Cuando termine de reír, seque con cuidado las lágrimas que me habían escapado.
Mis labios terminaron formando una “O” a causa de la sorpresa, no podía estar hablando en serio, ¿o sí?
Enarqué una ceja en dirección de mi tío, intenté captar un atavismo de diversión en su mirada, pero lo único que encontré fue la astucia de una hiena.
—¿Has estado probando algún nuevo estupefaciente? —pregunte sin más. Andréi me lanzó una mirada mordaz, que me hizo cerrar la boca inmediatamente.
—Deja tus comentarios de colegiala para quien le importe, estamos tratando un tema muy serio.
Me sonroje de pies a cabeza, Andréi tenía razón.
—Perdonadme, pero entiende que me esperaba cualquier cosa menos esto. —afirmé cruzando una pierna sobre la otra. —Alexey y yo nunca nos hemos llevado bien, ni siquiera cuando éramos niños. —aclaré con la esperanza de hacerle ver las cosas con claridad.
Andréi rodó los ojos, un gesto que lo hizo parecer más joven por unos segundos.
—A estas alturas deberías conocerme lo suficiente como para saber… Que eso me importa en lo más mínimo. —afirmó encogiéndose de hombros.
—Suponiendo que yo acepte casarme con Volkov. ¿Qué ganaríamos con todo esto? —pregunté mirándolo directamente a los ojos con suspicacia. —Y por si lo has olvidado, estoy casada. —mencioné tratando de no vomitar con esas palabras.
Ahora fue el turno de Andréi de soltar una carcajada.
Rechiné los dientes, ofuscada.
¿Qué demonios le resultaba tan gracioso?
—Un esposo que te ha engañado con tu mejor amiga y por culpa del cual has perdido al hijo que llevabas en el vientre. —dijo en un tono venenoso.
Esbozó un gesto lobuno, que demostró el gran parecido que tenía con mi padre.
Sentí como un frío paralizante cubría mi espalda.
El aire desapareció por completo de mis pulmones y comencé a sentir como la cabeza me daba vueltas a causa de la falta de oxígeno.
Debía huir de aquí antes de que me hicieran daño.
Por el rabillo del ojo observé la puerta de la habitación, pero Andréi se adelantó de mis acciones y de un solo movimiento estuvo parado frente a esta, impidiéndome la salida.
—¿Dé… dónde sacaste… esa información? —pregunté en voz baja, casi un susurro.
Mi tío sonrió, dándose cuenta que me tenía justo donde él quería y lo odie por ello.
—Yo sé todo lo que pasa con mi familia, tigritsa. —aclaró.
—Eres familia de Amaranta Ivankova, no de Amaranta Dubois. —respondí, esta vez con más firmeza.
Andréi volvió a reír y quise borrarle esa expresión del rostro.
—Para mí son la misma persona. —afirmó dando unos pasos hacía mí. —Lo importante aquí es que lo sé y estoy aquí para ofrecerte un trato en el que toda la familia saldrá beneficiada.
Levante la mirada, había logrado captar mi atención.
—Muy bien, estamos entendiéndonos.
Paso de largo y caminó hasta una pequeña licorera que había en la habitación.
Tomó una botella de whisky. Volvió a sentarse en la orilla de la cama y se sirvió una copa, bebiéndose el contenido de un trago.
Luego volvió a mirarme.
—Con las pruebas que has traído, podremos limpiar nuestro nombre. Al ser la esposa de Volkov podrás convencerlo de llevar estos documentos ante el resto de la hermandad. —explicó. —Los Ivankov volveremos a nuestros días de gloria.
Deslizó su lengua por el labio inferior, como si ya pudiese saborear el resultado del plan que había trazado en su mente.
Antes de que se diera cuenta, le arrebate la botella que traía en la mano y me la empina.
El líquido bajo por mi garganta, se sentía como si una llama ardiera en mis cuerdas vocales, quemándolas.
—Muy lindo todo, pero… ¿Qué gano “yo” con todo esto? —pregunté. —Después de todo, seré yo la vendas como ganado.
—¿Acaso el renombre de nuestra familia no es suficiente?
Hice una mueca, frunciendo los labios.
—Ya te lo dije, no somos familia. —Le di otro trago al licor. —No, realmente no, por mí pueden continuar como hasta ahora. —respondí con indiferencia.
—¿Qué tal esto? Tendrás la oportunidad de vengarte de tu “esposo” y su amante.
Me quedé de piedra y Andréi aprovecho mi momento de confusión para quitarme de nuevo la botella de whisky, llenando de nuevo su vaso.
—Es una idea tentadora, pero... —admití tratando de aparentar una calma que en realidad no sentía. —¿Qué te hace pensar que quiero vengarme de ellos?
Andréi bufó.
—Tuviste un aborto espontaneo por su culpa, cualquier otra mujer quisiera verlos sufrir. —aseguró levantándose para dejar de nuevo la botella en su lugar.
En eso tenía un punto.
—Siendo Koroleva, gozaras de un montón de privilegios que te lo permitirán.
Mi tío continuaba insistiendo, sin saber que ya me había convencido, pues lo llame justo con la idea de que me ofreciera una manera de obtener lo que quería: Venganza.
Asentí en su dirección.
—Muy bien, me casaré con Alexey Volkov.
Una semana después
En Rusia
Estaba en la entrada del bar de la mafiya, mientras que Andréi, parado a mí lado, me sostenía del brazo, dejando un ligero apretón en este. De no conocerlo, hubiese dicho que intentaba levantarme el ánimo y brindarme su apoyo.
—Muy bien, ya estamos aquí. Intentemos salir en una pieza. —susurré.
Mi tío asintió y ambos entramos al edificio de dos pisos.
El interior del lugar era completamente diferente del exterior.
Desde afuera se veía simple, con la pintura descolorida y algunos trozos de cemento cayéndose. Definitivamente respetaban mucho su clandestinidad. Las luces de colores me cegaron y tuve que esperar un par de minutos para acostumbrarme a la sensación.
Andréi me halo para que nos moviéramos en una dirección, pero lo detuve.
Con cuidado me deshice del abrigo y el gorro que traía puesto, revelando mi atuendo para la noche.
Usaba un vestido verde sage que me llegaba hasta los muslos y se amoldaba a cada una de mis curvas, además que poseía un escote por demás generoso. Sin embargo, lo más impresionante de mi apariencia no era la ropa, sino el largo cabello platino, casi blanco que caía hasta mi cintura.
Los ojos de Andréi se abrieron ligeramente, un gesto que hubiese pasado inadvertido para cualquiera que no estuviese lo suficientemente cerca como para notarlo.
—Vamos. —ordenó entre dientes y subimos las escaleras hasta el palco de arriba.
En cuanto pusimos un pie allí, una docena de hombres nos apuntaron con una Makárov. Tragué grueso e intenté que el temblor que se había instalado en mis manos no viajará hasta el resto de mi cuerpo.
Por el contrario, Andréi se veía extrañamente calmado y no supe definir si eso me calmaba o aumentaba mis nervios.
—Un paso más y les vuelo la cabeza. —afirmó un hombre de la izquierda.
La mitad de su rostro estaba cubierta por tatuajes y debido a la forma en que dio un paso adelante, supe que era el líder del escuadrón.
—Venimos a ver al Boss. —anunció mi tío.
Entonces se hizo el silencio, la música se apagó y las personas que bailaban y bebían al ritmo de la música hace unos minutos, quedaron completamente inertes.
Empezaba a imaginar cómo sería mi funeral, cuando una voz habló detrás de los Vory v Zakone.
—Déjenlos pasar. —ordenó una voz áspera y gruesa.
Los hombres se apartaron y tuve la primera visión del Boss de la Mafia Roja: Alexey Volkov.
Me quedé plantada en mi sitio por la impresión.
De ninguna manera esperaba que luciera de esa forma tan, tan apetecible.
La saliva se me convirtió en agua al ver al semental que estaba sentado frente a mí. Tenía el cabello rubio dorado, casi del color de la piel y lo llevaba corto sobre los hombros. Su mandíbula era cuadrada y a pesar de estar completamente libre de cualquier vello, denotaba una masculinidad que era muy atrayente.
Llevaba un traje negro y una camisa blanca.
Lo que más me impresionó fueron los ojos verdes que me detallaron.
—¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó con suavidad.
Su voz parecía el siseo de una serpiente y comprendí perfectamente la amenaza implícita.
El aire se volvió denso, tenía que respirar por la boca para no asfixiarme; Alexey continuaba mirándonos a ambos con una expresión de desagrado, como si fuésemos dos cucarachas que poseían la desfachatez de adentrarse en sus dominios. No nos reconocía. —¿Van a hablar? —preguntó con impaciencia. —No quiero ordenarles a mis hombres que piten el suelo con sus sesos, lo acaban de limpiar. —aseguró ofuscado. Observé a Andréi por el rabillo del ojo, esperando que pronunciara algo. No tenía ningún deseo de morir en este piso dónde veía mi propio reflejo. Con disimulo le di un codazo para que espabilara y volviera a la tierra. Al parecer, funciono. —Mi nombre es Andréi Ivankov. —dijo con voz firme. —He venido a solicitar una cita con el Boss. —explicó desabrochándose el primer botón del traje que usaba. —Es un asunto urgente. —aclaró sin más. Los ojos de Alexey se oscurecieron, no quedaba ni rastro del verde primaveral que tenían cuando llegamos. Evidentemente nuestra familia no era bien
Luego de terminar la conversación, que sin duda alguna había sido la más extraña que tenía hasta ahora, el Boss nos ordenó que volviéramos a la fiesta. Acordamos reunirnos con el resto de su familia y los miembros de la hermandad el día de mañana, también teníamos que hablar con su consejero para que redactara el acuerdo. Me llevé una mano por el rostro. El día fue realmente difícil y lo único que realmente quería era dormir unas cuantas horas, tal vez así podía fingir que todo esto no era más que una terrible pesadilla de la cual pronto despertaría. Así se lo hice saber a Andréi. —De acuerdo. —dijo encogiéndose de hombros. —Nos vemos mañana temprano. —Me recordó. Yo asentí y me encaminé hasta la salida. Tenía la mano en el pomo de la puerta, cuando noté una sensación extraña en mi espalda. Alguien me observaba. El primer error que cometí, fue voltearme y a ese le siguieron una lista todavía más grande. Prácticamente choque mi mirada con la de Alexey, que me observaba desde su an
—Por aquí por favor, los están esperando. —La mujer se dio la vuelta esperando que la siguiéramos.No pude detenerme para observar de nuevo la fortaleza. La conocía como la palma de mí mano, pero durante los últimos diez años habían cambiado muchas cosas. Hubiese querido comprobar que esto seguía igual.La esclava nos guió hasta el segundo piso y se detuvo frente a una de las puertas, tocó esta y dentro se escucho un áspero "pase". Entramos y la mujer bajó la cabeza en señal de respeto, ese gesto solo aumentaba mis nervios.—Sus invitados, señor. —anunció para luego retirarse en silencio, cerrando la puerta tras de ella.Enfoqué la vista en la habitación, una sensación de melancólica se instaló en mi estómago. Esta había sido la oficina de mi padre durante mucho tiempo y seguía igual que en los recuerdos de mi memoria. No sabía si estar feliz o entristecida por eso, tal parece que Alexey deseo hacerle cambios.Las paredes eran de color marrón oscuro, casi negro, junto con unas cortin
El resto de la tarde lo pasé encerrada, aburriéndome como una ostra. Se supone que hoy también veríamos al resto de la hermandad y algunos miembros de la familia del Boss, pero me habían dejado aquí. Olvidada de la mano de Dios.Un hermoso crepúsculo se había formado en el cielo cuando por fin decidí salir de la habitación. No era ninguna prisionera y tampoco me habían ordenado quedarme aquí. Así que tome el abrigo con el que venía y saque un gorro negro que empaque por si acaso.Todavía no nos traían nuestras cosas, así que debía solucionar con lo que tenía. Revise mi bolso buscando la última cosa que había traído conmigo. La cámara Nikon me estaba hasta el fondo, la tomé y me la colgué del cuello.Seguramente existía algo en medio de este paisaje invernal que fuese digno de fotografiar. Salí de la alcoba y baje las escaleras de dos en dos, por suerte no me tropecé con nadie que pudiese detenerme u hacer preguntas indecibles. Iba a abrir la puerta a la fortaleza cuando una voz me det
Entre a la casa y subí la escalera de dos en dos, mi corazón latía desbocado y llegar a mi habitación se había convertido en algo imperativo. Mi mente estaba en otro lado, por lo que termine chocando contra una persona. Termine en el piso, al igual que ella.—Pero… ¿Qué te sucede? ¿Acaso no te fijas por dónde vas? —Me gritó la desconocida levantándose del suelo, sacudiéndose la ropa.Observe que tenía el cabello rubio que le caía en ondas por la espalda. Tendría más o menos mi edad, treinta a lo sumo. Iba vestida con un abrigo de color gris y rayas negras, (se veía cálido) del cual sobresalía un vestido negro hasta los muslos y unas medias pantis negros, terminando en unas botas altas de cuero. Era atractiva de una manera en que lo sería una guerrera vikinga. Su rostro tenía forma de corazón y sus ojos eran de un tono verde muy familiar. De hecho, todo en ella me recordaba a alguien, pero no podía ubicar a quién.Abrí la boca para disculparme, pero volvió a interrumpirme.—¿Tienes id
Para cuando baje ya empezaban a servir la cena y todos los ojos se voltearon a la entrada del comedor en donde yo estaba parada. Ignore a la mayoría, pues la única que me interesaba era la del hombre sentado en la cabecera de la mesa.El Boss enarcó una ceja en mi dirección, pero nada más. Fruncí el ceño, decepcionada. Sin embargo, me uní a ellos con tanta dignidad como pude, lamentablemente el único asiento libre estaba a su derecha. Ahí me senté.No entendía qué pasaba. Llevaba el vestido que me regalo (el cual me quedaba como un guante) y los tacones hacían que mis piernas se vieran más estilizadas. Me había tomado el tiempo de maquillarme a consciencia y el cabello plateado lo usaba suelto.¿Qué sentido tenía darme este hermoso vestido si no reaccionaria de ninguna forma?Entonces me di cuenta.Era otro de sus juegos pendejos y yo había caído como una estúpida.El aroma del Boss golpeó inmediatamente contra mis fosas nasales, aguanté la respiración tanto como pude, pero al final m
—Perdona, no sabía que estabas ocupado. Vuelvo en un rato. —afirmé haciendo amago de irme, pero la voz del hombre que acompañaba a Alexey me detuvo.—No tienes que marcharte, siempre es bien recibida la compañía de una dama tan hermosa. —aseguró extendiendo la mano para ofrecerme un lugar a su lado.Pude escuchar cómo Alexey soltó un bufido, pero no dijo ninguna palabra, por lo que supuse que podía quedarme. Sin embargo, lo mire, esperando su confirmación. El Boss asintió. El invitado tenía los mechones de cabellos pelinegros que le llegaba por encima de los hombros. Sus rasgos eran asiáticos y los ojos eran como dos pozos oscuros. No tarde mucho en comprender que era el miembro de la Yakuza del que comentaban ayer durante la cena. Honestamente, no me sorprendía.El Boss me hizo una seña para que me acercará. No tenía ningún interés en llevarle la contraría y menos frente a los socios de mi futuro marido. Era perfectamente capaz de diferenciar que guerras podía librar y en cuáles iz
Poco recuerdo del tiempo en que maquillaron y peinaron, mis memorias están borrosas durante esos momentos. Para cuando volví a la realidad tenía la mano de mi tío sobre la mía y estábamos a punto de comenzar la marcha nupcial por todo el jardín.Habíamos decidido celebrar la boda dentro de la fortaleza para evitarnos problemas con los enemigos del que en unos minutos se convertiría en mi esposo. El invierno estaba en pleno apogeo, por lo que la nieve ya se había endurecido en el suelo.Observe la decoración desde mi lugar dentro del edificio. De haber sido una situación diferente, hubiese admirado la belleza ante mis ojos, Veronika se esmero un montón con todo esto y seguramente no quedó decepcionada con el resultado.El altar estaba conformado por unas ramas de fresno en forma de espiga y se colocaron balcones de madera para los invitados. Detrás podía ver las montañas, comenzaba a atardecer y eso le agregaba un toque misterioso.También hicieron un camino de velas que yo debía recor