Un Día en la Empresa 'Styles Mengoni'
El despertador suena, marcando las 6:00 de la mañana, lo apago y me dirijo con prisa al baño para ducharme y hacer mis necesidades.Opto por colocarme una falda de corte tubo color blanca y camisa de tela tafetán. Combino mi vestimenta con unos zapatos de tacón promedio color negro.No me dará tiempo para desayunar si quiero llegar temprano, compraré algo por el camino.Salgo del apartamento con mi cartera en mano. La mañana está fresca, el viento sopla con fuerza mis cabellos castaños. Las hojas caen convertidas en cáducos. Los otoños en Roma son suaves y breves, con un promedio de 15ºC durante octubre y noviembre, donde llega por debajo de los 12ºC. Las lluvias en esta época son las más fuertes del año.Camino un poco más de lo habitual para poder tomar un taxi, logro detener un auto y subo a él a pesar de que no fue nada fácil con toda esa gente malhumorada por conseguir llegar a tiempo a sus oficios. Así son todas mis mañanas desde que trabajo en la empresa 'Styles Mengoni'. Ya llevo tres días y aún así no puedo creer que haya obtenido el trabajo, solo quedamos cinco chicas, las cuales ni conozco por nombre. Mi timidez no ayuda a la hora de hacer amigos nuevos.Llegué a buena hora, digo mirando mi reloj de mano. Bajo del taxi y me dirijo al imponente edificio.La empresa está abarrotada de personas que caminan a toda prisa de aquí para allá. Me dirijo al piso seis, pulso el botón del elevador antes de que se llene de empleados.Al llegar a mi pequeño cubículo, compuesto por una silla giratoria y un largo escritorio color caoba, me tomo el tiempo de probar bocado de mi rico desayuno, ese que logré comprar antes de llegar a la empresa. Engullo mi sándwich de pollo hasta terminarlo y bebo mi capuchino.Voy al baño a lavar mis manos y ver si quedó rastro de comida entre mis dientes, lo hago rápido antes de que sea la hora de trabajar.Entre bocetos, lápiz, colores, marcadores y todo tipo de materiales se encuentra mi escritorio. Ya he diseñado diez vestidos de primavera, me siento contenta con los resultados. Quedaron muy lindos, a decir verdad, todos llenos de distintos colores y diseños. Echo un vistazo hacia mis demás compañeras, por lo que veo soy la primera en terminar.Guardo los diseños en la carpeta y me dirijo hacia la oficina de la señorita Camile, quien es la encargada de revisar los diseños y aprobarlos. Toco suavemente la puerta de su oficina, recibo como respuesta un "adelante", así que lo hago. Camile se encuentra firmando unos papeles, cuando me nota deja aun lado lo que está haciendo.— Que rápidas eres Sarah, a ver, ¡sorpréndeme! — expresa con curiosidad en su voz. Alza su mano para que le entregue los bocetos, los revisa y detalla uno por uno, por su expresión creo que le ha gustado.— Excelente, lograste diseñar lo que al cliente le gusta llevar y quieren tener en sus guardarropas. Los colores que utilizaste son muy cautivadores y van acorde con la primavera. Me ha gustado tu trabajo, señorita Steinfeld, se lo mostraré al señor Mengoni.Felicita mi trabajo. Contenta con eso, me retiro a mi puesto a seguir trabajando.***Ya es hora del almuerzo, así que camino hacia la cafetería de la empresa. Mi estómago pide a gritos comida, diviso en el vidrio las delicias que hay, como pretzels, quesadillas, pizza y un montón de postres.Decido comprar una pizza mediana y de bebida una gaseosa. Mi estómago agradece todo lo que le doy, no siempre me doy el lujo de comer así.Sentada en una mesa con vista a la calle, disfruto de mi almuerzo.Al terminar, voto la caja de pizza en la canasta de basura. Voy al baño a vaciar mi vejiga y aprovecho para darme un vistazo en el espejo, arreglar mi ropa y cabello. Varias compañeras entran donde estoy y no se han dado cuenta de mi presencia. Una de ellas habla con voz chillona.—Mis diseños van a impresionar al bombón de Mengoni, eso lo tengo por seguro — expresa muy convencida, sin modestia alguna.—Yo que tú no estaría tan segura, Giovanna. La tal Sarah terminó muy rápido y según escuché hablar a Camile y el señor Mengoni, sus diseños son uno de los favoritos por ahora – Escucho que dice la pelirroja de ojos azules, llamada Estela.—¡Ay por favor! que haya terminado primero no significa que sea la mejor – alardea de forma despectiva, mientras pinta sus labios gruesos de color rojo carmesí. Además, el señor Mengoni dijo que los mejores diseños serán presentados en exclusiva en las pasarelas de la magnífica Milán. Y seré yo la que esté allí – finaliza de manera mordaz.Espero a que se vayan y salgo del cubículo. Qué minutos más incómodos, escuchar cómo hablan a las espaldas de otros nunca me ha gustado para nada. No quiero ser la mejor, ni menos ser la favorita del señor Mengoni, solo hago mi trabajo. No le daré importancia a esto, prefiero ignorarlas.Así termina mi hora laboral, recojo mis cosas y me coloco la gabardina que descansa sobre la silla.La tarde está fría por las calles de Roma, camino sin prisa observando el hermoso atardecer. El sol poco a poco se va ocultando. Los gritos de los niños saliendo de la escuela, parejas tomadas de la mano que comparten juntos tal vez luego de un día tan ajetreado, es todo lo que veo hasta tropezar con alguien.—¡Rayos!– grito al caer. Mi trasero cae sobre la acera, ocasionando que mi teléfono y cosas personales salgan de mi cartera.Por un momento quedo mareada de lo rápido que fue, no lo vi venir. El extraño me tiende su mano, haciendo que mi mirada se dirija a esta. Mis ojos recorren desde su torso hasta quedar posada en unos pares de ojos azules tan claros como el cielo, adornados por unas espesas pestañas. Su cabello ondulado color negro azabache cae por su frente. Es un chico de mi edad, aunque su cuerpo lo hace lucir un poco mayor. ¡Qué músculos! dice mi voz interior anonadada por lo que ve.Con su ayuda logro levantarme del suelo, hasta quedar frente a él. Es muy alto, le llego al pecho y eso que llevo zapatos de tacón.—Disculpe señorita, no fue mi intención tropezarla – dice con voz profunda, mientras que muestra una sonrisa que hace que se dibujen unos lindos y adorables hoyuelos.—N-no no pasa nada– mi voz flaquea.Su sonrisa se ensancha, sabe lo que su presencia puede ocasionar en las chicas. Acomodo mi ropa y voy por mi cartera, algunas cosas se salieron. Veo mi teléfono, llaves de la casa y mi bolso donde guardo mis cosas personales. Las recojo apresurada, ya suficiente pena he sufrido por hoy.Las personas a mi alrededor me observan sin darle mayor importancia.El chico ayuda a recoger mis cosas, es lo mínimo que debe hacer luego de tirarme.Con las cosas de vuelta en la cartera, estoy por irme, cuando el chico aparece obstaculizando mi andar.— Creo que esto es tuyo – dice entre apenado y gracioso, tendiéndome una toalla femenina, esa que siempre cargo conmigo por si ocurre una emergencia.¡Qué vergüenza! Grito internamente.— Gracias – le agradezco, tomando mi toalla. Su mano roza mis dedos, incrementando el rubor de mis mejillas.Aparto mis dedos y continúo por mi camino, sintiendo su mirada furtiva.Su rostro me es familiar, lo he visto en otra parte. Me marcho pensativa.***Luego de llegar a casa, me duché con agua caliente y lavé mi cabello. Cené tostadas con un delicioso omelette y jugo de naranja.Ahora me encuentro recostada en el sillón de la sala, con mis pies descansando en el mueble donde se encuentra la televisión. Veo una película de N*****x llamada 'The Kissing Booth', me encanta la trama, sobre todo por Noah, el protagonista. Las películas de romance siempre han sido mis favoritas. Libros, canciones y películas que traten de amor. Si tan solo así fuera la vida real, encontrar un príncipe azul, casarnos, tener hijos y ser felices por siempre.— Y justo cuando él apareció, ella dejó de creer en cuentos – digo recitando las palabras que leí en un libro.Mi teléfono suena notificando que llegó un mensaje, lo tomo para desbloquearlo y ver de qué se trata. Es de la empresa, curiosa leo lo que dice.El señor Mengoni me felicita por mi trabajo de hoy, dice que está a gusto con mis diseños y necesita que pase el lunes temprano por su oficina. Después de responder, apago el celular y me dirijo a la habitación, por fin podré descansar.Cepillo mis dientes y desenredo el enredado cabello con los dedos, bostezando me voy hacia la cama. Apago la lámpara de noche y acomodo mi cabeza en la almohada, logro conciliar el sueño rápido hasta quedarme dormida.—H-hola, señor Mengoni —balbuceo sin saber por qué.Nunca me imaginé que el señor Mengoni hiciera las compras del hogar. Es más, me lo imaginaba con sirvientes y hasta mayordomo. Pero no, por lo que veo no se cree más que otros solo por ser millonario.Tendemos a juzgar a los demás por la apariencia, forma de hablar, caminar e incluso muchas veces por el color de piel. Aunque no queremos hacerlo, es inevitable, y no me siento orgullosa de ello supuesto.Dejando esos pensamientos a un lado, miro cómo mi jefe le abre la puerta del supermercado a la señora para que pueda pasar. Es un hombre agradable, respetuoso y caballero sin perder su elegancia.Todo lo contrario a su hermano, sí, el mismo que me tropezó hace algunos días atrás. En personalidades son muy diferentes, pero en el porte, la forma de caminar y ni hablar de sus rasgos, son idénticos. Pensé por unos instantes que eran gemelos.Luciano, que así se llama, por lo que sé tiene mi edad y está estudiando diseños de automotriz en u
La reunión salió excelente y mis diseños fueron aprobados.Serán exhibidos en La Semana de la Moda en Milán, un importante acontecimiento artístico que se da dos veces al año, en septiembre-octubre y enero-febrero, en el Milán Quadrilatero della Moda, Milán Fashion Center y por toda la ciudad.Estoy muy feliz, es todo un privilegio que todos vean lo que realicé.Voy saliendo de la empresa con Sussan, quien parlotea de lo contenta que se siente de poder ser mi ayudante. Sí, Luca me dijo que podía tener una asistente y en cuanto lo dijo pensé en Sussan, ella lo merece. Es la única que no me ha visto como un bicho raro desde que llegué a esta empresa.Para celebrar, iremos a un bar de la ciudad. Beberé un poco, mi cuerpo no tolera tanto el alcohol, pero quiero disfrutar la noche.Sussan tiene un auto y nos iremos allí, es un Nissan Sentra B13 de color rojo.En el camino, escuchamos música para hacer el viaje más ameno. Vamos a un club nocturno llamado L'oceano celeste, nunca he ido. Segú
La pantalla de mi móvil se enciende notificando que ha llegado un mensaje, lo tomo para ver quién es y se trata de Luciano. Quedamos en salir a conocer un lugar no muy conocido en la ciudad. Ya llegó, así que salgo del apartamento a prisa para no hacerlo esperar.Lo veo recostado en un Audi A6 Avant color plateado, está vestido con un bermuda verde militar y camiseta blanca, zapatos deportivos del mismo color.Levanta la mirada del suelo y me mira sonriente. Se acerca con pasos seguros hacia donde estoy.—Hey preciosa– suelta al verme para luego besar mis dos mejillas. Me ruborizo sin saber por qué, agacho la cabeza—.Hola– murmuro.Luciano abre la puerta de copiloto para que pueda subir, agradezco con una sonrisa, recibiendo un guiño de parte de este. Rodea el auto para luego arrancar por la carretera abarrotada de automóviles.Empieza a sonar "Ovunque tu sia" de L'Ultimo, la melodía hace el recorrido más placentero.Una vez llegado al lugar, luego de diez minutos de camino, Luciano a
Me encuentro en la habitación preparándome para dormir. Hoy fue un día muy especial para mí, compartir esta tarde con Luciano fue mejor de lo que esperaba. Decido enviarle un WhatsApp agradeciéndole por el día tan agradable de hoy, su respuesta no tarda en llegar con un emoji lanzando un beso.Sonrío por eso, apago el móvil. Ya es tarde y mañana debo trabajar. Mis ojos pesan del sueño, así que no tardo mucho en caer inconsciente.***Ya estoy lista para ir a la empresa, hoy desperté sin necesidad de la alarma. Visto con una falda lápiz color crema, blusa de tela Pongee de color dorado y mis zapatos de tacón del mismo color.Llego a la empresa unos minutos antes, paso por la cafetería del lugar a comprar unos pretzels con café, que decido comer en mi cubículo.Sussan ya ha llegado y empezamos a charlar. Luca pasa por al lado sin siquiera saludar, algo que me parece extraño de su parte. ¿Qué le sucede? Pregunto un tanto curiosa.Por fin he terminado de pintar y agregar detalles a los úl
Entro a la empresa y voy directo a la oficina del jefe, me tomó veinte minutos retirar la comida, el señor Mengoni debe tener hambre. Y ni hablar de mi estómago, gruñe haciendo que me apresure, acelero el paso para entregar el almuerzo al jefe y luego ir por algo a la cafetería.Toco con cuidado la puerta de la oficina y escucho un "adelante", así que lo hago. El señor Mengoni lleva floja la corbata y su rostro se ve cansado y hambriento, me acerco a dónde está y hablo.—Aquí está su comida señor– anuncio depositando las bolsas en su escritorio, su cara muestra alivio. Suelta un suspiro y deja lo que está haciendo, — Te agradezco enormemente Sarah, muero de hambre—. Bromea con una sonrisa.—A la orden señor Mengoni— contesto y proceso a retirarme cuando me toma del brazo preguntando.—¿Ya almorzaste?– interroga mirándome y soltando el agarre en mi brazo.—Eh no señor, voy a eso– digo bajando la mirada.—No es necesario, hay comida suficiente para los dos– dice.Estoy por negarme cuand
Voy en el convertible con Luciano, la brisa golpetea mi rostro, es ligera, es marítima y ya me hace sentir cerca del mar. Suspiro hondo, si tan sólo pudiera sentir esta paz todo los días. Falta poco para llegar a la playa Lido di Ostia es la de los italianos por excelencia, dado que se encuentra a pocos kilómetros de la capital, es muy fácil de alcanzar.No nos toma mucho tiempo llegar, al bajar del auto la enorme mansión de dos plantas color amarilla me deja boquiabierta. Es impresionante la estructura de las columnas de mármol con cristaleras que van del suelo al techo. Luciano carga mi maleta y nos dirigimos al interior de la casa, me comenta que la mansión cuenta con un dormitorio principal, es espaciosa e incluye una cama tamaño matrimonial, un guardarropa y una cómoda.Hay tres baños completo en la planta baja, uno en la entrada Sala-cocina, también encuentro un atractivo comedor moderno que me deja boquiabierta, el mismo efecto que ha tenido sobre mí el recibidor. En el reco
Una noche oscura nos permite reparar en detalles que por lo general pasamos por alto.El color oscuro tiene un gran valor expresivo en las sensaciones, emociones, sentimientos y deseos, de esta manera apacigua nuestra inquietud. Es un espectáculo hermoso y encantador contemplar el cuerpo de la Luna, su luz ahoga todo, excepto a las estrellas más brillantes. Es la mejor amiga de aquellos que se sienten solos en este mundo tan grande.El mar, en toda su inmensidad, es otra fuerza de la naturaleza que de alguna manera nos atrae y nos produce fascinación. Además, esto no es casual, pues la Luna y el mar están ligados por la increíble fuerza de las mareas.Sentada en la arena con la vista fija en el horizonte, el viento frío golpea mi rostro. He estado así por horas, los demás se han quedado disfrutando en la mansión mientras yo preferí disfrutar de la hermosa vista de la Luna reflejada en el eminentemente mar.Estoy tan perdida en las olas que golpean con las rocas que no noto cuando Luca
Y así termino, recostada en la cama con los párpados cerrados esperando que amanezca y fingir que lo de anoche no ha ocurrido y no ha surgido ningún efecto en mí. Ne le dejaré ver al señor Mengoni cuánto me han dolido sus palabras que una y otra vez se repiten en mi cabeza.«—... Hagamos borrón y cuenta nueva, espero que esto no afecte nuestra relación de jefe y empleada—» Si es lo que quiere, pues así será. Digo sonriendo con amargura.Es la mañana y nos encontramos desayunando en el gran comedor de la mansión, los amigos de Luciano charlan amenamente, el ambiente es distendido. Aunque la tensión que hay entre Luca y yo es perceptible los demás no se percatan de ello, o bueno, todos menos Luciano que nos mira de hito en hito. Clavo la vista en mi desayuno y tomo otra pieza de ciambelle que es una especie de rosquillas tipo donought, rellena de mermelada y otra con crema de chocolate. El café en Italia suele ser espresso muy pequeñito y fuerte, a pesar de no tener apetito me oblig