Christopher
Una ráfaga de viento azotó mi cuerpo, froto mis brazos buscando un poco de calor. La oscuridad me abraza y no deja que pueda ver nada. Sigo transitando, pero está vez no fue el viendo que choco contra mi cuerpo, fueron las gotas de lluvia. Maldigo por mi suerte.
Mi piel se eriza, frotó mis manos y levanto mi vista. Mi cuerpo se tensa y una electricidad sube a mi pecho. Hay una silueta a pocos pasos de mi, creo que trata de levantarse, doy un paso hacia atrás hasta que me percató que es una chica. Dudo unos segundos hasta que me acerco cuidadosamente. Su rostro está cubierto por varios mechones negros, no la alcanzo a ver. La pelinegra suelta un gemido de dolor y allí me doy cuenta de que está herida.
Me tomo unos minutos hasta ponerme a su altura, pongo una mano en su espalda y siento como se tensa y musita:
—Suéltame— la frialdad en qué pronuncia sus palabras ocasiones que mi piel se erice, retrocedo obediente y ella gira de una manera brusca hasta caer de culo —. ¡Maldición!— chilla.
—Tranquila—susurro y me acerco—. Te ayudaré.
Su mentón se eleva ya través de su melena negra puedo notar unos ojos electrizantes azules, nunca me llamaron la atención el color de los ojos, pero los de ella eran diferentes. Ella eleva las comisuras de sus labios formando una sonrisa, pero salió como una mueca cuendo llevó su mano a su estómago, mostró un sonido de dolor y allí fue donde me acerque.
No soy de mantener contacto con extraños pero había algo que me llamó la atención, y manera su vestimenta ni su belleza, o algo por el estilo. Solo que al conectar nuestras miradas sentí el mismo vacío que existe en mi, presentí la soledad en su mirada. Sentía que ella era igual a mí.
—.. Te lo prometo— seguí, deja de quejarse un poco y sostiene la mirada, en sus ojos no hay ninguna expresión, solo un vacío, al final ella acepta después de unos minutos —. Bien ahora a levantarnos— Rodeo mi brazo sobre sus hombros y la ayudo a levantarse.
—¡Demonios!— la escucho maldecir.
El tránsito a su casa fue lento, sus pasos cansados no ayudaron mucho. Trate de levantarla pero negó al instante. Después de unos minutos nos adentramos en una zona peligrosa, no reconocía el lugar, pero a juzgar por su apariencia no era muy habitable, después de varias preguntas llegamos.
Su cuerpo se detuvo enfrente de una pequeña casa, ella levanta su cara y puedo notar como el vacío en sus ojos se llenan de tristeza.
—Es aquí— susurra, analizo su rostro y noto su labio inferior roto y pálido. La sangre seca en su mejilla es… —. No quiero tu lástima— detiene mis pensamientos y se safa de mi agarre, da un paso al momento soltando un suspiro, cuando trata de dar otro se desploma en el deterioro y frío pavimento.
Llevo una mano a mi cabeza y mi cuerpo entra en pánico, todo parece estar en cámara lenta, mi corazón bombea mucha sangre y solo doy vueltas cerca de su cuerpo al final reacciono y me tumbo junto a ella para ayudarla, tomo su pulso y mi corazón se relaja un poco. Rodeo mis brazos debajo de su cuerpo sosteniendola por su muslo y su espalda, tránsito hasta quedar frente a la entrada, visualizo a través del cristal roto y me percató de que no hay nadie. Trato de tocar pero cuando mi rodilla hace contacto con la madera está se entre abre, la empujo hasta quedar totalmente abierta.
Cierro la puerta atrás de mi y el olor a cigarro y alcohol se adentra en mis fosas nasales, hago una mueca de disgusto y sigo caminado aún con la pelinegra en mis brazos, la acomodo en el sillón viejo y roto que encuentro en medio de la Sala.
Las botellas de alcohol quebradas y algunas arrumadas por cada rincón de la casa, sigo transitando y escucho la madera crujir por cada moviendo. Entro en la cocina y un horrible olor me da la bienvenida, hago otra nueva y tapo mi nariz.
Rebuscó entre los sucios cajones algo que me ayude a despertarla.
«Maldición, Cristóbal»
Dejo los cajones y levanto mi mentón para mirar escaleras arriba.
—El baño— musito, y sonrió por mi grandiosa idea.
Visualizo a la pelinegra que sigue tumbada en el sofá y subo las escaleras de madera, analizo las tres puertas y empezo a adentrarme en una de ellas.
Bingo.
Rebuscó en los cajones del baño y para mí suerte de m****a no encuentro nada, salgo del baño y empezo a correr escaleras abajo, el crujido se hace más notorio, vuelvo a darle un vistazo a la chica y me adentro de nuevo a la cocina, analizo todo de nuevo hasta dar con la nevera, rebusco en ella hasta percatarme de media botella de vodka. Sonrió y voy directo hacia donde se encuentra la chica. Me arrodilló frente a ella y derramo un poco de vodka sobre mis dedos para después pasarlos por su pequeña nariz, cuando noto que no funciona repito la acción. La chica se levanta de golpe y frota su nariz con frustracion.
—¡Diablos!
—¡Estás viva!— exclamo.
Ella me mira con el ceño fruncido, y abre los ojos sorprendida pero eso al parecer le ocasiona un leve mareo y cae de nuevo al sillón.
—¿Estás bien?— susurro acercándome a ella, por alguna razón me empuja en movimientos rápidos lleva su mano a su espalda, saca un arma y me apunta.
«¿De dónde diablos la saqué?»
—¿Qué carajos quieres?— indaga. Pestañeo perplejo y levanto mis manos.
—Solo…—trago saliva anonadado—.Te ayudé.
Su expresión fría sigue en su rostro y aún con el arma apuntandome pregunta:
—¿Por qué?—cuestiona —. ¿Por qué alguien como tú me ayudaría a mí? —sus palabras por alguna razón llegan a herirme, solo quería ayudar, ¿Hay algo malo en ello?—. ¡Responde! – grita.
—Solo te ayude— repito.
—No quiero tu última— espeta —. Ahora vete — se levanta y deja el arma en una pequeña mesa.
Me levanto y la sigo.
—¿Así eres con los que te ayudan?, ¿Así de egoísta eres?— suelto con brusquedad, ella se detiene y se da la vuelta encarandome.
Analizo de nuevo su rostro y noto; que detras de tanta oscuridad hay una diminuta y resplandeciente luz.
¿Acaso estoy loco?
—¿Qué quieres?— indaga —. ¿Aún no entiendo que hace un niño como tú en estás zonas?, ¿No tienes miedo que pueden secuestrarte? ¿eh?
Apreto los puños.
—No me conoces— dije entre dientes.
—¡Oh claro que lo hago!— su escalofriante sonrisa sale a la luz —. ¿Quién no conoce a Christopher? —cuestiona—. Eres hijo de un político, querido.
Me detengo al instante.
—¿Cómo me conoces?— balbuceo
—¿Quién no te conoce?—devuelve —. Apareces en las revistas, period, television, ¿Quién no conoce a la familia West? Definición de familia perfecta— suelta, deja tu sonrisa sarcástica y se acerca a mi —. Desde lejos se nota que no perteneces a mi mundo— me da otra mirada y con una sonrisa se da la vuelta para seguir con su destino, niego y en un movimiento rápido la tomo por la muñeca y la aproximación a mi, nuestros cuerpos chocan.
—¿No te enseñaron a no juzgar un libro por su portada?— mi aliento choca contra su rostro, pongo un mechón rebelde detrás de su oreja y la suelta—. Me debes una.
Me alejo de ella y tomo rumbo hacia la salida, con una sonrisa triunfante.
He ganado esta vez.
Hasley.La ancha espalda del chico es lo único que puedo notar cuando su cuerpo se detiene y toma el pomo de la puerta, está sale disparada de golpe junto con el chico. Dos hombres con armas cada uno apuntandole a cada rincón de la casa entran, me tumbó al suelo por instinto y me arrastro hacia dónde tenía el arma, pero dos fuertes manos me toman y me levantan. En mi campo de visión aparece Christopher con una cara de asco, sujetado por un hombre quien tiene un pasamontañas. Apuntandole.Mierda, jodida mierda.Analizo mi entorno y busco la manera de liberarme del agarre y liberar a ese idiota.¿Cómo carajos me metí en esto?Doy un cabezazo hacia atrás y le golpeó la nariz a el hombre que hace unos minutos me sujetaba.—¡Perra!— exclama del dolor, soltando el arma. Le doy una sonrisa y me abalanzo hacia donde se encontraba el arma, el sigue sobando su nariz pero el sonido de mi arma cargándose lo pone atento, le sonrio y apunto—. Eres buena — levanta sus manos.Hago un mohín restándole
Peter.— ¿Está todo listo? — suelto apenas me acerco a Bred.El pelirrojo me mira malhumorado y luego suelta:—Hay un motel a 3 km de aquí— anuncia—. La noche está a 40 dólares.Asiento.—¿Dónde está Will?—Salió a calentar la polla— responde cortante.Suelto un suspiro, y me veo de malhumor de nuevo—Joder Bred, son las diez de la mañana.El se encoge de hombros y luego me ve, sus ojos verdes están sin expresión alguna. ¿Cómo diablos puede ser menor que yo? Se ve más viejo.—Dicelo a el, sabes que el no pierde el tiempo — revisa su celular—. Hay que irnos — ordena y me da la espalda para marcharse.— ¡Oye idiota! — lo llamo — Las órdenes las doy yo — anuncio y tomo camino a la tienda.Una ruidosa y horrible música se adentra a mi sistema auditorio, hago una mueca, ¿Qué diablos escuchan los jóvenes hoy en día? Sigo mi camino. Detengo mis pasos frente a una chica, la rubia atiende a una fila de personas.Me acerco a ella sin hacer la fila, escucho muchos reclamos, volteo y me encuentro
Christopher.Aspiro las frías ráfagas de aire que golpean mi rostro, con una sonrisa débil veo a mi alrededor, ¿Esto es libertad?¿Qué era libertad? Yo me había acostumbrado a estar en soledad, no me quejaba tenía todo, pero que había del amor? Yo me encontraba de muchas formas buscándolo, pero nunca lo encontré, solo una falsedad eterna y sin límites.Nadie puso límite incluso en mi escuela, todos querían estar conmigo, y no era por alardear, pero ninguno me interesaba. Nadie podía comprender lo que se sentía, al principio me costó que todos estuvieran sobre mi, y detrás de mi, al principio mi fobia social no la podía controlar.Me encerraba casi todas las tarde en el baño de mi escuela por miedo, miedo a los chicos que se acercaban para preguntar por mi papá, miedo a las chica que se me insinuaban, miedo a mis maestros, miedo a todos. Llegué a un punto de mi vida que casi me pierdo por completo, mi respiración era un caos luego de presentar un trabajo, mi corazón bombeó tanta sangre
Christopher.La pesadez en mi cuerpo no me permite mover ni el más mínimo órgano, el dolor se esparce desde mi hombro hasta mi muñeca adormeciendo mi brazo, al intentar moverlo el dolor se hace aún más presente es… inexplicable. Los rayos de luz se filtran por la ventana y caen sobre mi rostro afectando mis ojos. En un intento fallido muevo un poco mi cuerpo entumido, entre abro mi boca y no llego a formular una palabra por la carencia de saliva en mi garganta. Muevo de nuevo mi cuerpo y siento unas fuertes punzadas en mi brazo. Suelto un gruñido apretando mis ojos por el dolor palpitante.—¡Ey! — escucho la voz de Hasley cerca de mí —. ¿Te duele?Entre abro mis labios y paso la lengua por ellos, trago un poco de saliva y siento como mi corazón empieza a palpitar más rápido.—Luz — alcanzo a formular —. Estorba — no puedo ver a la pelinegra pero puedo percibir como se aleja, un sonido haciendo click me indica que hizo lo que pedí o lo que intente.—¿Puedes abrir los ojos? — pregunt
Christopher. El cuerpo húmedo de Hasley reposaba en mi regazo, sus pálidos labios entre abiertos con tonos morado podía escuchar pequeños suspiros. Su cuerpo se extreme ante la fría brisa que se cola por la ventana del auto. Retiro el grueso abrigo de mi cuerpo y lo reposo en el suyo. —¡¿Cómo carajos nos encontraron?!—exclama Bred, exaltado. —¿Qué crees que soy?—indaga Peter, la vena en su frente se hace más notoria—¡¿Dios o que?! —¡¿Pueden calmarse?!—grita Will, su expresión de horror pintada en su rostro. —¡Jodete!—exclama Bred y Peter al unirismo, el moreno rueda los ojos y se concentra en la carretera, sigue con el ceño muy fruncido. Ignoro la discusión entre Bred y Peter y sigo observando el rostro de Hasley, puedo verla más detalladamente; sus grandes pestañas descansan sobre sus lindos ojos, sus labios tienen un tono demasiado pálido, sus mejillas tienen un color rosa pastel. Ante mis ojos se volvió perfecta, y tal vez no quise aceptarlo pero una parte de mi sabía que yo q
Peter.Ya se hacía de tarde, la oscuridad se apoderaba del día, habíamos parado para hacer unas compras, Will había estacionado el auto y yo había bajado para comprar algo de comida.Todo parecía absurdo, el beso, el comportamiento de los chicos, Christopher e incluso yo cuando me di cuenta que pensaba en los labios de la chica.Nunca había sentido culpa, pero algo tenía reprimido, y era que tal vez ese beso implicaba la decepción de alguien importante para mí.Hasley era impulsiva y yo lo sabía desde la primera vez que la vi, ella había logrado arrebatarle el arma a Will incluso a mí. Pero había algo que no entendía, ¿Qué hacía ese chico esa noche? ¿Qué tenía que ver Christopher con Hasley para desear venir con ella? ¿Le gustaba tanto que arriesgó su vida?Ignore las preguntas que me hacía y seguí con la compra, pero ese beso se reprodujo en mi cabeza como un maldito CD rayado.—¿Te gusta tanto la chica?— Will aparece de la nada y pone su mano en mi hombro.Solté una carcajada por lo
Christopher.Después de unos minutos mi cuerpo seguía estático, Peter seguía con un sonrisa luego de tomar a la chica y atarla a un Stan.—¿Cómo?— solté sin poder asimilar nada aún.—Son vendedores de órganos— soltó Peter, y me lanzó otro bate—. Ten, cuidado aquí todos te conocen.—¿Cómo es que supiste que estaba aquí?Peter soltó una carcajada, sostuvo su estómago y limpio una lágrima falsa:—No te creas importante niño, estoy aquí porque casi me matan también —lo dijo tan tranquilo que me dio escalofrío.Habíamos salido de aquella tienda, Peter aún tenía una sonrisa de arrogante plasmada en su cara. No habíamos tocado más el tema, solo buscábamos a los demás para de nuevo tomar un rumbo desconocido para mí, yo no tenía fuerzas; estaba cansado y con hambre. Mi estómago rugía y creo que Peter lo noto:—¿Quieres comer algo?— lo miré sorprendido por lo amable que estaba siendo —. No es que me interese tu salud niño.Asentí y nos sumergimos por un callejón, al fondo pude reconocer un pue
Hasley.Todo mi cuerpo estaba entumecido, mi cabeza dolía, y el dolor de mi cuerpo se hacía más presente. Un poco de luz se adentró en la habitación, mi rostro parpadeó y asimiló dónde me encuentro, estoy en la misma posición desde el día anterior, estiro mi cuerpo y busco la manera de levantarme del suelo, mi cuerpo duele.Camino hacia el cuarto del baño y me adentro a el, me apoyo del lava manos y veo mi reflejo; mis ojos estan hinchados, rojos, y pequeñas ojeras alrededor de éste, mis mejillas húmedas y mis labios resecos. Estoy destruída. Entonces no pienso más y me adentro a la ducha. Cierro mis ojos y dejo que caiga el agua fría en toda mi piel sucia.—¡Mamá, mamá!Corrí hacia aquella mujer de cabellera negra.—¿Qué pasa cielo?—¿Dónde está papá? Prometió venir en mi cumpleaños.—Mi amor, papá debe trabajar, te envío una carta y un regalo.—Como todos los años— solté triste, y me deje caer en el jardín.—Eso no es verdad, papá es un hombre ocupado, cielo.—Papá es una mierda.