en mí—. Dime como te gusta y la sirvo. No deja de sorprenderme mi chica, pero iba a quitarle la hamburguesa y ella la aparta.—Puedo hacérmela so
Tiara Nunca me imaginé escapando de mi casa y aprendiendo a surfear. Estoy en la arena con Ken, me está enseñando cómo remar hacia la ola. Me encuentro acostada en la tabla y simulando los movimientos. Estoy ansiosa, un poco nerviosa, pero no me quitaré. Mi primo está sentado en la arena con una cara de pocos amigos y piensa que perdí la cabeza. Tal vez la perdí, solo sé que Kendrick me reta a vivir y siempre amaré esta sensación. Me siento útil, respiro sola y me siento volar. —Recuerda, vas con la tabla caminando hasta que el agua te llegue a la cintura —Kendrick simula que está entrando en el agua con las manos y se ve chistoso—. Luego te acuestas en la tabla y remas. —Entiendo, Ken —sonreí.—Remamos —él todo serio—, cuando venga una ola haces el pato…—Sí, tengo que pegar la nariz a la tabla —terminé por él lo que ha repetido varias veces—, me impulso con el pecho y hago el pato —al darse cuenta de que ha sido intenso sonrió Ken—. Copiado, estoy recopilando todo.Él está tan em
Al abrirlo, empiezo a leer:Una vez más, mientes. Esto se hará de costumbre. No me tienes contenta. Fui a casa de Betsy, no estabas y nunca le avisaste que mentirías. Me quedé mirando el mensaje y surgió una interrogante. ¿Soy terrible por querer experimentar y conocer el mundo? Le contesté: Estoy bien. Cuando llegue me reclamas y me das tus insultos. Tu hija mentirosa.Apago el celular, lo guardo en el bolso y me siento con menos carga. No tengo miedo a sus gritos y salgo del baño. Es hermoso este apartamento y empiezo a mirar alrededor. En la coqueta hay una foto y me acerco. Es Kendrick con sus padres, su parecido con su madre es inmenso y puedo percibir el amor en la foto. Hay un balcón, suelto mi bolso en la coqueta y voy hacia la puerta. La curiosidad pudo más, quité el seguro de la puerta escurridiza y salgo. La brisa me acaricia el cuerpo, me abrazo a mi misma y admiro la vista. El mar de testigo, mi pelo ondeando con el viento y cierro mis ojos por el momento perfecto que
Se marchó y caminé hacia la entrada. Empiezo a buscar la llave y abro la puerta. Al dar mi primer paso dentro la siento sin apenas mirarla y la enfrenté. Está sentada a oscuras en el sofá con una botella de alcohol en mano y su cara seria. Enciende la lámpara a su lado, veo su ira y espero por su discurso. —Bonitas horas de llegar —mira el reloj de la pared. —11:30 de la noche —susurré lo obvio y mi corazón se aceleró. Esta vez no por amor, sino por temor. —Sabe leer un reloj, ¡me has sorprendido! —Su tono de voz va en aumento. Lanza la botella hacia la pared. Me echo hacia atrás y mis manos empiezan a temblar. Nunca la había visto tan molesta y me aterra. Siempre he tenido a Fabian conmigo, mi escudo y mi sostén. Se levanta con su bata negra, me alcanza y mira mi piel. Estoy muda, no encuentro palabras y se escucha el sonido del reloj. —Bronceada —con su dedo índice recorrió mi rostro—, parece que estuviste en una piscina o playa —su voz disminuyó y me aprieta mis brazos, due