Capítulo 3

Hasley.

La ancha espalda del chico es lo único que puedo notar cuando su cuerpo se detiene y toma el pomo de la puerta, está sale disparada de golpe junto con el chico. Dos hombres con armas cada uno apuntandole a cada rincón de la casa entran, me tumbó al suelo por instinto y me arrastro hacia dónde tenía el arma, pero dos fuertes manos me toman y me levantan. En mi campo de visión aparece Christopher con una cara de asco, sujetado por un hombre quien tiene un pasamontañas. Apuntandole.

M****a, jodida m****a.

Analizo mi entorno y busco la manera de liberarme del agarre y liberar a ese idiota.

¿Cómo carajos me metí en esto?

Doy un cabezazo hacia atrás y le golpeó la nariz a el hombre que hace unos minutos me sujetaba.

—¡Perra!— exclama del dolor, soltando el arma. Le doy una sonrisa y me abalanzo hacia donde se encontraba el arma, el sigue sobando su nariz pero el sonido de mi arma cargándose lo pone atento, le sonrio y apunto—. Eres buena — levanta sus manos.

Hago un mohín restándole importancia y mi sonrisa se ensancha más.

—Que puedo decir.

El sonido de otra arma cargarse me pone alerta, pero demasiado tarde ya alguien me apunta en mi espalda.

—Pero no más buena que yo— una ronca voz susurra, un susurró fuerte. Perpleja, sin saber que hacer sigo apuntando—.Suelta el arma — ordena.

Inconciente de mis actos, levanto las manos y dejo el arma en el sillón, en un movimiento rápido giró sobre mi eje y lo empujo, este cae al suelo y sin darle tiempo a que se recupere doy un giró de 90° y pateó su arma hasta esta caer al otro extremo de la casa, tomo el arma que se encontraba en el sillón y le apunto.

Aún apuntandole nuestros ojos se conectan, una corriente eléctrica azotó mi cuerpo por su energizante mirada, fue jodidamente increíble.

—Nada mal— el prosigue a levantarse, analiza mi rostro y me arrebata el arma, perpleja, aún, solo me quedo viéndolo—. Pero te repito: No mejor que yo— Me brinda una sonrisa y me empuja a el sillón.

«Mierda, más mierda»

—¿Dónde mierdas me llevas?— la voz ronca de Christopher, ayuda a recuperar mi postura, levanto mi cuerpo de golpe y voy directo hacia donde se encuentra el, Christopher trata de no moverse mientras el hombre con pasamontañas le apunta y señala hacia la entrada.

—¿A dónde lo llevas, hijo de perra?— grito y lo empujo—. ¿Acaso no me escuchaste, imbécil? —me acerco más a él hombre esperando su respuesta.

—¿Qué te pasas perra?— espeta el hombre y me empuja para después elevar su mano, cierro mis ojos esperando el golpe pero nunca llega, luego lentamente abrí mis ojos y me encuentro con unos azulados electrizante.

—¿No querrás que el jefe te asesine? O ¿Sí? — musita dándole un mala mirada a el hombre. Relajo mi cuerpo y suspiro aliviada, le doy una mirada a Christopher y el solo me sonríe.

¿Cómo carajos puede sonreír en estos momentos? —. Bred, lleva a el chico a casa y asegúrate que no diga nada— ordena, el susodicho asiente y se acerca a Christopher, alterada veo a el hombre frente a mi, quien me sonríe, le doy una mala mirada y voy dónde está Christopher.

—Le llegas a poner una mano encima, y yo misma te haré pedazos— amenazo. Una carcajada resuena y llevo mi vista allí.

—¿Defiendes a tu novio?— indaga en tono burlón, hace un movimiento con sus manos, con gracia—. El está feliz porque le den una golpiza— agrega.

—Mira idiota— lo señaló y me acerco a el, cuando estoy lo suficientemente cerca termino: — El no es mi novio y nadie le dará una paliza.

El de los ojos azules le da un recorrido a mi rostro y termina en mis labios, quienes se abren por su electrizante mirada.

Su sonrisa me desconcerta.

—Llevalo al auto— ordena sin dejar de mirarme.

—Pero…

—¡Que se lo lleven, joder!

El hombre asiente y se lleva a Christopher. El de la mirada azulada me toma del brazo y me arrastra hacia la salida, abre la puerta trasera del auto y me empuja adentro, mi cuerpo chocha con otro, y cuando levanto mi vista los azulados ojos de Christopher me reciben.

Su mirada no es nada como la del otro hombre; electrizante, fría. La suya es diferente; la calidez que transmiten sus azuladas esferas es mucho más increíble.

Entre abrí mis labios sorprendida, y me preguntaba ¿Por qué? ¿Por qué había atraído a ese chico a mi? ¿Por qué me había ayudado? ¿Por qué estaba justo ahora conmigo? Entonces después de tanto creí en los milagros.

Un carraspeó nos alerta y es ahí donde me doy cuenta que el hombre nos mira por el espejo. Sus electrizante ojos se encuentran con los míos y en ese momento, dónde creí tener calidez, el frío llega.

—Pónganse cómodos, el viaje es largo— avisa —. Y ni traten de escapar o yo mismo los mataré —pone el auto en marcha y rompo la conección de miradas.

Veo a Christopher, con la mirada perdida, desorientada, no ha dicho una palabra en todo lo que ha empezado el viaje, no me a culpado de su secuestro, tampoco se opuso a el, pareciera que este secuestro lo alegrará, es como si su vida no la quisiera y es cuando recuerdo sus palabras:

«— No me conoces»

Tres simples palabras, que cobran sentido ahora que lo veo de cerca.

—Si quieres hablar, solo hazlo— masculló, sin mirarme.

Trago saliva, y niego repentinas veces, hasta que su mirada se encuentra con la mía.

—Gracias— las palabras salen por si sola, sin pensarlo.

El asiente y voltea a admirar la oscuridad de las calles.

•••

Los rayos del sol, se adentra y caen en mi rostro, pestañeo y restrege mis ojos. Mi vista se aclara y deja en mi campo de visión a un Christopher dormido.

Me quedo mirando este chico que salió de la nada, alguien tan diferente a mi y, en realidad lo era, el había salvado mi vida, podría morir en esas sucias y oscuras calles sin ayuda pero el llegó y yo solo me negué a creer que alguien como el pudiera ayudar a alguien como yo.

¿Qué tengo yo que lo atraigo a mi?

—Por la forma en que lo miras, creería que estás enamorada— musitan, giró bruscamente, el solo me sonríe.

El hombre de la mirada azulada tiene la cabeza dentro del auto, sus manos apuyadas sobre el vidrio de la ventana y su cuerpo fuera de ella.

Me alejo de Christopher y bajo el auto rodeándolo para encarar a el hombre.

—¿Siempre estás en todas partes?— me cruzo de brazos.

Se encoge de hombros.

—Te acabo de secuestrar— recuerda —. O ¿Lo olvidaste?

—¡Oh no me digas! Casi ni lo noto— pronunció sarcástica —. Y cuando me apuntabas, pensé que jugábamos a los policías— lo rodeo y me acomodo en la parte delantera de el auto.

Escucho su risa detrás de mi.

—Y ¿No quieres saber el nombre de tu guapo secuestrador?— se acerca, y toma asiento a mi lado.

Saco un cigarro de mi bolsillo y lo enciendo, ignorando su pregunta y su presencia. Inhaló el humo y después de unos segundos dentro de mi lo suelto.

—No me interesa— hablo tangente.

—Te diría lo mismo, pero ya lo sé— musita.

Le doy una última inhalada para después mirarlo. Arqueo una ceja y pronunció:

—¿Qué quieren? — escupo —. Porque no tengo dinero.

El se hace el que piensa.

—La verdad no tengo ni puta idea, gatita.

—No tienes idea…— repito sin analizar su última palabra—. Espera ¿Qué? ¿Gatita? — cuestiono.

—Sí, gatita— repite —. Siempre estás a la defensiva, enojada y sacas tus garras para defender a tu novio— finaliza.

Frunso el ceño y suspiro pesadamente.

—¿Acaso tienes seis?— expulsó el humo —. Porque parece.

—No, solo tengo 26— pronuncia —. Ah, lo olvide, soy Peter Smith tu guapo secuestrador — extiende su mano.

La miro unos segundos hasta aceptarla.

—Hasley Williams — le sigo el juego —. Tú nueva enemiga — agrego para luego llevarme el cigarro a mis labios.

El solo sonríe.

¿Acaso esto era el inicio de un juego?

Porque no me gusta perder.

Y presiento que lo voy hacer.

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