Capítulo 5

Cuando termine de reír, seque con cuidado las lágrimas que me habían escapado.

Mis labios terminaron formando una “O” a causa de la sorpresa, no podía estar hablando en serio, ¿o sí?

Enarqué una ceja en dirección de mi tío, intenté captar un atavismo de diversión en su mirada, pero lo único que encontré fue la astucia de una hiena.

—¿Has estado probando algún nuevo estupefaciente? —pregunte sin más. Andréi me lanzó una mirada mordaz, que me hizo cerrar la boca inmediatamente.

—Deja tus comentarios de colegiala para quien le importe, estamos tratando un tema muy serio.

Me sonroje de pies a cabeza, Andréi tenía razón.

—Perdonadme, pero entiende que me esperaba cualquier cosa menos esto. —afirmé cruzando una pierna sobre la otra. —Alexey y yo nunca nos hemos llevado bien, ni siquiera cuando éramos niños. —aclaré con la esperanza de hacerle ver las cosas con claridad.

Andréi rodó los ojos, un gesto que lo hizo parecer más joven por unos segundos.

—A estas alturas deberías conocerme lo suficiente como para saber… Que eso me importa en lo más mínimo. —afirmó encogiéndose de hombros.

—Suponiendo que yo acepte casarme con Volkov. ¿Qué ganaríamos con todo esto? —pregunté mirándolo directamente a los ojos con suspicacia. —Y por si lo has olvidado, estoy casada. —mencioné tratando de no vomitar con esas palabras.

Ahora fue el turno de Andréi de soltar una carcajada.

Rechiné los dientes, ofuscada.

¿Qué demonios le resultaba tan gracioso?

—Un esposo que te ha engañado con tu mejor amiga y por culpa del cual has perdido al hijo que llevabas en el vientre. —dijo en un tono venenoso.

Esbozó un gesto lobuno, que demostró el gran parecido que tenía con mi padre.

Sentí como un frío paralizante cubría mi espalda.

El aire desapareció por completo de mis pulmones y comencé a sentir como la cabeza me daba vueltas a causa de la falta de oxígeno.

Debía huir de aquí antes de que me hicieran daño.

Por el rabillo del ojo observé la puerta de la habitación, pero Andréi se adelantó de mis acciones y de un solo movimiento estuvo parado frente a esta, impidiéndome la salida.

—¿Dé… dónde sacaste… esa información? —pregunté en voz baja, casi un susurro.

Mi tío sonrió, dándose cuenta que me tenía justo donde él quería y lo odie por ello.

—Yo sé todo lo que pasa con mi familia, tigritsa. —aclaró.

—Eres familia de Amaranta Ivankova, no de Amaranta Dubois. —respondí, esta vez con más firmeza.

Andréi volvió a reír y quise borrarle esa expresión del rostro.

—Para mí son la misma persona. —afirmó dando unos pasos hacía mí. —Lo importante aquí es que lo sé y estoy aquí para ofrecerte un trato en el que toda la familia saldrá beneficiada.

Levante la mirada, había logrado captar mi atención.

—Muy bien, estamos entendiéndonos.

Paso de largo y caminó hasta una pequeña licorera que había en la habitación.

Tomó una botella de whisky. Volvió a sentarse en la orilla de la cama y se sirvió una copa, bebiéndose el contenido de un trago.

Luego volvió a mirarme.

—Con las pruebas que has traído, podremos limpiar nuestro nombre. Al ser la esposa de Volkov podrás convencerlo de llevar estos documentos ante el resto de la hermandad. —explicó. —Los Ivankov volveremos a nuestros días de gloria.

Deslizó su lengua por el labio inferior, como si ya pudiese saborear el resultado del plan que había trazado en su mente.

Antes de que se diera cuenta, le arrebate la botella que traía en la mano y me la empina.

El líquido bajo por mi garganta, se sentía como si una llama ardiera en mis cuerdas vocales, quemándolas.

—Muy lindo todo, pero… ¿Qué gano “yo” con todo esto? —pregunté. —Después de todo, seré yo la vendas como ganado.

—¿Acaso el renombre de nuestra familia no es suficiente?

Hice una mueca, frunciendo los labios.

—Ya te lo dije, no somos familia. —Le di otro trago al licor. —No, realmente no, por mí pueden continuar como hasta ahora. —respondí con indiferencia.

—¿Qué tal esto? Tendrás la oportunidad de vengarte de tu “esposo” y su amante.

Me quedé de piedra y Andréi aprovecho mi momento de confusión para quitarme de nuevo la botella de whisky, llenando de nuevo su vaso.

—Es una idea tentadora, pero... —admití tratando de aparentar una calma que en realidad no sentía. —¿Qué te hace pensar que quiero vengarme de ellos?

Andréi bufó.

—Tuviste un aborto espontaneo por su culpa, cualquier otra mujer quisiera verlos sufrir. —aseguró levantándose para dejar de nuevo la botella en su lugar.

En eso tenía un punto.

—Siendo Koroleva, gozaras de un montón de privilegios que te lo permitirán.

Mi tío continuaba insistiendo, sin saber que ya me había convencido, pues lo llame justo con la idea de que me ofreciera una manera de obtener lo que quería: Venganza.

Asentí en su dirección.

—Muy bien, me casaré con Alexey Volkov.

Una semana después

En Rusia

Estaba en la entrada del bar de la mafiya, mientras que Andréi, parado a mí lado, me sostenía del brazo, dejando un ligero apretón en este. De no conocerlo, hubiese dicho que intentaba levantarme el ánimo y brindarme su apoyo.

—Muy bien, ya estamos aquí. Intentemos salir en una pieza. —susurré.

Mi tío asintió y ambos entramos al edificio de dos pisos.

El interior del lugar era completamente diferente del exterior.

Desde afuera se veía simple, con la pintura descolorida y algunos trozos de cemento cayéndose. Definitivamente respetaban mucho su clandestinidad. Las luces de colores me cegaron y tuve que esperar un par de minutos para acostumbrarme a la sensación.

Andréi me halo para que nos moviéramos en una dirección, pero lo detuve.

Con cuidado me deshice del abrigo y el gorro que traía puesto, revelando mi atuendo para la noche.

Usaba un vestido verde sage que me llegaba hasta los muslos y se amoldaba a cada una de mis curvas, además que poseía un escote por demás generoso. Sin embargo, lo más impresionante de mi apariencia no era la ropa, sino el largo cabello platino, casi blanco que caía hasta mi cintura.

Los ojos de Andréi se abrieron ligeramente, un gesto que hubiese pasado inadvertido para cualquiera que no estuviese lo suficientemente cerca como para notarlo.

—Vamos. —ordenó entre dientes y subimos las escaleras hasta el palco de arriba.

En cuanto pusimos un pie allí, una docena de hombres nos apuntaron con una Makárov. Tragué grueso e intenté que el temblor que se había instalado en mis manos no viajará hasta el resto de mi cuerpo.

Por el contrario, Andréi se veía extrañamente calmado y no supe definir si eso me calmaba o aumentaba mis nervios.

—Un paso más y les vuelo la cabeza. —afirmó un hombre de la izquierda.

La mitad de su rostro estaba cubierta por tatuajes y debido a la forma en que dio un paso adelante, supe que era el líder del escuadrón.

—Venimos a ver al Boss. —anunció mi tío.

Entonces se hizo el silencio, la música se apagó y las personas que bailaban y bebían al ritmo de la música hace unos minutos, quedaron completamente inertes.

Empezaba a imaginar cómo sería mi funeral, cuando una voz habló detrás de los Vory v Zakone.

—Déjenlos pasar. —ordenó una voz áspera y gruesa.

Los hombres se apartaron y tuve la primera visión del Boss de la Mafia Roja: Alexey Volkov.

Me quedé plantada en mi sitio por la impresión.

De ninguna manera esperaba que luciera de esa forma tan, tan apetecible.

La saliva se me convirtió en agua al ver al semental que estaba sentado frente a mí. Tenía el cabello rubio dorado, casi del color de la piel y lo llevaba corto sobre los hombros. Su mandíbula era cuadrada y a pesar de estar completamente libre de cualquier vello, denotaba una masculinidad que era muy atrayente.

Llevaba un traje negro y una camisa blanca.

Lo que más me impresionó fueron los ojos verdes que me detallaron.

—¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó con suavidad.

Su voz parecía el siseo de una serpiente y comprendí perfectamente la amenaza implícita.

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