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Capítulo 2: Lo Descubriremos Juntos (Parte 3)

«¡Oh, Dios!», exclamé en mi mente. No permitas que sea grave. Las noticias exageran, Ken te dijo que inventan tantas cosas por vender. Tranquila Tiara, eso debe ser inventos y si fuera algo grave estuvieras al tanto. Las noticias malas son las primeras en volar, pero no tengo su número. Me arrepiento de no apuntarlo. ¿Qué hago? Llamaré a Fabi, él debe saber. Pero está trabajando, además, él no tiene una alerta de su amigo. No importa, lo llamaré, suena y suena, pero no contesta. Debe estar limpiando un carro, bueno, pues, a comer y luego ver que sucede. La comida huele bien, pero mi apetito está perdido. «Así quieres cuidar tu salud, vamos a comer», me sermoneé a mi misma. La comida no tiene culpa, al probar esta delicia fue fácil comer. En eso entra Raúl, el encargado de entregar la ropa y se sienta conmigo en la mesa. Terminé de comer, dejé bien poco y estoy tomando agua. Lo observo, esperando sus estúpidos comentarios. Siempre está tirando labia, invitándome a comer y salir.

—¡Hola, bella! ¡Buen provecho! Aunque ya comiste.

Sonrío a medias, estoy preocupada para estar con este mujeriego. Es alto, moreno, calvo y tiene sus labios bien gruesos.

—Gracias, iré a trabajar. —Me levanto y agarro el plato para botarlo.

—Espera amorcito, ¿cuándo irás a comer o bailar conmigo?

Luego de echar todo al zafacón, agarré mi celular y lo guardé en el bolso. Para no verlo cada cinco minutos pendiente de Kendrick. Guardo todo en el locker sin mirarlo, bloqueé la puerta y contesté. 

—No tengo tiempo, estoy muy ocupada con el estudio y el trabajo. —En eso entra mi hermano y sonríe. 

—Nunca te cansas Raúl, déjala en paz.

Camino hacia la puerta, sin mirar su cara de baboso.

—Algún día te arrepentirás, nena.

Continúo mi camino, espero que ese día nunca llegue. Al pasar las horas fue una tortura, pasaron tan lentas y ganas, no faltaron de buscar mi celular. Lo logré, aguanté. Bajamos la ropa y entró mi hermano. 

—¡Buen trabajo! Vete ya, es todo por hoy. Te veo el lunes, que tengas buen fin de semana —dijo mi hermano alegre y mis ojos se van al reloj, son las 5:00 de la tarde.

Él siempre cierra a las 6:00 de la tarde, si nos queda algo para adelantar nos quedamos y a veces salimos a las 7:00 pm. En cambio, agradezco salir ahora, no puedo con estos nervios y además, tengo que ir a ver a titi.

—¡Gracias, hermano, no te canses mucho! —Me acerco y beso su mejilla. 

Camino hacia el locker, me suelto el moño y me lo pongo de pulsera. Saco mis cosas, camino hacia mi carro y casi voy corriendo. Estoy loca por ver mi celular, pero lo haré en el carro y al llegar respiro profundo. Coloqué el seguro del carro, busqué en mi bolso y saco el celular. Veo la pantalla, tres llamadas perdidas de Fabian y un mensaje. Le doy para ver el mensaje: 

Estaba lavando un auto. ¿Qué sucede Tati? 

Rápido llamo a mi primo, al contestar se escucha música y me pidió que esperara. Se escucha menos ruido y la música a distancia. 

¡Hola, prima! ¿Ocurre algo?

Escucho que hablan con él, le dicen: Toma está fría, te espero en el estudio.

 Mi primo contesta: Voy ahora Kendrick, no se escucha bien allá.

 Me molesto, mientras estaba preocupada todo el santo día y ellos dándose unas frías. 

—Estás ocupado, hablamos después. 

¿Para qué llamaste? Estoy con la pandilla escuchando música y pasándola bien.

—Estaba en mi break, quería ver como le había ido a Timoteo.

Está bien, prima, no fue nada grave. Únicamente rasguños, las noticias exageran.

—No sé, ¿qué hablas? Estaba trabajando.

Sabes bien prima, primita de mi alma. Estaban probando la motora, perdió el control y por eso estamos en su casa. Para estar con él, pero está más que estupendo. 

Me deja ahí con la palabra y cuelga. Me recuesto en el volante, nunca puedo engañar a Fabi. Me arreglo el cabello con la mano, me veo en el espejo y enciendo el carro. Voy de camino para casa de mi tía, tanta preocupación para que ellos estén de fiesta. «¿Para qué Tiara?», peleé conmigo. Él como si nada, pasándola bomba. Llegué en quince minutos a casa de titi, me estacioné y en ese justo instante se bajó del carro Facundo, mi tío. Se ve cansado, lleva el dolor grabado en su semblante y no es para menos. Es el amor de su vida, debe ser tan desesperante. Ver como se va tu alma, sin poder detener su sufrimiento y aun así apoyarla. Respiro y exhalo. Respiro, vamos, sé fuerte. Al bajarme, mi tío se percata y abre sus brazos. Me lancé a sus cálidos brazos, me rodeó y besó mi cabeza. Siempre los he amado como padres, son tan unidos y me he sentido amada. 

—¿Estás preparada Tati?

—Eso creo, aunque nunca se está preparada.

Entramos a la casa y quedé en shock al verla desorganizada. Mi tía es maniática con la limpieza, ver esto es la prueba de cuán mal es su estado. Mi tío me acompaña hacia el cuarto, me quedo helada en la puerta y mis lágrimas se me escapan. Alargó su mano esperando por mí, caminé lentamente y trato de esconder mi rostro. Verla tan demacrada es doloroso, su cabello no existe. Tiene un pañuelo rojo en su cabeza, sus ojos con sombras negras, se ve tan delgada y seca. 

—No escondas tu cara, Tati —su voz es débil y tose. 

—Perdón, por mis lágrimas. —No aguanto más y me lanzo a sus brazos.

Ella gime, se me olvido y debí lastimarla. Mis sollozos son desde lo más profundo, ella acaricia mi espalda y me despego. Veo por el rabillo del ojo que mi tío se marcha, no estaba preparada para verla así. 

—Suéltalo todo cariño, me alegro de verte.

—No puedes estar sola tanto tiempo. 

En eso escucho que alguien carraspeó detrás, me volteo y veo a una señora mayor con uniforme de enfermera, se ve humilde y me mira con amor.

—Te presento a Juanita, mi enfermera. Estaba en el baño cuando llegaste. —Mi tía empieza a reír con dificultad. 

—¡Mucho gusto, jovencita! —La señora me ofrece la mano y antes de saludarla me limpio las lágrimas. 

—Es mi sobrina Tati, la que tantas veces te he hablado. 

—¡Es hermosa, no se equivocó en describirla! 

—¡Gracias, el placer es mío, Juanita!

—Te puedes ir Juanita, llegó mi esposo. Si Dios quiere, nos vemos mañana. 

La señora se acerca, le acomoda la almohada y le da un beso a mi tía. Se despide, luego nos deja sola y me siento en la cama.

—Te prometo que vendré a verte más seguido. No dejaré que pase tanto tiempo. 

—No te preocupes, estoy feliz de verte. Sé que hoy diste un gran paso y estoy muy orgullosa de ti. 

—Fabian te contó todo.

—Estuvo aquí antes de irse a casa de su amigo. Por cierto, también vi la foto del beso y eso fue tan hermoso. —Empezó a toser y agarró un vaso con agua de la mesita. 

Ella da un sorbo grande, me da el vaso y lo coloqué en la mesita.

—No te mentiré, ese beso fue magnífico. Sentí mariposas, peces y hasta petardos dentro. 

Nos sonreímos ambas y agarra mi mano.

—Me alegro, ese chico se ve bueno, arriésgate a vivir. Me recuerdas tanto a mí, cuando luché por ser independiente y vivir. No me arrepiento de nada y eso quiero para ti. 

—Me da tanto miedo, me siento tan sola en casa y si me equivoco. Si abro mi corazón demasiado rápido y me pierdo en el camino. 

—La vida es sin manual, te sentirás así y perdida muchas veces. Pero no dejes de luchar, vive a pesar de todos.

—La vida es injusta, a la gente buena le sucede esto.

—No podemos entender las cosas, pero todo tiene su propósito. Necesito que cuando no esté, cuides a Fabi, aunque no lo creas eres su sostén y por un tiempo estará perdido. Sin embargo, con tu apoyo volverá, me iré tranquila sabiendo que el uno al otro se cuidará. 

—Soy débil, mi sostén es él. Nunca he sido de su ayuda, siempre con mis problemas y él escuchando. —Lágrimas ruedan por mis mejillas y mi tía llora conmigo. 

—Sin darte cuenta siempre has sido su fuerza, créeme. Recuérdale que viva sin miedo. —Se limpia las lágrimas y sonríe. 

—Lo cuidaré siempre, somos hermanos y seré su apoyo. 

—Estoy muy orgullosa de ustedes. Ve, busca a Facundo y no más llanto por hoy. —Me da unas palmadas en la mano.

Me levanto, voy hacia la cocina y veo a tío sirviendo una ensalada.

—No te sentí llegar Tati —dice cuando se voltea y me encuentra en la cocina.

—Se ve bien la ensalada, titi te espera.

—Es nuestra cena, quédate veremos película y no acepto un no.

—No diría que no por nada. ¿Qué película veremos? 

—La preferida de Betsy, “Más barato por docena”, necesita reír. Está en la mesa, ve, ponla e iré ahora con los platos.

—¡Me encanta esa película! —Sostengo la película y me voy hacia el cuarto. 

Al entrar sostengo en alto la película, mi tía sonríe y grabaré por siempre esa sonrisa. Llega mi tío con la bandeja, puse la TV con la película. Me siento en la butaca, mi tío al lado de mi tía y empezamos a verla. Ver su amor incondicional vale oro. Aún veo esa chispa en ambos. Son los tesoros que guardaré por siempre. Mi tía se reía débil, pero estaba feliz y mi tío al pendiente de ella.

—Saben nunca quise más hijos. Decía: Fabian da por veinte. Pero ahora me lamento, no haber dejado más compañía para mi hijo.

—Mi corazón, no te equivocas, Fabian da por veinte. Así estamos bien y más. —Mi tío la besa y ella lo corresponde. 

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