No dormí en toda la noche, porque finalmente pude abrir los ojos, si una parte de mí todavía creía que había algo humano en Nicolás Hamilton, esa pizca de esperanza ya no existía más. Me dejó bien en claro mi lugar en esta relación, solo soy una esposa trofeo, un objeto para mostrar en público y nada más, sin voz ni voto. Debo agradecer que no me haya obligado hasta ahora a dormir en la misma cama con él, pero no puedo seguir arriesgándome a que eso no pase, luego de lo que sucedió anoche siento que no va a tener ningún cuidado conmigo. -Es un hombre peligroso, Carla- Me dije a mí misma, haciéndome entrar en razón del peligro en el que me encontraba- No te olvides que es capaz de cualquier cosa, si hasta ahora no te hizo nada es porque de alguna forma te tenía un poco de respeto- Me recordé a mí misma. He sido una idiota, he dejado que este hombre me use y me tenga como su mascota. Pero eso se acabó. Saqué del armario mi pequeño bolso y tomé mis viejas prendas, mis libros y algunas
-Vuelvo en unos minutos. - Exclamó casi entusiasmado. Apenas dije en voz alta que aceptaba ir a la fiesta, antes de desaparecer de su vida por siempre, mi esposo salió velozmente por la puerta, quizás apresurado de resolver algo antes de que me arrepienta de mi decisión o quizás confiado de que no sería capaz de cambiar de opinión, su ego era muy grande. Me quedé ahí, parada mirando a la nada, tratando de entender si esto era una buena idea. No tuve respuesta. -Quizás si huyo ahora, no demore más de unas horas en encontrarme- Me dije a mí misma, no valía la pena intentarlo, además mi hijo aún sigue en el hospital, puede buscarme ahí cualquier día. - Supongo que no me queda otra que irme preparando hasta que vuelva por mí. Caminé nuevamente a la habitación cabizbaja, arrastrando el bolso y los pies, a cada paso que daba me arrepentía un poco más. Pero en el momento que lo tuve tan cerca y a la vez sintiendo que estaba a miles de kilómetros, lo único que deseé fue que nuestros cuerp
- ¿Estás bien? - Nicolás me sacó de mis pensamientos, sin darme cuenta ya estábamos en el medio del salón. -Si- atiné a decir, aun preocupada por la presencia de la mujer en la fiesta. No, es su fiesta, su casa. Lo cual era peor. Si tan solo Nicolás se enterase de la verdad, estoy segura de que no saldría ilesa de esto. Él se casó conmigo por quien digo ser, la hija de alguien importante, no una simple pobre sin doble apellido. Levanté la mirada con preocupación, buscando en sus facciones algún indicio de que él ya lo sabe todo, pero lo que conseguí fue una sonrisa comprensiva. -Tranquila, sé que no querías venir. Pero lo vas a disfrutar. Además, hay mucha comida. - Dijo en su intento por hacerme sentir bien. -Eso es bueno, muero de hambre- Mentí para alejarnos lo más posible de la mirada de la mujer poderosa que me observaba desde lejos a través de su extraño antifaz, que la hacía parecer mi demonio personal, que viene a buscarme. Nicolás pareció convencido de mi mentira, me
Nicolás soltó mi mano y entré en pánico.-Nicolás- Lo llamé, pero no se detuvo ni se volteó, caminó entre la gente hacia el escenario, donde lo esperaba la rubia despampanante con una amplia sonrisa. Sentí celos, era hipócrita de mi parte ahora querer que se quede conmigo, luego de intentar alejarme de él. Pero al verlo arrastrándose hacia otra mujer, me hizo sacar la peor parte de mí. Me puse roja de la ira, traté de disimularlo lo más que pude.Miré a la rubia, que seguía la caminata de mi esposo mostrando esos dientes blancos tan falsos como su largo cabello. Ella me miró, como si supiera lo mucho que me molestaba y me guiñó el ojo.Nicolás finalmente subió al escenario, y ella abrió los brazos para luego correr y abrazarlo, colgándose del cuello de mi marido.-¡Nicolás!- exclamó y besó su mejilla, dejando la marca de su labial carmesí en la mejilla de mi hombre- Te he extrañado tanto- Lo besó una vez más.Si alguien no me explica que está pasando creo que voy a explotar, o vomitar
Salieron corriendo de la fiesta, ante la mirada de todos los invitados. Nicolás corría delante de Carla, llevándola de la mano hacia la limusina que esperaba en la puerta. Nicolás estaba eufórico, no sabía de dónde había salido todo eso. Él nunca había sido un hombre de palabras, prefería resolver todo con violencia o callándose, dejando que el tiempo lo cure todo. Pero hace un momento, bajo miles de ojos que lo miraban, habló desde su corazón. Se volteó hacia Carla, que corría detrás suyo mientras reía y supo que hizo lo correcto. Quizás no la amaba, apenas le estaba tomando cariño, pero aun así la prefería antes que Lily, ella había sido gran amiga suya en la infancia, pero la enemistad de sus padres se fueron distanciando con el tiempo. La madre de Lily la envió a estudiar en el extranjero y su amistad se rompió por completo. El joven siempre supo que la madre de Lily no quería que él estuviera cerca de su hija. Pero las últimas palabras de su abuelo antes de fallecer fueron. “
¿Dije que me iba a dormir y levantarme fresca como lechuga para ir a trabajar? Bueno, no dormí un carajo. Toda la noche dando vueltas, llorando, pataleando, gritando en la almohada. ¡Tantas cosas que tendría que haberle dicho en su linda y estúpida cara! ¿Quién se cree que es para jugar así con mis sentimientos? Por un momento creí que realmente había defendido mi honor, y solo fue para su conveniencia. Ahora estoy otra vez en el principio, trabajando para pagar una deuda. Me pegué una ducha rápida y me puse mi falda color negro y mi camisa blanca con el logo del bar. Até mi pelo en una coleta y dejé mi cara al natural. Me miré en el espejo del baño. -Lily tenía razón, soy nuevamente una plebeya- La imagen de la joven princesa misteriosa se había esfumado con el nuevo día, ahora era una mesera que friega pisos. Salí del cuarto apresurada, no iba a detenerme a desayunar, no podía perder el tiempo, tomaría algo entre cada paso por el mostrador del bar. -Carla…- Escuché decir a
-Supongo que no puedo decir que no- Dije sabiendo mi lugar en el contrato- pero esto ya cuenta como la salida de la semana-Podríamos ir a comprarte algo acorde a la cena y…- Suena el celular de Nicolás. Él mira el mensaje- Será mejor que me vayaGuardó su celular y se dispuso a salir. -¿A dónde vas?- la pregunta salió antes de que pudiera darme cuenta, es la primera vez que le preguntaba a dónde iba cada vez que salía de la casa. Ya me estaba convirtiendo en una esposa celosaÉl me miró incrédulo y hasta divertido por la situación. -Tengo que resolver unas cosas- Claro jamás me diría la verdad “Voy a golpear a algún traidor o estafar a alguien honesto”- Pero vuelvo antes de que te des cuenta y vamos a comprarte un lindo vestidoMe guiño el ojo haciéndome sonrojar contra mi voluntad-No necesito que…- No me dio tiempo a decirle que no necesitaba que él me acompañase. ¡Soy una mujer adulta!, pero ya había cerrado la puerta- Idiota- dije en voz altaFui a la habitación a buscar algún
-¿Por qué piensas eso?- -Yo… bueno, yo…- Comencé a balbucear nerviosa. Ya la cagué. ¿Cómo salgo de esta? -Lo que ella quiso decir…- Intentó ayudarme mi esposo -Déjala explicarse a ella- Advirtió la mujer haciendo callar a Nicolás, lo cual me intimidó aún más. - ¿Crees que soy una bailarina ordinaria? ¿Piensas que soy una oportunista? ¿Una zorra? -¡No! Janice… yo, soy una idiota… No fue mi intención…- Bajé la cabeza, suplicando perdón. La mujer comenzó a reírse de forma tan estruendosa que me descolocó. Levanté la cabeza y me encontré con su boca abierta riendo a carcajadas y lagrimeando. Miré hacia Nicolás buscando una explicación, pero él estaba igual de confundido que yo. -Ay Carlita, sí que me hiciste reír, tendrías que haber visto tu cara… -Ja ja si…- Dije aún en shock- Me has asustado.- Respiré aliviada- Entonces, ¿Cómo se conocieron? - Quise seguir la conversación, intentando olvidar lo de recién. -Era bailarina aquí- Dijo con orgullo- Mario me echó el ojo y desde ahí n