Siempre serás túSalim se presentó a la primera audiencia del juicio de familia en su contra acompañado por uno de los abogados de la familia Abdallah y de la mano de Zendaya. Se encontraron con Tamara y su abogado afuera de la sala. Por sugerencia del letrado se mantuvieron alejados de ellos para no generar alguna controversia que pudiera ser presentada por el abogado de Tamara como intimidación. La mujer los miró con desprecio, pero al ver la sortija de compromiso de Zendaya apretó los dientes de rabia. «¡Maldita sea! Ella logró lo que yo quería para mí, pero Salim no se irá sin haber pagado» se dijo a sí misma.Una vez comenzada la audiencia, el abogado de Tamara le presentó al juez una prueba de paternidad donde constaba que Salim Abdallah era el padre de su hijo Andrew Ferguson y le exigió que este le diera su apellido y le asignara una pensión alimenticia bastante alta con retroactividad desde la fecha de su nacimiento. ―Con todo respeto, señor juez, mi cliente desconocía la ex
¿Quién dice que el Karma no existe?Al día siguiente Salim esperaba en el tribunal la llegada de Tamara con Andrew, a su lado Zendaya le acariciaba la mano para calmarlo. Desde el día anterior había estado muy nervioso por ver al niño, porque hasta ese momento no había visto ni siquiera una foto del pequeño. Se preguntaba si al verlo sabría de inmediato si era o no su hijo. Aunque toda la familia Abdallah estaba pendiente del juicio, Salím les había pedido que lo dejaran manejar solo todo el asunto, si el bebé era suyo lo conocería lo antes posible, pero no quería que se entusiasmaran con el niño, no confiaba en Tamara y hasta no estar seguro no se permitiría encariñarse con Andrew. Pensó en su madre, Tahiya estaba que se mordía las uñas pensando en que tenía un nieto y no podía dejar de soñar con él.Unos pasos apresurados se escucharon al final del pasillo, levantó la vista y se encontró con Tamara que venía acompañada de su abogado y detrás de ellos una joven chica traía cargado a
Una boda de Las mil y una noches.Y llegó el momento más esperado, el día de la boda de Salim y Zendaya, era víspera de Navidad, y como siempre ocurría en esas fechas el clima era nublado y gris, sin embargo, para Zendaya era el mejor día de todo el año. Su boda sería una boda invernal, pero no le importó, aunque le bastaron un par de semanas para darse cuenta de que se enamoró de su prometido, tuvo un año para conocerlo. Le gustaba la forma de ser de Salím, era un hombre bueno y cariñoso que creía en la familia, amaba a los animales y se desvivía por hacerla feliz. La boda se celebraría en una mezquita de Londres y, a petición de su papá, se celebrarían dos banquetes, como si el matrimonio se estuviese celebrando en Arabia Saudí, porque él quería invitar a familiares y amigos que eran arraigados en sus tradiciones. Salím y ella lo hablaron y decidieron complacer a Zayed con la gran boda árabe que él deseaba para su hija mayor. Zendaya decía que, si no fuera por la libertad que le di
Y al fin pudo desenvolver su regalo de Navidad.Salím y Zendaya llegaron a la casa que desde ese día compartirían como marido y mujer. Fue un poco difícil atravesar el umbral con ella en brazos, lo voluminoso del vestido de novia, más el abrigo, tenía a un pobre Salím sudando, mientras Zendaya se reía de ver el aprieto de su esposo. Ante su risa, él la cargó sobre su hombro como si fuera un saco de patatas. Zendaya gritó y Salím le dio una nalgada para que callara y no despertara a los vecinos. Abrió la puerta y los perros salieron corriendo.―Curly, Larry, Moe, ¡adentro! ―dijo Salím con voz enérgica.Los perros se detuvieron, con el rabo entre las patas, y entraron a la casa. Cerró la puerta.―¡Vaya!, señor esposo, cada día me sorprende más.―Soy un macho alfa, lomo plateado, pelo en pecho…―Creo que la comida del banquete decidió que quiere salir a pasear ―dijo Zendaya.Salím la bajó de inmediato.―Por favor, no vomites ―pidió Salím.Ella rio.―Era broma ―confirmó, además de su sonri
Que nadie le diga lo que tiene que hacer aalguien que ya ha decidido cuál debe ser su destino Proverbio árabeRashad Abdallah salió del restaurante donde acababa de tomar un almuerzo con su hermano el jeque. Cada vez que Khaliq estaba en Londres los tres hermanos se reunían con la excusa de comer para hablar de sus asuntos. En esa oportunidad había faltado Samir, su hermano pequeño, que era un reconocido médico oncólogo pediatra. No había podido salir del hospital donde trabajaba porque a última hora se le había presentado una emergencia con uno de sus pequeños pacientes.Después de que Khaliq le contara las últimas noticias de sus amigos y familiares que aún vivían en Arabia Saudí, le preguntó cómo le estaba yendo. En ese momento, Rashad, se dio cuenta de que lo único de lo que podía hablarle era de lo bien que iba el hotel del cua
―Rashad, necesito hablar contigo ―pidió Sara con determinación.―Aquí no ―intervino Khaliq―. Ven con nosotros, Sara, pueden hablar en otro sitio más privado ―dijo señalando el coche.Sara obligo a su mente a ponerse en blanco y dejar el pasado atrás, ya nada de eso tenía importancia, ahora lo que importaba era el motivo por el cual fue en busca de Rashad.―Khaliq se marchó en el coche de los guardaespaldas para darnos privacidad, sin embargo, hablaremos en un sito que no sea tan público, estoy seguro de que no quieres salir en la prensa ―explicó Rashad.Sara asintió con la cabeza sin emitir palabra, cerró los ojos e hizo un ejercicio mental de relajación, necesitaba mantener la calma para poder hablar con Rashad. Lo necesitaba de su lado, dispuesto a socorrerla, porque su ayuda debía ser voluntaria, no tenía forma de obligarlo a hacerlo si él no quería.Ahora que le tenía de frente parecía que los ratones se habían tragado su lengua, entrelazó sus manos para detener el temblor y Rasha
La impresión lo dejó de piedra, ¿un hijo? ¿Tenía un hijo y Sara no le había dicho nada? Sintió cómo la furia dejó de lado el asombro, se tuvo que levantar de su asiento y comenzó a caminar en círculos antes de poder emitir palabra alguna. Su rabia era tal que su vista se nubló, respiró con profundidad varias veces para tratar de calmarse. Su hijo estaba muy enfermo y en nada mejoraría la situación sus ganas de matar a la madre. ―¿Dónde está mi hijo? ―preguntó con las mandíbulas apretadas.―Está Hospitalizado en el Great Ormond Street Hospital, él…Sara se vio interrumpida cuando Rashad la tomó de la mano, tiró de ella levantándola del sillón y caminó con decisión hacia la puerta.―Rashad, espera, debemos hablar antes ―pidió Sara con voz atribulada, tratando sin éxito de soltar su mano.―Lo haremos de camino al hospital. Tienes muchas cosas que explicar, Sara ―indicó el hombre.―¡No! Hablaremos aquí, no permitiré que alteres a mi hijo ―decidió Sara.―¡También es mi hijo! ―gritó Rashad
Todos los sentimientos de venganza se desvanecieron cuando llegó hasta la sala donde Sara esperaba, al atravesar las puertas se encontró con que ella dormía en una silla. Su exesposa estaba acurrucada contra la pared, se veía tan indefensa, como si se hubiese rendido y no tuviera nadie que la apoyara. Frenó sus pasos por la sorpresa y la enfermera que venía detrás de él lo increpó.―¿Y que esperaba? Trabaja casi toda la noche limpiando oficinas, duerme tres horas y luego viene aquí para estar con su hijo y ayudar en lo que pueda como voluntaria; de esa manera puede quedarse fuera de las horas de visita y estar pendiente del niño.―Yo no lo sabía ―expuso ante la mirada reprendedora de la enfermera, se pasó la mano por el cabello despeinándose―. No sabía que tenía un hijo. ¿Quién podría ser tan desalmado de abandonar a su suerte a su mujer y a su hijo? Desprecio al tipo de hombres que lo hace, me lamenta que existan mujeres y niños tengan que pasar por esa situación. Y hoy me entero de