Continuación: Por un momento, el corazón de Damián se removió ante la súplica de Mauro, sin embargo, volvió a endurecerse casi de inmediato cuando recordó todo lo que había hecho por ellos y cómo había sacrificado parte de su vida para protegerlos y darles todas las comodidades habidas o por haber y, aun así, enviaron asesinos tras él, ignorando todo lo que había hecho. —Si Dios entiende que tu madre merece vivir, se sanará milagrosamente —le aseguró con frialdad. —¡Sáquenlo de aquí!, pero no sin antes darle dos bofetadas —les ordenó a los guardias, sin mostrar ninguna pizca de compasión. —Prometí que respondería del mismo modo por cada agresión recibida —agregó y el rostro de Mauro se desencajó, aunque Damián fue duro con Lorenny, pensó que, con él, por ser su sobrino, no sería igual. Mientras Damián se dirigía hacia la puerta, con la intención de encontrarse con Chris, una empleada se acercó a él y le informó: —Señor Zadoglu, hay un señor y una señora que dicen ser los padres d
Por otro lado, Lara se mordía el labio inferior mientras sus ojos se desplazaban de un lado a otro, con la mente llena de preocupación debido a la ausencia de Mauro, lo cual la tenía en vilo. Y más, porque recordaba su tonta propuesta.«Ojalá que no haya ido con Damián», rogaba al cielo.En un gesto impulsivo tomó el vaso de ron que tenía frente a ella.«No quiero morir, y si sigo bebiendo, el cáncer me matará más rápido», pensó aterrada. Cerró los ojos con fuerza y apretó los puños a cada lado de su cuerpo.Con una respiración profunda y entrecortada, dejó el vaso en su lugar. Se puso de pie y caminó con pasos vacilantes hasta el cuarto de Darío. Al verla llegar, Darío sonrió y se acercó para darle un beso, pero ella evitó el contacto desviando rápidamente la cabeza.—Amor, ¿has considerado mi propuesta? —, le preguntó Darío emocionado.En cambio, Lara le clavó una mirada cargada de aborrecimiento. —No estoy aquí por lo que piensas. Te dije que ya no quiero nada contigo—, le recordó
Al día siguiente, la tarde caía suavemente sobre la plaza central. El sol descendía en el horizonte, bañando todo en un resplandor dorado, y el ambiente se llenaba del murmullo de las conversaciones y del gorjeo de las aves que regresaban a sus nidos al caer el día. Karen y Aylin se encontraban sentadas en una mesa al aire libre de un pequeño café, cada una con una copa de daiquiri blues en la mano. El líquido azul eléctrico brillaba con la luz del atardecer, y el vaso se encontraba cubierto por una fina capa de condensación.Aunque era tarde, Aylin necesitaba estar en casa arreglándose para la pequeña fiesta de compromiso, no tenía ganas de regresar a la mansión y encontrarse con Damián y su actitud fría y distante. —Ka, ¿seguirás tratándome con frialdad? Ya tengo suficiente con Damián —su voz tembló ligeramente mientras miraba a su amiga con ojos suplicantes.—Es que siempre tienes un secreto y eso me irrita. Se suponía que yo era tu mejor amiga, y luego aparece esta gritona con su
Una hora antes...El lujoso automóvil de color negro se deslizaba suavemente por la carretera hacia la mansión Zadoglu, seguido de cerca por una robusta camioneta. A lo lejos se vislumbraban un par de gigantes portones, y Aylin respiró hondo mientras miraba pensativamente por la ventanilla. Su expresión se tornó aún más seria cuando su celular vibró sobre su regazo, rompiendo el silencio. Al ver el identificador de llamada, activó el altavoz y respondió dudosa: —Sí, buenas.Del otro lado de la línea, solo se escuchó un gimoteo hasta que una voz femenina habló, una voz que ella reconoció de inmediato. —Doctora Mujica, ¿me recuerda? — dijo la mujer con voz cargada de desesperación. Aylin asintió, a pesar de que la otra mujer no podía verla. —Si, claro, eres la madre de mi antiguo paciente Alfred—, respondió, reviviendo en su mente el incidente en el que esa mujer la acusó de no ser una buena doctora. Aquel episodio la había marcado y la promesa que había hecho en aquel momento parec
Dos horas y media antes, en la mansión Zadoglu: El clásico vals se deslizaba como una melodía suave y elegante en el aire del salón, mezclándose con los murmullos de las conversaciones y las risas contenidas.La hora pico había llegado, ese momento crítico en el que la emoción y la diversión de la fiesta empezaba a disminuir, centrando la atención en Damián. Él se encontraba empinado en una esquina de la sala, sosteniendo un vaso de coñac en una mano y su bastón en la otra, mientras sentía cómo las miradas de todos se sumaban al peso de la furia que hervía en su interior.Kevin se acercó con una expresión de compasión. —Amigo, es momento de que digas algo, despide a todas estas personas.—No me mires con pena—, le reclamó Damián a Kevin, quien soltó una risilla y se rascó el cuello. —Me fastidia cuando pones esa cara. —Lo siento, solo es que hace días ya me dieron una probadita de lo feo que se sienten los desaires. Pues, supongo que no es fácil ser abandonado en medio de tu propi
Lara estaba recostada en un viejo sofá de la sala, con la mirada perdida en el deteriorado techo lleno de manchas de pintura descascarada. Sostenía un vaso para el mate entre sus manos temblorosas, sorbiendo el líquido lentamente, mientras su rostro reflejaba cansancio y tristeza.En ese momento, Luci regresó del exterior y se dejó caer a su lado en el sofá, con la intención de mostrarle cariño.—Mamá, ¿cómo estás? — trató de agarrarle la mano derecha, pero Lara la apartó. Cada día estaba más distante, lo cual entristecía a Luci, aunque ella creía que era lo mejor para que sus hijos no sufrieran una vez que ella dejara de estar con ellos.—Muy, pero muy bien — le respondió con una sonrisa forzada.Luci frunció el ceño al observar el vaso de mate en las manos de su madre, pero decidió no decir nada al respecto.—Sabes, mamá, hoy vi a algunos de mis antiguos compañeros del instituto y se burlaron de mí porque no he podido volver — le contó con tristeza en su voz.Lara soltó una risa iró
—Hoy no quiero que me veas mientras me pierdo en ti —. Él sacudió un pañuelo marrón frente a ella—. Solamente necesito que me sientas… y al finalizar quiero que me des tus explicaciones, entonces yo te contaré con exactitud, qué me enfureció.Le puso el pañuelo sobre los ojos. Con sus finos y delicados dedos ella tocaba la tela de seda, sin dejar de sonreír y de morderse el labio inferior, con la lujuria en su cúspide.Aylin no podía ver nada, únicamente podía oír su respiración errática y con cada movimiento que Damián hacía a su espalda, sentía como una erección potente se rozaba contra sus glúteos, provocando ese hecho que su sexo se humedeciera bastante. El no poder ver nada le agregaba un toque de excitación extra, y sin ser tocada ya se encontraba gimiendo y jadeando. Notó su mano en la espalda, el simple roce la hizo estremecerse y alzó los brazos para que él pudiera quitarle el vestido. Sintió la tela ser sacada de su cuerpo y luego el frío, que pronto se convirtió en calor c
Darío retrocedió unos pasos, pero logró mantenerse de pie cuando Tadeo arremetió contra él una vez más, con planes de apuñalarlo de nuevo. Sin embargo, esta vez no parecía tener la intención de solo herirlo en un hombro, sino que estaba dispuesto a ir aún más lejos. Darío forcejeó con él, sintiendo un profundo miedo a que pudiera matarlo, ya que Tadeo era mucho más fuerte.—Cálmate, pareces un loco —le gritó Darío, aterrado, mientras Tadeo sostenía el cuchillo apuntando a su pecho, listo para hundirlo con un solo movimiento. Nunca lo había visto tan enfadado.Tadeo mostró una expresión de rabia y desesperación.—¡Sí, estoy loco porque ahora me doy cuenta de que me has utilizado! —le reprochó furioso, soltándolo bruscamente.Respirando profundo, Darío se llevó la mano a la herida intentando detener la hemorragia.—¿Por qué dices esas tonterías? Estoy aquí en plena madrugada porque te quiero.Con la frente perlada de sudor frío, Darío luchó contra el dolor y avanzó hacia él para quitar