Carla despertó en medio de la noche, miró por el rabillo de su ojo y se encontró con su esposo durmiendo boca arriba con la boca entreabierta y las respiración regular y relajada. Sonrió maliciosa por lo que iba a hacer a continuación, escondió su rostro por debajo de las sábanas y se deslizó lentamente, para no despertar a Nicolás y se colocó entre las piernas del bello durmiente, se relamió sus labios rosados y respiró haciendo vapor, por el calor que hacía ahí abajo y lentamente con sus dedos delgados tomó el elástico de la ropa interior de su esposo y lo jaló con cuidado hacia abajo, dejando al descubierto su desnudes dormida. Acercó sus labios y con cuidado de no despertarlo besó la suavidad de su piel, escuchando un murmullo dormido a lo lejos, imaginó a Nicolás sintiendo el placer entre sueños y eso la encendió a ella misma. Lentamente la tomó con su mano, dando suaves masajes para despertarlo y luego la saboreó descaradamente. -Ahhh…- Fue lo primero que salió de la garganta
-¿Cómo me veo?- preguntó nerviosa la futura novia-Te ves….-¡Te ves hermosa!- lloró Ezequiel abrazando a Carla, pero con cuidado, sin arruinar su vestido.-Estás radiante Carla- exclamó su amiga.La nombrada tenía puesto el vestido de sus sueños, un peinado recogido en una tiara pequeña y con unos pocos mechones sueltos a los costados de su rostro hermosamente enmarcado.-Estoy muy nerviosa- admitió la castaña mientras trataba de no llorar para no arruinar su maquillaje estilo natural, máscara de pestañas, rubor en sus mejillas y un brillo labial suave y rosado.Sofía la tomó de sus manos cubiertas por guantes blancos de tul y le sonrió con cariño.-Lo sé Carlita y es normal, es tú día, solo tuyo y nunca lo vas a olvidar, va a ser un recuerdo mágico e inolvidable y por ello debes disfrutarlo como tal, una no se casa dos veces en su vida- bromeó y Carla quiso decir que era la segunda vez que se casaba, pero se cayó y prefirió reír divertida.Carla sonrió emocionada y comenzó a saltar
-¿Señorita Díaz?-El médico anunció mi nombre, me levanté de golpe de mi asiento en la sala de espera. Corrí con desespero hasta él y con la voz quebrada dije:-¿Cómo está él?- puse mis manos en mi pecho tratando de calmar mi taquicardia.El hombre esquivó la mirada y yo sentí que mi corazón daba un vuelco.-Es solo un niño- supliqué con la esperanza de que hubiera una solución.-Señorita Díaz- repitió mi nombre pero lo interrumpí.-Por favor dígame Carla- Le informé deseando que tuviese compasión.-Está bien, Carla- liberó un largo suspiro que hizo que mis piernas se aflojaran- Vamos a mi oficina y le comento el estado de su hijo.-No- exclamé con desespero y rebeldía- Sea lo que sea necesito saberlo ya, el tiempo corre- sentenciéEl médico asintió estando de acuerdo conmigo, sabía que no podía discutir con una madre con ansiedad.-Pablito está en un estado crítico. - Admitió con la tranquilidad que solo puede manejar un médico- Debemos operar cuanto antes.-Hágalo doctor. ¡No espere
Salí hospital hasta llegar a la avenida. Esperé impaciente a un taxi libre, rápidamente para mi suerte apareció uno por la esquina, le hice seña para que frenase, pero al momento de acercarme a para abrir la puerta, alguien o algo me empujó en el hombro. No tuve tiempo de reaccionar, porque el golpe duro e inesperado me hizo trastabillar y caer de rodillas al duro cemento. Cuando levanté mi rostro completamente rojo y miré hacia el taxi para comprender qué había pasado, vi que un muchacho joven, vestido de traje se adelantó a entrar al taxi. Me observó desde su privilegio de estar dentro del vehículo con los ojos entrecerrados y una mirada celeste fulminante, ni siquiera fue capaz de disculparme por su atrevimiento.-¡Ey!- Grité levantándome del suelo y conmigo mi orgullo- ¡Era mío!El joven, que todavía no se había dignado a decir nada, movió sus orbes como mares de arriba hacia abajo sobre mi cuerpo con una expresión de superioridad que me hizo hervir la sangre.-Bajate que estoy a
Luego de que el idiota y descarado de Nicolas me haya sugerido acostarse conmigo, como si fuera un premio consuelo, cerré la puerta de mi habitación trabándola con una silla para sentirme segura de que no se metiera por la noche mientras dormía. Estaba loco si pensaba que me iba a acostar con él, ni en sus sueños.Luego del percance en la cocina, todo marchó relativamente bien durante la noche. Por suerte, no me molesto más y pude dormir en paz.Al otro día, cuando vi que mi marido de mentira se fue a trabajar saliendo por la cochera con su automóvil de lujo color negro que me hizo poner los ojos en blanco, esperé a que doblase la esquina y aproveché para salir de la casa infraganti para encontrarme nuevamente con la mujer que me hizo dar un giro inesperado a mi vida y que tenía la vida de mi hijo en sus manos.Llegué al café y la señora misteriosa ya estaba ahí, esperándome en una mesa junto a la ventana con unos anteojos de sol que por suerte me impedían ver su fría mirada.Me sen
Al segundo día de convivencia, esperé con ansias a que se fuera Nicolás para comenzar a prepararme para mi primer día de trabajo.Me até el cabello en una coleta alta, me puse mi camisa blanca manga corta con el logo del bar y me coloqué la falda tubo color negro que me habían entregado, no solía usar pollera, pero mi desesperación por conseguir dinero era más fuerte que mi orgullo, me puse unas zapatillas cómodas y agradecí no tener que usar tacos, ya que al primer paso caería con la cara contra el suelo.La tarde en el bar pasó con tranquilidad, atendí muchas mesas y por suerte conseguí una propina jugosa, estaba saliendo todo de maravilla, no era mucho dinero, pero se restaba al monto total.Hubiese deseado no haber dicho antes de tiempo que la noche había salido exitosa, porque cuando cayó el sol y se asomó la luna, con ella apareció un grupo de hombres vestidos con trajes de sastre que se sentaron en una mesa al fondo del local. Al verlos me dije a mi misma que eran billeteras an
Todo pasó muy rápido. Los cuerpos de mis agresores quedaron como sacos de papas en el suelo de la calle oscura y sucia. Nicolás respiraba agitado sosteniendo del cuello de la camisa a uno de los maleantes, con el puño cerrado que temblaba a unos centímetros del rostro magullado. Yo me quedé allí, inmóvil, con mi mar de lágrimas que no dejaban de caer de mis ojos marrones. Quería pasar desapercibida, que ese monstruo que decía ser mi esposo no notase mi presencia, pero mi cuerpo convulsionaba de forma involuntaria y mi llanto e hipo comenzaron a salir como pequeños grititos de un animal herido. Nicolás se volteó rápidamente hacia mí al escucharme, soltó al hombre que cayó con fuerza en el cemento y comenzó a acercarse a donde estaba tirada en el suelo, intenté alejarme arrastrándome hacia atrás. Pero fue más rápido, me levantó de un solo tirón y me arrastró del brazo hasta su lujoso vehículo aparcado a unos metros. Aunque gritaba y pataleaba parecía no escucharme. -¡Suéltame!- Grit
Apenas Carla se fue de la casa, el joven mafioso supo que su nueva esposa iba a volver a trabajar en el bar quiera o no. Nicolás debía admitir que Carla era una mujer valiente e independiente. Alguien que no tenía miedo de enfrentarlo. La gente normalmente le hablaba con la mirada hacia el suelo, temblando de miedo de provocar disgusto en él, porque sabían lo que podía llegar a pasar si quisiera. El joven tenía la costumbre de dejar su marca con fuego en la piel de sus enemigos, las siglas “NH”, para que nunca se olviden de que un día le faltaron el respeto a Nicolas Hamilton. Nicolás odiaba la falta de respeto, los mentirosos y la gente que no cumplía sus promesas. Pero lo que más le molestaba, por sobre todo, era que toquen lo que era suyo. En este caso Carla, él sabía lo que tenía que hacer ahora. Tomó su celular y marcó un número-Pone a uno de tus hombres a cuidar de lejos a Carla. Que no la pierda de vista ni un segundo, ¿Me escuchaste? - Dijo con dureza- y necesito que hoy mi