—¡Es mi hijo! ¡denmelo!
Mientras Isabel manoteaba y gritaba histérica, la enfermera con una expresión de preocupación, se acercó con el pequeño bebé envuelto en una pequeña sábana. El pequeño era hermoso, pero no se movió.
Isabel quedó completamente fuera de sí, y en completo silencio tomó al pequeño y al momento sintió el cuerpecito frío. —No… no, no, no. mi… bebé… ¡mi bebé! ¡aaaaah!
Los gritos desgarradores de Isabel casi llegaron a todos los rincones del hospital. Mientras un hombre que fumaba cerca en un balcón de la zona vip, miró en silencio la vista panorámica, arrojó el cigarrillo al suelo y con una mirada sin el más mínimo atisbo de emoción hizo una llamada.
—Llama a Zedillo, que comience con su plan, pero no puede tocar a Isabel, ni al bastardo de Mariano y Jezabel. Ellos son nuestros…
Apagó su teléfono y entró a la habitación de Isabel. Ella que estaba completamente envuelta en su dolor. No le importó siquiera que se le quitara la canalización ni el dolor después de dar a luz, solo abrazaba con fuerza el pequeño cuerpo entre sus brazos, mientras John la abrazaba con inmenso cuidado pero con firmeza, a pesar de la rabia e impotencia.
Besó su cabeza mientras las lágrimas se retenían tercamente en sus ojos. —Sin importar en qué me convierta, te juro que no los dejaré ir…
—No los quiero muertos, quiero que sufran mil veces más de lo que yo he pasado. —mientras escupía todo su odio con los dientes apretados, John de alguna manera sintió alivio al escucharla. Sabía que era alguien despreciable debido al hecho de sentirse frustrado o mal cada que su tolerancia estúpida y bondad innecesaria salían a flote; trató de hacer todo lo posible por ella, pero esos actos “bondadosos” de ella en ocasiones lo enfermaban.
—Está bien, convirtámonos en demonios juntos.
Mientras tanto, entre el personal que salía del hospital a esa hora, una mujer hermosa y curvilínea sonreía de una manera casi maniática después de escuchar los desgarradores gritos de Isabel.
—Jajajaja eres la más miserable sucia perra, no te preocupes, que esto no acabará pronto. —Mientras veía al hermoso bebé en sus brazos, se percató del gran parecido que tenía con Mariano. —Tsk, por lo menos no molestará mucho por esas estúpidas pruebas, por un momento creí que serías lo suficientemente zorra como para meter al bastardo de John con los Ruiz, eres una tremenda decepción tras otra.
Después de subir a su auto extasiada por la emoción, se alejó perdiéndose entre la tormenta de nieve que azotaba esa noche la ciudad.
Dos años antes en ciudad Magnolia...
«Adivina en dónde está tu esposo»
Por tercera vez en esa semana llegaba el mismo mensaje de un número desconocido. Isabel suspiró profundamente mientras juntó sus manos como si estuviera rezando y apretó fuertemente.
Sentia una impotencia terrible debido a la humillación constante de las amantes de su esposo, ahora no solo se trataba de una burla cualquiera, desde hacía semanas ese mismo número comenzó a molestarla con persistencia, trató de ignorarlo como las ocasiones anteriores, bloqueó el número en ése momento, pero no mucho después, de un número bastante conocido llegó un mensaje con fotografía.
«¿Crees que le guste?»
El color se le fue del rostro mientras sentía que se le nublaba la vista. Le costó trabajo respirar pero no quiso pasar la humillación aún más grande de desmayarse de la rabia, vergüenza, impotencia y odio por la mujerzuela de su hermanastra.
El mismo lunar de nacimiento que tenía su padre en el cuello lo tenía Jezabel, así que no había margen de error, ya podía entender el porqué de la insistencia.
Las lágrimas de impotencia, dolor, humillación, odio y resentimiento, cayeron en silencio mientras se cubría la boca y hacía hasta lo imposible para no gritar y destrozar todo en el lugar; como siempre, sería peor si todos en la empresa se volvieran a dar cuenta de lo “celosa” que era.
Estaba harta de esa “vida” pero lo único que le daba fuerza era su orgullo de no querer volver a la casa de su desgraciado padre. Lo único que haría él si se fuera, sería arrastrarla de nuevo a esa m*****a casa así fuera del cabello o rompiéndole las piernas. Y en cuanto a su madre…
Solo podía poner los ojos en blanco debido a que solo lloraba, le pedía que la dejara en paz, pero jamás hacía nada con el pretexto de que la “familia debe estar unida sin importar qué” quería ser fuerte, lo suficiente como para que su suegra, Mariano y su padre jamás pudieran volver a tocarla o molestarla.
Y eso solo podía hacerlo solamente con su propia empresa la cual iba bastante bien, pero aun no podía dejar de depender del apoyo de su suegra.
Pero eso no podía menguar todo el sufrimiento por el que estaba pasando debido al “entretenimiento” del hombre que amó en algún momento, aquél con el que en algún momento imaginó que lograría la felicidad que tanto había añorado desde su infancia.
Estaba tan furiosa e indignada, que quería salir corriendo de ese repulsivo lugar, no obstante, el amor a su "bebé" le recordó su tan anhelado sueño, por lo que rechinó los dientes, suspiró profundamente y caminó hacia la sala de juntas.
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Casi en shock, Isabel miró al hombre frente a ella, una cara muy familiar y que le despertaba emociones meláncolicas y dolorosas de su feliz infancia.
—Cuanto tiempo sin verte.
Dijo John mientras le daba un fraternal abrazo. Él había querido verla desde hacía mucho tiempo, sin embargo, su orgullo y la gran resistencia a dejarla ir se lo impedían, estaba seguro de que si se reunían, le sería imposible alejarse de ella de nuevo.
Sabía gran parte de lo que sucedía en su vida hasta ese momento, y, al enterarse de los deslices de Mariano, su paciencia se agotó.
Isabel que hasta ese momento se dió cuenta de que estaba sudando frío, trató por todos los medios de contener su incomodidad y respondió con una sonrisa.
—Demasiado, ¿cómo has estado?
El dolor en su pecho se convirtió en un triste vacío, su vida era un desastre y él tenía que llegar justo a tiempo para verlo. ¿Qué tan miserable quería verla el destino?
John, acababa de volver de Inglaterra después de muchos años ya con un bufete formado, una sólida carrera y destacable presencia. Era un gran amigo para Isabel de la infancia, que se volvió inseparable un tiempo después de que se mudaron a la casa de al lado, él y su padre. Ambos terminaron en la misma escuela y, por ende, casi todo el tiempo estaban juntos. Hasta el día en que los padres de John decidieron volver después de divorciarse. Para ella, fue como si una parte de su cuerpo hubiera sido arrancada, admiraba fervientemente a John y siempre estaba dispuesta a pelear por él (y con él). Una leve sonrisa se formó en sus labios al recordar un poco del pasado. No sólo se sintió indefensa cuando se fue. De verdad le partió el corazón. Aunque con el paso de los años fue aceptándolo, sabía perfectamente que era el posiblemente primer amor inolvidable.Él inmediatamente notó que algo no estaba bien, sin embargo, al verla mirar a su alrededor algo incómoda, también lo hizo por reflejo
Al entrar a la oficina, su secretario y asistente caminaron tras ella.—¿Qué sucedió jefa? Estaba muy preocupado, creí que te desmayaras a media junta.Dijo Carlos, su asistente muy preocupado. Su secretario Jonathan en silencio le acercó un vaso con agua y tomó los documentos de sus manos. Isabel accedió a sus atenciones y sonrió sin ganas con un agradecimiento débil. Se quitó los zapatos y se sentó en su silla mientras se masajeaba la cabeza con ambas manos. Al verla, se miraron entre ellos y decidieron respetar su silencio. Carlos entró a la pequeña sala de descanso que estaba junto a su oficina y le llevó ropa limpia. Ella estaba tan agotada fisica y mentalmente, que se reclinó en su silla y cerró lentamente los ojos e involuntariamente los recuerdos llegaron a ella de una manera bastante extraña.«—Isabel, iré a otro país… no podremos vernos muy a menudo, tienes que cuidartemientras yo no esté, ¿De acuerdo?—¿No puedes quedarte? No quiero que te vayas John. Eres… mi mejor a… a
Desde que su madre le dijo que Isabel se había ofrecido a llevarlo, se irrtó bastante, no conocía a John personalmente, pero sus padres, parecían llevarse bastante bien, por lo que pese a ser algo molesto, le hizo caso a las amenazas de su madre y decidió entablar una relación de negocios aceptable con él, no obstante, no esperó ver la gran "interacción" de esos dos en el estacionamiento. Vió la escena de ella encontrándose con él(en su mente), sus expresiones y sonrisas eran brillantes y había un cariño no disimulado entre ellos. Cosa que le revolvió el estómago en el momento.Apretando los dientes, decidió seguirlos y se enfureció cuando el auto estuvo por accidentarse. «Maldito imbécil, ¡llevas a mi esposa!» Al bajar del auto ambos seguían sonriendo y mirándose entre ellos como si no existiera nada más en el mundo. Ella sonreía como nunca la había visto, ni siquiera cuando supuestamente había estado tan enamorada de él. Se estacionó rápidamente, y cuando volvió a verlos ella s
Mientras miraba la puerta molesto, chasqueó la lengua y salió de ahí para responder, se sentía tan indignado y molesto que no quiso "perder más el tiempo" en ese lugar.—¡Hola cariño! ¿estás ocupado?Preguntó ella con una voz melosa y complaciente, su enojo se volvió irritación al compararlas nuevamente. «¿Por qué demonios Isabel tiene que ser tan molesta?»—Claro que no hermosa, ¿qué pasa…?Mientras se alejaba, Carlos hizo una mueca de desagrado. —Tsk, cínico. Mientras tanto, Isabel mientras se lavaba furiosamente la cara y el cuello, cerraba los ojos con fuerza y se repetía las mismas palabras como un mantra. “Solo un poco más, solo un poco más….”Y Mariano que selectivamente se le olvido cualquier otra cosa, se quedó debajo de las escaleras a hablar con Jezabel. Sin disimular un poco lo que hablaba y creyendo que estaba relativamente solo, practicamente estaba teniendo sexo telefonico. El secretario de John, entró a la oficina con un semblante oscuro. No dijo nada pero John lo
Él estuvo a nada de escupir el vino en su boca, pero se alcanzó a controlar, secó su boca con la servilleta y mostró una sonrisa algo agraviada. —¿Es necesario sacar eso a colación en ese momento? Al ver su reacción, Isabel en su interior supo que había acertado, seguramente a todas les preparaba eso “especialmente para ellas”. Afortunadamente estaba segura de que era su casa, sus utensilios y su silla, por lo que continuó su comida como si nada. De lo contrario, habría barrido con todo el la mesa y se habría ido asqueada sin importarle las consecuencias. Al percatarse por fin de su actitud indiferente y sin un atisbo de calidez o emoción, Mariano apretó los dientes irritado. «Que mujer tan más engreída»Pero pensando en lo que vendría durante la noche, sonrió con satisfacción y espero pacientemente a que ella se fuera a la habitación. La cena terminó con toda esa “conversación” e Isabel se dirigió a su habitación. Sin darle una mirada más a Mariano. Él simplemente sonrió y lim
—¿Qué quieres? Al otro lado del teléfono Jezabel sonrió triunfal, al percibir su estado de ánimo descontrolado e irritable. —Deberías cambiar esa molesta actitud, si continuas así... incluso tu marido huirá de ti "hermana".Respondió con un indecifrable tono. Isabel sentía como su sangre hervía al darse cuenta del motivo de su llamada. “Eres una...” Antes de que Isabel pudiera colgar después de decirle una palabrota, se volvió a escuchar la voz de Jezabel.—Ah, hermana. Papá está muy triste debido a que no han ido a casa. ¿Puedes ir con mi cuñado? —¿De verdad? ¿Qué casa? ¿La mía y de mamá? ¿O tu mediocre departamento? En realidad no sé quién te dió tanta confianza de hablarme “hermana”, no tenía idea de que las prostitutas se preocupaban tanto por la vida marital de sus clientes.Jezabel, completamente tomada por sorpresa se quedó momentáneamente sin palabras debido a que Isabel rara vez le respondía, pero un momento después, rechinó los dientes y le habló con la voz más venenos