Capítulo 6

El aire se volvió denso, tenía que respirar por la boca para no asfixiarme; Alexey continuaba mirándonos a ambos con una expresión de desagrado, como si fuésemos dos cucarachas que poseían la desfachatez de adentrarse en sus dominios. No nos reconocía.

—¿Van a hablar? —preguntó con impaciencia. —No quiero ordenarles a mis hombres que piten el suelo con sus sesos, lo acaban de limpiar. —aseguró ofuscado.

Observé a Andréi por el rabillo del ojo, esperando que pronunciara algo. No tenía ningún deseo de morir en este piso dónde veía mi propio reflejo. Con disimulo le di un codazo para que espabilara y volviera a la tierra. Al parecer, funciono.

—Mi nombre es Andréi Ivankov. —dijo con voz firme. —He venido a solicitar una cita con el Boss. —explicó desabrochándose el primer botón del traje que usaba. —Es un asunto urgente. —aclaró sin más.

Los ojos de Alexey se oscurecieron, no quedaba ni rastro del verde primaveral que tenían cuando llegamos. Evidentemente nuestra familia no era bien recibida en estos lugares. Su vista se poso de nuevo sobre mí, de repente interesado en todos los rasgos que delataban que compartía ADN con el hombre a mí lado.

No tardó mucho en llegar a una conclusión y su rostro cambió por completo.

—Tenía entendido que estabas muerta. —afirmó para luego darle un sorbo a la bebida que colgaba de su mano. —¿Sabes que es un delito mentirle a la hermandad, Amaranta Ivankova? —interrogó enarcando una ceja

Me estremecí al escuchar el tono en que pronunciaba mi nombre, como el de una serpiente a punto de atacar. Si algo me sorprendía, era que todavía no daba la orden de que nos ejecutaran. Su curiosidad debía ser más grande que su sed de sangre.

—Boss. —respondí bajando la cabeza en señal de respeto.

Cuando la levante de nuevo, había un brillo extraño en su mirada. Alexey parecía… ¿Divertido? Sentí como la rabia subía por mi garganta. Yo me estaba jugando la vida en venir hasta aquí y a él le resultaba gracioso. Me mordí el labio inferior para no hablar.

—Tienen cinco minutos para decirme lo que quieren. —explicó levantándose del sofá. —Si se pasan de ese tiempo, mis hombres les clavaran dos balas en la frente. —Nos dio la espalda y comenzó a caminar en dirección al fondo del club.

Era evidente que quería que lo siguiéramos, así que eso fue lo que hicimos. Conforme nos internamos, el sonido proveniente de la fiesta se hizo cada vez menos audible. El Boss se detuvo frente a una puerta de hierro y tecleo una contraseña en el teclado que colgaba a un lado de esta. Se oyó un pequeño “clic” y luego la puerta se abrió.

Detrás de nosotros venían un par de Vory v Zakone, respaldando a su jefe y evitando que alguien le hiciera daño. No me cabía la menor duda de que no necesitaban de armas para matar a alguien, con sus manos era más que suficiente.

—Entren. —ordenó uno de ellos, empujándonos.

Estábamos dentro de una oficina, supuse que era aquí donde el Boss atendía sus negocios. Era pequeña, pero no por eso menos elegante. Aunque “pequeña” sería un eufemismo de mi parte, ya que debía ser más grande que mi habitación en el hotel.

Alexey ya estaba ubicado detrás de un largo escritorio de caoba y sus manos envolvían un habano. Con cuidado aspiro el contenido y luego lo expulsó. Una hilo de humo nos rodeo y sentí que mis piernas temblaban ante esa acción.

—Los escuchó, recuerden que solo tienen cinco minutos. —dijo llevándose una mano al reloj que colgaba de su muñeca. —Vayan directo al grano.

¡Oh! ¡Sorpresa, sorpresa! Parecía igual de costoso que todo lo demás.

—Tenemos pruebas de que el antiguo Boss, Nikolay Ivankov, fue asesinado injustamente. —aseguró mi tío entregándole sobre manilla que contenía una copia de lso documentos. —La seguridad federal de varios países le tendió una trampa.

El Boss comenzó a leer los documentos, deseaba saber qué pensamientos cruzaban por su cabeza al comprender toda la situación. Pero su rostro se mantenía indiferente, dificultándome la tarea. Nuestra infancia transcurrió en un entorno donde las apariencias lo eran todos si quería sobrevivir, por lo cual entendía su mascara.

Termino de leer y se mantuvo en silencio durante un par de minutos. Use toda mi fuerza de voluntad para contener las ganas de comerme las uñas, el tiempo seguía avanzando y nosotros no contábamos con mucho.

—¿Cómo consiguieron está información? —indagó por fin. Pensé que no hablaría y nos mandaría directamente a una cámara de tortura.

Solté un suspiro, ahora si se venía lo bueno. Mi tío comenzó a narrarle todos los sucesos de la última semana. Mi rostro se sintió caliente cuando llegó a la parte dónde mi esposo me engañaba. Eso era demasiada vergüenza para soportarla.

En cuanto Andréi finalizó otro silencio se instalo entre los tres. Empezaba a preguntarme si lo único que haríamos en esta reunión era mantenernos callados cada vez que se diera una noticia importante. De ser así, nunca avanzaríamos.

—¿Así qué te casaste con el hombre que vendió a tu padre? —preguntó volviendo su atención sobre mí. Esbozó una sonrisa, aunque esta no tenía nada de divertida.

Juro por Dios que intente contenerme, pero termine fulminándolo con la mirada.

—No lo sabía, jamás hubiese traicionado a mi padre. —le asegure.

El Boss chasqueó la lengua.

—¿Cómo sé que puedo confiar en tu palabra?

Señale con un dedo todo a su alrededor.

—Mira tú posición y mira la mía. De haber vendido a mi padre, al menos hubiese sacado algún provecho. —aclaré entre dientes. Alexey asintió.

—Sin embargo, no entiendo de qué me pueden interesar estos documentos.

Andréi se aclaró la garganta e interrumpió nuestra conversación.

—Desde que se acuso a mi hermano de traicionar a la mafiya, los negocios no han marchado bien. Es lógico que nadie quiere hacer tratos con una hermandad cuyo propio líder los traicionó… —comenzó, pero fue detenido por el Boss.

—Nuestros acuerdos con el resto de las mafias van bien. —declaró inmediatamente. —Y ese no es tu asunto.

Entonces Andréi le ofreció una delicada sonrisa, aquella expresión lobuna que me decía que tenía al hombre justo donde lo quería. Mi cuerpo se tensó por instinto. Aquel gesto confirmaba el enorme parecido que tenía con mi difunto padre.

—Bien no quiere decir excelente. ¿Acaso La Bratva no ha sido siempre una de las mafias más poderosas del mundo? —preguntó dejándose caer en una silla frente al Boss.

A este no pareció molestarle la evidente falta de respeto o si lo hizo, considero que no valía la pena manchar el piso con alguien tan insignificante como mi tío. No sabía cómo sentirme respecto a eso, por lo que mantuve en mi sitio.

—¿Qué es lo que propones? —le preguntó Alexey.

Andréi cruzó una pierna sobre la otra.

—Quiero lo mejor para la hermandad. Si ambas familias se unen, demostraremos que somos una fuerza a considerar. —respondió.

El Boss volvió a quedarse silencio, meditando las palabras de mi tío. Al final hizo algo que no me esperaba y por la expresión en los ojos de Andréi, él tampoco. El hombre frente a nosotros soltó una carcajada seca, como si lo que acabara de decir fuese tan estúpido, que ni siquiera valiera la pena tomarlo en serio.

—Eso sería ganancias solamente para ustedes. —aseguró.

André negó, moviendo la cabeza de un lado a otro.

—Al demostrarse que nuestra familia no ha convertido ningún delito, dejaremos de ser una paria. Por consiguiente, los demás verán que La Bratva no cría traidores y volverán a recuperar su confianza en nosotros. —le explicó con detenimiento.

El Boss lo escuchó atentamente, parecía considerar aquello.

—¿Cómo planeas hacer eso?

Mi tío se volteó para mirarme, era mi turno para intervenir. Trate de que mi voz no temblará. Pues este no era precisamente el mejor momento para mostrar debilidad y si queríamos convencer al Boss, debía demostrarle lo que podía obtener.

—Sabemos que estás buscando una esposa y venimos a proponerte un trato. —dije captando de nuevo su atención. Trague saliva antes de pronunciar las siguientes palabras. —Casémonos, tu y yo. —ofrecí.

Debo reconocerle, que Alexey parecía igual de complacido que yo con aquel ofrecimiento. Cuando poso su mirada sobre mí di un paso atrás por instinto. Esta vez parecía que de verdad me observaba, como detallando si yo era material para convertirme en su esposa. Imbécil.

—No eres como las demás mujeres de la Bratva. —afirmó. No parecía querer ofenderme, solo lo dijo como si fuese un hecho a tomar en cuenta.

Igualmente me molesto, así que cuadre los hombros.

—Soy perfectamente consciente de ello. —le respondí de forma mordaz. —Debido a eso, nuestro matrimonio solo será por una cantidad de tiempo limitada. —aclare. Eso si pareció interesarle.

—¿Por cuánto? —preguntó. Andréi respondió en mi lugar.

—Durante un año, será suficiente para convencer al resto. —explicó encogiéndose de hombros. —Luego de eso cada uno podrá seguir por su lado.

Los orbes verdes de Alexey volvieron a posarse sobre mí. Parecía que había algo que no lo terminaba de convencer del todo. Espere pacientemente a que formulara sus dudas, era importante que resolviéramos todos los aspectos generales, ya luego podríamos concentrarnos en los pequeños detalles.

—¿Por qué quieres casarte conmigo? —preguntó.

Allí estaba, la pregunta para la que tanto me había preparado. Tomé una bocanada de aire y compuse una expresión seria en mi rostro. Si quería lograr mi objetivo, debía ser honesta, al menos parcialmente.

—Quiero vengarme de alguien y tu puesto aquí me ayudara a conseguirlo.

Una de las comisuras del Boss se alzó.

—De acuerdo, me casare contigo, Amaranta Ivankova.

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