Inicio / Adolescente / Me Retas A Vivir Siempre / Capítulo 1: La Foto (Parte 1)
Me Retas A Vivir Siempre
Me Retas A Vivir Siempre
Por: Marriam Nieves
Capítulo 1: La Foto (Parte 1)

Kendrick 

Estamos en casa de la tía de Fabian, curiosamente es periodista obsesionada conmigo. Se preguntarán, ¿qué hago en su territorio? Pues quiero confesar que amo la adrenalina, la fama no me importa y menos lo que opine esa loca mujer. Hay algo morboso en estar aquí, ella ha tirado tantas fotos de mí y espera que haga locuras. Para luego colocar de titular: Este niño mimado lo que hace es despilfarrar el dinero regalado de su padre, habiendo tantas crisis en el país. ¿Esto deseamos para nuestros jóvenes? Vicio y falta de respeto. Ella vive molesta porque mi padre un año atrás ganó la lotería, gracias a mí, por cierto. Le di los números victoriosos. Siempre estuve obsesionado con ellos. Terminé mi cuarto año y estoy en un curso de videojuegos. Mi padre invirtió el dinero en su taller de mecánica, ahora es más grande y ofrece más servicio de calidad. El salón de belleza de mi madre, la casa, ambas remodeladas y nuestro dinero subiendo como la espuma. No soy ambicioso, pero mi vida me gusta vivirla al máximo y haciendo cosas rebeldes. Me llaman el “Playboy de la isla” y vivo en Puerto Rico. Sin embargo, ninguna chica me ha robado mi corazón. Todas me buscan por ser quién soy y les muestro al chico “Playboy”, el que esperan. No he tenido una relación seria. Deseo sentir que es amor. Quiero perder la cabeza por una chica, pero que conozca mi verdadera esencia. En pocas palabras entregar mi locura. No soy solo un idiota, no estudié porque los estudios no son lo mío. Tampoco me importa lo que piensen de mí. Siempre ayudé a mi padre en el taller, fui bueno promocionando el salón de belleza de mi madre y, en cambio, me dejan ser yo. No me puedo quejar de mis padres, son los mejores. No les mentiré, un angelito nunca he sido, siempre les di corajes. Me castigaron bastante, pero eso no me detiene y ellos lo saben. Me aman como soy, por eso los admiro. Cuando sea padre (eso puede ser cuando nos invadan los extraterrestres) seré un padre cool y los comprenderé. Estoy sentado viendo como Fabian reventó la piscina, muerto de la risa. La piscina es rectangular de aire y pequeña. Estábamos lanzando a nuestros amigos y la pobre piscina no soportó. La parte del aire está desinflándose, por consiguiente el agua está derramándose. Tenemos música a todo volumen y tengo mi cerveza en mano. Somos siete en total, siempre unidos en la pandilla rebelde, así nos llamamos. Nunca cambió nuestra amistad. Hemos sido iguales, porque somos hermanos y vivimos al máximo. Tenemos dieciocho años, a excepción de Pito, tiene diecisiete, el bebé entre nosotros. En eso sale de la casa con cámara en mano la tía, parece una leona y apaga la radio. Me observa intensamente, casi estoy seguro de que me lanzó cuchillos a mi cabeza. Ella debe tener cuarenta y tantos. Es de piel trigueña, con su pelo oscuro corte militar y su carácter del demonio. Me recuesto en la silla, doy un sorbo de mi cerveza y espero la escena de la tía leona.

—¡No puedo creer esto Fabian! —la leona escanea el área—. ¡Si este joven está en mi casa, ya lo creo! —me señala y sonrío de oreja a oreja.

Esto es muy divertido, sin apenas haber actuado. No me defenderé. Acepto la culpa, siempre me han inventado bochinches y uno más no afecta. Todo sea por los amigos, como quiera todos somos culpables al fin y al cabo. 

—No pasó nada titi, no hagas tanta bulla —dijo Fabian con su voz tan calmada, tan particular en él. 

En eso sale una sirena de la casa, me siento derecho y casi se me cae la cerveza de las manos. Es increíble su belleza única, salió en un traje de baño de dos piezas oro. La chica tiene el pelo suelto oscuro y es bajita. Pasa por mi lado sin mirarme, menos juzgarme y entra en la piscina. Se acercó Fabian a ella, le dio un beso en la cabeza y le salpicó agua. Veo que la loca tía la aprieta por el brazo. Me levanté furioso, no quiero que la lastime con sus garras y solté la cerveza. Me encamino hacia ellos y estoy frente a la piscina. Los chicos están babeando por ella y me entran celos. 

—¡Sal, ahora Tiara! —indicó con su dedo índice el suelo—. ¡Muévete! —le da un jalón y la chica se pone sonrojada.

Al fin posa sus ojos gigantes en mí, son de un oscuro marrón y se cruzan nuestras miradas. Demonios, ha sonreído, es a medias, pero fue para mí. Se zafa de la loca, se acerca a Pito, y lo empuja en su pecho. Todos estamos pasmados, hasta Fabian que nada lo sorprende. En eso abre su boca, su voz es tan suave y a la vez musical.

—¿Quién ha roto la piscina? —caminó hacia mi otro amigo —. ¿Tal vez tú? —señaló a mi otro—. ¿Quizás este? —Se dirigió a cada uno de ellos.

—¡Tiara, sal del agua! —bramó la leona.

Me gusta su nombre, es perfecto como ella y sonrío cuando la ignora. En eso se da cuenta de que sonreí, se acerca chapoteando el agua y sin pensar entré en la piscina. Quiero sentir su olor, su tacto y quiero su completa atención. Ella se acerca cada vez más, estamos de frente y queda al nivel de mi pecho. Su rostro alzado para poder mirarme y mientras mi visión hacia abajo es divina. 

—Fuiste tú —colocó su pequeña mano en mi pecho desnudo y poder apreciar su sonrojo de cerca es agradable—. Eres el culpable —afirmó.

Es toda un tomate viviente, jugoso y apetitoso. Siento unas ganas inmensas de probar sus labios, no soy de reflexionar y con una mano agarré su cabeza. Ella no lucha, agarré su cintura y unimos las bocas. El beso es lento, explorando su boca y saboreando a su paso. Se mantiene fluido, nuestras lenguas bailando y escucho a la loca gritando. 

—¡Suéltala, suelta a mi hija, degenerado! 

Siento un flash, pero no me importa. Por primera vez deseo ser portada con ella. Disfruté un poco más el beso, escuché a mis amigos gritar y con un gran esfuerzo la suelto. Al abrir mis ojos, pude ver su piel tan pálida y delicada. Es real, acaricio su mejilla y recorro con mi dedo índice su sonrojo. La madre leona la apartó de mi lado, pero sus ojos siempre están con los míos. En eso me percaté de un fotógrafo en el patio. Tendré mi portada del beso, pero nunca fueron de la obsesiva leona. 

—¡Esas fotos no sirven! ¡Es mi hija, váyanse de mi propiedad! —En medio de sus aullidos se llevó a la sirena arrastrada y ella sonrió. 

Nunca veo miedo, esa chica será mía. Es todo lo que deseo. Le saqué el dedo malo al fotógrafo y me sacó la foto. Se acercan mis amigos, vislumbré a Fabian pasmado y le doy un cantazo en su mandíbula. 

—Fabi, cierra la boca. ¿Por qué nunca mencionaste a esa hermosa prima?

Todos salimos de la piscina toda hecha ruina, encendemos el radio y buscamos más cervezas. 

—Es más que prima, es mi hermana y ella no es el tipo de las que frecuentas. ¡Te lo advierto! —Su voz es seria. 

Los chicos saben que no deben meterse, se apartan y nos dan privacidad. 

—Ese beso para mí fue algo más. Hermano, sabes quién soy, no pienso jugar con ella —chocamos nuestras cervezas y tomamos en silencio. 

Nada se tiene que explicar, él entiende que ese beso fue más grande y significó mucho para mí.

—Todo claro, hermano —se quedó pensativo y prosigue—. Aunque es mayor que tú, tiene diecinueve. Es muy seria y su madre está metida en todo.

—La edad no importa, además, un año más —alcé un dedo—. Necesito verla, ayúdame con tu tía. 

—Cuando entres pasa el pasillo, la primera puerta a la izquierda. No tardes, es loca mi tía y lo sabes.

En eso sale la tía, apaga el radio y empuja a su sobrino. Me escabullo, Fabi me tira una guiñada y me marcho. Al entrar veo la sala, me dirigí al pasillo y encontré la puerta. La abro sin tocar, la veo acostada en su cama y envuelta con una toalla boca abajo. 

—¡Mamá, lárgate y déjame en paz! —Empezó a gritar sin mirar en mi dirección, suena tan molesta y dolida.

Se voltea por mi silencio, al encontrarse conmigo se le escapó un grito y abrió sus ojos más grandes. Me acerco rápido, no puedo perder más tiempo y rápidamente se sonroja. 

—No me podía ir sin saber cómo estabas. No debí besarte con tu madre leona presente, pero nunca pensé que fueras su hija. Es más, nunca pienso las consecuencias, pero no me arrepiento de ese beso y tenías que saberlo —con cada palabra me acerqué a su cama.

—Todo fue para molestar a mi madre leona, me gusta el apodo —asintió—. No te preocupes, eres el Ken de la isla, solo fui una más de tu harén.

Sus manos las mueve mucho en la toalla, su mirada está pendiente a la puerta y veo su miedo a ser encontrada conmigo. 

—No creas todos los chismes, tú mejor que nadie siendo hija de una periodista; debes saber que no todo es lo que parece. Ese beso fue mucho más, no lo niegues y sé que lo sentiste al igual que yo.

Escucho a Fabian hablando duro, se escucha cerca y me marcho para no causar más problemas. Al salir caminé hasta la sala, me encuentro de frente a la leona y Fabi detrás nervioso. 

—¿Qué haces dentro de mi casa? Estabas con mi hija… —la corto y alego. 

—Estaba buscando el baño, pero como no lo encuentro me voy. Qué modales, Sra. Leona, acuérdate que la acosadora siempre has sido tú. En mi vida siempre has metido las narices, inventado chismes y a tu gusto.

La esquivo, Fabian me siguió. Los chicos han recogido y nos marchamos. Nos vamos en mi jeep anaranjado, me coloco mi camisa y nos adentramos al tráfico. Terminamos en casa, nos metimos en mi piscina y mi madre nos trajo pizza. Ella nos acompañó también y cuando llegó mi padre se unió a la bulla. 

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo