Salvatore GianlucaEstábamos a punto de llegar a la ciudad donde se encontraba Roxanne cuando mi teléfono sonó de nuevo. Era mi hombre. No perdí ni un segundo en responder, pero al escuchar su voz, supe de inmediato que algo andaba mal.—Mason, estamos cerca.—Señor… —Su voz temblaba, cargada de un nerviosismo palpable. Mason guardó silencio por un momento, y ese intervalo hizo que mi corazón se acelerara.—¿Qué pasa, Mason?—Señor, acaba de ocurrir una tragedia en la casa de la señorita Meyers. Los bomberos llegaron aquí… La casa está en llamas, completamente envuelta. No sé qué sucedió. Ella estaba en el jardín, pero, de repente, la casa… la casa comenzó a arder ferozmente.Un mareo profundo me golpeó al escuchar sus palabras. Era tan impactante lo que decía que por un momento sentí que iba a desmayarme. La presión se me desplomó, y todo a mi alrededor se volvió borroso. ¿Quién diablos le hizo esto a Roxanne?Colgué la llamada sin esperar que Mason dijera una sola palabra más y golpe
Tomé la mano de Violetta y deposité un beso en el dorso, sintiendo la suavidad de su piel. A pesar de lo llamativa que era aquella mujer, su tacto no se comparaba en lo más mínimo con el de Roxanne. Un nudo amargo se formó en mi garganta, como si mi piel se volviera frágil, casi de cristal. Extrañar nunca había sido algo común en mí, pero ahora Roxanne había logrado despertar en mi interior un cúmulo de sentimientos que ni siquiera creía posibles.—Gracias por tus deseos, Violetta. ¿Te gustaría bailar? —pregunté, intentando deshacerme de mis pensamientos, aunque sabía que era un intento estúpido.Los ojos encendidos de Violetta se clavaron en los míos, ardientes y seguros. Su boca se curvó en una sonrisa ladina, triunfante, mientras las mujeres a su alrededor nos observaban con envidia apenas disimulada, como si ella se hubiera ganado un premio.Violetta tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos mientras comenzábamos a danzar en medio del jardín. Poco a poco, otras parejas se un
Unos días más tardeSalvatore GianlucaTentado por los incontables mensajes de Violetta y nuestro intercambio de sentimientos, su padre finalmente había decidido darme su bendición para casarme con ella.Aunque mi corazón seguía sumido en un duelo desgarrador por mis pérdidas, necesitaba una escapatoria, una salida que me arrancara de este maldito infierno que consumía cada fibra de mi ser. Mi imponente figura comenzaba a desmoronarse, y mis ganas de vivir estaban al borde de la extinción. Pero seguía vivo, aunque fuera en contra de mi voluntad. Siempre había despreciado el suicidio, considerándolo un acto de cobardes, y sin embargo, aquí estaba, existiendo como un cadáver con vida.Actuaba como el peor de los idiotas. Violetta, cegada por el espejismo de amor, parecía convencida de que un contrato matrimonial entre dos mafiosos era el evento más grandioso de nuestras vidas.—Quiero que nuestra boda sea anunciada en todos los medios, Salvatore. Que no escatimemos en absolutamente nada
Roxanne MeyersSentada a la orilla del mar, la brisa fresca rozaba mi rostro, haciendo que un leve estremecimiento recorriera mi cuerpo. El embarazo había dejado huellas claras en mí: mis pies estaban hinchados, mi vientre enorme y redondeado, y mi rostro reflejaba el cambio con suavidad. A pesar de todo, era la mujer más feliz del mundo. Dentro de mí crecía la motivación más grande de mi existencia, y lo mejor era saber que venía fuerte, sana y llena de vida.¡Si! Era una hermosa niña, según lo habían confirmado las ecografías. Decidí llamarla Hope, porque ella representaba la esperanza de mi vida. Al acariciar mi vientre, sentí cómo su pequeña patada respondía a mi toque, estirándose dentro de mí, justo antes de que una contracción intensa me invadiera la entrepierna.Faltaban aún dos semanas para su llegada, pero parecía que mi hija estaba decidida a nacer antes de tiempo. El dolor me hizo estremecer, y supe que era peligroso quedarme en el agua por más tiempo. Con esfuerzo, me lev
Roxanne Meyers El sonido del Doppler llenó la sala mientras el doctor movía el aparato sobre mi vientre. Mi corazón latía a la par del pequeño ser que crecía dentro de mí. Las lágrimas nublaron mi vista, por fin, después de tantos intentos fallidos, estaba embarazada. —Felicidades, señora Meyers. Está embarazada de seis semanas.—El Dr. seguía explorando mi vientre, y no pude ocultar mis lagrimas, que extraña sensación tener a mi bebe allí dentro. Apenas podía hablar, por fin lo había logrado. Abracé las imágenes del ultrasonido, sabiendo que esta noticia lo cambiaría todo, ahora si, mi familia estaba completa, suspire al pensar en él. —Gracias, doctor —dije, aunque mi mente ya estaba en otra parte. Pensaba en Andrew, en lo feliz que estaría al enterarse.Tres años de matrimonio y una vida fascinante. ¿Quién dijo que no se podía ser feliz en estos tiempos? Una hermosa mansión, una carrera prometedora y un esposo amoroso... realmente tenía mucha suerte de estar en este lugar.—Señor
CAPÍTULO 2Roxanne MeyersAhogada en el sufrimiento, salí corriendo por los pasillos de la compañía, incapaz de pronunciar palabra. El dolor que me atravesaba era indescriptible, como si me desgarraran por dentro. No podía asimilar lo que mi amado esposo me había hecho. Andrew, el hombre que había sido mi todo, mi vida entera, me había traicionado. Pero no, no dejaría que mi matrimonio se acabara así.Al llegar a casa, me derrumbé sobre nuestra cama, hundiendo el rostro en su almohada, todavía impregnada con su aroma. El olor familiar me envolvió, y el llanto comenzó a brotar de lo más profundo de mi ser. Lloré hasta perder la noción del tiempo, hasta que el agotamiento me venció y me sumergió en un sueño oscuro y doloroso.Horas después, cuando la noche ya había caído, me desperté con los ojos hinchados y la cabeza pesada, como si el llanto hubiese dejado una resaca imborrable. Me levanté con lentitud, tambaleante, y fui hacia las escaleras con una débil esperanza de que Andrew ya hu
Salvatore GianlucaNo toleraba a quienes tenían deudas conmigo; para mí, eran seres putrefactos que simplemente no existían. En mi lista negra estaba enmarcado el nombre de Andrew Thompson, el maldito jugador empedernido que apostaba como si tuviera el mundo a sus pies. Y no le importaba ofrecer lo que fuera.Le había dado plazo hasta la medianoche, pero su silencio era ensordecedor. Sin ninguna llamada de su parte, no me quedaba otra opción: debía acabar con él. Me puse el gabán y los guantes de cuero, odiaba hacer cobros personalmente, pero es que él, me debía demasiado dinero.Llamé a un par de hombres y les di instrucciones claras. —Vamos a la casa de Thompson. Apenas escuchen mis órdenes, acaban con todo. Disparen contra lo que encuentren; no me importa quién esté allí. ¿Entendido? —Sí, señor —respondieron mis hombres al unísono. Confiaba en ellos; eran unos rudos gemelos que nunca fallaban a su jefe.Nos subimos a mi auto oscuro y condujimos por la carretera hacia la mansión d
El doctor me miró, titubeante, estaba curioso por mi evidente preocupación por Roxanne, nunca antes me vio así. —Señor, puedo preguntarle algo—Si, ¿que pasa? —respondí cortante —¿Ella es su familiar? es que lo noto algo preocupado desde que la trajo aquí, pero le aseguro que todo va a estar bien Lo fulminé con la mirada, arqueando las cejas. ¿Acaso quien se creía este tipo? —¿Eso qué importa? Haz tu trabajo y asegúrate de que mejore. No acepto otra opción. — Le advertí en un tono amenzanate, no había lugar para errores, no cuando una mujer como Roxanne estaba en juego.El doctor simplemente asintió y continuó su trabajo en un silencio incómodo, pero ese día como los anteriores, no hubo una señal de recuepración de Roxanne. Pasaron dos semanas en la misma rutina. Mi vida se redujo a un ir y venir entre la mansión y el hospital. El tiempo parecía congelarse.Intenté localizar al imbécil de Thompson, pero parecía haber desaparecido del mapa. Para mi suerte, ahora yo era el nuevo C