03

—H-hola, señor Mengoni —balbuceo sin saber por qué.

Nunca me imaginé que el señor Mengoni hiciera las compras del hogar. Es más, me lo imaginaba con sirvientes y hasta mayordomo. Pero no, por lo que veo no se cree más que otros solo por ser millonario.

Tendemos a juzgar a los demás por la apariencia, forma de hablar, caminar e incluso muchas veces por el color de piel. Aunque no queremos hacerlo, es inevitable, y no me siento orgullosa de ello supuesto.

Dejando esos pensamientos a un lado, miro cómo mi jefe le abre la puerta del supermercado a la señora para que pueda pasar. Es un hombre agradable, respetuoso y caballero sin perder su elegancia.

Todo lo contrario a su hermano, sí, el mismo que me tropezó hace algunos días atrás. En personalidades son muy diferentes, pero en el porte, la forma de caminar y ni hablar de sus rasgos, son idénticos. Pensé por unos instantes que eran gemelos.

Luciano, que así se llama, por lo que sé tiene mi edad y está estudiando diseños de automotriz en una universidad prestigiosa. Por lo menos tuvo la decencia de no comentar nada de lo que pasó la otra vez.

Son muy lindos, tanto que hasta en un saco de papas aún seguirían siendo guapos. Río en mi interior, imaginando la escena, definitivamente estoy loca.

El señor Mengoni ofreció darme un aventón hasta mi apartamento, cosa que negué rotundamente alegando que sería una molestia, a lo que respondió que no pasaba nada, no era ninguna molestia llevarme.

Nos dirigimos hacia el estacionamiento del lugar, hasta detenernos en un Porsche de color azul eléctrico. Al menos se da el lujo de tener majestuosa máquina.

El camino lo recorremos en silencio que no resulta ser incómodo, pero tampoco hay necesidad de hablar. En un chasquido llegamos a mi apartamento y me despido de los hermanos Mengoni.

— Gracias por el aventón, señor Mengoni —digo sinceramente, no tuve que caminar. Además, no siempre puedo posar mi trasero en asientos de cuero que vale más que mi propio sueldo.

— Dígame Luca, señorita Sarah —expresa tendiéndome las bolsas que iban en el maletero. Con una sonrisa nerviosa asiento con la cabeza.

— Hasta luego, preciosa —escucho hablar a Luciano con picardía. Sacándome de mi burbuja con su hermano.

— Adiós, Luciano —respondo de vuelta, negando con la cabeza al mismo tiempo que coloco mis ojos en blanco. No tiene remedio este chico, pienso.

Veo cómo Luca se sube al auto y se despide con la mano, arrancando por el pavimento. Entro al edificio y subo los escalones en dos.

Hoy veré una película hasta quedarme dormida.

***

Estoy un poco nerviosa, pues hoy tendré mi primera reunión con el jefe y otros encargados importantes. Los diseños que realicé lograron ser aprobados y elegidos por Luca, así que quiere que mis diseños sean los principales que luzcan las modelos de 'la casa de moda y diseños en Italia'.

Estoy orgullosa de lo que he logrado, esto es muy importante para mí.

Sussan se dirige hacia mí con una enorme sonrisa, es la única amiga que tengo por ahora. Las demás chicas obedecen todo lo que diga Giovanna, por eso me miran mal cada vez que me ven.

Mis pensamientos son interrumpidos por Luca, mi jefe, quien me mira y saluda.

— Buenos días, Sarah, ¿cómo estás? —dice deteniéndose frente de mí. Hoy lleva un traje gris con corbata azul oscuro que combinan con sus ojos.

— Buenos días, señ... Luca —corrijo rápidamente, recordando lo que me había dicho.

— Si todo llega a salir bien en la junta, podrás mostrar tus diseños de primavera a otras ciudades de Italia —expresa contento y ¿orgulloso? Eso no me lo esperaba, bueno quizás un poco —. En la empresa el trabajo es en equipo, por lo que será un beneficio para todos.

— Sería un privilegio para mí que otros vean los diseños, haré mi esfuerzo para que todo salga perfecto —digo muy convencida, ¿De dónde saqué tanta confianza? Eh, no tengo idea.

Luca me mira por unos minutos, haciendo que me sienta un poco incómoda y nerviosa. Su boca se abre para seguir hablando, pero se cierra de golpe cuando es interrumpido por una voz de mujer. Quien lo abraza por la espalda, un poco confundido voltea para saber de quién se trata.

— Hola Luca, ¡Sorpresa! —dice la rubia de ojos almendrados, habla nuevamente estampando sus labios en la mejilla de Luca.

— Gianna, ¿Cuándo llegaste? —le pregunta a la coqueta rubia que derrocha elegancia. ¿Tu viaje no salía el jueves? — pregunta Luca muy sorprendido con la llegada de la hermosa mujer, que no tengo idea de quién es y tampoco me importa.

A decir verdad, sí me importa, ¿Qué era ella del señor Mengoni? Bueno, eso que te incumbe Sarah, ataca mi voz interior.

— Necesito hablar contigo de algo muy urgente, vamos a tu oficina y te explicaré — responde la rubia por nombre Gianna a Luca, que parece una Barbie con ese cabello largo sedoso y piernas esbeltas.

— Está bien, vamos — Luca habla de nuevo, pero antes se percata de mi presencia. — Oh sí, te presento a Sarah, la nueva diseñadora — nos presenta.

— Hola querida, un gusto conocerte —dice la rubia con voz más chillona que la de los chihuahuas. No le agrado, eso se ve claramente, pues estamos igual, su saludo se notó muy falso.

— El gusto es mío —respondo con una sonrisa de boca cerrada.

— Sarah, nos vemos en unos minutos en la junta — me dice Luca antes de irse con su rubia que parece sacada de las modelos de Victoria's Secret.

Asiento con la cabeza, dirigiéndome a mi cubículo para buscar los diseños que mostraré en la junta.

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