KENDRACuando despierto, me encuentro en una cama de hospital, siento como si hubiera dormido una eternidad, me tomo un par de segundos para pensar en todo lo que ha pasado, he perdido la noción del tiempo, por lo que no recuerdo mucho y tampoco sé cómo es que llegué aquí. —Joder —me quejo al verme conectada a varios aparatos. Me incorporo y enseguida me duele la cabeza, todo me da vueltas y me toma un par de segundos acoplarme. —Tienes que descansar. Una suave voz hace que levante la mirada, Regina está entrando a la habitación, lleva en la mano un café, al que le da un sorbo delante de mí como su broma personal, sabe que me gusta el café y lo hace a propósito. —¿Cuánto tiempo llevo aquí? —inquiero con cautela. —Tres días. Me sorprendo. —¿De verdad? —Sí, has estado en revisión, y dormida profundamente, al principio los doctores tuvieron que inyectarte un par de sedantes, pero nada que te pudiera alterar después, creo que solo estabas demasiado cansada —me dice acercándose.
REGINA El estómago se me retuerce y la bilis se me sube a la garganta cuando leo el nombre con letras oscuras, en el gafete de invitado que sostengo entre mis manos “Venus Smith” Ahora mismo, me encuentro en una entrevista con el supervisor de la empresa DHDM, asociada a la entrega de correos de los principales despachos jurídicos de todo el país, los nervios me traicionan y mi corazón sigue latiendo con fuerza. —Señorita Smith —habla con un tono de voz exasperado, mientras sus ojos se fijan en los míos con un destello de desprecio—. ¿Por qué ha venido a New York a trabajar? Por lo que puedo ver en su documentación, es de California. Una sonrisa maliciosa cuelga de las comisuras de sus labios. —Si le soy sincero, me preocupa un poco la estabilidad de su trabajo, si lo llegase a conseguir, debido a este inconveniente, aquí preferimos la puntualidad sobre todas las cosas —se inclina hacia adelante, dejando mis documentos de lado—. ¿Cómo solucionaría eso? Me remuevo inquieta sob
RONANDiez Minutos Antes…Observo con molestia y aburrimiento, la hora en mí Rolex, no soy completo fan de las reuniones sorpresa, mucho menos de tener que resolver los asuntos que mi incompetente primo menor, no puede hacer por pasar su tiempo de juega en juerga. El dolor punzante en mi cabeza acelera mis ansias por cortarle su extremidad favorita, estoy seguro de que eso le haría un favor a la humanidad. —Tienes mala cara —se jacta Liam. Un castaño de ojos verdes que resulta ser mi guardaespaldas y mi único mejor amigo, es hijo de María, una mujer que trabajó hace años para nosotros como ama de llaves, y que falleció hace cinco años. —¿Tú crees? —ironizo, buscando en mi interior un poco de paciencia. —Vamos, hombre, no es tan malo como parece. Me giro lentamente y le miro. —Tú no eres el heredero de una de las familias más importantes del sistema jurídico del país, no me jodas con eso —mi sangre hierve. —Si lo pones de ese modo, creo que sí, estás bien jodido —encoge los homb
REGINANo escucho lo que susurra Ronan Moretti, pero lo que sí sé, es que no me gusta la manera en la que me está viendo, su ceño se profundiza, dura segundos, ya que enseguida es como si acabara de despertar de un profundo sueño y ahora me fulmina con una mirada tan dura, que es como un cuchillo. Olvido cómo se respira, olvido todo. Un cosquilleo semejante a una corriente me recorre todo el cuerpo, anclándome en mi sitio. No tengo la remota idea de lo que está pensando en estos momentos, pero se siente como si el universo entero acaba de desplomarse encima de mí, dije aquellas palabras en un impulso apresurado por no querer perder mi empleo. El ligero hormigueo de anticipación comienza a expandirse desde mi estómago hasta la punta de los pies. Dos de sus guardaespaldas me tienen agarrada de ambos brazos, inmovilizada con ahora un hombre que tiene más el parecido de una bestia hambrienta, llena de odio y confusión, que un CEO, de uno de los bufetes más importantes de todo Estados Un
REGINAMala suerte. Eso es lo primero que se cruza por mi mente cuando llegué a mi departamento y mi casero prácticamente me echó, ahora estaba sin empleo y sin hogar, con los pocos ahorros que me quedaban, hambrienta y con demasiado frío. Recojo mis pertenencias, las cuales caben en una sola maleta. Un par de ojos sin vida se anclan en mí, estirando su mano en mi dirección y esperando a que le devuelva las llaves del departamento en el que había vivido antes con mi padre, luego de mudarme a California para estudiar, regresando al mismo sitio, ahora, me tenía que volver a ir. —Podría esperarme un par de días más —mi voz es penosa y apenas audible—. Yo solo tengo que… —¿Me estás diciendo que quieres volver a vivir aquí? —suelta una risa que no tiene ni una sola nota de gracia—. ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡Me debes más de tres meses de renta! ¡Si crees que por tu cara bonita y trasero apretado, voy a dejarte vivir aquí sin pagar, estás equivocada! —Yo no quise decir eso —aprie
REGINAEscuché mal, eso es lo primero que pienso cuando proceso cada una de las palabras que brotan de la boca de Ronan Moretti. Por un segundo dejo de respirar, olvido por completo cómo es que se hace. El magnetismo animal de su mirada, no concuerda con lo que acabo de oír. —Se ha puesto pálida, señorita Lombardi —agrega sacándome de mi estupor—. No le estoy pidiendo su primogénito. Trago grueso. —Esto es mucho peor —mi voz se tambalea en notas llenas de pavor. Quiero salir corriendo de ese sitio, ahora mismo, creo que soy el borrego y él el lobo que me va a devorar. —Yo… creo que es una broma de mal gusto —mis pies no se mueven—. Me voy… —¿De verdad? Vuelvo a detenerme, mi mano está sobre el pomo de la puerta, el frío a mi alrededor cala hasta mis huesos, y en mis oídos retumban los latidos frenéticos de mi acelerado corazón. —¿Dejará ir usted una oportunidad como esta? —enarca una ceja con incredulidad. No, si estuviera en otra situación, no dejaría pasar esto, mi padre es
RONANTermino de firmar los últimos documentos que me faltaban, dentro de mi despacho, no me agrada tener que traer el trabajo a casa, no tuve más opción, la empresa me asfixia sintiendo cada una de las miradas de los empleados sobre mí, estoy acostumbrado, pero especialmente hoy, eran por la misma razón por al que estoy haciendo esto; Regina Lombardi. El recuerdo de su mirada rota, de sus labios rosados e hinchados, y del brillo salvaje que habita en su interior, ha seguido en mi cabeza todo el día, sin que me ofrezca algún tipo de tregua. Sé lo que hago, mi plan tiene un objetivo claro, los peones han sido movidos en mi tablero, el problema es que aún no tengo idea de qué papel juega ella aquí, peón, o… Llaman tres veces a la puerta y enseguida se abre, dándole paso a Liam, quien tiene una expresión genuina en su rostro, entra como si nada, cerrando la puerta a sus espaldas, se sirve un trago y se deja caer sobre uno de los sofá de piel que están delante de mí, entrecierro los ojo
REGINANo comprendo por qué el peso de sus palabras me aplasta el pecho, no debería, tal vez es la forma en el que las dijo, pero, sin embargo, decido no mostrar el dolor que me apuñala al interior, Ronan Moretti no me interesa del mismo en el que veo que las mujeres lo desean, apenas y lo conozco, la única razón por la que estoy aquí, soportando esta humillación verbal, es por mi padre y mi vida, sí él dice que me las puede devolver, entonces que lo haga, estaré dispuesta a cualquier cosa con tal de volver a tener aquello que me hace feliz. —¿Hablas en serio? —la voz del mismo hombre con el que tropecé en el vestíbulo de la empresa Moretti, abre los ojos como platos—. Primo, ¿acaso estás ciego? Por qué lo que yo veo aquí, es una mujer hermosa, y cualquiera, incluso tú, podría enamorarse de ella, a más, ella es iden… —Cállate, Arsene —espeta con dureza Ronan. Una sonrisa burlona se cuelga del rostro de a quien ya identifico como otro Moretti. Luego se dirige hacia mí, toma mis mano