Él estuvo a nada de escupir el vino en su boca, pero se alcanzó a controlar, secó su boca con la servilleta y mostró una sonrisa algo agraviada.
—¿Es necesario sacar eso a colación en ese momento?
Al ver su reacción, Isabel en su interior supo que había acertado, seguramente a todas les preparaba eso “especialmente para ellas”. Afortunadamente estaba segura de que era su casa, sus utensilios y su silla, por lo que continuó su comida como si nada.
De lo contrario, habría barrido con todo el la mesa y se habría ido asqueada sin importarle las consecuencias.
Al percatarse por fin de su actitud indiferente y sin un atisbo de calidez o emoción, Mariano apretó los dientes irritado.
«Que mujer tan más engreída»
Pero pensando en lo que vendría durante la noche, sonrió con satisfacción y espero pacientemente a que ella se fuera a la habitación.
La cena terminó con toda esa “conversación” e Isabel se dirigió a su habitación. Sin darle una mirada más a Mariano.
Él simplemente sonrió y limpió la mesa obedientemente.
Un rato después.
Se recargó en el umbral de la puerta y vio como Isabel entre sueños comenzaba a retorcerse en la cama. Agitó elegantemente su copa de vino y se bebió el resto de un trago.
Se comenzó a quitar la ropa y se acercó a la cama. Levantó la sábana y el hermoso y delicado cuerpo de Isabel quedó expuesto, por un momento le dio la sensación de que su piel se veía más clara, debido a que las marcas que había dejado en su cuerpo, se veían más rojas y llamativas(selectivamente ignorando las de color morado).
Mientras se perdía delineando su bonito cuerpo con la mirada, Isabel gimió, mientras con incomodidad estrujaba sus piernas entre sí y con sus manos trataba de alguna manera ayudarse a sí misma.
Una sonrisa lasciva y llena de deseo se formó en el rostro de Mariano.
—Solamente así, te conviertes en la esposa perfecta…
Al sentir el cuerpo de Mariano, Isabel casi como si se tratara de un salvavidas se aferró a él. Sus caricias fueron desesperadas y Mariano constantemente se burlaba al morder sus zonas erógenas.
—Ninguno de esos bastardos te tendrá, yo soy tu único dueño. Le pese a quién le pese.
—¡Aah! duele… mmmng…
—Lo siento cariño, pero debo hacerte sentir lo suficientemente bien como para que no aceptes a nadie más que a mí. Ni a ese imbécil de John o a los cerdos viejos que siempre te miran. Este cuerpo, solamente será para mí, ¿Está claro?
Mientras la embestía por detrás, le hablaba al oído y la besaba con gran pasión.
Isabel que solo buscaba el consuelo necesario para su cuerpo, inconscientemente se dejaba llevar y buscaba desesperadamente el toque de Mariano.
Y así, sin intentarlo o quererlo, se desinhibió completamente, como muchas otras ocasiones en las que Mariano la drogaba…
Al terminar, él se puso de pie y fue directamente a la ducha. Se arregló y salió de la habitación mientras le daba una última mirada a la dormida Isabel. Se acercó a darle un beso en los labios, pero ella aún dormida frunció el ceño y lo evitó al percibir el olor a alcohol.
Él apretó los labios, la tomó firmemente del mentón y le dio un profundo y húmedo beso. Cuando la vio inquietarse, la soltó con una sensación de incomodidad que ya llevaba molestandolo desde hacía mucho tiempo.
De no ser porque estaba en su cama y respiraba su aroma, casi podría jurar que vivía completamente solo desde hacía tiempo. Al inicio ella era tan dócil y gentil. ¿que le costaba seguir de esa manera? ella era la esposa, la única que podía estar en la empresa sin vergüenza o tenerse que esconder de su madre.
¡¿Por qué demonios tenía que ser tan celosa y orgullosa?! Sin querer molestarse más, bajó al estacionamiento nuevamente. Y, al subir a su auto, entró una llamada.
—¿Vas a dejarme así? te dije que te esperaba por la tarde~
Se escuchó la voz melosa y seductora de Jezabel. Al instante, el mariano menor se emocionó nuevamente. Afortunadamente para él, una mujer sensual y abierta como Jezabel siempre estaba disponible. Arrojando todo lo demás al fondo de su cabeza, encendió el auto y respondió.
—Lo siento preciosa, debía arreglar un asunto urgente.
Inmediatamente se escuchó como Jezabel respondió algo molesta.
—¿Fue con mi hermana?
Mariano frunció el ceño, cada que Jezabel hablaba de Isabel lo incomodaba bastante, pero eso no quitaba el hecho de que la mujer era tan candente e irresistible, que estuvo dispuesto a pasar por alto muchas cosas.
No obstante, no era un hombre que dejara que alguien le reprochara estúpidamente. —¿Si así fuera cuál sería el problema? No olvides cuál es tu lugar. —Jezabel se sorprendió y enojó, pero reaccionó rápidamente
—Lo siento mucho cariño, lo que pasa es que sabes cuanto te amo y… me suelo poner un poco celosa, sabes que haría lo que sea por tí ¿cierto?
Recordando cómo es que estaba Isabel, y que de regresar a casa prácticamente se acostaría en una cama aburrida con un zombie, dejó de lado su irritación y respondió hasta cierto punto satisfecho.
—No importa, ya voy para allá, será mejor que me complazcas lo suficiente.
Jezabel con una sonrisa y una voz aún más provocativa le habló mientras se retorcía como si lo estuviera viendo en ese momento.
—Yo ya estoy lista amor, sólo hace falta que lo veas y sientas…
Mariano se mordió los labios y con urgencia, se apresuró a su departamento.
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Al día siguiente, Isabel tenía un dolor terrible en todo el cuerpo, un poco irritada se revisó en el espejo y soltó un suspiro de alivio, al ver que no había marcas como en otras ocasiones. Estaba muy molesta, pero aún así estaba dispuesta a soportar un poco más. Se arregló y fue a trabajar.
En esas noches no sabía con exactitud qué era lo que pasaba, sin embargo, casi siempre en el transcurso del día los recuerdos llegaban en pequeños fragmentos.
En la oficina estuvo muy distraída, la mayor parte de la mañana cometió errores absurdos y se perdía en los temas que le llevaban su asistente y secretario. Al final, tuvo que pedirles que le dieran un poco de tiempo para recomponerse.
Poco después, Isabel sentía una ira insoportable debido a que no era algo fácil de ignorar como en ocasiones anteriores y, como si fuera una demoníaca invocación, recibió una llamada en ese momento.
— Hola, hermana.
La voz burloncita de Jezabel la irritó en un santiamén. Sentía que toda la acidez de mundo se centraba en su garganta y la cabeza comenzaba a doler como el infierno.
—¿Qué quieres? Al otro lado del teléfono Jezabel sonrió triunfal, al percibir su estado de ánimo descontrolado e irritable. —Deberías cambiar esa molesta actitud, si continuas así... incluso tu marido huirá de ti "hermana".Respondió con un indecifrable tono. Isabel sentía como su sangre hervía al darse cuenta del motivo de su llamada. “Eres una...” Antes de que Isabel pudiera colgar después de decirle una palabrota, se volvió a escuchar la voz de Jezabel.—Ah, hermana. Papá está muy triste debido a que no han ido a casa. ¿Puedes ir con mi cuñado? —¿De verdad? ¿Qué casa? ¿La mía y de mamá? ¿O tu mediocre departamento? En realidad no sé quién te dió tanta confianza de hablarme “hermana”, no tenía idea de que las prostitutas se preocupaban tanto por la vida marital de sus clientes.Jezabel, completamente tomada por sorpresa se quedó momentáneamente sin palabras debido a que Isabel rara vez le respondía, pero un momento después, rechinó los dientes y le habló con la voz más venenos
—¡Es mi hijo! ¡denmelo! Mientras Isabel manoteaba y gritaba histérica, la enfermera con una expresión de preocupación, se acercó con el pequeño bebé envuelto en una pequeña sábana. El pequeño era hermoso, pero no se movió.Isabel quedó completamente fuera de sí, y en completo silencio tomó al pequeño y al momento sintió el cuerpecito frío. —No… no, no, no. mi… bebé… ¡mi bebé! ¡aaaaah! Los gritos desgarradores de Isabel casi llegaron a todos los rincones del hospital. Mientras un hombre que fumaba cerca en un balcón de la zona vip, miró en silencio la vista panorámica, arrojó el cigarrillo al suelo y con una mirada sin el más mínimo atisbo de emoción hizo una llamada. —Llama a Zedillo, que comience con su plan, pero no puede tocar a Isabel, ni al bastardo de Mariano y Jezabel. Ellos son nuestros… Apagó su teléfono y entró a la habitación de Isabel. Ella que estaba completamente envuelta en su dolor. No le importó siquiera que se le quitara la canalización ni el dolor después de d
John, acababa de volver de Inglaterra después de muchos años ya con un bufete formado, una sólida carrera y destacable presencia. Era un gran amigo para Isabel de la infancia, que se volvió inseparable un tiempo después de que se mudaron a la casa de al lado, él y su padre. Ambos terminaron en la misma escuela y, por ende, casi todo el tiempo estaban juntos. Hasta el día en que los padres de John decidieron volver después de divorciarse. Para ella, fue como si una parte de su cuerpo hubiera sido arrancada, admiraba fervientemente a John y siempre estaba dispuesta a pelear por él (y con él). Una leve sonrisa se formó en sus labios al recordar un poco del pasado. No sólo se sintió indefensa cuando se fue. De verdad le partió el corazón. Aunque con el paso de los años fue aceptándolo, sabía perfectamente que era el posiblemente primer amor inolvidable.Él inmediatamente notó que algo no estaba bien, sin embargo, al verla mirar a su alrededor algo incómoda, también lo hizo por reflejo
Al entrar a la oficina, su secretario y asistente caminaron tras ella.—¿Qué sucedió jefa? Estaba muy preocupado, creí que te desmayaras a media junta.Dijo Carlos, su asistente muy preocupado. Su secretario Jonathan en silencio le acercó un vaso con agua y tomó los documentos de sus manos. Isabel accedió a sus atenciones y sonrió sin ganas con un agradecimiento débil. Se quitó los zapatos y se sentó en su silla mientras se masajeaba la cabeza con ambas manos. Al verla, se miraron entre ellos y decidieron respetar su silencio. Carlos entró a la pequeña sala de descanso que estaba junto a su oficina y le llevó ropa limpia. Ella estaba tan agotada fisica y mentalmente, que se reclinó en su silla y cerró lentamente los ojos e involuntariamente los recuerdos llegaron a ella de una manera bastante extraña.«—Isabel, iré a otro país… no podremos vernos muy a menudo, tienes que cuidartemientras yo no esté, ¿De acuerdo?—¿No puedes quedarte? No quiero que te vayas John. Eres… mi mejor a… a
Desde que su madre le dijo que Isabel se había ofrecido a llevarlo, se irrtó bastante, no conocía a John personalmente, pero sus padres, parecían llevarse bastante bien, por lo que pese a ser algo molesto, le hizo caso a las amenazas de su madre y decidió entablar una relación de negocios aceptable con él, no obstante, no esperó ver la gran "interacción" de esos dos en el estacionamiento. Vió la escena de ella encontrándose con él(en su mente), sus expresiones y sonrisas eran brillantes y había un cariño no disimulado entre ellos. Cosa que le revolvió el estómago en el momento.Apretando los dientes, decidió seguirlos y se enfureció cuando el auto estuvo por accidentarse. «Maldito imbécil, ¡llevas a mi esposa!» Al bajar del auto ambos seguían sonriendo y mirándose entre ellos como si no existiera nada más en el mundo. Ella sonreía como nunca la había visto, ni siquiera cuando supuestamente había estado tan enamorada de él. Se estacionó rápidamente, y cuando volvió a verlos ella s
Mientras miraba la puerta molesto, chasqueó la lengua y salió de ahí para responder, se sentía tan indignado y molesto que no quiso "perder más el tiempo" en ese lugar.—¡Hola cariño! ¿estás ocupado?Preguntó ella con una voz melosa y complaciente, su enojo se volvió irritación al compararlas nuevamente. «¿Por qué demonios Isabel tiene que ser tan molesta?»—Claro que no hermosa, ¿qué pasa…?Mientras se alejaba, Carlos hizo una mueca de desagrado. —Tsk, cínico. Mientras tanto, Isabel mientras se lavaba furiosamente la cara y el cuello, cerraba los ojos con fuerza y se repetía las mismas palabras como un mantra. “Solo un poco más, solo un poco más….”Y Mariano que selectivamente se le olvido cualquier otra cosa, se quedó debajo de las escaleras a hablar con Jezabel. Sin disimular un poco lo que hablaba y creyendo que estaba relativamente solo, practicamente estaba teniendo sexo telefonico. El secretario de John, entró a la oficina con un semblante oscuro. No dijo nada pero John lo