Frank

Con una mueca apago mi laptop antes de mirar la hora, mis bebés deben llegar pronto, así que me saco la chaqueta del traje y la camisa, ya que la videoconferencia había terminado, no tenía la intención de usar traje en mi casa, así que me quede con los pantalones del pijama antes de telefonear a mi secretaria.

- No me mates - dice en cuanto responde, levanto una ceja, molesto

-¿Qué demonios hiciste ahora? - cuestioné, a veces era un alivio que Sally se incriminara sola, así me evitaba la molestia.

- La candidata a CEO es una m****a….igual que los otros cuarenta y seis - murmuró, ante lo que puse los ojos en blanco, eso era lo último que me faltaba, desde que Andrew Harmond había enfermado, había decidido que sería yo quien heredaría la compañía, pero necesitaba alguien lo suficientemente calificado para ser CEO, suelto un suspiro pesado.

- ¿Qué hay de la niñera? - pregunté en cambio, preocupándome más por mis hijos.

- Es la que el señor Black envió, informé a la escuela de los niños, el GPS del coche dice que acaban de llegar - me informa, antes de añadir - pero es pelirroja.

- Maldito Black - gruñí antes de colgar. Él lo sabía, las pelirrojas traen mala suerte, y al parecer la de la cena con la amiga de Shelly me había traído bastante, porque ahora estaba en problemas con el manejo de la empresa.

Sally no se demoró demasiado con los asuntos pendientes, pero una vez colgó me sentí hombre libre, un par de voces en el pasillo exterior llamaron mi atención, me levanté y sonreí al darme un vistazo en el espejo, al parecer sentarme y comer nachos durante dos horas al día no hacían nada con mi complexión atlética, lo cual es genial, a penas y podía correr sin sentir que me asfixiaba, sobre todo cuando dejé de hacer ejercicio, era una buena cosa que fuera resistente en la cama, las mujeres me encontraban endemoniadamente sexy. Y tenían razón.

- Ven con papi - sonreí al abrir la puerta, sabiendo que Max correría hacia mí en cuanto llegara de la escuela, pero en su lugar me encontró con unos ojos verdes mirándome con horror, dos cejas anaranjadas levantadas hasta el nacimiento de un cabello rizado incluso más naranja todavía, ¡incluso tenía pecas naranjas! ¿Qué en el mundo era esa monstruosidad?

- ¿Qué? - chilló la cosa naranja, que, en su defensa, era una mujer, bastante simpática, pero eso no quitaba el hecho de que había maldecido mi casa con su mera presencia ¡Tendría que hacer una limpieza de nuevo!

- Maldita pelirroja ¿Qué haces en mi casa? - exigí, señalándola con un dedo acusador, pero ella se limitó a abrir incluso más los ojos, antes de estrecharlos de manera asesina, si no estuviera tan cabreado, probablemente me habría intimidado, pero ahora era ella la que me señalaba con un dedo acusador.

- Eres tú, ¡Maldito cerdo machista engreído! - se atrevió a gritarme, y lo peor, la muy zorra me abofeteó, aunque sonreí al verla frotarse la mano, lo que parecía ser un mal movimiento ya que parecía estar rodeada de fuego... ah, no. Era esa cosa que tenía en el cabello, me pregunto si se quitaría con cloro - ¡No creas que trabajaré para ti luego de tratarme como una puta barata!

- ¿De qué m****a estás hablando? - cuestioné, pero juro que sus pecas se encendieron con la mirada que me lanzó.

- Ah, claro, primero me llamas puta y luego no te acuerdas de mí, Y tuve que caminar doce kilómetros por tu culpa - siguió gritando, suspiré pesadamente, había pasado por un matrimonio con la quisquillosa Tiffany, esto era un juego de niños...hablando de niños.

- ¿Dónde están mis hijos? - cuestioné ignorando su perorata, y estuve a punto de reír cuando casi se ahoga con sus palabras, que salían a borbotones de su boca.

- Cenando - murmuró pareciendo perpleja, asentí satisfecho, bien cuidados y alimentados, ella me repasó con la mirada por unos instantes, la dejé hacerlo, y cuando volvió a mis ojos, hice una mueca de asco, se había sonrojado ¿era posible que se pusiera más colorada?

- Ahora ¿te importaría decir porque m****a gritas tanto? - cuestioné, y ella se dignó a parecer avergonzada, antes de tener el descaro de cruzarse de brazos y mirarme desafiante.

- ¿Cómo quiere que le trate, después de que me llamó prostituta cuando solo intentaba hacerle un favor a una amiga? - cuestionó, ahora un poco más calmada, supongo que algunos pelirrojos sí pueden ser civilizados ¿Quién lo diría?

- Oh, claro, tú eras la chica con la que Stuart me obligó a salir - dije recordándolo, ella asintió, a la espera de mis disculpas - pero no me respondiste ¿Prostíbulo o esquina?

- Imbécil - gruñó ella girando sobre sus tacones, con elegancia debería decir, esas cosas parecían trampas mortales.

- Espera un segundo - la llame, joder ¿es que acaso no aceptaba una broma? Se detuvo, suspiró y me miró, expectante - Cierra la puerta al salir.

A las diez treinta, Max está dormida a mi lado y Matthew juega con uno de sus carros de juguete sobre mi pecho, Marcus encerrado en su cuarto y yo tirado en el sofá intentando sacar el aburrimiento de mis huesos.

- Hora de dormir campeón - digo mirando con seriedad a mi pequeño, que me miró haciendo un puchero - No esta vez - digo cargándolo y llevándolo a su cuarto, no sin antes asegurarme de que Max no cayera del sofá, aunque probablemente ella ni lo notaría.

Matthew se durmió enseguida, luego de un baño y su nuevo pijama de Batman, así que mi siguiente tarea fue la pequeña, a quien fue más difícil despegar de mi cuerpo cuando estuvimos en su cama que ponerla a dormir de nuevo, por último me atrevía a mirar dentro de la habitación de Marcus, al igual que siempre estaba vacía, la enorme cama estaba perfectamente hecha, con sus mantas de su equipo favorito de fútbol, las paredes llenas de sus trofeos, posters y cómics, parecía que no hubiera estado en ella durante bastante tiempo.

Cerré la puerta y me preparé una hamburguesa de doble queso, y me la comí con nachos y soda antes de tomar una ducha y volver a la cama, no pasó demasiado tiempo antes de que Max llegara arrastrando los pies y me dijera que tenía miedo, así que al igual que cada vez cada dos noches, durmió sobre mí.

Lo que hizo bastante difícil el despertarla a la mañana siguiente, ya que tenía su regordeta panza justo en el cuello y su mano agarrándome la nariz con fuerza, cada día, dormía peor.

- Max - murmuré, pero ella se limitó a murmurar algo en ruso, lo que mizo fruncir el ceño, hice todo lo posible porque mis hijos fueran tan americanos como pudieran, incluso les había dado el apellido de su madre, pero Marcus siempre maldecía en ruso cuando estaba emocionado, incluso solía hablar con acento, Max sabía incluso más palabrotas que su hermano y nunca le hablé en ruso para evitar el problema, y allí estaba ella, murmurando en ruso mientras dormía. Incluso el pequeño Matt se negaba a hablar en inglés, solo ruso, alemán, francés, italiano y español. Había tenido que contratar una niñera desde Rusia para tratar con él.

Suspirando, aparté a Max de mi cuello y la llevé a su habitación, ya era de día, así que pronto se levantaría para ir a la escuela, era como un reloj, los otros dos en cambio, eran un misterio, Matt estaba sentado en la sala, con el control remoto en las manos y Marcus ya estaba listo para la escuela, con un café en la mano y ojeras demasiado marcadas.

- ¿Saliste anoche? - pregunté levantando una ceja, él se encogió de hombros y me dedicó una sonrisa perezosa, ¿Qué rayos le pasaba a ese niño?

- Black llamó - se limitó a decirme mientras me pasaba el teléfono y se dirigía a la sala, esperaba que fuera solo una fase.

Llamé a Black, mi archienemigo en los negocios, pero (jamás le digan que dije esto) un buen amigo en la vida.

- Francis - respondió, siempre con diplomacia, era ridículo.

- Daemon - respondí, imitando su tono altanero

- Eres gracioso - dijo riendo, regreso a mi habitación, aún era temprano, y tenía que hacer algo para desayunar- Pero, necesito hablar contigo sobre algo.

- Y yo que pensé que me extrañabas - me burlé, mientras buscaba el queso.

- Ya quisieras - murmuró - como sea, es sobre la chica que te recomendé, Natasha Hoffman, mi secretaria dice que ayer inició.

- ¿Quién era Natasha? - cuestioné, llevando mi bol de nachos hasta mi habitación, luego de darles un vistazo a los niños.

-La chica que cuidó a mis hijos, la pelirroja - respondió, lo que lo hizo bufar.

- Sí, muy gracioso de tu parte Black, sabes que odio a las personas pelirrojas - gruñó, y él se limitó a reírse.

- Es genial en lo que hace - continuó - Dale una oportunidad, es eficiente, puntual, tiene una memoria excelente y supongo que ya que trabajas desde casa será un bonus añadido el hecho de que le agrada a los niños.

- La mujer me abofeteó dos veces, y la verdad no es lo que necesito en este momento, tengo suficientes problemas con Marcus como para tener una mujer problemática en mi vida, ¿por qué demonios crees que me divorcié?

- Sí, puede ser una fiera, pero tu limítate a contratarla, por cierto, olvídate de mí nombre, si se entera de esto probablemente me arranque las pelotas.

- Lo haré - accedí suspirando, pensando en que tal vez podría divertirme sacando de quicio a la endemoniada chica.

El olor a tocino y huevos me hace salir de la habitación, y para mi sorpresa Max y Matthew están en sus uniformes y devorando un enorme plato cada uno, sentados en el comedor ¿desde cuándo tenemos uno? Además hay tostadas, ensalada de frutas y avena, miro alrededor consternado ¿Quién demonios entró a la casa? yendo hacia la cocina, donde puedo escuchar el perfecto crujir de un pan siendo dorado.

- Buenos días, señor Hyde - dice cierta pelirroja, su boca sonríe, pero sus ojos me apuñalan repetidamente con una sonrisa forzada, lo que me hace preguntarme si Black no la habrá obligado a venir, parece que no le agrado demasiado, lo cual es ridículo, soy encantador.

- Soy Frank - murmuro mientras un estremecimiento me recorre al escuchar que me llama por el apellido de Tiffany, la miro con curiosidad, viste elegante, casi como una ejecutiva, lo que me hace reír, o puede que sea el delantal floreado que lleva encima.

- Buenos días Frank - repite pasando de mí y dejando un plato que asumo es para mí, el cabello naranja, hoy está recorrido en un moño flojo, debe ser un martirio peinar rizos tan voluminosos.

Luego de que lleva a los niños a la escuela, yo me encierro en mi oficina con mi bebé Matthew y empiezo a trabajar, Matt está acostumbrado a esto, es igual que cuando mi hijo mayor, Viktor estaba pequeño y lo llevaba a la universidad, solo se sienta junto a mí y me mira en silencio, ocasionalmente me detengo y lo hago reír con algunas tonterías, y el niño se limita a cantar en ruso, lo cual es ligeramente inquietante, pero no demasiado.

Harmond INC es la mejor empresa de exportación y producción de tecnología en toda Europa y gran parte de América...luego de Black Industries, que incluso siendo una empresa más joven, había ganado rápidamente ese mercado, al tener uno de los tratos más codiciados en el mundo de los negocios, pero todo era por el tonto matrimonio de su padre, y el suyo con un Vince.

Matt me llama tirando de mi cabello, un gesto que aprendió quien sabe dónde, pero significa que quiere ir al baño, asiento y lo tomo en mis brazos para llevarlo al baño, sé que tiene cuatro años, pero nunca he dejado que toque algo tan mundano como el suelo, es mi consentido, y sí bien sabe caminar, es mejor llevarlo en brazos mientras aún es pequeño.

Al salir de la oficina me encuentro otra vez con la pelirroja, lo que me hace pensar en cambiar las cerraduras, pero ella está caminando de lado a lado en el pasillo.

- Solo dilo Nath, es un imbécil, puedes con esto - mi hijo y yo nos miramos, sin comprender, él se limitó a encogerse de hombros y a hacer ese gesto tan lindo que significa "no sé" que usualmente me gana un par de madres solteras e incluso chicas que creen que un hombre capaz de cuidar a tres niños solo merece que lo mimen - no quieres seguir cuidando niños, estudiaste para ser más que una maldita niñera.

- Ejem - toso, interrumpiéndola, ella se gira en redondo y me mira con los ojos abiertos, lo que me hace fruncir el ceño, esa chica es realmente extraña, lo que me recuerda que no le gusta el chocolate, lo que la hace aún más despreciable.

- Señor Hyde... - poniendo los ojos en blanco paso de ella, si bien el desayuno estuvo realmente delicioso empezaba a molestarme su presencia, mis otras niñeras no se hacían notar, se limitaban a asegurarse de que los niños no murieran intoxicados o arrollados en su vida fuera de casa, si no fuera porque Black me lo pidió, la mandaría a la m****a.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo