KENDRAMi mente ha estado en otra parte, viendo de lejos y buscando a Kratos con esa rubia, hasta que una voz me regresa, me saca de mi ensimismamiento. —Ella es Kendra Williams —me presenta Ronan a un chico alto, rubio, de ojos de un color más azul que los míos—. Una amiga de Regina. Levanto la mirada y me sorprendo con lo guapo que es, estira su mano en mi dirección, estoy a nada de hacer lo mismo, sintiendo que sus ojos van directo a mis pechos, cuando alguien me rodea la cintura con demasiada fuerza, tiran de mí, evitando que le estreche la mano. Retengo el aire y todos se nos quedan viendo. —Ella es mía —dice una voz gruesa que me eriza la piel. Volteo y compruebo que se trata de Kratos, quien le lanza una advertencia con la mirada al pobre chico, para luego arrastrarme afuera. Me tropiezo un par de veces tratando de seguirle el paso a Kratos, el vestido que traigo puesto y los tacones altos no me ayudan en la tarea, sin embargo, hago todo lo posible, todo lo que está en mi
KENDRAEl corazón se me detiene cuando escucho la explosión, todo pasa tan rápido, que me cuesta trabajo comprender lo que está pasando, pero Kratos me protege con su cuerpo, seguimos escuchando varias explosiones más hasta que la alarma suena, una sirena que me aterra y que me eriza la piel. Mi pecho sube y baja debido al subidón de adrenalina. —¡¿Qué es lo que sucede?! —exclamo llena de pánico. —Liam —dice Kratos y me congelo. —¿Qué?... Afuera puedo escuchar el escándalo de las personas, de los hombres de Ronan, sabía que se trataba de cuestión de tiempo para que Liam me encontrara, pero nunca imaginé que sería tan pronto, le tomó solo muy poco tiempo para dar conmigo, para saber en dónde estoy ahora. Creo que Regina y Ronan tomaron la buena decisión de dejar a los niños en Italia, me muero si algo les pasa, y ahora, temo por sus vidas, aunque algo me dice que Ronan jamás permitiría que algo malo le pasara a su mujer. —Tenemos que salir. La voz ronca y decidida de Kratos hac
KENDRACuando despierto, me encuentro en una cama de hospital, siento como si hubiera dormido una eternidad, me tomo un par de segundos para pensar en todo lo que ha pasado, he perdido la noción del tiempo, por lo que no recuerdo mucho y tampoco sé cómo es que llegué aquí. —Joder —me quejo al verme conectada a varios aparatos. Me incorporo y enseguida me duele la cabeza, todo me da vueltas y me toma un par de segundos acoplarme. —Tienes que descansar. Una suave voz hace que levante la mirada, Regina está entrando a la habitación, lleva en la mano un café, al que le da un sorbo delante de mí como su broma personal, sabe que me gusta el café y lo hace a propósito. —¿Cuánto tiempo llevo aquí? —inquiero con cautela. —Tres días. Me sorprendo. —¿De verdad? —Sí, has estado en revisión, y dormida profundamente, al principio los doctores tuvieron que inyectarte un par de sedantes, pero nada que te pudiera alterar después, creo que solo estabas demasiado cansada —me dice acercándose.
REGINA El estómago se me retuerce y la bilis se me sube a la garganta cuando leo el nombre con letras oscuras, en el gafete de invitado que sostengo entre mis manos “Venus Smith” Ahora mismo, me encuentro en una entrevista con el supervisor de la empresa DHDM, asociada a la entrega de correos de los principales despachos jurídicos de todo el país, los nervios me traicionan y mi corazón sigue latiendo con fuerza. —Señorita Smith —habla con un tono de voz exasperado, mientras sus ojos se fijan en los míos con un destello de desprecio—. ¿Por qué ha venido a New York a trabajar? Por lo que puedo ver en su documentación, es de California. Una sonrisa maliciosa cuelga de las comisuras de sus labios. —Si le soy sincero, me preocupa un poco la estabilidad de su trabajo, si lo llegase a conseguir, debido a este inconveniente, aquí preferimos la puntualidad sobre todas las cosas —se inclina hacia adelante, dejando mis documentos de lado—. ¿Cómo solucionaría eso? Me remuevo inquieta sob
RONANDiez Minutos Antes…Observo con molestia y aburrimiento, la hora en mí Rolex, no soy completo fan de las reuniones sorpresa, mucho menos de tener que resolver los asuntos que mi incompetente primo menor, no puede hacer por pasar su tiempo de juega en juerga. El dolor punzante en mi cabeza acelera mis ansias por cortarle su extremidad favorita, estoy seguro de que eso le haría un favor a la humanidad. —Tienes mala cara —se jacta Liam. Un castaño de ojos verdes que resulta ser mi guardaespaldas y mi único mejor amigo, es hijo de María, una mujer que trabajó hace años para nosotros como ama de llaves, y que falleció hace cinco años. —¿Tú crees? —ironizo, buscando en mi interior un poco de paciencia. —Vamos, hombre, no es tan malo como parece. Me giro lentamente y le miro. —Tú no eres el heredero de una de las familias más importantes del sistema jurídico del país, no me jodas con eso —mi sangre hierve. —Si lo pones de ese modo, creo que sí, estás bien jodido —encoge los homb
REGINANo escucho lo que susurra Ronan Moretti, pero lo que sí sé, es que no me gusta la manera en la que me está viendo, su ceño se profundiza, dura segundos, ya que enseguida es como si acabara de despertar de un profundo sueño y ahora me fulmina con una mirada tan dura, que es como un cuchillo. Olvido cómo se respira, olvido todo. Un cosquilleo semejante a una corriente me recorre todo el cuerpo, anclándome en mi sitio. No tengo la remota idea de lo que está pensando en estos momentos, pero se siente como si el universo entero acaba de desplomarse encima de mí, dije aquellas palabras en un impulso apresurado por no querer perder mi empleo. El ligero hormigueo de anticipación comienza a expandirse desde mi estómago hasta la punta de los pies. Dos de sus guardaespaldas me tienen agarrada de ambos brazos, inmovilizada con ahora un hombre que tiene más el parecido de una bestia hambrienta, llena de odio y confusión, que un CEO, de uno de los bufetes más importantes de todo Estados Un
REGINAMala suerte. Eso es lo primero que se cruza por mi mente cuando llegué a mi departamento y mi casero prácticamente me echó, ahora estaba sin empleo y sin hogar, con los pocos ahorros que me quedaban, hambrienta y con demasiado frío. Recojo mis pertenencias, las cuales caben en una sola maleta. Un par de ojos sin vida se anclan en mí, estirando su mano en mi dirección y esperando a que le devuelva las llaves del departamento en el que había vivido antes con mi padre, luego de mudarme a California para estudiar, regresando al mismo sitio, ahora, me tenía que volver a ir. —Podría esperarme un par de días más —mi voz es penosa y apenas audible—. Yo solo tengo que… —¿Me estás diciendo que quieres volver a vivir aquí? —suelta una risa que no tiene ni una sola nota de gracia—. ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡Me debes más de tres meses de renta! ¡Si crees que por tu cara bonita y trasero apretado, voy a dejarte vivir aquí sin pagar, estás equivocada! —Yo no quise decir eso —aprie
REGINAEscuché mal, eso es lo primero que pienso cuando proceso cada una de las palabras que brotan de la boca de Ronan Moretti. Por un segundo dejo de respirar, olvido por completo cómo es que se hace. El magnetismo animal de su mirada, no concuerda con lo que acabo de oír. —Se ha puesto pálida, señorita Lombardi —agrega sacándome de mi estupor—. No le estoy pidiendo su primogénito. Trago grueso. —Esto es mucho peor —mi voz se tambalea en notas llenas de pavor. Quiero salir corriendo de ese sitio, ahora mismo, creo que soy el borrego y él el lobo que me va a devorar. —Yo… creo que es una broma de mal gusto —mis pies no se mueven—. Me voy… —¿De verdad? Vuelvo a detenerme, mi mano está sobre el pomo de la puerta, el frío a mi alrededor cala hasta mis huesos, y en mis oídos retumban los latidos frenéticos de mi acelerado corazón. —¿Dejará ir usted una oportunidad como esta? —enarca una ceja con incredulidad. No, si estuviera en otra situación, no dejaría pasar esto, mi padre es