“¿Papá sabes algo?, el pollo frito tiene mejor sabor cuando lo comemos a tu lado”, recordaba Aylin, el comentario que hizo Chris mientras comían.«Mi hijo me salió desleal», pensó mientras movía la cabeza para los lados.Se encontraba frente al espejo de su tocador, arreglándose meticulosamente, y con habilidad se aplicó una capa ligera de base de maquillaje, realzando su belleza natural. Luego, eligió una paleta de sombras de ojos en tonos neutros y los aplicó con cuidado en sus párpados, resaltando sus ojos color avellana.Mientras, buscaba en su joyero un fino colgante de oro que le había regalado su madre hace mucho tiempo, pero al no encontrarla frunció el ceño y murmuró para sí misma: «Juraría que no la saqué de aquí. De seguro está en la mansión». Se pasó los dedos por los labios, pensativa, y decidió dejar la búsqueda para más tarde.Justo en ese momento, Damián entró a la habitación arrastrando una maleta y la interrupción la sacó de concentración, y lo miró con desaprobación
El auto se balanceaba ligeramente debido a la carretera irregular por la que circulaban, Damián y Aylin, sentados en el asiento trasero.—¡Qué vergüenza con Antuan y con esa señora! —, exclamó ella, y su cara aún ardía de vergüenza tras el espectáculo que había protagonizado por los celos.Mientras que Damián, con la mirada fija en el camino que se desdibujaba por la ventanilla, gruñó en respuesta.—Tardé meses en concretar esa reunión, y no me estoy quejando tanto como tu lo haces por tu amado Antuan.Aylin giró en su asiento para enfrentarlo, y su mirada era un desafío.—Para empezar, no debiste seguirme. Podrías haber tenido tu reunión tranquila y de paso me hubieras ahorrado el bochorno que siento ahora —, le reprendió señalándolo acusadoramente.Damián le atrapó el dedo en el aire, devolviéndole una sonrisa ladeada.—No te seguí—. Se encogió de hombros con simpleza.En cambio, ella rió sarcásticamente, y sus ojos rodaron en sus órbitas.—No, claro que no me seguiste. ¡Fue todo pu
Aylin contuvo la respiración.—Nunca me ha gustado depender de nadie. Incluso cuando era un niño, no me gustaba caminar aferrado a la mano de mi madre, no quería depender de ella para que el día en que no estuviera a mi lado, su apoyo no me hiciera falta—. Sus palabras eran una mezcla de vulnerabilidad y deseo de mantener su orgullo.—Estoy perdido sin ti. Quieres que me humille por completo, ¿verdad? De acuerdo, eres mi vida y mi razón para querer levantarme cada día, incluso si el dolor me está matando. Ahora, despréciame y mándame a la mierda. Sería más fácil si comenzara a odiarte.Aylin soltó la copa que sostenía, dejando que se estrellara contra el suelo, al igual que la manta, que se deslizó por sus hombros y se giró en sus brazos. Sin decir una palabra, aferró una mano a su cuello y lo besó apasionadamente, le pasaba la lengua por los labios de manera sensual, como antes le dijo: él saca a esa mujer enfervorizada, que habita en su interior.Damián se aferró a ella, como un bar
Remolona, Aylin no quiso irse, como Damián se lo pidió, sino que se cubrió, y se paró a su espalda.—Estás desnuda. Te pedí que fueras a cambiarte—, refunfuñó todo mandón.—A los sicarios no les importa eso, ¿o piensas que me van a poner ropa para darme una muerte decente? —, se quejó renuente a esconderse y él movió la cabeza para los lados.—¡Eres terca como una mula! —, pronunció entre dientes, pero cuando estaba a punto de abrir la puerta, unos suaves toques familiares captaron su atención y una sonrisa se dibujó en su rostro mientras reconocía aquellos golpes.Barrió a Aylin de pies a cabeza y le señaló hacia el pasillo.—¿Vas a recibirlo así o me acompañarás a vestirnos? —¡Gruñón! —, rezongó Aylin sonriendo traviesa, mientras dejaba caer la manta con la cual cubría su desnudez.—¡J⁰der Aylin te diviertes mortificándome! —, gruñó tomándola posesivamente por la cintura, pegando la espalda de Aylin a su pecho y con su acostumbrado agarre dominante la hizo girar la cara para planta
Disimuladamente, Aylin le lanzó una mirada a Indira y a los guardias.—Damián, quiero mostrarte algo —, le dijo, interrumpiendo su plática con Chris. —Podemos irnos ahora, por favor.Él pareció sorprendido por la interrupción.—Apenas estamos empezando —, se quejó, pero la mirada resuelta de Aylin le indicó que no era el momento de discutir.—Chris puede jugar con el tío Kevin en otro lado —, aseguró ella, al mismo tiempo que veía a Kevin para darle a entender que se quedará con el niño.Damián no protestó más, pero le resultaba extraño el repentino cambio de planes.—Enrique, ¿puedes venir luego por Indira? —, solicitó Aylin una vez que estuvieron listos para marcharse e Indira, al oír esto, pareció asustarse.—Señora… esté lugar, es muy sólido para quedarme sola aquí —, largó con una voz apenas audible.«Lo siento querida, pero no te traeré sin comprobar cuál es tu papel en todo esto», decía Aylin en su fuero interno.—No te asustes, espera dentro hasta que Enrique regrese —, le ase
Con las manos temblorosas, Damián giró su teléfono hacia Aylin, sintiendo un nudo en el estómago. Las fotos aparecieron en la pantalla, y Aylin abrió los ojos, sorprendida al ver varias imágenes de sí misma prácticamente desnuda, sonriendo y posando de una manera íntima, y provocativa, con un mensaje escrito sobre ellas. "¿Cuánto me va a quitar tu abogado por tener estas imágenes? No olvides que Aylin fue mi mujer, que fui su primer hombre y eso no se olvida por más que quieras. Nosotros tenemos recuerdos".Ella se quedó en silencio, reflejando una mezcla de incredulidad, sorpresa y molestia. Observó cada foto detenidamente, tratando de asimilar la realidad de lo que estaba viendo. —Damián, sabes que esto es solo una artimaña para fastidiarte, ¿verdad? Estas fotos son claramente una forma de manipulación y venganza —, le aclaró cuando encontró el valor para hablar y romper el tenso silencio. Con los ojos llenos de amargura, Damián, suspiró y asintió con pesar.—Sí, lo sé. Pero eso
Con el rostro empapado de vino y el shock evidente en sus ojos, Lara ignoró por completo la pregunta de su marido y se retiró casi en un acto de escapatoria.—Oye, dije que te detuvieras —le gritó Darío, pero ella no se volteó para mirarlo, simplemente continuó. Cuando entraron al ascensor, él la agarró del brazo y lo retorció.—Te dije que te detuvieras. Sabes lo mucho que me fastidia que me dejes como un idiota frente a todos —rezongó furioso, sin importarle que había cuatro personas cerca de ellos.Ella no pronunció una sola palabra y cuando llegaron al estacionamiento, él se acercó y le ofreció un billete de 50 dólares.—¿Y esto? —preguntó ella confundida al ver el dinero.—Para que pagues el taxi. No voy a casa, tengo cosas que hacer —respondió él indiferente, subiéndose a su auto.—Siempre tienes cosas que hacer, ¿verdad? Ya no aguanto más esto, Darío. Dime, ¿a dónde se supone que vas a esta hora?Darío simplemente subió la ventana del conductor y arrancó el coche, dejando a Lar
—¿No se supone que estamos peleados?—Sí, pero nuestros cuerpos no tienen por qué pagar las consecuencias de nuestras rabietas—, le respondió Damián con una sonrisa astuta. Aylin rió, negando con la cabeza mientras le daba la espalda, dejándose consentir.—¿Qué tipo de lógica es esa? —inquirió ella, entre carcajadas. Aunque intentaba mantener una actitud seria y ofendida, era imposible contener la risa ante las ocurrencias de Damián.—Los problemas deben quedarse fuera de nuestra alcoba —dijo él, apartando suavemente unos mechones de cabello de su rostro—. Aún siento mucha rabia. Darío sabía todos los detalles y me hizo sentir como un inútil frente a todos. Por eso, permití que la ira me nublara.Sus manos acariciaron con suavidad el rostro de Aylin, dibujando las líneas de sus facciones con una ternura que deshacía cualquier rastro de enfado que ella pudiera sentir.—En la cama solo seamos tú y yo, no arrastremos las discusiones o las palabras necias que salgan de mi boca hacia aquí.