¿Secuestrada?

Esmeralda Salvatierra

La noche había sido demasiado intensa. Después de todo lo que había pasado, finalmente me encontraba en la mansión de mi padrino, intentando calmar mis pensamientos. Pero mi mente no dejaba de dar vueltas, procesando lo ocurrido. Me preocupaba que Perla, a pesar de mi esfuerzo por mantenerla al margen, se hubiera dado cuenta de todo lo que sucedió.

Habíamos cenado en silencio, cada uno lidiando con sus propios pensamientos. Perla, por fin, se había recostado en la habitación asignada, y yo me quedé en la sala con Andrés. Su presencia era reconfortante, y aunque yo estaba al borde de las lágrimas, él se mantenía firme y sereno, intentando brindarme la paz que tanto necesitaba.

—Ese miserable no te merece, Esmeralda —dijo Andrés, con una dureza que rara vez mostraba—. No puedo creer que se revuelque con su exnovia en tu presencia. Es despreciable.

Sentí un nudo en la garganta al recordar la escena en la oficina de Alessandro. Su crueldad, su indiferencia, m
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