REGINA
Escuché mal, eso es lo primero que pienso cuando proceso cada una de las palabras que brotan de la boca de Ronan Moretti. Por un segundo dejo de respirar, olvido por completo cómo es que se hace. El magnetismo animal de su mirada, no concuerda con lo que acabo de oír.
—Se ha puesto pálida, señorita Lombardi —agrega sacándome de mi estupor—. No le estoy pidiendo su primogénito.
Trago grueso.
—Esto es mucho peor —mi voz se tambalea en notas llenas de pavor.
Quiero salir corriendo de ese sitio, ahora mismo, creo que soy el borrego y él el lobo que me va a devorar.
—Yo… creo que es una broma de mal gusto —mis pies no se mueven—. Me voy…
—¿De verdad?
Vuelvo a detenerme, mi mano está sobre el pomo de la puerta, el frío a mi alrededor cala hasta mis huesos, y en mis oídos retumban los latidos frenéticos de mi acelerado corazón.
—¿Dejará ir usted una oportunidad como esta? —enarca una ceja con incredulidad.
No, si estuviera en otra situación, no dejaría pasar esto, mi padre es el hombre más importante de mi vida, y el que una mañana haya desaparecido como si nada, dejándome sola, me rompió el corazón, lo extraño, lo admito, y por supuesto que me encantaría saber qué ha sido de él, por qué me abandonó, por qué desapareció, sin embargo, ser tentada por el diablo, no es una buena idea.
—No, pero lo que usted me está pidiendo, roza la locura —me giro para estar frente a frente—. Casarme con usted, ¿se ha escuchado? Señor Moretti, es un abogado de renombre, su familia es millonaria e importante, sé de su reputación como los asesinos de las leyes, como los llaman, nunca pierden un solo caso.
Me tomo mi tiempo para tomar una bocanada de aire.
—¿Por qué molestarse con alguien como yo? Cuando está claro que allá afuera hay demasiadas mujeres que sí mantienen su titulo y no las han tachado de plagiadoras —me quedo sin aliento.
De pronto parece perdido en sus propios pensamientos por un par de segundos, su mirada se mantiene en blanco, haciéndome imposible leer sus intenciones. De nuevo, sus ojos me observan, pero no es a mí, es como si viera a alguien más dentro de mí, sus rasgos se suavizan un poco, dura segundos, antes de que vuelvan a ser fríos.
—No tengo por qué darle explicaciones, señorita Lombardi —resopla de manera despectiva—. Aquí, la cuestión es que usted necesita encontrar a su padre y que le devuelvan su vida.
Tengo una sensación ácida en el estómago que me lo retuerce.
—Yo puedo ayudarle a recuperar su nombre, su reputación, estoy al tanto de toda su situación, Nolan Jemes es quien le quitó su tesis.
Tiemblo con solo escuchar su nombre.
—Él es poderoso —confieso con lentitud.
—No más que yo —su voz grave me eriza la piel—. Está en sus manos tomar la mejor decisión, señorita Lombardi.
Abro la boca para cuestionarlo, pero parece haber dado por terminada la conversación cuando regresa su mirada a sus documentos.
—Esa es mi propuesta para usted, o acepta ser mi esposa a cambio de que encuentre a su padre y le devuelva su vida, o se puede marchar por la puerta en la que entró, no volver aquí nunca jamás, y no encontrar un trabajo en un área jurídica, sabiendo que el resultado es que pasó estudiando por nada, la universidad.
Me quedo sin fuerzas.
—Estoy consciente de que tuvo que recurrir a los prestamos estudiantiles para poder sobrevivir, con una beca, sigue teniendo esas deudas y ahora un alquiler, sumando sus necesidades básicas, en general… —levanta la mirada—. No tiene opción.
Mis ojos se llenan de agua porque sé que él tiene toda la razón, no hay más salidas para mí, vine por una razón, y es porque no tengo hogar, no tengo familia ni a nadie a quien recurrir, solo me tengo a mí misma, eso bastaba hasta hace apenas unos días, ahora, esa chica con ilusiones que se despertaba todos los días con la intención de seguir adelante, esperando a que su padre entrara por la puerta en cualquier momento, está siendo borrada del mapa.
—Piénselo, señorita Lombardi —finaliza—. Póngase en contacto conmigo cuando haya tomado una decisión, pero no tarde mucho, no suelo ser un hombre paciente.
Y con eso, sabiendo que ha terminado conmigo, me doy la media vuelta y salgo de su oficina, sintiendo su mirada calar cada una de las fibras de mi cuerpo, estando afuera, me permito regular mi respiración, las manos me siguen temblando, no importa lo apuesto que sea, este hombre da cierto miedo. Subo al elevador con la intención de irme al hotel, las puertas se abren y soy consciente de los murmullos que se escuchan a mi alrededor.
Trato de no prestarles atención, me es imposible, debido a que incluso, las miradas de los empleados o de la gente que va pasando por mi lado, es extraña, como si acabaran de ver a un fantasma, como si vieran de nuevo, a otra persona en mí.
¿Ya viste? Es idéntica
No lo puedo creer, es ella
Sí, lo sé, es increíble, ¿no te parece?
Es ella…
No tengo idea de lo que hablan, pero mi distracción en ellos ocasiona que choque contra alguien, casi perdiendo el equilibrio, una mano tira de mi brazo para evitar que caiga de bruces contra el suelo. El contacto hace que levante la mirada y me encuentre con un par de ojos azul zafiro, un hombre alto, apuesto, de cabello oscuro y alborotado, pese a vestir de traje elegante y de marca costosa, su aire es juvenil y despreocupado.
Él me observa a detalle, estudiando cada uno de mis rasgos, solo que no parece como el resto, como si hubiera visto un fantasma también. Su sonrisa de media luna es genuina y me ayuda a recuperar mi equilibrio con amabilidad, algo que no muchos han tenido conmigo últimamente.
—¿Te encuentras bien? —inquiere sonriendo.
—Sí, lo siento… fue mi culpa —me apresuro a decir con expresión cautelosa.
—No te preocupes —me suelta—. Ten cuidado, ¿quieres?
Asiento, me regala un guiño y lo observo irse, subir al elevador por el que bajé y desaparecer de mi campo de visión.
Saliendo de la empresa Moretti, voy a una de las cafeterías más cercanas al hotel en el que me estoy hospedando, ahí, compró un periódico y me dedico a buscar en la sección de empleos, uno que se ajuste a mis capacidades, a estas alturas, lo que sea es bueno, incluso me conformo con ser mesera en un sitio como este. Mis fuerzas se desgastan con el tiempo, quiero tener una opción más de la que me ofrece Ronan Moretti.
Ser su esposa, esa última palabra no ha dejado de rondar por mi cabeza, sigue siendo una locura para mí, ¿yo? ¿Ser esposa de un hombre atractivo y multimillonario como él? Es que ya no roza la locura, sino, la demencia, ¿acaso no me vio bien? No obstante, por otra parte, es tentador el poder recuperar mi vida, mi titulo, mi reputación, recoger el fruto de mi esfuerzo que me fue arrebatado. Y por supuesto, encontrar a mi padre, volver a verlo y que me explique por qué desapareció de la nada.
Él era mi padre y mi mejor amigo, estábamos tan unidos, que me sigue costando trabajo despertar cada mañana y no escuchar su voz o verle la cara. Paso las siguientes horas tratando de buscar algo, dejando de lado la propuesta del señor Ronan Moretti, al final, recorro casi media ciudad tratando de buscar otro trabajo, una salida, en el último no me va tan bien como lo esperaba, fue en una cafetería al lado de un bufete de abogados.
—Usted es demasiado hermosa, ¿lo sabía? —me dijo el gerente del lugar.
—Yo busco empleo, puedo trabajar…
—Tal vez considere en dárselo si hace un buen trabajo ahora mismo.
—¿Qué quiere decir con eso?
—Oh, vamos, conmigo no hay juegos, sabe bien lo que quiero decir —lamió sus labios.
Acto seguido, se puso de pie rodeando el enorme escritorio, se puso delante de mí y comenzó a bajarse la bragueta. Las nauseas se acumularon en mi sistema y no tuve más opción que salir huyendo de aquel sitio que consideraba mi última esperanza antes de venderle mi alma al mismo diablo.
Así que me rendí para cuando anocheció, no tenía opciones, el dinero se me acababa, parece ser que al final, estaba destinada a aceptar el trato de Ronan Moretti, solo quería saber que hice todo lo posible por salir de este embrollo por mi cuenta, sin ayuda de nadie. Para cuando me encuentro agotada, decido pasar a una de las tiendas de autoservicio más baratas, el cajero me sonríe amable.
No tengo que decir palabra alguna, me conoce, se llama John, y es un hombre ya mayor, con la mirada cansada, a veces me pregunto en dónde estaría su familia para que le permitieran trabajar a su edad, no hablamos, nos comunicamos en silencio, él levanta una canasta con comida caducada por un día, sí, eso es lo que hace, por lo que no me cuesta nada comer, y ahorrar el poco dinero que me queda.
—Gracias —le devuelvo la sonrisa.
—De nada, pequeña —me sonríe una última vez antes de que salga del establecimiento.
Tomo las cosas que mete en bolsas, camino por los pasillos que llevan a la salida, noto que algunas de las personas que están ahí eligiendo sus cosas, me miran de un modo igualmente extraño como esta mañana, susurran cosas inconexas y paso de lado, he tenido un día suficientemente pesado como para darle importancia a esto.
Al llegar al hotel, siento que alguien me observa, miro por encima de mi hombro, detallando entre las sombras de las calles y los arbustos, no hay nada, me apresuro a entrar al hotel, mis pies me arden por la caminata, mis ojos se cierran del sueño, todavía tengo que subir las escaleras, ya que aquí, no hay elevador funcionando correctamente, no quiero más accidentes.
Estoy caminando hacia la puerta de mi habitación, cuando me detengo al ver que la puerta está abierta, dejo de respirar, ¿la dejé así? No recuerdo, con cautela, entro, las luces están encendidas, lo que me permite ver el desorden en la estancia principal, rápido, busco algo con lo que defenderme, dejando las bolsas en el suelo, pero mis reflejos son algo lentos cuando lo hago, ya que de la nada, salen los mismos chicos que me rodearon la noche anterior en el callejón.
—Nos volvemos a encontrar, nena —dice uno de ellos.
—Váyanse o llamaré a la policía —susurro no sonando muy convincente.
Todos sueltan una carcajada que me hace temblar, incluso dejo de respirar.
—¿En serio? No sabes nada, aquí nadie ayuda a nadie —otro lame sus labios recorriendo mi cuerpo—. Me parece que tenemos que terminar lo que empezamos.
Grito corriendo hacia la salida, tiran de mi cabello con fuerza, y me azotan contra el suelo, mi mejilla es impactada contra este, el dolor estalla en mi cabeza llegando hasta mi espina dorsal. Él se sube a horcajadas sobre mi cuerpo mientras sus manos me tocan las piernas.
—Dios, huele a que debes estar demasiado apretada, muñequita.
—¡No, suéltame! —bramo intentando soltarme de su agarre, es imposible.
—Creo que te voy a romper…
Un segundo toma para que él se aleje de mí demasiado rápido, abro los ojos, me incorporo y veo al mismo hombre que estaba cuidando las espaldas del señor Moretti, golpear a los vándalos, parece que no le cuesta nada deshacerse de ellos, termina por noquearlos y luego se dirige hacia mí, estira su mano en mi dirección, no la tomo, estoy demasiado conmocionada, estuvieron a punto de violarme…
—Ven, vámonos de este sitio —me levanta como si fuera una muñeca de trapo.
Tengo demasiadas preguntas que no salen, pero me dejo guiar por él, parece de confianza, y ahora mismo, es el único que me ayudó. Salimos del hotel, me sube a su auto, el mismo que había visto antes y que me siguió por todo el día. Enciende la calefacción y me pierdo en mis pensamientos hasta que llegamos a una zona residencial, delante de una enorme mansión que parece más un palacete blanco con herrería oscura.
—¿En… dónde estamos? —cuestiono con temor.
Él clava su mirada verde intenso en mí, me evalúa y suelta un largo suspiro.
—En la mansión de Ronan Moretti.
RONANTermino de firmar los últimos documentos que me faltaban, dentro de mi despacho, no me agrada tener que traer el trabajo a casa, no tuve más opción, la empresa me asfixia sintiendo cada una de las miradas de los empleados sobre mí, estoy acostumbrado, pero especialmente hoy, eran por la misma razón por al que estoy haciendo esto; Regina Lombardi. El recuerdo de su mirada rota, de sus labios rosados e hinchados, y del brillo salvaje que habita en su interior, ha seguido en mi cabeza todo el día, sin que me ofrezca algún tipo de tregua. Sé lo que hago, mi plan tiene un objetivo claro, los peones han sido movidos en mi tablero, el problema es que aún no tengo idea de qué papel juega ella aquí, peón, o… Llaman tres veces a la puerta y enseguida se abre, dándole paso a Liam, quien tiene una expresión genuina en su rostro, entra como si nada, cerrando la puerta a sus espaldas, se sirve un trago y se deja caer sobre uno de los sofá de piel que están delante de mí, entrecierro los ojo
REGINANo comprendo por qué el peso de sus palabras me aplasta el pecho, no debería, tal vez es la forma en el que las dijo, pero, sin embargo, decido no mostrar el dolor que me apuñala al interior, Ronan Moretti no me interesa del mismo en el que veo que las mujeres lo desean, apenas y lo conozco, la única razón por la que estoy aquí, soportando esta humillación verbal, es por mi padre y mi vida, sí él dice que me las puede devolver, entonces que lo haga, estaré dispuesta a cualquier cosa con tal de volver a tener aquello que me hace feliz. —¿Hablas en serio? —la voz del mismo hombre con el que tropecé en el vestíbulo de la empresa Moretti, abre los ojos como platos—. Primo, ¿acaso estás ciego? Por qué lo que yo veo aquí, es una mujer hermosa, y cualquiera, incluso tú, podría enamorarse de ella, a más, ella es iden… —Cállate, Arsene —espeta con dureza Ronan. Una sonrisa burlona se cuelga del rostro de a quien ya identifico como otro Moretti. Luego se dirige hacia mí, toma mis mano
RONANPagaría todo el dinero que tengo en la fortuna que he hecho crecer con mi propio esfuerzo, por ver la cara llena de sorpresa de todos, pero solo me enfoco en la de mi padre, no es un hombre que demuestre sus emociones, algo que heredé de él y que desde muy pequeño me enseñó, pero sin lugar a dudas, es algo con lo que he aprendido a manejar, puede aparentar delante de todo el mundo, pero soy el único que puede leer sus pensamientos detrás de esa cara en blanco que siempre pone cuando oculta algo, no siquiera mi propia madre ha sabido descifrarlo en todos los años que lleva de casada con él. Lucas Moretti, es un hombre que gobierna con severidad rectitud, es un sádico en los negocios y nunca estuvo de acuerdo con ninguna de mis decisiones, por lo que solo tuve que salir adelante. —Tu prometida —sisea por lo bajo. Sus ojos se anclan con estudioso desafío sobre Regina, quien sigue colgando de mi brazo, con la espalda recta, su presencia, su tacto, me confunden, cuando la vi bajar
REGINACuando despierto, no recuerdo nada, solo que la madre de Ronan, Mía Moretti, me ofreció una copa de vino, a partir del primer trago, me di cuenta de que me había vertido algo, pero ya era demasiado tarde para escapar de sus efectos, lo siguiente que sé, es que las imágenes que aparecen en mi cabeza, lanzadas como películas antiguas, son vagos recuerdos de Ronan hablando con ella.Luego de alguien cargándome en brazos hasta mi habitación, después… nada, mi mente es una hoja en blanco que se balancea en la oscuridad de mis pensamientos. No hay registro de algo más, poco a poco me incorporo sintiendo el sabor amargo de mi boca, huelo a vino y la cabeza me duele. Como puedo, sintiendo que todo me sigue dando vueltas, logro llegar hasta la ducha, dejando que el agua caliente termine de despertar todos mis sentidos de nuevo, el vestido elegante que tenía puesto lo dejé tirado en el suelo con descuido, no me interesa, para empezar, desde el inicio, nunca me importó. Al terminar, cub
REGINAMe congelo. Las manos me empiezan a sudar, el alma se me cae a los pies y un escalofrío recorre mi espina dorsal, el aire se comprime en mis pulmones y el brillo malicioso en su mirada me sienta como patada en el estómago. Trago grueso, mis piernas tiemblan. —Hace tanto que no nos vemos —dibuja una sonrisa asquerosa. De pronto, todo el valor que creía haber recuperado en estos días, se esfuma, es cuestión de segundos para que siga siendo esa pequeña mujer convertida en ratón temeroso frente a un gran depredador como lo es Tomás Nelson. Aún siento latente en mi sistema su última amenaza. El año pasado tenía buenas intenciones, incluso llegamos a ser buenos compañeros, pero cuando me pidió que fuera su novia, y al negarme para después descubrir que yo era supuestamente una plagiadora, se convirtió en una de mis pesadillas. —¡Hola, Venus! —me saluda con un exceso de alegría, levantando la mano para que la choque. Paso de él, lo que menos necesito al inicio de mi jornada labor
RONANNo puedo dejar de pensar en ella, Regina Lombardi ha invadido mi cabeza, se ha robado cada uno de mis pensamientos desde que me besó, no, desde que la vi bajando las escaleras con ese vestido rojo que me hicieron mierda los nervios que tenía de llevarla a la cueva del lobo. No por las consecuencias que pudieran caer sobre mí, sino, porque un cordero tierno e inocente como él, es un manjar para hombres como nosotros, los Moretti. Estaba ebria cuando lo hizo, y estoy seguro de que no se acuerda de nada, de que le metí la lengua hasta la garganta, de que la toque pellizcando sus pezones duros, de que me puso la polla dura cuando me dijo que era su primer beso, joder, el primer hombre que había probado sus labios carnosos y suaves, soy yo, nadie más. Lo queme llevó a una simple cuestión; ella es malditamente virgen, ninguna polla la ha hecho sangrar, y por alguna extraña razón, quiero que sea mi polla la que le cause dolor. Hay ocasiones en las que la veo a ella en Regina, pero ot
REGINAMe parece que no he dejado de sollozar en ningún momento, cuando Tomás me pidió que corriera, eso hice, intenté esconderme en cualquier sitio, pedir ayuda, pero al parecer, todo el tiempo en el que no había aparecido, lo usó a su beneficio, arreglando una trampa, se encargó de que las líneas estuvieran cortadas, de que el guardia de la planta baja no se enterara de nada, y de que en la cabina de cámaras de seguridad, hubiera un fallo para que no lo pudieran ver, atorando uno de los elevadores, le faltó el segundo, que fue en el que llegaron Liam y Ronan. Intento procesar cada acción de su parte, Tomás estuvo a punto de abusar de mí, pero Ronan llegó y comenzó a golpearlo una y otra vez, alejándolo de mí, parecía un monstruo, no se detenía, sus ojos estaban llenos de rabia negra, de odio, era como si de pronto, no fuese el mismo hombre que me ha estado ayudando, Liam tuvo que intervenir, pero era demasiado tarde, cuando se vio, me dijo que nos casaríamos, y ahora estaba aquí, d
RONANMinutos antes…No he podido concentrarme en el trabajo, eso me cabrea de sobremanera, es decir, soy el mejor por muchas cuestiones, pero con Regina Lombardi en mi mente, me hace un incompetente, Tomás Nelson se pudrirá en la cárcel, de eso me he encargado, no le he dicho nada a Regina sobre la recuperación de sus diplomas, de su títulos y reputación, porque quiero que sea una sorpresa, solo no he encontrado el momento de dársela. Cuando llego a mi casa, noto que hay algo en el ambiente que no me gusta, y todo tiene sentido cuando Liam sale de las sombras como un maldito maniaco. —¿No tienes nada qué hacer? ¿A alguna chica a la que joderle la existencia? —sonrío con malicia. —No, estuve cuidando de la chica que te gusta, todo el tiempo —hay ironía en su voz. Mi sonrisa se borra. —El doctor tendrá los resultados de todos los exámenes por la mañana, en cuanto a ella —deja de lado su trago—. Me parece que eres tú quien le ha jodido la existencia a la pobre chica. —Habla claro.