El juego de la confianza.

Por otro lado, Lara se mordía el labio inferior mientras sus ojos se desplazaban de un lado a otro, con la mente llena de preocupación debido a la ausencia de Mauro, lo cual la tenía en vilo. Y más, porque recordaba su tonta propuesta.

«Ojalá que no haya ido con Damián», rogaba al cielo.

En un gesto impulsivo tomó el vaso de ron que tenía frente a ella.

«No quiero morir, y si sigo bebiendo, el cáncer me matará más rápido», pensó aterrada. Cerró los ojos con fuerza y apretó los puños a cada lado de su cuerpo.

Con una respiración profunda y entrecortada, dejó el vaso en su lugar. Se puso de pie y caminó con pasos vacilantes hasta el cuarto de Darío. Al verla llegar, Darío sonrió y se acercó para darle un beso, pero ella evitó el contacto desviando rápidamente la cabeza.

—Amor, ¿has considerado mi propuesta? —, le preguntó Darío emocionado.

En cambio, Lara le clavó una mirada cargada de aborrecimiento.

—No estoy aquí por lo que piensas. Te dije que ya no quiero nada contigo—, le recordó
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