Y al fin pudo desenvolver su regalo de Navidad.Salím y Zendaya llegaron a la casa que desde ese día compartirían como marido y mujer. Fue un poco difícil atravesar el umbral con ella en brazos, lo voluminoso del vestido de novia, más el abrigo, tenía a un pobre Salím sudando, mientras Zendaya se reía de ver el aprieto de su esposo. Ante su risa, él la cargó sobre su hombro como si fuera un saco de patatas. Zendaya gritó y Salím le dio una nalgada para que callara y no despertara a los vecinos. Abrió la puerta y los perros salieron corriendo.―Curly, Larry, Moe, ¡adentro! ―dijo Salím con voz enérgica.Los perros se detuvieron, con el rabo entre las patas, y entraron a la casa. Cerró la puerta.―¡Vaya!, señor esposo, cada día me sorprende más.―Soy un macho alfa, lomo plateado, pelo en pecho…―Creo que la comida del banquete decidió que quiere salir a pasear ―dijo Zendaya.Salím la bajó de inmediato.―Por favor, no vomites ―pidió Salím.Ella rio.―Era broma ―confirmó, además de su sonri
Que nadie le diga lo que tiene que hacer aalguien que ya ha decidido cuál debe ser su destino Proverbio árabeRashad Abdallah salió del restaurante donde acababa de tomar un almuerzo con su hermano el jeque. Cada vez que Khaliq estaba en Londres los tres hermanos se reunían con la excusa de comer para hablar de sus asuntos. En esa oportunidad había faltado Samir, su hermano pequeño, que era un reconocido médico oncólogo pediatra. No había podido salir del hospital donde trabajaba porque a última hora se le había presentado una emergencia con uno de sus pequeños pacientes.Después de que Khaliq le contara las últimas noticias de sus amigos y familiares que aún vivían en Arabia Saudí, le preguntó cómo le estaba yendo. En ese momento, Rashad, se dio cuenta de que lo único de lo que podía hablarle era de lo bien que iba el hotel del cua
―Rashad, necesito hablar contigo ―pidió Sara con determinación.―Aquí no ―intervino Khaliq―. Ven con nosotros, Sara, pueden hablar en otro sitio más privado ―dijo señalando el coche.Sara obligo a su mente a ponerse en blanco y dejar el pasado atrás, ya nada de eso tenía importancia, ahora lo que importaba era el motivo por el cual fue en busca de Rashad.―Khaliq se marchó en el coche de los guardaespaldas para darnos privacidad, sin embargo, hablaremos en un sito que no sea tan público, estoy seguro de que no quieres salir en la prensa ―explicó Rashad.Sara asintió con la cabeza sin emitir palabra, cerró los ojos e hizo un ejercicio mental de relajación, necesitaba mantener la calma para poder hablar con Rashad. Lo necesitaba de su lado, dispuesto a socorrerla, porque su ayuda debía ser voluntaria, no tenía forma de obligarlo a hacerlo si él no quería.Ahora que le tenía de frente parecía que los ratones se habían tragado su lengua, entrelazó sus manos para detener el temblor y Rasha
La impresión lo dejó de piedra, ¿un hijo? ¿Tenía un hijo y Sara no le había dicho nada? Sintió cómo la furia dejó de lado el asombro, se tuvo que levantar de su asiento y comenzó a caminar en círculos antes de poder emitir palabra alguna. Su rabia era tal que su vista se nubló, respiró con profundidad varias veces para tratar de calmarse. Su hijo estaba muy enfermo y en nada mejoraría la situación sus ganas de matar a la madre. ―¿Dónde está mi hijo? ―preguntó con las mandíbulas apretadas.―Está Hospitalizado en el Great Ormond Street Hospital, él…Sara se vio interrumpida cuando Rashad la tomó de la mano, tiró de ella levantándola del sillón y caminó con decisión hacia la puerta.―Rashad, espera, debemos hablar antes ―pidió Sara con voz atribulada, tratando sin éxito de soltar su mano.―Lo haremos de camino al hospital. Tienes muchas cosas que explicar, Sara ―indicó el hombre.―¡No! Hablaremos aquí, no permitiré que alteres a mi hijo ―decidió Sara.―¡También es mi hijo! ―gritó Rashad
Todos los sentimientos de venganza se desvanecieron cuando llegó hasta la sala donde Sara esperaba, al atravesar las puertas se encontró con que ella dormía en una silla. Su exesposa estaba acurrucada contra la pared, se veía tan indefensa, como si se hubiese rendido y no tuviera nadie que la apoyara. Frenó sus pasos por la sorpresa y la enfermera que venía detrás de él lo increpó.―¿Y que esperaba? Trabaja casi toda la noche limpiando oficinas, duerme tres horas y luego viene aquí para estar con su hijo y ayudar en lo que pueda como voluntaria; de esa manera puede quedarse fuera de las horas de visita y estar pendiente del niño.―Yo no lo sabía ―expuso ante la mirada reprendedora de la enfermera, se pasó la mano por el cabello despeinándose―. No sabía que tenía un hijo. ¿Quién podría ser tan desalmado de abandonar a su suerte a su mujer y a su hijo? Desprecio al tipo de hombres que lo hace, me lamenta que existan mujeres y niños tengan que pasar por esa situación. Y hoy me entero de
Tuvo que forzar a su boca a pronunciar las palabras, sin embargo, su voz fue solo un susurro roto que fue percibido por el niño más como una visión que como un sonido, lo que provocó una sonrisa en Asad al darse cuenta de que su padre estaba muy emocionado.A medida que se acercaba, Rashad pudo constatar que el rostro de Asad podía ser el de cualquiera de sus hermanos o de sus primos. Este reconocimiento filial arrancó de su pecho una exclamación que confundió al niño.―¿Mamá? ―preguntó inseguro el chico.―No pasa nada, hijo ―respondió Rashad―. Solo es que te pareces tanto a mis hermanos y primos que me sorprendió.La respuesta que obtuvo fue una radiante sonrisa del pequeño, un gesto curioso pasó por su rostro.―Creo que también me parezco a ti ―afirmó Asad titubeante.―Sí, te pareces mucho a mí ―respondió Rashad.Estaba tan contento de que al final tuviera un papá, y al mismo tiempo aliviado porque su mamá ya no estaría sola, que sus brazos rodearon la cintura de su padre. Rashad si
Rashad se obligó a seguir escuchando a su hermano, de seguro lo que le decía era muy importante.―Por el momento voy a usar mis influencias y bajar al laboratorio para apresurar los resultados de las pruebas. Si no eres compatible examinaremos a cada miembro de la familia hasta encontrar a alguien, ahora la donación es mucho más sencilla y sin riesgos para el donante.―Entiendo. Gracias, hermano ―dijo Rashad.―¿Sabes que en varias ocasiones lo visité sin ser mi paciente? Algo me hacía venir a esta habitación, ahora sé que era la sangre llamándome, incluso me hice las pruebas para ver si podía ser donante solo por él.―Gracias por haber estado a su lado, no sabes lo que eso significa para mí. Hoy reuniré a la familia para hablarles de Asad y pedirles que vengan mañana a examinarse ―comento Rashad.―Déjame hacer esto por ti, hermano, debemos ahorrar tiempo, llamaré a Khaliq y a todos nuestros primos para hacer esa prueba hoy. En la noche podrás reunirte con el resto de la familia y expl
El tiempo de espera consiguió calmarlo, también le dio la oportunidad de pensar y planificar algunas acciones que le permitirían cumplir todas las promesas que le hizo a Asad. Llamó a Ebrahim, su asistente, para que despejara su agenda, cancelara compromisos y llamara a todos sus gerentes para una reunión virtual; necesitaba delegar por tiempo indeterminado sus funciones dentro del hotel para dedicarse a cuidar de su hijo enfermo.Las dos horas pasaron con lentitud, pero su determinación a esperar estaba intacta. Si Sara pensaba que se marcharía después de la visita, se llevaría una sorpresa al darse cuenta de que la esperaba en la puerta.Dos horas y treinta minutos después, tarde, ella salió del hospital y caminó apresurada hacía la parada de autobuses, el coche arrancó y avanzó a poca velocidad hasta alcanzarla.―Sara ―llamó Rashad a través de la ventanilla del coche.―¿Qué quieres, Rashad? ―preguntó sorprendida de verlo aún allí.―Sube, debemos hablar ―ordenó con arrogancia.―No p