—Claro, porque yo sabía que Daniel fue cómplice de la trampa que llevó a la muerte al Pakhan. —respondí con sarcasmo, sin importarme que, por la mirada de Andréi, estuviese a punto de colgarme del cuello en un poste. —Puedes pensar lo que quieras sobre mí, pero jamás permitiré que pongas en duda la lealtad que tengo con ustedes, con la organización y mucho menos con mi padre.
—Nunca has querido tener nada que ver con todo esto. ¿Ahora quieres que te crea?
Entrecerré los ojos, mirándolo.
—Entonces, según tú, me case con Daniel y luego traicione al Pakhan. ¿Eso es lo que estás insinuando, Andréi Ivanov? —pregunté lentamente. Lo estaba retando para que me dijera a la cara lo que sus ojos me gritaban. —Parece que te gusta hablar, pero no tienes los cojones para mirarme a la cara y decírmelo. —Le escupí con rabia.
Antes de darme cuenta, mi tío levantó de la cama y me tomó del cuello, estampándome contra la pared.
Su mano rodeada la mitad de mi garganta, lo cual dificultaba que respirara correctamente.
Andréi se acercó hasta mí y pude sentir su cálido aliento sobre el hombro; ambos nos observábamos con odio, rabia y asco.
—Siempre has sido un lastre para esta noble familia. Nunca quisiste entrenar, y apenas y aprendías lo suficiente de los negocios como para no quedarte totalmente en la ignorancia.
Su mirada se tornó turbia.
Lo empuje, no se esperaba que lo hiciera, así que retrocedió prácticamente por instinto.
Volví mis manos en puños y las dejé caer a ambos lados de mi cintura, las ganas de abofetearlo se hicieron presentes.
Así que, internamente suspire y cuadré mis hombros mientras colocaba mi mejor mascara de hielo en el rostro.
—No es mi culpa querer alejarme de un nido de criminales. —Andréi enarcó una ceja en mi dirección, dándome a entender que pensaba igual que yo. —Pero eso no significa que hubiese traicionado al Pakhan. —repetí.
—¡Era mi hermano!
—¡Y mi padre! ¡Lo fue mucho antes de ser el Boss! —grité de vuelta.
De nuevo estábamos cerca y pude detallar sus rasgos, muchos de los cuales compartía conmigo.
Los mismos ojos que relucían, la nariz recta, los pómulos marcados y una línea similar en el entrecejo.
Él se parecía mucho a mi padre, lo cual apretó mi corazón con melancolía durante unos segundos.
Sacudí mi cabeza.
Andréi me observaba, confundido por mi repentino silencio, un mechón de cabello platino le caía sobre la frente.
—Lo mejor será que me vaya, ya te dije lo que debía. —afirmé tomando mi bolso.
Camine hasta la puerta, dispuesta a marcharme y con la intención de esta vez sí cumplir mi promesa y no volverlo a ver nunca más.
Ya la había abierto y mi mano descansaba sobre el pomo, cuando escuché de nuevo la voz de mi tío, no me llamaba, eso sería demasiado humillante para alguien como él, sin embargo, hizo una pregunta que me dejó todavía más descolocada.
Fruncí el ceño.
—¿Sabes quién es el nuevo Boss? —preguntó.
Por primera en la noche detecte cierto resquebrajo en su voz, un pequeño atavismo de nerviosismo.
Eso me puso en alerta, que Andréi Ivanov estuviese nervioso por algo, no podía ser bueno.
—No. —respondí lentamente. Sentí una opresión en el pecho que me dejó sin respiración. —¿Tú lo sabes? —pregunté de vuelta.
Me mantuve dándole la espalda.
—Dimitri Volkov. —pronunció con asco, prácticamente lo escupió.
Me giré tan rápido que fue una suerte que no se me rompiera el cuello, esperaba haber escuchado mal.
Seguramente padecía algún problema de audición, rogaba porque fuese así.
Pero cuando mis ojos se toparon con los del rubio, supe que no mentía; un suave quejido, apenas perceptible salió de mis labios.
¿Cómo demonios habían terminado Dimitri en ese puesto?
—Por favor, dime que estás bromeando. —pedí entre dientes.
Andréi sonrió de nuevo, una sonrisa lobuna que no hizo más que aumentar la ansiedad que comenzaba a deslizarse por mi cerebro.
Negó moviendo despacio la cabeza de un lado al otro.
—También reaccioné igual cuando lo supe. —comentó en un tono jocoso.
—¿Algo está mal en el mundo? ¿Cómo es que ese grandísimo hijo de puta ahora ocupa el lugar de mi padre?
Andréi cruzó una pierna sobre la otra, luego se encogió de hombros.
—La basura siempre será basura, no importa que tan perfumada esté.
Puse los ojos en blanco, a ambos nos molestaba el hecho, pero por razones diferentes.
Yo no consideraba que Volkov pudiera estar cerca del líder que había sido mi padre y Andréi detestaba que un bastardo ahora mandara en el submundo.
—Su padre fue el líder de la Bratva luego de que Nikolay murió. —explicó mi tío con desgano, nunca había sido santo de la voluntad de esa familia. —Murió hace aproximadamente un año y ahora su “hijo” lleva el título de Boss.
Lo primero no me sorprendió, para nada.
Alexander Volkov siempre fue un miembro leal de la hermandad y también era cercano a mi padre, uno de los pocos amigos en los que confiaba, lamentablemente, pues este no movió ni un dedo cuando lo sentenciaron a morir.
—¿Qué pasó con los hijos de Volkov? Creí que su esposa le dio tres. —le recordé confundida.
Alexey era el mayor, pero era un bastardo de cuya madre no se sabía nada, algunos rumoreaban que había sido una prostituta que murió durante el parto, pero solamente eran eso, chismes infundados sin nada que los respaldase.
Siendo bebé apareció en la puerta de su padre y supongo que este no tuvo la sangre fría para enviarlo a un orfanato, darlo en adopción o enviarlo al gulag como se esperaba.
—Los dos hombres murieron y la tercera es mujer, sabes perfectamente que nadie la vera como una líder. —aclaró Andréi, recordándome una de las razones por las que decidí huir de ese infierno.
No había nacido para que me miraran por encima del hombro.
Sin embargo, en medio de toda esa información, algo me hacía ruido. No podía definir qué, pero ahí estaba la constante sensación de que pronto mi tío diría algo que no me gustaría, ni un poco.
Mis hombros se tesaron por instinto.
Confiaba en el rubio casi tanto como en un escorpión venenoso.
—¿Por qué me estás contando todo esto?
Andréi me miró fijamente durante unos segundos que se me hicieron eternos, pero cuando estaba por pensar que no hablaría, separó los labios.
—Alexey Volkov está buscando una esposa y quiero que sea tú.
Parpadeé una vez, luego otra y terminé por soltar una carcajada que debió haberse escuchado en todo el edificio. Esa era la broma más cómica que había escuchado en mi vida.
¿Yo? ¿Esposa de Volkov?
Primero muerta.
Cuando termine de reír, seque con cuidado las lágrimas que me habían escapado. Mis labios terminaron formando una “O” a causa de la sorpresa, no podía estar hablando en serio, ¿o sí? Enarqué una ceja en dirección de mi tío, intenté captar un atavismo de diversión en su mirada, pero lo único que encontré fue la astucia de una hiena. —¿Has estado probando algún nuevo estupefaciente? —pregunte sin más. Andréi me lanzó una mirada mordaz, que me hizo cerrar la boca inmediatamente. —Deja tus comentarios de colegiala para quien le importe, estamos tratando un tema muy serio. Me sonroje de pies a cabeza, Andréi tenía razón. —Perdonadme, pero entiende que me esperaba cualquier cosa menos esto. —afirmé cruzando una pierna sobre la otra. —Alexey y yo nunca nos hemos llevado bien, ni siquiera cuando éramos niños. —aclaré con la esperanza de hacerle ver las cosas con claridad. Andréi rodó los ojos, un gesto que lo hizo parecer más joven por unos segundos. —A estas alturas deberías conocerm
El aire se volvió denso, tenía que respirar por la boca para no asfixiarme; Alexey continuaba mirándonos a ambos con una expresión de desagrado, como si fuésemos dos cucarachas que poseían la desfachatez de adentrarse en sus dominios. No nos reconocía. —¿Van a hablar? —preguntó con impaciencia. —No quiero ordenarles a mis hombres que piten el suelo con sus sesos, lo acaban de limpiar. —aseguró ofuscado. Observé a Andréi por el rabillo del ojo, esperando que pronunciara algo. No tenía ningún deseo de morir en este piso dónde veía mi propio reflejo. Con disimulo le di un codazo para que espabilara y volviera a la tierra. Al parecer, funciono. —Mi nombre es Andréi Ivankov. —dijo con voz firme. —He venido a solicitar una cita con el Boss. —explicó desabrochándose el primer botón del traje que usaba. —Es un asunto urgente. —aclaró sin más. Los ojos de Alexey se oscurecieron, no quedaba ni rastro del verde primaveral que tenían cuando llegamos. Evidentemente nuestra familia no era bien
Luego de terminar la conversación, que sin duda alguna había sido la más extraña que tenía hasta ahora, el Boss nos ordenó que volviéramos a la fiesta. Acordamos reunirnos con el resto de su familia y los miembros de la hermandad el día de mañana, también teníamos que hablar con su consejero para que redactara el acuerdo. Me llevé una mano por el rostro. El día fue realmente difícil y lo único que realmente quería era dormir unas cuantas horas, tal vez así podía fingir que todo esto no era más que una terrible pesadilla de la cual pronto despertaría. Así se lo hice saber a Andréi. —De acuerdo. —dijo encogiéndose de hombros. —Nos vemos mañana temprano. —Me recordó. Yo asentí y me encaminé hasta la salida. Tenía la mano en el pomo de la puerta, cuando noté una sensación extraña en mi espalda. Alguien me observaba. El primer error que cometí, fue voltearme y a ese le siguieron una lista todavía más grande. Prácticamente choque mi mirada con la de Alexey, que me observaba desde su an
—Por aquí por favor, los están esperando. —La mujer se dio la vuelta esperando que la siguiéramos.No pude detenerme para observar de nuevo la fortaleza. La conocía como la palma de mí mano, pero durante los últimos diez años habían cambiado muchas cosas. Hubiese querido comprobar que esto seguía igual.La esclava nos guió hasta el segundo piso y se detuvo frente a una de las puertas, tocó esta y dentro se escucho un áspero "pase". Entramos y la mujer bajó la cabeza en señal de respeto, ese gesto solo aumentaba mis nervios.—Sus invitados, señor. —anunció para luego retirarse en silencio, cerrando la puerta tras de ella.Enfoqué la vista en la habitación, una sensación de melancólica se instaló en mi estómago. Esta había sido la oficina de mi padre durante mucho tiempo y seguía igual que en los recuerdos de mi memoria. No sabía si estar feliz o entristecida por eso, tal parece que Alexey deseo hacerle cambios.Las paredes eran de color marrón oscuro, casi negro, junto con unas cortin
El resto de la tarde lo pasé encerrada, aburriéndome como una ostra. Se supone que hoy también veríamos al resto de la hermandad y algunos miembros de la familia del Boss, pero me habían dejado aquí. Olvidada de la mano de Dios.Un hermoso crepúsculo se había formado en el cielo cuando por fin decidí salir de la habitación. No era ninguna prisionera y tampoco me habían ordenado quedarme aquí. Así que tome el abrigo con el que venía y saque un gorro negro que empaque por si acaso.Todavía no nos traían nuestras cosas, así que debía solucionar con lo que tenía. Revise mi bolso buscando la última cosa que había traído conmigo. La cámara Nikon me estaba hasta el fondo, la tomé y me la colgué del cuello.Seguramente existía algo en medio de este paisaje invernal que fuese digno de fotografiar. Salí de la alcoba y baje las escaleras de dos en dos, por suerte no me tropecé con nadie que pudiese detenerme u hacer preguntas indecibles. Iba a abrir la puerta a la fortaleza cuando una voz me det
Entre a la casa y subí la escalera de dos en dos, mi corazón latía desbocado y llegar a mi habitación se había convertido en algo imperativo. Mi mente estaba en otro lado, por lo que termine chocando contra una persona. Termine en el piso, al igual que ella.—Pero… ¿Qué te sucede? ¿Acaso no te fijas por dónde vas? —Me gritó la desconocida levantándose del suelo, sacudiéndose la ropa.Observe que tenía el cabello rubio que le caía en ondas por la espalda. Tendría más o menos mi edad, treinta a lo sumo. Iba vestida con un abrigo de color gris y rayas negras, (se veía cálido) del cual sobresalía un vestido negro hasta los muslos y unas medias pantis negros, terminando en unas botas altas de cuero. Era atractiva de una manera en que lo sería una guerrera vikinga. Su rostro tenía forma de corazón y sus ojos eran de un tono verde muy familiar. De hecho, todo en ella me recordaba a alguien, pero no podía ubicar a quién.Abrí la boca para disculparme, pero volvió a interrumpirme.—¿Tienes id
Para cuando baje ya empezaban a servir la cena y todos los ojos se voltearon a la entrada del comedor en donde yo estaba parada. Ignore a la mayoría, pues la única que me interesaba era la del hombre sentado en la cabecera de la mesa.El Boss enarcó una ceja en mi dirección, pero nada más. Fruncí el ceño, decepcionada. Sin embargo, me uní a ellos con tanta dignidad como pude, lamentablemente el único asiento libre estaba a su derecha. Ahí me senté.No entendía qué pasaba. Llevaba el vestido que me regalo (el cual me quedaba como un guante) y los tacones hacían que mis piernas se vieran más estilizadas. Me había tomado el tiempo de maquillarme a consciencia y el cabello plateado lo usaba suelto.¿Qué sentido tenía darme este hermoso vestido si no reaccionaria de ninguna forma?Entonces me di cuenta.Era otro de sus juegos pendejos y yo había caído como una estúpida.El aroma del Boss golpeó inmediatamente contra mis fosas nasales, aguanté la respiración tanto como pude, pero al final m
—Perdona, no sabía que estabas ocupado. Vuelvo en un rato. —afirmé haciendo amago de irme, pero la voz del hombre que acompañaba a Alexey me detuvo.—No tienes que marcharte, siempre es bien recibida la compañía de una dama tan hermosa. —aseguró extendiendo la mano para ofrecerme un lugar a su lado.Pude escuchar cómo Alexey soltó un bufido, pero no dijo ninguna palabra, por lo que supuse que podía quedarme. Sin embargo, lo mire, esperando su confirmación. El Boss asintió. El invitado tenía los mechones de cabellos pelinegros que le llegaba por encima de los hombros. Sus rasgos eran asiáticos y los ojos eran como dos pozos oscuros. No tarde mucho en comprender que era el miembro de la Yakuza del que comentaban ayer durante la cena. Honestamente, no me sorprendía.El Boss me hizo una seña para que me acercará. No tenía ningún interés en llevarle la contraría y menos frente a los socios de mi futuro marido. Era perfectamente capaz de diferenciar que guerras podía librar y en cuáles iz