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Capítulo 5 - Quiero divorciarme

Todo pasó muy rápido. Los cuerpos de mis agresores quedaron como sacos de papas en el suelo de la calle oscura y sucia. Nicolás respiraba agitado sosteniendo del cuello de la camisa a uno de los maleantes,  con el puño cerrado que temblaba a unos centímetros del rostro magullado. Yo me quedé allí, inmóvil, con mi mar de lágrimas que no dejaban de caer de mis ojos marrones. Quería pasar desapercibida, que ese monstruo que decía ser mi esposo no notase mi presencia, pero mi cuerpo convulsionaba de forma involuntaria y mi llanto e hipo comenzaron a salir como pequeños grititos de un animal herido. 

Nicolás se volteó rápidamente hacia mí al escucharme, soltó al hombre que cayó con fuerza en el cemento  y comenzó a acercarse a donde estaba tirada en el suelo, intenté alejarme arrastrándome hacia atrás. Pero fue más rápido, me levantó de un solo tirón y me arrastró del brazo hasta su lujoso vehículo aparcado a unos metros. Aunque gritaba y pataleaba parecía no escucharme. 

-¡Suéltame!- Grité y lo golpeé varias veces en el brazo con mi puño cerrado. Él no contestó ni reaccionó, como si solo le hiciera caricias, simplemente se dignó a caminar mirando hacia adelante con el ceño fuertemente fruncido- ¡No quiero ir contigo! ¡Monstruo!- Grité con fuerza. 

Nicolás se detuvo en seco y me miró con los ojos rojos y penetrantes. En ese mismo momento me arrepentí de insultarlo y esperé lo peor. Cerré los ojos esperando mi destino, pero no pasó nada ni dijo nada, supongo se tragó las palabras.

 Abrió la puerta del lado del copiloto y me metió dentro de un solo tirón. 

Patalee e intenté salir, pero la mirada amenazante que me dirigió a través del vidrio me hizo quedarme quieta en mi lugar, esperando que entrara del lado del chofer. 

Entró y cerró la puerta de su lado con fuerza haciéndome saltar del susto. Giró su rostro golpeado hacia mí y se acercó con todo su cuerpo, ocupando mi lado del auto. Me alejé contra la puerta lo más que pude. Extendió su brazo y temblé, imágenes de las manos de esos hombres tocando mi cuerpo contra mi voluntad vinieron a mi mente, pero Nicolás ni siquiera me rozó. Tomó el cinturón de seguridad y lo estiró. 

-Siéntate bien-Me ordenó y eso hice. Abrochó el cinturón y se alejó de mí rápidamente.

 Condujo en silencio hasta nuestra mansión, fue el viaje más incómodo de mi vida. Solo quería llegar a casa, quitarme la ropa manchada y rasgada,  y bañarme por un largo rato. 

Entré a la casa apresurada apenas mi esposo abrió la puerta principal, intenté irme a mi habitación antes de que él pudiera decir algo. 

-¿A dónde vas?- Dijo en un tono de ultratumba

Me paré en seco- Quiero irme a dormir- Mentí

-¿Por qué lo hiciste?- Me preguntó y me volteé hacia él confundida. Podría jurar que su tono había sido con dolor, como si realmente le importara o como si yo fuera una traidora. 

-¿por qué hice eso?- Pregunté con fastidio y cansancio, no estaba para algo así en ese momento. 

Él caminó hacia mí mientras se quitaba su chaqueta y dejaba al descubierto su camisa blanca que ahora estaba llena de salpicaduras rojas. Me dio nauseas verlo así, necesitaba borrar lo que había pasado a como dé lugar.

-No te me acerques más- amenacé extendiendo mi mano temblorosa  y retrocedí

él se detuvo a mitad de camino, aun así se veía molesto. 

-¿Porque buscaste un trabajo miserable si sabes bien todo el dinero que poseo?-

-Eso no te incumbe- escupí y me volteé comenzando a caminar hacia el pasillo, escuché sus pasos detrás de mí e intenté alejarme lo más posible. El sonido de sus pisadas me hizo recordar los pasos de los maleantes persiguiéndome.  

-Si me incumbe- Me tomó del brazo y me volteo hacia él- Sos mi esposa, ¿O te olvidaste?

Yo ya no escuchaba lo que decía, solo respiraba agitada y miraba su brazo apretando el mío.

-Suéltame- Dije en un hilo de voz

-Primero dime porque lo hiciste- amenazó

Comencé a respirar con dificultad, sentía que mi garganta se iba cerrando y el aire no entraba aunque me esforzara. Las manos de los hombres agarrando mis brazos con fuerza vinieron otra vez, sus risas burlonas y sus sonrisas perversas hicieron que mis ojos se llenaran de lágrimas

-Por favor- Supliqué angustiada- No me hagas daño

Automáticamente luego de decir eso Nicolás me soltó como si mi piel estuviera en llamas. Comencé a temblar y me abracé a mi misma. Él no dijo nada, solo se alejó un poco, dándome espacio. 

-Porque necesito $10.000 Dólares- finalmente confesé

-¿Para qué?- preguntó sorprendido. Se acercó hacia mí y retrocedí- Carla…- dijo con un tono más suave, como si no quisiera causar aún más daño- Yo puedo dártelos sin problema

-No- dije con firmeza y recuperé un poco la compostura- Seremos marido y mujer, pero solo por papeles. Mis asuntos no te incumben- Exclamé con valentía y corrí hacia mi cuarto, cerrando con llave antes de que pudiera decirme algo más. 

Me aseguré de que estuviera cerrada la puerta y finalmente pude liberar un largo suspiro que venía aguantando. Me quité toda la ropa desesperada, podía sentir la colonia de mis agresores, el olor a tabaco y a alcohol. Corrí hacia la ducha a limpiar mi cuerpo de las sucias manos y me prometí que me iba a divorciar y nunca más ver a Nicolás. Desde que lo conocí toda mi vida se fue a la basura. 

Desperté al otro día agitada, apreté el pijama a la altura de mi pecho, sentí un vacío y pánico de haber tenido pesadillas con el incidente de anoche. 

-Basta Carla, no hay tiempo para esto- Me dije a mí misma hundiendo mis pensamientos al fondo de mi mente y me levanté tomando valor de comenzar el día.- Tienes que pensar en tu hijo- Me ordené a mi misma en el espejo. 

Salí con sigilo de mi cuarto y  pisé algo abultado en el suelo. Levanté el pie y ví que era un gran sobre. Lo levanté con curiosidad y miré hacia el final del pasillo, esperando no encontrarme con Nicolas. Seguramente ya partió a su trabajo. 

Lo abrí tratando de hacer ruido, pero al ver el contenido del sobre, no pude evitar largar un grito de sorpresa y soltar el fajo de billetes que cayó al suelo. 

-¡Carla!- Escuché gritar a mi marido y luego sus pasos corriendo hasta el principio del pasillo- ¿Que pasó? ¿Estas bien?- Me preguntó alarmado 

Yo levanté la vista hacia él, que comenzaba a caminar a la defensiva hacia mí. 

-¿Qué es esto?- Pregunté todavía en shock

-Son los diez mil que necesitas- me informó en un tono de voz tranquilo

Me agache y con las manos temblorosas de la ira contenida y mi rostro caliente, que de seguro estaba rojo, tomé los billetes y los metí con fuerza en el sobre. 

-No gracias- Dije y se los apoyé con fuerza en el pecho

-¿Pero que…?- Se le escapó con sorpresa

Pasé por al lado de él, con la intención de irme en ese mismo momento, antes de que todo se vuelva más violento

-¡¡Espera Carla…!!

-Ya te dije que no quiero nada tuyo y menos tu dinero sucio.-  sentencié y cerré la puerta de la calle con fuerza. 

Llegué al mismo bar de antes y esperé nerviosa a la mujer. Ya habían pasado cuarenta minutos cuando creí que no vendría.  Era lógico. ¿Porque querría verme cuando la última vez me había dicho que no me pagaría ni un solo centavo de lo que me habría prometido? fui una ilusa al pensar que aceptaría un encuentro conmigo. 

Así que cuando estaba a punto de pagar mi café, ella entró por la puerta, tan elegante y  poderosa como siempre, con esos anteojos grandes y oscuros que no me dejaban ver sus ojos pero que aun así podía imaginar su mirada de soberbia. 

-Espero que sea algo importante para interrumpir mi día ocupado- dijo sin siquiera decir “Hola” y con fastidio se sentó  frente a mí- Si lo que quieres es el dinero ya te dije que eso no es mi problema- Encendió un cigarro y fumó una larga calada, liberando una gran nube de humo que me dio nauseas.

-Vengo a decirle que pienso divorciarme de Nicolas

-¿En serio?- Dijo divertida y comenzó a reírse de forma grotesca- Querida, ¿Vos estas loca?

-Estoy más cuerda que nunca- 

-Necesitabas el dinero, ahora estás casada con un joven apuesto y multimillonario, !!es más de lo que querías!!- 

-No pienso pedirle un solo centavo, habré caído en tu trampa, pero aun así no soy tan tonta para darme cuenta que su imperio no es honesto

-Por favor niña, eres su esposa, no deberías pensar en eso, ¡Solo disfrutar!

-No quiero a mi hijo cerca de ese delincuente

-¿Aún insistis con ese niño enfermo? 

-No hables así de mi hijo- amenacé

-Está bien, lo que digas.  Pero yo te aconsejo que sigas en este matrimonio, hacelo por él

-No me estás entendiendo. Si realmente quieres que siga casada con ese maleante, espero mi dinero hoy mismo, de lo contrario presento mi divorcio. 

Me levanté con mucha más valentía y coraje que nunca. Pero la mujer me tomó con fuerza del brazo, con mucha más fuerza que Nicolás y hasta que mis agresores. 

-Si llegas a presentar el divorcio, te juro que yo misma me encargo de ir a visitar a tu querido niño al hospital, no creas que Nicolas es el único que tiene poder. 

Me soltó con tanta brutalidad que casi caigo al suelo de cara. La miré tan sorprendida que la mandíbula se me cayó. Me había amenazado a mí y a mi hijo y seguía fumando con tranquilidad. Se levantó del asiento, me dio un beso en cada mejilla que no pude rechazar porque aún seguía en shock

-Un gusto volver a verte Querida Carlita, que sigas bien.- exclamó con sarcasmo y se fue, dejándome con mucho miedo y un matrimonio que no deseaba. 

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