Creí que la sensación de Alexey masturbándome con un dedo sería suficiente, pero en cuanto comenzó a moverlo comprendí que no sabía nada. Me mordí los labios para no gemir, pero fue inútil, el sonido escapo de mi por sí solo.Cerré los ojos para disfrutar del delicioso placer que me brindaba.—Vente para mí. —susurró mordiéndome el lóbulo de la oreja.Esas palabras fueron suficientes para desatar el orgasmo que me avasallo de pies a cabeza. Mi mente quedó en blanco y lo único que era consciente era de los latidos desbocados de mi propio corazón.Quede con la respiración pesada, desnuda y con el cuerpo bañado por una delicada capa de sudor. Esperaba que Alexey no me echara de sus aposentos, porque entonces no sabría de donde sacar fuerzas para caminar, mis piernas temblaban como gelatinas.—Nunca decepcionas, solenyshka. —dijo dejando un beso en mi coronilla.Le respondí con un gruñido que solo provoco que se riera.Maldito.El Boss se quitó de encima de mí y camino hacía una puerta qu
El lugar ardía como el mismísimo infierno y no tarde mucho en empezarme a quitar el abrigo y el gorro que traía para poder respirar. El Boss me observó por el rabillo del ojo, pero si algo lo molestaba, se lo guardo para él.Había al menos 50 hombres moviéndose de un lado al otro. Algunos mantenían funcionando las calderas, agregándoles carbón de vez en cuando, sus caras estaban manchadas de negro, mientras que otros se ocupaban de trabajar con la brea.De nuevo me pregunte qué demonios estaba haciendo aquí. Era más que obvio que este no era mi lugar, resaltaba como una margarita entre las rosas. Lo seguí hasta el centro del lugar, la mayoría de los hombres me miraban con curiosidad y unos pocos con hambre. Eso hasta que veían el anillo en mi dedo, entonces hacían como si no existiera.“No tengo ninguna duda de que Alexey les metería un tiro sino se voltean”.—Toda esta zona es enorme. —afirme mirando la estructura.Debíamos estar al menos quince metros bajo tierra y las paredes tenía
Conocía Alexey Volkov y a toda su familia desde niña y la última vez que lo vi tenía dieciséis años. Crecimos juntos debido a la posición que ocupaba su padre en la organización, pero debido a la diferencia de edad nunca fuimos especialmente cercanos.A decir verdad, nos llevábamos como perros y gatos, lo que no había cambiado mucho en estos últimos años. Lamentablemente terminó asistiendo a la misma universidad que mi hermano y ellos si terminaron siendo mejores amigos.Gracias a eso tuve que aguantar durante mi adolescencia la cantidad de problemas en los que se metían y soportar el desfile interminable de mujeres que andaban detrás de ellos, rogando por misero pedazo de su atención.Nadie podía resistirse al underboss y su mejor amigo, y quien se atreviera a hacerlo ya tendría una bala con su nombre y la fecha de muerte. Todo está atención los volvió insoportables, al punto de que ya no soportaba estar a su alrededor, pero siempre terminaba espiándolos a la distancia.Lo confieso,
—¿Cómo sigue mi esposa? —interrogó entonces, tomando asiento en una silla que estaba a un lado de la cama.No me contuve y rodé los ojos. Ya estábamos de nuevo con las pendejadas.—Mejor señor, solo tenía una hipotermia leve. Pero debe permanecer algunos días en cama para recuperarse correctamente. —explicó aún sin levantar la mirada.Me pregunte si Alexey nunca se cansaba de ese nivel de sumisión. Yo llevaba unas cuantas semanas aquí y tanta deferencia estaba a punto de volver loca en cualquier momento. Pero claro, el ego de este hombre no conocía los límites.El Boss no respondió y la doctora supo que esa era su señal para irse. Internamente recé para que se quedara, pero a estas alturas ya debería haber comprendido que nadie le negaba nada. Se retiro, dejándonos solos en la alcoba.Nos sumimos en un silencio incomodo en el que ninguno dijo nada.Afuera ya era de noche, pero había demasiadas nubes como para poder vislumbrar la luna y mucho menos las estrellas. Esperaba que este invi
—Voy a irme todo el fin de semana, tengo unos asuntos que resolver en Moscú. —explicó Alexey observando la hora en su rolex.Enarque una ceja en su dirección, aunque él no podía verme porque estaba de espaldas. Las esclavas terminaron de ayudarme a vestir y se marcharon en silencio.Me recosté en la cama con cuidado, llevaba puesta un pijama de algodón y color rojo con pantalones a cuadros. Mi esposo se dio la vuelta y en su mirada había confusión, como si no pudiese tampoco entender por qué demonios me daba explicaciones.—¿Y yo debo saberlo por…Tal parece que mi sarcasmo no le hizo gracia, pues me fulmino con la mirada y continúo paseando por la habitación como Pedro por su casa. Estaba a punto de decirle que tomara asiento en algún lado, pues verlo dando vueltas me ponía nerviosa.—¿Ya desayunaste? —preguntó devuelta ignorando mi pregunta. Se había parado en frente de la bandeja que me habían traído.Negué con la cabeza y suspire al pensar cómo haría para buscarla.Alexey se quedó
La mañana llegó y yo seguía sin moverme de la habitación del Boss. Aparentemente la transfusión de sangre había sido exitosa, pero aún Alexey no reaccionaba. Eso me mantenía los pelos de punta, pues yo no estaría en paz hasta que despertase.—Amaranta… —La mención de mi nombre me hizo levantar del sofá en donde pase toda la noche. El movimiento repentino me mareo un poco, pero pude recomponerme. Camine hasta la orilla de su cama.—Tranquilo, aquí estoy. —asegure posando mi mano en su mejilla. —No hagas esfuerzos e intenta descansar, voy por el médico. —Iba a darme la vuelta, pero su mano se detuvo sobre mi muñeca, impidiéndolo.Con horror observe como se retiraba la mascara de oxigeno e intentaba sentarse en la cama. Trate de hacer que volviera a recostarse, pero fue inútil. Aún herido seguía siendo más fuerte que yo y sería una pérdida de tiempo forcejar y podría lastimarse.—Ella, se que la estuviste buscando. —dijo con voz queda. Parecía que pronunciar cada palabra se había vuelto
—¿Crees que todavía esté grave? —le pregunté a Veronika. No tenía intención de que mi voz sonase tan desesperada, pero eso fue justamente lo que sucedió.La hermana del Boss estaba sentada las escaleras unos metros a mi derecha. Era la primera vez que la veía tomar una actitud tan informal y no puedo negar que me sorprendió. Incluso la ropa que llevaba era totalmente ajena a lo que acostumbraba.Tenía puesto unos leggins negros y la sudadera de un equipo de beisbol norteamericano. Su cabello rubio estaba recogido en una trenza baja y el rostro libre de maquillaje. A pesar de todo esto, continuaba siendo una mujer muy atractiva.Veronika suspiró. Ese sonido me helo hasta los huesos, pues parecía un animal herido. Aparentemente se había cansado de fingir que todo marchaba sobre ruedas y tomó la decisión de encarar la situación, por muy terrible que fuese.—No lo sé. —respondió encogiéndose de hombros. —Mi hermano es fuerte, pero nunca lo había visto tan grave. —admitió dejando caer la c
Debo aceptarlo, no toleraba bien el alcohol y mucho menos con el estomago vacío. Iba por mi cuarto Mai Tai y ya todo empezaba a darme vueltas, las luces de la discoteca me mareaban. No sabía cuanto tiempo lleva en el lugar, tampoco me importaba.La música sonaba increíblemente fuerte o quizás yo la notara así por el licor en mi sistema, ambas opciones eran igual de validas. Estaba en medio de la pista, bamboleando mis caderas al ritmo de la canción. Rechace a todos los hombres que me invitaban a bailar.Podría estar ebria, pero no era ninguna estúpida. No conocía a nadie en este lugar y en mi estado dudaba que pudiese defenderme. Ninguno insistió mucho, probablemente por el anillo en mi dedo que mostraba a quién pertenecía.Ese pensamiento me hizo reír como una idiota.No le pertenecía a nadie y mucho menos a ese maldito mafioso.La canción pronto termino, así que volví a mi asiento. A apenas y podía caminar unos cuantos pasos, así que decidí que ya era hora de comenzar a bajar esta c