Luego de que el idiota y descarado de Nicolas me haya sugerido acostarse conmigo, como si fuera un premio consuelo, cerré la puerta de mi habitación trabándola con una silla para sentirme segura de que no se metiera por la noche mientras dormía. Estaba loco si pensaba que me iba a acostar con él, ni en sus sueños.
Luego del percance en la cocina, todo marchó relativamente bien durante la noche. Por suerte, no me molesto más y pude dormir en paz.
Al otro día, cuando vi que mi marido de mentira se fue a trabajar saliendo por la cochera con su automóvil de lujo color negro que me hizo poner los ojos en blanco, esperé a que doblase la esquina y aproveché para salir de la casa infraganti para encontrarme nuevamente con la mujer que me hizo dar un giro inesperado a mi vida y que tenía la vida de mi hijo en sus manos.
Llegué al café y la señora misteriosa ya estaba ahí, esperándome en una mesa junto a la ventana con unos anteojos de sol que por suerte me impedían ver su fría mirada.
Me senté sin siquiera saludar, ella tampoco lo hizo. Como si fuéramos amigas de antaño.
-Bien, ya cumplí con mi parte- Informé con impaciencia moviendo una de mis piernas con nerviosismo.
-Me alegro de que todo haya salido de maravilla- exclamó con un falso interés, pude notar que le daba igual, ya que estaba prestando más atención a encender su cigarrillo.
-Sí, lo que sea.-me apuré a decir- Pero necesito el dinero- ordené con irritación.- Ya.
Giró su rostro hacia mí, no pude ver sus ojos pero sabía que los estaba clavando en mi rostro, la sensación de ser observada me recorrió la columna vertebral. Una sonrisa de colmillos filosos y dibujados de forma grotesca apareció en su rostro. Se estaba tardando en contestar, ella sabía que manejaba la conversación, me tenía comiendo de la palma de su mano.
-¿Sabes?- le dio una calada larga al cigarro que me crispó los nervios- Yo en tu lugar me olvidaría de ese niñito y empezaría una nueva vida-
-¿Como dice?- Pregunté sin creer lo que estaba escuchando-.
-Ahora estás casada con un joven rico y apuesto, podes hacer borrón y cuenta nueva, sin obstáculos en tu vida- Tuvo el descaro de sugerirme.- Hasta tener hijos legítimos, bajo el matrimonio.
Apreté con fuerza la tela de mis pantalones y me incliné hacia adelante para enfrentarla:
¡¡-Mi hijo no es un obstáculo! ¡Cómo se atreve a sugerir semejante locura! Acepté esto por mi hijo, ahora denme el maldito dinero- Golpeé la mesa con ira y extendí una de mis manos hacia su vieja y siempre tensa cara, que ni siquiera se inmutó.
-Será mejor que te calmes- amenazó quitando con brusquedad mi brazo de su rostro.- No queremos un ataque de histeria.
-No me calmo nada, ya soporté muchas injurias por parte de usted y del idiota de mi marido. - Escupí perdiendo cualquier intento de ser cortés- Ahora quiero mi parte del trato o renuncio a todo esto. Si no recibo los diez mil dólares en este mismo momento voy a decir la verdad a todos- sentencié
-Te sugiero que lo pienses dos veces antes de hacer algo de lo que te podes arrepentir.- Se quitó los lentes de sol, clavando sus ojos de arpía con dureza-
-¿Me estás amenazando?- Exclamé sin sentirme intimidada.
-Solo te digo que te estas metiendo con gente peligrosa y que tu hijo aún está con vida.- Amenazo con una tranquilidad que no tenía relación con sus palabras.
Abrí la boca estupefacta. No podía creer que esa mujer fuera capaz de meter a mi muchacho en todo esto.
-Está amenazando a mi hijo- sugerí, esperando que retractara su amenaza.
-Carla- Me nombró liberando hacia mi rostro una nube de humo que salió de su boca fina y desagradable- te recomiendo que sigas con toda esta farsa y te calles la boca por un tiempo, si quieres tener un final feliz.
Una vez más la siniestra mujer me dejó con la boca cerrada y una pesadez encima. Se levantó de su asiento y alejó como si nada, como si recién no hubiese amenazado la vida de mi Pablito, como si no hubiese arruinado más mi vida. La dejé irse, porque el shock era más fuerte que mi sed de venganza.
Necesitaba a mi hijo, era el único que me hacía sentir bien.
Luego del chantaje bastante claro de la mujer, corrí hasta el hospital para verificar que mi Pablito estuviera bien. Llegué corriendo a la sala de terapia intensiva, con el corazón en la garganta.
-Por favor. Que no le hayan hecho nada- supliqué agitada mientras corría por el largo pasillo.
Llegué hasta la puerta de su habitación y entré sin pensarlo dos veces, aún seguía ahí, en su camilla conectado miles de cables, tan pequeño y delgado que parecía romperse, pero estaba a salvo de las garras de la gente que quería hacernos daño, eso era lo importante.
Suspiré aliviada, en ese momento en que lo vi tan vulnerable supe que nadie más que su madre podía protegerlo, si no hago algo yo misma nadie lo va a hacer por mí.
Yo sé, que en mi situación actual, no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como la vida de mi hijo se va desvaneciendo frente a mis ojos.
Estoy sola en este mundo, nadie me va a ayudar. Esa bruja me engaño, ahora estoy apresada en un matrimonio que no pedí y a quien tampoco le voy a pedir ni un centavo.
Tengo que tomar valor y hacerlo por mi cuenta.
Así que, salí del hospital más empoderada que nunca, con la energía recargada gracias a mi hijo y me adentré en la ciudad.
Encontré un cartel en una vidriera que decía "Se busca mesera con urgencia"
Tomé el papel y decidí trabajar en ese bar, en el mismo horario en el que mi nuevo esposo sale de casa, hasta entrada la noche. Temo que se entere de lo que estoy haciendo, porque mi orgullo es más fuerte, no pienso pedirle ayuda a ese idiota.
Al segundo día de convivencia, esperé con ansias a que se fuera Nicolás para comenzar a prepararme para mi primer día de trabajo.Me até el cabello en una coleta alta, me puse mi camisa blanca manga corta con el logo del bar y me coloqué la falda tubo color negro que me habían entregado, no solía usar pollera, pero mi desesperación por conseguir dinero era más fuerte que mi orgullo, me puse unas zapatillas cómodas y agradecí no tener que usar tacos, ya que al primer paso caería con la cara contra el suelo.La tarde en el bar pasó con tranquilidad, atendí muchas mesas y por suerte conseguí una propina jugosa, estaba saliendo todo de maravilla, no era mucho dinero, pero se restaba al monto total.Hubiese deseado no haber dicho antes de tiempo que la noche había salido exitosa, porque cuando cayó el sol y se asomó la luna, con ella apareció un grupo de hombres vestidos con trajes de sastre que se sentaron en una mesa al fondo del local. Al verlos me dije a mi misma que eran billeteras an
Todo pasó muy rápido. Los cuerpos de mis agresores quedaron como sacos de papas en el suelo de la calle oscura y sucia. Nicolás respiraba agitado sosteniendo del cuello de la camisa a uno de los maleantes, con el puño cerrado que temblaba a unos centímetros del rostro magullado. Yo me quedé allí, inmóvil, con mi mar de lágrimas que no dejaban de caer de mis ojos marrones. Quería pasar desapercibida, que ese monstruo que decía ser mi esposo no notase mi presencia, pero mi cuerpo convulsionaba de forma involuntaria y mi llanto e hipo comenzaron a salir como pequeños grititos de un animal herido. Nicolás se volteó rápidamente hacia mí al escucharme, soltó al hombre que cayó con fuerza en el cemento y comenzó a acercarse a donde estaba tirada en el suelo, intenté alejarme arrastrándome hacia atrás. Pero fue más rápido, me levantó de un solo tirón y me arrastró del brazo hasta su lujoso vehículo aparcado a unos metros. Aunque gritaba y pataleaba parecía no escucharme. -¡Suéltame!- Grit
Apenas Carla se fue de la casa, el joven mafioso supo que su nueva esposa iba a volver a trabajar en el bar quiera o no. Nicolás debía admitir que Carla era una mujer valiente e independiente. Alguien que no tenía miedo de enfrentarlo. La gente normalmente le hablaba con la mirada hacia el suelo, temblando de miedo de provocar disgusto en él, porque sabían lo que podía llegar a pasar si quisiera. El joven tenía la costumbre de dejar su marca con fuego en la piel de sus enemigos, las siglas “NH”, para que nunca se olviden de que un día le faltaron el respeto a Nicolas Hamilton. Nicolás odiaba la falta de respeto, los mentirosos y la gente que no cumplía sus promesas. Pero lo que más le molestaba, por sobre todo, era que toquen lo que era suyo. En este caso Carla, él sabía lo que tenía que hacer ahora. Tomó su celular y marcó un número-Pone a uno de tus hombres a cuidar de lejos a Carla. Que no la pierda de vista ni un segundo, ¿Me escuchaste? - Dijo con dureza- y necesito que hoy mi
-Señor ¡!Por favor!! Perdóneme- Suplicaba uno de sus empleados a NicolásEl jefe mafioso no escuchaba, solo veía rojo. Luego de dejar a Carla sana y salva en la casa, había vuelto a salir para ir a buscar a quien se supone que debía proteger a su esposa en su nombre y no había cumplido.-Una sola tarea te pedí- Exclamó furioso y pateó el estómago del pobre hombre- Una sola- Dio otra patada-Discúlpeme señor, fue solo un segundo el que me distraje- se arrodilló pidiendo clemencia. La excusa estúpida del hombre hizo enojar aún más al joven que lo tomó de la remera y lo levantó en el aire. -Lo que sea que hayas hecho no es tan importante como la vida de mi esposa. –Lo zamarreó con fuerza- Tu vida no vale nada al lado de la de ella. -Sí señor, tiene razónNicolás lo tiró en el suelo nuevamente- ¿Y si le hacían daño? ¿Si se la llevaban? - Gritó colérico y le propinó un buen golpe- ¿Y si me la quitaban de mis brazos? - Volvió a dar otro golpe y otro y otro.-Señor…- dijo otro de sus hom
Ahora me siento más vulnerable, no tendría que haberle contado a Nicolás sobre mi ex esposo, ¿Qué iba a ganar con eso en realidad? ¿Que se convierta en mi príncipe salvador? En este poco tiempo, si hay algo que aprendí, es que lo mejor es pelear solos nuestras batallas. No puedo esperar nada bueno de nadie. Solo tengo que pensar en mi hijo. Viaje tranquila hasta el trabajo, lo cual se me hizo extraño, estaba esperando que de cualquier esquina se apareciera mi ex esposo a pedirme dinero, lo conozco perfectamente como para saber que no se va a cansar hasta obtener dinero para quemarlo rápidamente en alcohol. Mi jornada laboral terminó y mi viaje de vuelta fue igual de tranquilo, eso no me relajó, si mi abusivo ex esposo no me estaba molestando a mí ¿A quién más entonces? -¡Pare chofer!- Grité mientras apretaba el botón. El bus frenó de golpe y bajé casi saltando del transporte y corrí. ¡Cómo pude haberlo dejado pasar! El muy enfermo de seguro está en el hospital con mi hijo, es capaz
En el aeropuerto, desde la salida exclusiva de personas importantes, sale Lily, hija de la mujer poderosa, una joven hermosa y cautivadora por donde la mires. Alta 1.70, de piernas largas, cabello rubio casi dorado hasta la cintura, el cuerpo de una supermodelo. Pero su belleza natural, o eso siempre dice ella, es opacada por su actitud de superioridad, típica actitud de una hija del poder. -¡Puedes apurarte con mis valijas!- Gritó al hombre detrás suyo, que de manera casi imposible arrastraba todas sus maletas. Ella caminaba delante, con su tapado de cuero negro, su coleta de caballo bien alta y sus grandes anteojos oscuros. Solo revoleaba su carterita también de cuero haciendo juego. -¡Mamá!- Gritó con su voz chillona y estruendosa.-Hola Lily- Dijo la mujer de forma serena, con su cigarrillo en la mano. Su hija le dio un beso a cada lado del rostro- ¿El viaje como estuvo?-Aj, insoportable, horrendo. Hazme acordar de hablar con el dueño de la aerolínea- Dijo con desprecio- ¿Pued
No dormí en toda la noche, porque finalmente pude abrir los ojos, si una parte de mí todavía creía que había algo humano en Nicolás Hamilton, esa pizca de esperanza ya no existía más. Me dejó bien en claro mi lugar en esta relación, solo soy una esposa trofeo, un objeto para mostrar en público y nada más, sin voz ni voto. Debo agradecer que no me haya obligado hasta ahora a dormir en la misma cama con él, pero no puedo seguir arriesgándome a que eso no pase, luego de lo que sucedió anoche siento que no va a tener ningún cuidado conmigo. -Es un hombre peligroso, Carla- Me dije a mí misma, haciéndome entrar en razón del peligro en el que me encontraba- No te olvides que es capaz de cualquier cosa, si hasta ahora no te hizo nada es porque de alguna forma te tenía un poco de respeto- Me recordé a mí misma. He sido una idiota, he dejado que este hombre me use y me tenga como su mascota. Pero eso se acabó. Saqué del armario mi pequeño bolso y tomé mis viejas prendas, mis libros y algunas
-Vuelvo en unos minutos. - Exclamó casi entusiasmado. Apenas dije en voz alta que aceptaba ir a la fiesta, antes de desaparecer de su vida por siempre, mi esposo salió velozmente por la puerta, quizás apresurado de resolver algo antes de que me arrepienta de mi decisión o quizás confiado de que no sería capaz de cambiar de opinión, su ego era muy grande. Me quedé ahí, parada mirando a la nada, tratando de entender si esto era una buena idea. No tuve respuesta. -Quizás si huyo ahora, no demore más de unas horas en encontrarme- Me dije a mí misma, no valía la pena intentarlo, además mi hijo aún sigue en el hospital, puede buscarme ahí cualquier día. - Supongo que no me queda otra que irme preparando hasta que vuelva por mí. Caminé nuevamente a la habitación cabizbaja, arrastrando el bolso y los pies, a cada paso que daba me arrepentía un poco más. Pero en el momento que lo tuve tan cerca y a la vez sintiendo que estaba a miles de kilómetros, lo único que deseé fue que nuestros cuerp